El lugar ha sido a lo largo de la historia el configurador más importante de las tipologías arquitectónicas, de los modelos constructivos y de los modos de habitar. Cuando este abandona los parámetros estándares y se concibe como un lugar excepcional por una topografía, climatología o simplemente una ubicación singular, desarrolla una respuesta novedosa. Esto ha ocurrido a lo largo de la historia en la ciudad chilena de Valparaíso. La arquitectura integrada en la verticalidad de esta ciudad tiene la capacidad de resistir la singularidad del contexto haciendo excepcionales todos sus planteamientos. El acantilado que configuran los cerros de Valparaíso, dadas sus condiciones topográficas y ambientales, generará una arquitectura propia, con una materialidad propia y unos recursos propios: un hábitat propio. Este genuino sistema de ocupación no ha surgido por generación espontánea. Han sido numerosos y muy dramáticos los episodios que han ido, casi como si de un darwinismo arquitectónico se tratara, modificando las arquitecturas estándares a este singular medio. El urbanismo de esta forma de ocupación del acantilado, como unión de la cueva y la cabaña, argumentará su excepcionalidad, además de en su formalización final, en el proceso de adaptación al emplazamiento, como un auténtico ejercicio de búsqueda de morada para el hombre
Palabras clave: hábitat vertical / acantilado / arquitectura límite