Revista Planeo Nº13 , Género y Ciudad, Noviembre 2013.
[Por: Mag Melara. Estudiante Magíster (c) Desarrollo Urbano, IEUT, UC.]
Desde tiempos antiguos, la mujer, sin importar su latitud de origen se encarga del trabajo doméstico, y de manera protagónica y simultánea, el rol de la crianza de los hijos. En palabras de Perrot (1997:9), desde tiempos remotos se consolida la idea que la mujer ¨está hecha para la familia y la vida doméstica. Su vocación es la de madre cuidadora de la casa ¨, y su escenario de acción es lo privado, de manera que esta exclusión de lo público implica una asociación de la mujer al ámbito doméstico.
Sin embargo en el devenir de la historia esta situación ha cambiado drásticamente; la mujer ahora trabaja fuera de casa y además establece dinámicas relaciones con el exterior, es decir; fuera del hogar ¿limitadas a lo laboral?, Es un hecho que no. La mujer mantiene de forma simultánea bajo su cargo, los haberes relacionados a la integración familiar a través de: la crianza de los críos, la atención afectiva ,y desde luego, el trabajo doméstico.
Esta situación corre el riesgo de pasar desapercibida por su condición ¨típica¨ en sí misma, que sin duda implica faenas muy espesas para la mujer, con variaciones dependiendo de las condiciones económicas y socio-espaciales inherentes a cada situación. Si se establece un escenario general; la mujer en la actualidad busca compatibilizar el rol de crianza con el de trabajo, pero… ¿Qué es inmediatamente importante en función de esta compatibilidad? Algunas respuestas pueden ser; el uso del tiempo, las condiciones de movilidad, el lugar de habitación en relación a las zonas de trabajos, infraestructuras, redes de apoyo, entre muchas otras. Estas posibles respuestas sugieren de manera sobresaliente canalizar la atención a través de un enfoque socio-espacial; haciendo foco en la ciudad, indiscutible escenario de la cotidianidad humana.
La ciudad ha sido organizada a partir de la división de roles según sexo, estableciendo las actividades productivas al hombre y reproductivas a la mujer (Karsten et al, 1991), conjuntamente ¨diversos autores consideran a las mujeres como un grupo históricamente relegado de la esfera pública, y de las decisiones que se toman en torno a ella¨ (Izard, 1995, Perrot, 1997 y Valcárcel, 2008 en Cortés et al. 2012). La planificación urbana o regional responde a lo sectorial sin partir de la cotidianidad humana; materializando serias contradicciones entre la cotidianidad femenina y el entorno urbano, donde la zonificación de usos sigue siendo coherente a la ideología de la ¨domesticidad¨, a pesar que la participación de la mujer en el trabajo remunerado fuera del hogar es irrefutable y además, tiende al alza (Karsten et al, 1991).
Han sido ya muchísimos años de diseño de las ciudades con una organización basada no sólo en la antigua forma de distribución de actividades, sino que también se ha visto afectada por los cambios generados por la globalización, lo que ha generado la transformación de las dinámicas de organización y funcionamiento de las ciudades derivando en nuevas formas territoriales (De Mattos, 2010; Harvey, 2004; Fernández Durán, 2007). Es así como las ciudades consolidan en el tiempo situaciones territoriales nada favorables ni para hombres ni para mujeres. Esta condición desfavorable involucra segregación socio-espacial, una mala geografía de oportunidades, entre otros aspectos que describen una ciudad inequitativa.
De lo anterior, si hacemos un acercamiento sobre América Latina, son cada vez mayores los desafíos: ¨remontar la desigualdad social y fortalecer las democracias, ámbitos donde los logros y fracasos impactan directa y diferencialmente la calidad de vida de hombres y mujeres (…) la región ostenta los mayores índices de desigualdad y nichos de pobreza, que conforman fenómenos como la ¨urbanización de la pobreza¨ y, dentro de ella, la ¨feminización de la pobreza ¨ (Falú, 2009: 21).
En coherencia con lo anterior, en Chile, la jefatura de hogar femenina asciende de forma considerable por año. Según los resultados de la Encuesta Casen 2011, los hogares con jefatura femenina en Chile, han sufrido un incremento: de un 20% en 1990, a un 39% en 2011. Además existe una situación particular para este 39 por ciento, hay una considerable proporción perteneciente a la categorización de pobreza (51%) y pobreza extrema (55%).
Hay cifras que complementan y destacan las dificultades femeninas de estos tiempos, no en vano la tasa de natalidad chilena es una de las más bajas de la región. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ¨Chile es ahora el único otro país de la región, además de Cuba, que tiene niveles inferiores a los necesarios para mantener su población¨ (recuperado de http://www.latercera.com, 2013).
La situación descrita es una alerta.
La mujer se ve en desventaja para enfrentarse diariamente a la realidad haciendo compatibles los roles de crianza y trabajo, inclusive en muchos casos es fuente primaria (y a veces única), del sustento y provisión de sus hogares. Y no es menor que al trabajar, ocupa una posición inferior a la del hombre dónde además de sufrir la explotación de clase, que comparte con el hombre, las mujeres tienen empleos peor pagados, y esto puede corresponder a discriminación o también a jornadas de trabajo reducidas (FEMP 1996).
¨La renta, ligada al género, hace que las mujeres se distribuyan en las áreas no privilegiadas de la ciudad. La dedicación de las mujeres al trabajo remunerado además de a la resolución del bienestar cotidiano de la familia, le obliga a tránsitos entre mercados, tiendas, centros de salud, colegios, el lugar de trabajo, áreas de recreo y la vivienda. Las excesivas distancias desde la vivienda a todos los servicios, y los múltiples trayectos, complican la resolución de problemas que surgen en el transcurso del día. El tiempo se consume rápidamente, a lo largo de una jornada de actividades múltiples y variadas, cuyo motor principal es el confort de los miembros de la familia¨ (FEMP 1996, p: 28).
Actualmente, ciudad, cotidianidad y mujer son piezas de la realidad que no que encajan.
Bibliografía
CORTÉS, A. & FIGUEROA, C. (2012), Movilidad Femenina en asentamientos de escasos recursos en Santiago de Chile: estrategias de movilidad en la búsqueda de eficiencia y seguridad.
DE MATTOS, C. (2010) Globalización y metamorfosis urbana en América Latina. De la ciudad a lourbanogeneralizado [En CD].
FALÚ, A. (2009), Mujeres en la Ciudad. De violencias y derechos Ediciones Sur
FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS – FEMP (1996). Mujer y Urbanismo: Una recreación del espacio. Claves para pensar en la ciudad y el urbanismo desde una perspectiva de género.
FERNÁNDEZ DURÁN, R. (2007) – “El tsunami urbanizador español y mundial”. Disponible en: www.ecologistasenaccion.org/article.php3?id_article=4824
HARVEY, D (2004). Mundos urbanos posibles. En Ramos, A. M. (Ed.) Lo urbano en 20 autores contemporáneo. Barcelona, Ediciones UPC
IZARD, M. (1985). Marginados, fronterizos, rebeldes y oprimidos (1a Ed.) Madrid, España, Serbal
KARSTEN L; MEERTENS. (1991) La geografía del género: sobre visibilidad, identidad y poder. Docments d´Analisi Geográfica 19-20, pp 181 -193)
MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL (2011). Encuestas Casen 2011. Disponible en: http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/layout/doc/casen/publicaciones/2011/CASEN_Mujeres_pobreza_y_Trabajo.pdf
PERROT, M. (1997). Mujeres en la Ciudad (1a Ed.). Santiago de Chile, Andrés Bello
VALCÁRCEL, A & QUIRÓS, B. (2008). La Política de las mujeres (4a Ed.). Madrid, España: Cátedra De Mattos, C. (2010) Globalización y metamorfosis urbana en América Latina. De la ciudad a lo urbano generalizado [En CD].