Planeo Digital

Número 13

 Género y Ciudad

Nov-Dic 2013

Entrevista a Liliana De Simone: Directora Ejecutiva de Ciudad y Género.

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Revista Planeo Nº13 , Género y Ciudad, Noviembre 2013.

[Por Antonio Vega. Licenciado en Historia y Estudiante Magister en Desarrollo Urbano, IEUT, UC]

Rosa  Liliana De Simone es arquitecto, investigadora y planificadora urbana de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es docente de la Facultad de Comunicaciones de la misma universidad  y de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Diego Portales. También es investigadora y docente adjunta del Instituto de Estudios Urbanos UC. Ha impartido cursos en áreas de teoría urbana, historia y teoría de la arquitectura, estudios de consumo, metodologías del urbanismo género consciente, entre otros. Sus principal área de investigación son los procesos de construcción reciente de espacios públicos y pseudo-públicos en la ciudades latinoamericanas, sus interpretaciones y sus horizontes de planificación y desarrollo.

Actualmente está publicando “Metamall: los espacios del neoliberalismo en Chile: 1973-2012”, y es co-autora de numerosos libros, tales como «Treinta años del Mall en Chile», «Escenas de Comida Callejera en Santiago de Chile» y «Las Ciudades de George Simmel».

Liliana es co-fundadora de SudLab: Laboratorio de Ciudad y Estudios Urbanos, y es fundadora y Directora Ejecutiva de Ciudad y Género | City & Gender, colectivo interdisciplinario de reflexión y acción en torno al urbanismo género consciente en Latinoamérica.

@lldesimone

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 ¿Cómo surge Ciudad y Género? ¿En qué consiste?

Ciudad y Género surge como una iniciativa personal dentro de mi tesis de postgrado, por descubrir ciertos cruces de información relacionados a la concepción de la ciudad desde los enfoques de género. Nace como una iniciativa personal, pero se ha ido concretando en un colectivo de investigadores y académicos, principalmente ligados a los estudios urbanos, quienes tenemos interés en buscar maneras de aplicación de metodologías y planes que, desde la sensibilidad de género, permitan incidir en la planificación de nuestras ciudades chilenas y latinoamericanas.

¿Cómo podrías definir el urbanismo género-consciente?

El urbanismo género-consciente surge desde una tendencia que lleva más de una década en Europa, a través del concepto conocido como gender mainstreaming el cual participa en todos los proceso de hacer ciudad. El gender mainstreaming tiene que ver con los pasos que implican incorporar un concepto de transversalidad y horizontalidad, tanto en la conceptualización de proyectos urbanos o en la idea de ciudad, pero también en la formulación y aplicación de hacer y pensar la ciudad. En ese sentido, para nosotros el urbanismo género-consciente se centra en la pregunta: ¿cómo construimos ciudades justas para todos y para todas? Esta interrogante surge del concepto del “derecho a la ciudad” de Henri Lefebvre, pero que se alimenta de otras teorías como la de Judith Butler y la “otredad” quien reconoce que las maneras como nosotros construimos ciudades y hacemos las estructuras y los constructos sociales surgen de una manera más bien binaria de concebir el cuerpo, que lo considera como un cuerpo heteronormativo, es decir, que puede ser sólo hombre o sólo mujer. Lo anterior se justifica ya que nuestra historia social de la civilización se ha construido en base al cuerpo masculino y ha dejado a todas las otras diferentes formas del cuerpo, de alguna manera relegadas como minorías. Por lo tanto, lo que intentaría ser cualquier tipo de enfoque de urbanismo género-consciente es, primero, estudiar cuáles son estas diferencias que se manifiestan en los distintos usos y accesos de la ciudad hacia los usuarios. Luego, buscar las maneras de poder contrastar, modificar, alterar, este tipo de interacciones entre el cuerpo y el espacio y finalmente generar ciertas fórmulas locales de urbanismo género-consciente que permitan mejorar el contexto de las minorías sub-representadas, que en este caso son las mujeres, pero existen muchos otros grupos que también participan de la ciudad de forma desigual.

¿Nos puedes describir cuál ha sido el desarrollo de este tema en nuestro país y en el contexto latinoamericano?

A nivel latinoamericano el tema de un urbanismo género-consciente es bien incipiente. No sólo porque no existen suficientes fondos para investigar y para hacer programas locales sino que también porque ha sido necesaria una traducción teórica, que en Género y Ciudad lo consideramos una de nuestras principales tareas. Se requiere de una traducción teórica de las diferentes maneras y conceptualizaciones de lo que significa el género ejercitado en el espacio. Y esto tiene que ver con que el género es un constructo social, es una idea de diferenciación y de las identidades que está construyendo según las contextualizaciones culturales del momento. Por lo tanto, las teorías de género que existen en Europa no nos sirven a nosotros y tampoco sus soluciones, para poder pensar en ciudades más justas y más tolerantes para todos. Por lo mismo, es una tarea pendiente tanto a nivel local como regional, generar este corpus teórico que interprete cuáles son las reales diferencias y desventajas que se ejercitan todos los días en nuestros espacios. Nosotros tenemos conocimiento y hemos construido una red amplia de las distintas experiencias en Latinoamérica. Actualmente estamos en contacto con la Secretaría de las Mujeres en Medellín, uno de los grupos sociales que más impacto ha generado a través de la implementación de distintas políticas públicas en la ciudad de Medellín y que a través de la aplicación de un enfoque género-consciente ha tenido una incidencia muy grande en las conceptualizaciones de feminidad, masculinidad y la manera cómo estas se ejecutan en el espacio. Respecto a nuestro país, ha habido grandes avances en la teorización de la violencia urbana, que es un tema sin duda fundamental y uno de los grandes tópicos de los estudios de género, pero que desde nuestro punto de vista no cubre todos los grandes conflictos de poder en el espacio. Entonces, existe la experiencia de Sur, a través de Olga Segovia y Alfredo Rodríguez, quienes han tenido avances importantísimos en la evaluación de la violencia urbana y cómo se manifiesta. Han desarrollado una teoría y un rastreo frente a este tema hace varios años, que sin duda es un referente directo para nuestras conceptualizaciones y trabajos sobre seguridad en la ciudad. Sin embargo, también es necesario decir que Ciudad y Género propone ir más allá, desde una propuesta proyectual sin duda, en el sentido de generar alianzas con distintas entidades locales de modo de poder probar, ejercitar y proyectar ciertos equipos, baterías de políticas públicas, planes y proyectos urbanos, que puedan incluir tanto la teoría generada a nivel local como su diagnóstico, junto a respuestas que puedan generar para un futuro desarrollo económico como cultural género-consciente.

Mencionaste anteriormente la necesidad de generar un corpus conceptual: ¿Cuál vendría a ser el rol de la academia en este tema, tanto en los estudios urbanos como en la propia arquitectura?

Eso sin duda es una tarea pendiente tanto de nosotros como de las entidades académicas, porque como Género y Ciudad nos proponemos generar una concientización de lo importante que es investigar sobre estos temas y creemos que es nuestra responsabilidad como colectivo académico, crear las instancias dentro de la academia para encontrar los espacios que permitan este ambiente de teorización y de comprensión de una realidad que todavía ha sido poco abordada. Por lo mismo creemos que es necesario que en la academia y en los institutos de urbanismo, políticas públicas, arquitectura, sociología urbana, entre otros, se generen instancias de investigación para conocer la situación actual de la construcción de género en nuestros espacios y ciudades y así poder evaluar en un trabajo interdisciplinario ciertas maneras para incidir en estos procesos. Sin duda que la academia juega un rol fundamental y es necesario que se comprometan tanto fondos como espacios para implementar estas ideas innovadoras. También es necesario participar en los debates que actualmente se realizan, por ejemplo, el de UN-HABITAT en la ciudad de Medellín, que tiene como principal pilar el género y el ambiente construido o revisar lo que se ha hecho en las ciudades europeas a través de sus programas conjuntos de gender mainstreaming que buscan colaborar y compartir programas género conscientes entre distintas ciudades. Por lo tanto, la academia tiene un rol importantísimo como un actor social que puede poner este tema en el tapete, pero también tiene la capacidad de independizarse de ciertos procesos  que pueden ser más políticos, más burocráticos y que puede evaluar desde un punto de vista más holístico, si se puede decir, el problema a nivel sociocultural y en el tiempo.

 ¿Fijar el foco en la categoría de género sería el primer paso para dar a luz las diferencias o desigualdades que tienen las ciudades, por ejemplo con los niños y adultos mayores?

Sin duda, porque el enfoque de género permite exponer un enfoque desde los derechos humanos en cualquier tópico. Porque, virar hacia un enfoque de género implica sacar a luz las desigualdades en el cumplimiento de los derechos humanos en distintos grupos sub-representados. No es una excusa, enfocarnos en las mujeres, grupo que ha sido sub-representado históricamente en la toma de decisiones y procesos culturales de producción de capital y de espacios, permite también revelar todas las otras diferencias que han sido mantenidas en el tiempo. En ese sentido, cuando hacemos un enfoque en la discriminación directa e indirecta que se produce hacia los derechos humanos de las mujeres, nos empezamos a dar cuenta que otros derechos humanos surgen de manera inmediata, como el de los inmigrantes, niños, ancianos, entre otros. El enfoque de género funciona como un catalizador, porque permite superar una visión heteronormativa, hombre-mujer, idealización lecorbusiana de un cuerpo modulor, que es perfecto, de 30 años, con sus 2 pies y manos. Este enfoque nos permite superar esa abstracción del ciudadano para darnos cuenta y tener una visión en las diferencias más que en las generalidades y así cuestionarse cómo generar ciudades para estas diferencias.

¿Nos puedes ejemplificar algunas desigualdades de la ciudad?

Al estudiar en mi tesis de magister temas de consumo y sus trayectorias realizadas en los bordes del paradero 14 de La Florida, me encontré en los trabajos de campo que no tenían que ver con actividades comerciales sino que habían muchas mujeres jóvenes y ancianas que utilizaban estos espacios, el mall Plaza Vespucio, no como un lugar de compras o recreación sino como un lugar que les permitía pasar de un punto A un punto B en un marco de seguridad. Me llamó la atención que muchas mujeres utilizaran el mall para cruzar de una manera directa y segura, un espacio que si lo hubieran tenido que bordear, era más peligroso. Eso me abrió muchas puertas de cómo la ciudad funcionaba sobre estas percepciones de seguridad, que venían determinadas desde el género, desde la identidad de género. Con otros compañeros nos preguntamos cuáles eran esas maneras de entender las ciudades, sus conflictos y desigualdades, que se explicaban o tenían respuesta a través del enfoque de género, cómo los espacios públicos y privados tienen un impacto directo en las percepciones de seguridad, de ciertos grupos, explícitamente de mujeres jóvenes y mayores. Y también nos dimos cuenta que desde ese punto de vista se podían hacer múltiples cruces, por ejemplo, el género y el transporte, y la manera como hoy en día se piensa la movilidad inclusiva y se planifican las grandes infraestructuras de transporte público. El uso del transporte público es muy distinto según un género u otro o según las edades. Por ejemplo en el Transantiago, una gran parte sino la mayoría de los usuarios diarios son mujeres, porque el auto familiar (si es que se tiene), es utilizado por el jefe de hogar para una trayectoria A-B-A. En cambio, la mujer utiliza el Metro y el Transantiago para hacer trayectorias mucho más complejas, que tienen que ver con las maneras como se subdivide el trabajo de manera sexual en nuestras sociedades, que tienen que ver con que las mujeres están ligadas a labores reproductivas, no sólo con tener hijos sino que tener un cierto funcionamiento administrativo del núcleo familiar y que implica que sus transportes diarios en la ciudad sean muchos más complejos. El enfoque de género revela las grandes desigualdades e injusticias que existen en la planificación del transporte. Y así podríamos ir con varios ejemplos, uno de de los más comunes a nivel internacional tienen que ver con la planificación de espacios públicos, con estrategias de inclusión en el diseño, pero también con estrategias género-conscientes en cuanto a los procesos de validación ciudadana, implementación y también de la construcción de espacios públicos que sean más seguros y transversales, que piensen en distintas edades, en distintos tipos de personas.

Por último el género y cambio climático también es un tema relevante, que tiene que ver con los efectos del inminente cambio climático sobre el trabajo de las mujeres. Recientemente en nuestro país se produjeron fuertes heladas, las que afectaron las producciones de frutas y verduras. Esto tiene como consecuencia que se van a generar grandes números de desempleo femenino durante el verano.  Entonces existe un enfoque de género, existe una dimensión de género implícita en todos los efectos del cambio climático que puede tener en los escenarios productivos. Y por lo mismo es importante considerarlos en el momento de investigar y normar.

Finalmente, ¿cuáles son los desafíos de Género y Ciudad?

Es importante destacar que Género y Ciudad no pretende hacer ciudades para mujeres. Lo que se propone como misión es incorporar una mirada de género para el desarrollo urbano, que es más que aspirar a cualquier imposición a prácticas de uso igualitario o prácticas de diseño igualitario sino que están más bien orientada a la identificación de conflictos que afectan a un panorama o crisol de grupos que generalmente pertenecen ocultos al momento de decidir para quién se planifica y para quién se gestionan las ciudades. Este enfoque busca ser un catalizador de estrategias y un detonador de cambios hacia una inclusión y una transversalidad que puedan garantizar la equidad de los géneros más que la igualdad. Porque ésta última abstrae las diferencias y eso no nos interesa. Todo lo contrario, es destacar las diferencias y diseñar para esos distintos cuerpos en el espacio y eso se llama equidad y no igualdad.

Como desafío básicamente ahora estamos buscando sensibilizar distintas entidades de investigación académica y también consolidar un equipo de investigadores, por lo mismo estamos muy abiertos en recibir personas interesadas en estos temas y fomentar la investigación, todos los que sientan identificados o interesados pueden contactarnos por mail.