Escasez hídrica y comunidades

SEPTIEMBRE 2022

Escasez hídrica con perspectiva de género

Escasez hídrica con perspectiva de género | Guardianas del Agua: (in)seguridad hídrica en la vida cotidiana de las mujeres (2022)

[Por Francisca Moraga Núñez, Antropóloga Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente IEUT – UC]

Libro: Guardianas del agua: (In)seguridad hídrica en la vida cotidiana de las mujeres

Autor: Macarena Salinas Camus y Isaura Becker Rodríguez

Año: 2022

Editorial: Fundación Heinrich Böll Cono Sur

Disponible en: https://cl.boell.org/es/2022/03/18/guardianas-del-agua

Im.1 Portada Libro | Fuente: Salinas y Rodríguez, 2022

Resumen.

Las mujeres de comunidades rurales trabajan largas jornadas en su vida cotidiana para buscar agua limpia, son ellas las principales encargadas de llevar agua potable a sus hogares y comunidad. Esta tarea cada vez se hace más complicada, no sólo por la mega sequía y el déficit hídrico, sino también por el llamado “mal desarrollo” y sus prácticas extractivas que disminuyen el acceso al agua. En el libro las autoras nos invitan a reflexionar sobre la importancia de analizar la (in)seguridad hídrica desde múltiples dimensiones, permitiendo comprender a las mujeres como fuente de la capacidad de resiliencia, cuidados y resistencia que sostiene la vida de muchas comunidades.

Palabras Clave. Escasez hídrica, gestión del agua, género.

Introducción.

En el Abya Yala (o territorio americano) nos encontramos frente a un creciente escenario de escasez hídrica, situación que se ha visto agudizada con el aumento de conflictos asociados a la priorización de usos productivos, en menoscabo de los usos sociales y ambientales.

Macarena Salinas Camus y Isaura Becker Rodríguez en su obra Las Guardianas del Agua (2022) visibilizan desde las voces de 31 mujeres, de entre 26 y 98 años, que provienen de 16 comunas desde la región de Coquimbo al Maule. Con los relatos de las mujeres y sus argumentos personales, las autoras nos muestran la larga injusticia que viven, quienes a pesar de tener un rol clave en la sequía, pocas veces se ha indagado respecto a su lucha y vivencias.

En Chile y en el mundo, las mujeres de comunidades rurales trabajan largas jornadas en su vida cotidiana para buscar agua limpia. Ellas, al ser las principales encargadas de las labores del hogar, perciben cotidianamente en sus cuerpos la escasez del agua, por lo que se involucran activamente en la protección de este elemento. En este contexto, las Guardianas del Agua se vuelven expertas en reconocer los problemas de infraestructura comunitaria y en sus viviendas, como también en identificar las necesidades específicas de sus vecinas, familiares, plantas y animales.

Las autoras nos invitan a pensar los impactos del cambio climático y la crisis ambiental del mundo desde una perspectiva de género, la que permita considerar la triple labor (doméstica, laboral y comunitaria) que realiza las mujeres, y su conocimiento, experiencias y acciones colectivas. A su vez dar cuenta de que la crisis ambiental tiene mucho que ver con las profundas desigualdades socioeconómicas, políticas y territoriales enmarcadas en un modelo de desarrollo excluyente e insostenible.

Im.2 Las mujeres de Rungue estamos empoderadas | Fuente: Salinas y Rodríguez, 2022.

“Me saco el sombrero por las mujeres que trabajan en el campo” (Gloria Alvarado, Pichidegua).

La escasez hídrica se ha convertido en una temática urgente de tratar, sobre todo en los planes, políticas y programas. En Chile los problemas de acceso al agua se han concentrado principalmente en las zonas rurales aisladas que no poseen la capacidad técnica, económica, social y de infraestructura para abastecer a la comunidad. Adicionalmente, en territorios rurales, la falta de agua afecta directamente a los modos de vida, sobre todo a las familias que sostienen su alimentación y economía doméstica con agricultura familiar.

Esta situación ha generado que actualmente 8 de cada 10 mujeres sean las principales encargadas de llevar agua potable a sus hogares y comunidades. Juana, jefa de hogar de la comuna de Navidad comenta que son ellas quienes desde “chicas” aprenden a acarrear el agua con baldes y botellas sobre los hombros. Esta tarea cada vez se hace más complicada, no sólo por la mega sequía y el déficit hídrico, sino también por el llamado “mal desarrollo” y sus prácticas extractivas que disminuyen el acceso al agua, haciendo que las comunidades deban competir por el derecho humano al agua, especialmente en Chile, donde el agua es un bien económico privatizado.

Im.3 Retornando al mundo campesino, experiencias de resistencia | Fuente: Salinas y Rodríguez, 2022.

A pesar de que las mujeres son protagonistas de la gestión hídrica a nivel doméstico y comunitario, dado el machismo fuertemente arraigado en nuestra cultura, a nivel institucional y en espacios de toma de decisiones las experiencias y saberes de las mujeres no es reconocida ni valorada. Pese a esta situación, las mujeres acuerpan y enfrentan la falta de agua generando diversas estrategias, las que, de ser escuchadas y tomadas en consideración, podrían permitir un mejor desarrollo de políticas públicas más efectivas y sostenibles.

A lo largo del texto, las autoras muestran con los relatos de 31 mujeres la forma en que estas Guardianas del Agua corporizan la inseguridad hídrica. Además, dado que en el documento los relatos están ordenados por regiones, se puede apreciar que territorialmente la escasez hídrica se encarna en la cotidianidad de estas mujeres de diversas maneras. Pese a esta situación las mujeres narran una historia común, en sus comunidades el agua no segura, confiable, ni adecuada y/o asequible, mientras que para las actividades extractivistas “rentables” económicamente, el agua es un recurso que pareciera inagotable.

Im.4 En la época de invierno sale muy “rubia” como le dicen aquí, porque su color es similar al de un café poco cargado | Fuente: Salinas y Rodríguez, 2022.

En este contexto, las mujeres y sus comunidades deben reestructurar completamente sus vidas para abastecerse de este elemento vital escaso. Esto no sólo implica generar “nuevas” estrategias para ir a recolectar agua, sino que también rearticulan sus jornadas de trabajo remunerado y doméstico, para que este “calce” con, por ejemplo, la llegada de los camiones aljibes o los cortes de suministro. De manera similar, dada la escasa o nula ayuda de las instituciones estatales, las mujeres generan medidas de mitigación colectivas y comunitarias, como es el caso de los bingos o mingas por el agua de Alto del Puerto en la comuna de Vichuquén.

Im.5 El acarreo de agua es cruel | Fuente: Salinas y Rodríguez, 2022.

Adicionalmente, en estas actividades comunitarias las mujeres se unen a los liderazgos y comienzan a adquirir de forma autónoma conocimientos técnicos y jurídicos respecto a la operación, administración y mantención de los sistemas de abastecimiento. Sin embargo, optar por labores dirigenciales en contextos de escasez hídrica, para las mujeres significa aumentar su carga laboral y de cuidados, debido a que es una actividad estresante y altamente demandante. Esta situación trae importantes consecuencias a la salud mental de las mujeres, como angustia, rabia, tristeza, estrés e impotencia, inclusive muchas mujeres han vivido hostigamiento por involucrarse en un espacio masculinizado. Y, también sufrido afecciones a su salud física, como agotamiento, dolores de cabeza, brazos y manos.

Con los relatos de las mujeres, las autoras reflexionan más allá de las razones ambientales y económicas de la crisis hídrica, señalando la importancia de considerar los sistemas de abastecimiento en los territorios. Las comunidades que no posean infraestructura segura y en buen estado, que permita captar, transportar, almacenar, desinfectar y distribuir el agua, no pueden acceder a la seguridad hídrica. De la misma forma, si las comunidades no cuentan con capacidades técnicas, administrativas y de gestión, estas no podrán desarrollar estrategias exitosas que les permitan mitigar los efectos adversos de la falta de suministro de agua potable.

También reflexionan sobre la importancia de analizar la (in)seguridad hídrica desde múltiples dimensiones, que muchas veces son invisibilizadas por visiones academicistas o enfocadas únicamente en el medioambiente. Las autoras y los relatos de las mujeres nos muestran que la escasez hídrica trae consecuencias tanto para la salud mental como la física, a su vez, sobre los estilos de vida y las actividades cotidianas.