Urbanismo Tóxico

Octubre 2015

«Un problema de convivencia: Laudato si_ sobre el cuidado de la casa común»

Ésta carta encíclica busca aportar una mirada que nos invita a reflexionar cómo es que llegamos a padecer de esta grave crisis socio-ambiental, y a partir de allí se nos invita a enfrentar este desafío desde nuestra posición como ciudadanos
Revista Planeo Nº 24  Urbanismo Tóxico, Octubre 2015.
[Por Martín Montes. Licenciado en Ciencias Sociales y Sociólogo PUC. Estudiante Magister Desarrollo Urbano, PUC]
Título: “Laudato si´. Sobre el cuidado de la casa común.”
Autor: S.S. Francisco
Edición: Ediciones UC. Santiago, 2015; 191 páginas
Enlace para descarga: http://www.uc.cl/enciclica-laudato-si/la-enciclica
Resumen: Las evidentes crisis sociales, políticas, ambientales y económicas que se han ido confirmando en el tiempo parecieran ser algo de lo cual ya todos nos hemos dado cuenta, y no podemos seguir haciéndonos los sordos. Tenemos claros los síntomas, sin embargo poco sabemos del origen de la enfermedad, y menos aún de cómo curarnos. Ésta carta encíclica busca aportar una mirada que nos invita a reflexionar cómo es que llegamos a padecer de esta grave crisis socio-ambiental, y a partir de allí se nos invita a enfrentar este desafío desde nuestra posición como ciudadanos.

Palabras clave:
Cambio climático, pobreza, responsabilidad ciudadana

Im1_ RES Im1. “Sobre el cuidado de la casa común / Fuente: http://www.rccsp.org.br

Al igual como ha ocurrido con la sociedad civil, pareciera ser que nuestro planeta se ha puesto a protestar respecto al trato que le estamos dando, manifestando así su descontento a través de diversas catástrofes naturales. En este sentido, particularmente Chile -como uno de sus manifestantes más empoderados- se ha expresado con fuerza a través de terremotos, aluviones, erupciones, sequías y temporales recordándonos lo vulnerable que somos y exigiéndonos tener mayor consideración de la naturaleza.

Laudato si´ (en latín: Alabado seas) es la segunda carta encíclica que escribe el Papa Francisco. Esta se refiere al cuidado de la casa común poniendo en evidencia la relación indisociable que existe entre medio ambiente y humanidad, o más aún entre los problemas medioambientales y la pobreza. Si bien la Iglesia ya se había pronunciado sobre estos temas con anterioridad (p.e. Juan Pablo II y la ecología humana), es un hecho inédito que la carta no se dirija sólo a cristianos, sino más bien “a cada persona que habita este planeta” (3).

Im2_ RESIm2. Los terremotos en Chile dan cuenta de lo vulnerable que somos.
Fuente: http://www.boston.com/bigpicture/2010/02/earthquake_in_chile.html

VER

En la primera parte de la encíclica el Papa se enfoca en dar cuenta de la dramática situación actual a través de una mirada integral. Él señala que en cada una de las catástrofes que han acontecido se evidencia que el problema no sólo es ambiental, sino que también tiene dimensiones sociales, económicas, distributivas y políticas, dando cuenta que el desafío que se nos presenta es sumamente complejo. Bajo su perspectiva “no hay dos crisis sepa­radas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” (25) que se relaciona con la cultura del descarte, con el paradigma del tener y no del ser, con el hecho de creernos propietarios y dominadores de una casa común que es de todos pero que ha sido administrada de manera injusta y poco sustentable.

JUZGAR

Luego el Papa cuestiona el actual modelo social en el que estamos insertos. La confianza irracional que hemos depositado en la técnica y en una economía unidimensional que sólo busca la rentabilidad financiera ha generado un crecimiento económico que no ha estado acompañado de un verdadero progreso inte­gral y una mejora de la calidad de vida. Un ejemplo claro de ello son las ciudades mineras chilenas que tuvieron un acelerado desarrollo extractivo, y luego de haber explotado sus recursos, actualmente están muy deterioradas. Según el Papa, el motor que está detrás de este comportamiento suicida es el “criterio utilitaris­ta de eficiencia y productividad para el beneficio individual” (159) en donde “todo se vuelve irrelevan­te si no sirve a los propios intereses inmediatos” (122). Estos criterios nos han enceguecido, llevándonos a ignorar todo contexto y a su vez todos los efectos que estamos generando sobre la sociedad y el medio ambiente. Esta actitud individualista del sálvese-quien-pueda ha instaurado la ley del más fuerte, propician­do así “inmensas desigualdades, injusticias y violencia para la mayoría de la humanidad, porque los re­cursos pasan a ser del primero que llega o del que tiene más poder: el ganador se lleva todo” (82). Vale la pena recordar la situación que se generó luego del terremoto en Chile del año 2010, donde los saqueos y la violencia demostraron nuestra animalidad y nuestra poca capacidad de actuar solidaria y comunitariamente. Con ésa misma actitud nos estamos relacionando día a día en un mundo donde los recursos se vuelven cada vez más escasos. “La obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostener­lo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca” (204).

ACTUAR

Si bien las situaciones de catástrofe han demostrado nuestra animalidad, también en ellas se ha expresado -como nunca- una increíble actitud de solidaridad y gratuidad que nos recuerdan de lo que somos capaces. De esta manera, el Papa cierra su carta señalando que nos encontramos ante una situación que nos exige volver a aprender a vivir en comunidad, ya que detrás de los múltiples problemas sociales y ambientales nos encontramos ante un grave problema de convivencia. La desconfianza generalizada ha debilitado el sentido de lo colectivo, cada vez nos cuesta más involucrarnos en causas comunes que vallan más allá del beneficio individual o familiar. Si ampliamos nuestras fronteras de responsabilidad, los espacios serán mejor mantenidos y utilizaremos más los lugares de encuentro, reviviendo así lo público y aumentando la conciencia por el otro. Según el Papa es fundamental “volver a sentir que nos necesi­tamos unos a otros, que tenemos una responsa­bilidad por los demás y por el mundo.” (229) Distintas organizaciones sociales ya se han empeñado en fortalecer la organización comunitaria de diversos barrios vulnerables teniendo resultados sumamente positivos. Para avanzar en esta línea, en primer lugar, es necesario reconocer que todos generamos pequeños daños ecológicos que contribuyen a la destrucción de nuestro entorno. Sólo así, en vez de juzgarnos y culparnos, nos organizaremos para tomar medidas al respecto y podrá surgir un nuevo tejido social local que nos permitirá “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” (13).

El mensaje que nos deja Francisco no es pasivo, sino que busca generar cuestionamientos y repercusiones concretas. Nos hace ver que para generar los grandes cambios que se requieren, en primer lugar, debemos instaurar una “nueva solidaridad universal” (14), una ética ciudadana que se exprese a través de gestos cotidianos a nivel personal y comunitario, estableciendo así una cultura nueva que “supere el individualismo y que permita de­sarrollar un estilo de vida alternativo que haga posible un cambio importante en la sociedad” (208). De este modo, no sólo el Estado y el mercado tienen enormes responsabilidades ante los actuales problemas sociales y ambientales, sino que también la sociedad civil y cada uno de nosotros como ciudadanos.

Im3_ RESIm3. : El trabajo comunitario como ciudadanos / Fuente: https://magisterterritorioypaisaje.files.wordpress.com/2015/07/11426420_1116237678418234_5452633746949578730_o.jpg