Deporte y Ciudad

Marzo-Abril 2014

Nos vemos en el parque. Deporte y agenda urbana.

¿Qué rol está jugando el deporte en la configuración de la agenda urbana y en el desarrollo de las ciudades? La diversidad de agentes de naturaleza pública y privada interesados brinda algunas luces sobre cómo el deporte está incidiendo en la producción de la ciudad; y quisiera plantear 4 elementos para la discusión.

Revista Planeo Nº15 , Deporte y Ciudad, Abril 2014.

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Fuente imagen: Estadio Green Point (Ciudad del Cabo, Sudáfrica). Fuente: CNN México (2010)

[Por Jaime Solorzano Pescador. Cientista Político, Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Estudiante Magíster en Desarrollo Urbano PUC.]

Al acudir a nuestros recuerdos de infancia y adolescencia, resulta ineludible hacer referencia a las mañanas y tardes que se disfrutaron en un parque o en un campo deportivo. Casi siempre, corriendo tras de un balón o rodando en una bicicleta en compañía de la familia, de los amigos o de desconocidos con quienes se compartía un gusto deportivo. También, y por cuenta de los grandes certámenes deportivos, se generan nuevas oportunidades de desarrollo de infraestructura y prácticas ciudadanas. En ese sentido, ¿qué rol está jugando el deporte en la configuración de la agenda urbana y en el desarrollo de las ciudades? La diversidad de agentes de naturaleza pública y privada interesados brinda algunas luces sobre cómo el deporte está incidiendo en la producción de la ciudad; y quisiera plantear 4 elementos para la discusión.

En primer lugar, no es una relación nueva. Los grandes eventos de la era contemporánea (tales como Juegos Olímpicos, Mundiales de fútbol o premios de Fórmula 1, por citar algunos casos) son una “versión ampliada y tecnificada” de los encuentros deportivos que llevaban a cabo los griegos en Atenas, durante el auge de su civilización. Por otra parte, y al indagar sobre la historia de los equipos de fútbol (sin reparar en su condición nobiliaria) se encuentra un origen vinculado a un barrio obrero, a una institución social o a una empresa; y cuya trayectoria puede orientarnos sobre el desarrollo de un territorio urbano y la sociedad que lo compone. Una revisión a los equipos londinenses y los imaginarios alrededor de sus confrontaciones, o las rivalidades entre equipos bonaerenses y paulistas serían, desde un enfoque culturalista, de mucha utilidad para comprender la diversidad de agentes asociados a la construcción de la ciudad en sus dimensiones física y socioeconómica.

En segundo lugar, y volviendo a ideas presentadas en la introducción, las prácticas deportivas facilitan el encuentro de los ciudadanos en el espacio público o en espacios adecuados para tal fin. Así como los parques y plazas reciben inversiones para canchas, pistas y equipos de gimnasia; también ha aumentado el número de gimnasios y centros de entrenamiento especializados. En principio, esto debería incentivar a los ciudadanos a practicar un deporte o ejercitarse para mejorar su salud o prevenir situaciones que pongan en peligro su vida.

En tercer lugar, los grandes certámenes deportivos sirven como ventana de oportunidad para promover inversiones en infraestructura y equipamientos urbanos. Basta ver la agenda de eventos deportivos de gran escala para indagar sobre los efectos que han tenido estos sobre los equipamientos, el entorno urbano y la ciudad en su conjunto: Mundial de fútbol sub-20 en Colombia (2014), Juegos Odesur en Santiago (2014), Mundial de Fútbol (2014) y Juegos Olímpicos (2016) en Brasil, son una pequeña muestra que sirve para estudiar con mayor detalle los efectos que tuvieron sobre las ciudades que albergaron dichos eventos. Al respecto, David Roberts, profesor de la Universidad de Toronto, sostenía en una entrevista que estos grandes certámenes favorecen la inversión pública y privada en sectores asociados; el marketing de la ciudad a escala global, que repercute en una mayor visibilización o en un aumento en el número de visitantes; e incluso para motivar iniciativas de intervención pública y privada que ayuden a revertir el deterioro de una ciudad o áreas de la misma. También, y como parece haber ocurrido en Barcelona tras los Juegos Olímpicos de 1992, a que los ciudadanos cambien su percepción sobre la condición de la urbe, motivando una transformación de valores que repercute en nuevas conductas y en un nuevo imaginario sobre la ciudad en cuestión.

No obstante, esta cuestión no está exenta de tensiones. Las experiencias recientes en ciudades brasileñas que albergarán juegos del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi (Rusia) revelan que estos certámenes pueden generar o potenciar factores de conflicto entre autoridades, empresas y ciudadanos por las implicaciones de ser anfitrión. Roberts sostiene que un cambio en las prioridades de inversión de recursos, orientadas beneficiar la realización del evento, conllevará un profundo cuestionamiento en la sociedad sobre las decisiones de las autoridades al respecto. Asimismo, y aprovechando la atención regional y global en la ciudad por cuenta del evento, los actores políticos y sociales pueden ganar atención y apoyo en sus demandas. Muchas veces estas demandas y reclamos ganan legitimidad al contrastarse las condiciones en que viven millones de personas y la deficiente calidad en la prestación de servicios domiciliarios, frente a la inversión en equipamientos que responden únicamente al certamen de interés, como se evidenció en Beijing tras los Juegos Olímpicos, en algunas ciudades sudafricanas tras el Mundial. Incluso en ciudades con altos estándares de calidad de vida, como ocurrió en Valencia (España) con el malogrado circuito de Fórmula 1. La paradoja está presente: a pesar del gran valor que tiene el deporte para la sociedad, no siempre los medios para fomentar su desarrollo convocan la totalidad del apoyo para su realización en las ciudades que albergarán el certamen.

Por último, debe señalarse el papel que está jugando el deporte en la prevención de la violencia urbana y sus manifestaciones. El programa UN-Habitat viene desarrollando programas para jóvenes que viven en barrios marginados, usando el deporte como mecanismo de formación de capacidades y habilidades que minimicen la posibilidad de que los jóvenes se vinculen en pandillas y grupos ilegales; así como factor para el mejoramiento del espacio construido en los asentamientos. Asimismo, y como lo señala el Banco Mundial en un amplio estudio sobre violencia urbana, la construcción de parques y equipamientos deportivos ayuda a mejorar la calidad del espacio público disponible, el involucramiento de los jóvenes en actividades que promueven la cohesión social y la regulación de conductas.

Estos 4 puntos quieren señalar una guía para la discusión sobre el involucramiento del deporte como un factor a considerar en las políticas orientadas al desarrollo urbano. Lo que comenzó en alguna época como una sencilla invitación a jugar a la pelota con la familia y los amigos, es ahora parte activa de las agendas pública y privada en materia de inversión de recursos y producción de la ciudad.

Referencias 

UN-Habitat (s.f.). “Sport for development and peace”. En línea, disponible en: http://www.un.org/wcm/content/site/sport/home/unplayers/fundsprogrammesagencies/unhabitat

World Bank (2011). Violence in the city. Washington. The World Bank.

Lewis, J. (2014). “Olympic games and other mega-events: what they mean for cities”. En línea, disponible en: http://www.news.utoronto.ca/olympic-games-and-other-mega-events-what-they-mean-cities?utm_campaign=UofTNews&utm_source=UofTHome&utm_medium=WebsiteBanner&utm_content=MegaEvents