Escasez hídrica y comunidades

SEPTIEMBRE 2022

La crisis hídrica, una respuesta desde las acciones feministas

Revista Planeo Nº 53


[Por: Maria Christina Fragkou, Departamento de Geografía, Universidad de Chile. Carolina Rojas, Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile]

Resumen:

En medio de la crisis hídrica, surgen soluciones de adaptación desde el Estado, las cuales son criticadas desde el feminismo por propiciar el desarrollo de infraestructuras que perpetúan el modelo neoliberal y las desigualdades socioeconómicas, de género y el daño a las comunidades. En la columna se reflexiona sobre estrategias justas e inclusivas desde la acción de las mujeres, las cuales promueven la autonomía climática, para una sociedad que cuida a las personas y el ambiente.

Palabras clave: crisis hídrica, feminismo, infraestructuras, autonomía, Estado.

Img portada. Fuente: www.elespanol.com/ciencia/medio-ambiente/20160517/125487689_0.html

Hoy sufrimos una crisis hídrica y también climática sin precedentes, la cual afecta a los territorios y las comunidades del país.  La crisis hídrica se expresa con cambios en los caudales, erosión, escasez y contaminación hídrica, agotamiento de las fuentes subterráneas, riesgo desastres y también crisis alimentarias, afectando a miles de personas, donde las más vulnerables, justamente son las mujeres y las niñas, más aún si ellas viven en asentamientos informales, o bajo la línea de pobreza.

En el camino a una sociedad más resiliente a la escasez de agua, concordamos que se necesitan medidas de adaptación. Sin embargo, estas generalmente han sido lideradas por el Estado, e incluyen leyes, infraestructuras, planes de adaptación, entre otros. Las teorías feministas ponen en duda la efectividad de estas estrategias adaptativas, dado que la desigualdad de género persiste y es un rasgo estructural histórico de Chile. La inequidad de género es una de las bases que sustenta el por qué no podemos avanzar hacia un modelo de desarrollo sustentable, así lo demuestran las décadas de deterioro ambiental y sobre todo en los efectos nocivos de las zonas de sacrificio, donde las mujeres han ofrecido resistencia (Bolados & Cuevas, 2017). En este sentido, desde un Estado patriarcal, una de las respuestas ante esta crisis hídrica, es el desarrollo de infraestructuras gris y de nuevas tecnologías para la captación de nuevas fuentes de agua, por ejemplo, se propone la creación de embalses, plantas desalinizadoras y la construcción de pozos cada vez más profundo para extraer aguas subterráneas, sin hacer cuestionamientos al cómo las megainfraestructuras perpetúan el modelo neoliberal, la desigualdad socioeconómica, de género y el daño a las comunidades.

Si queremos soluciones transformadoras ante la crisis hídrica, podríamos partir con tomar más en serio las acciones feministas, que incluyen prácticas, estrategias y técnicas inclusivas, justas, y/o promovidas por mujeres, como por ejemplo las “soluciones basadas en la naturaleza”, para transitar a una sociedad que cuide a las personas y no siga dañando los ecosistemas. Además muchas de estas se producen al margen del Estado y también del mercado, promoviendo una mayor autonomía climática, por ejemplo los atrapanieblas hechos de bambú y/o materiales locales, que ya están dando buenos resultados en comunidades que sufren la escasez en África. Entonces, al margen de la acción estatal centralizada, se ha observado cómo las mismas personas y las comunidades desarrollan estrategias locales y autónomas para su adaptación al cambio climático (Tuihedur Rahman et al., 2021). Estas estrategias suelen surgir de conocimientos y recursos locales, y en función con las condiciones sociopolíticas, culturales, económicas y ecológicas locales (Tuihedur Rahman et al., 2021). Para Bulkeley et al. (2014) las acciones comunitarias no solo funcionan al margen del Estado y el mercado, pero “ganan gran parte de su impulso precisamente por su oposición a los valores y prácticas dominantes” (Bulkeley et al., 2014). Este tipo de autodeterminación es primordial cuando hablamos de justicia energética, por lo tanto climática (Castán Broto et al., 2018), puesto que las soluciones centralizadas y de resiliencia neoliberal hacen que los hogares pierdan su autonomía y que dependan de multinacionales o el Estado (Hamilton et al., 2021). Estas observaciones indican que se debe fortalecer la autonomía de las comunidades en adaptarse a las crisis, algo que se reconoce como primordial para garantizar la equidad y eficacia de las estrategias de adaptación al cambio climático  (Pisor et al., 2022).

En la antípoda de las acciones estatales, las estrategias situadas y autónomas para la adaptación al cambio climático se caracterizan como feministas, inclusivas y anticolonialistas  (Pisor et al., 2022). Hablar de políticas, acciones o estrategias feministas no se trata simplemente de qué tipo de cuerpos toman decisiones, sino de las “tendencias, lógicas, hábitos e ideologías y formas de pensar según los géneros, que son viables en momentos de toma de decisiones y planificación” (Siemiatycki et al., 2020). Según (Hamilton et al., 2021), una respuesta explícitamente feminista al cambio climático atiende a las 3 principales preocupaciones propias del feminismo: i) el encarnamiento (embodiment); o sea se incluye la escala del cuerpo en el análisis de los impactos y eficiencia de políticas (Truelove, 2019), ii)  las prácticas y políticas de la vida cotidiana; su estudio permite relevar vulnerabilidades que no se detectan en mayores escalas (Fragkou et al., 2021; Truelove, 2011),  y iii) la diferencia e interseccionalidad; entendidas como factores que generan patrones de desigualdad e injusticias (Sultana, 2009). Las propuestas feministas ante el cambio climático subsanan las estrategias centralizadas que excluyen e incluso dañan a ciertos sectores de la sociedad; “los modelos de pensamiento y acción feminista tienden a hacer hincapié en la toma de decisiones participativa, la colaboración, la creación de equipos, el reparto de poder, la resolución de conflictos y el razonamiento en función del contexto” (Siemiatycki et al., 2020). En este sentido, las estrategias autónomas y feministas de adaptación al cambio climático aseguran a la justicia ambiental y climática y se nutren por “una larga historia de luchas de justicia social intrahumana: anticolonial, antirracista, feminista, crip y queer” (Hamilton et al., 2021). Dialogan, además, con una postura postcolonialista a las transiciones y la adaptación al cambio climático, donde se requiere entender y considerar la heterogeneidad de las condiciones sociopolíticas, económicas e históricas (Castán Broto et al., 2018). De hecho, las mujeres cumplen un rol fundamental en la conservación de la biodiversidad, así a lo largo del país hemos visto en nuestras investigaciones a muchas luchando por la preservación de los humedales y/o organizadas por el agua potable rural, a las cuales perfectamente podríamos fomentar sus capacidades de liderazgo y toma de decisiones.

En esta transición hídrica, no solo necesitamos infraestructuras y tecnología, sino que cambios profundos en las prácticas económicas, sociales y culturales, así como políticas ambientales con perspectiva de género, así mismo creemos que esto solo pueden lograrse en una sociedad que protege a las mujeres defensoras del agua y del ambiente y por supuesto en una sociedad que no discrimina y no reproduce la desigualdad.

Bibliografía

– Bolados García, P., & Sánchez Cuevas, A. (2017). Una ecología política feminista en construcción: El caso de las» Mujeres de zonas de sacrificio en resistencia», Región de Valparaíso, Chile. Psicoperspectivas, 16(2), 33-42.

Bulkeley, H., Castán Broto, V., & Maassen, A. (2014). Low-carbon Transitions and the Reconfiguration of Urban Infrastructure. Urban Studies, 51(7), 1471-1486. https://doi.org/10.1177/0042098013500089

Castán Broto, V., Baptista, I., Kirshner, J., Smith, S., & Neves Alves, S. (2018). Energy justice and sustainability transitions in Mozambique. Applied Energy, 228, 645-655. https://doi.org/10.1016/j.apenergy.2018.06.057

Fragkou, M. C., Tapia, T. M., Alonso, M. C., & López, J. C. (2021). Injusticias hídricas asociadas al agua desalinizada para consumo humano en la ciudad de Antofagasta. Planeo, 12.

Hamilton, J. M., Zettel, T., & Neimanis, A. (2021). Feminist Infrastructure for Better Weathering. Australian Feminist Studies, 36(109), 237-259. https://doi.org/10.1080/08164649.2021.1969639

Pisor, A. C., Basurto, X., Douglass, K. G., Mach, K. J., Ready, E., Tylianakis, J. M., Hazel, A., Kline, M. A., Kramer, K. L., Lansing, J. S., Moritz, M., Smaldino, P. E., Thornton, T. F., & Jones, J. H. (2022). Effective climate change adaptation means supporting community autonomy. Nature Climate Change, 12(3), 213-215. https://doi.org/10.1038/s41558-022-01303-x

Siemiatycki, M., Enright, T., & Valverde, M. (2020). The gendered production of infrastructure. Progress in Human Geography, 44(2), 297-314. https://doi.org/10.1177/0309132519828458

Sultana, F. (2009). Fluid lives: Subjectivities, gender and water in rural Bangladesh. Gender, Place & Culture, 16(4), 427-444. https://doi.org/10.1080/09663690903003942

Truelove, Y. (2011). (Re-)Conceptualizing water inequality in Delhi, India through a feminist political ecology framework. 10.

Truelove, Y. (2019). Rethinking water insecurity, inequality and infrastructure through an embodied urban political ecology. WIREs Water, 6(3). https://doi.org/10.1002/wat2.1342

Tuihedur Rahman, H. M., Albizua, A., Soubry, B., & Tourangeau, W. (2021). A framework for using autonomous adaptation as a leverage point in sustainable climate adaptation. Climate Risk Management, 34, 100376. https://doi.org/10.1016/j.crm.2021.100376