Turismo y Ciudad

Ene-Feb 2014

Turismo, cultura y sustentabilidad en espacios urbanos

El principal efecto espacial del turismo urbano es la producción de espacios petrificados, en los que no figura gente involucrada con labores manuales, que excluye la evidencia visible de la pobreza y que provee a la gente oportunidades de entretención y diversión sancionada. Este aspecto del turismo lo transforma en un blanco fácil de crítica.

columna 3
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[Por María Soledad Oviedo. Magister (c) en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente PUC]

En la actualidad, el mundo vive una época de globalización en la que el crecimiento económico genera una ávida competencia entre ciudades que han encontrado en el turismo una alternativa para atraer recursos e inversiones cada vez más sustanciales. En los últimos cincuenta años, el turismo se ha convertido en una industria capitalista de gran escala, central para la economía mundial y para las economías nacionales y urbanas. El mercado turístico internacional lleva creciendo más de medio siglo. A partir de 1950 hasta la década de los ochenta, el número de viajes internacionales en el ámbito mundial se duplicó aproximadamente cada diez años[1].  Este fenómeno ha llevado a que las ciudades se especialicen en la oferta de servicios, extensión de infraestructuras,  producción  de grandes espacios urbano-arquitectónicos, y en la conservación del patrimonio tangible e intangible en ellas existente para fomentar su dinamización. Sin embargo, la actividad turística no siempre se traduce en un modelo de desarrollo sustentable, sobre todo para los sectores de población más desfavorecidos, ya que generalmente esta dinámica los mantiene al margen del crecimiento (Cortés, 2013). El turismo de masas también ha provocado que en muchas ciudades se desvirtúen las características locales de las comunidades anfitrionas, comprometiendo el resguardo del patrimonio sociocultural que en un principio se busca conservar.

Para Judd y Fainstein (1999), a pesar de que cada vez las ciudades se parecen más, indudablemente se conservan ciertas diferencias, por ejemplo, en los locales turísticos atendidos por gente real que vive su cotidianeidad, y que conservan las características del lugar. Por lo tanto, la subjetividad no se puede reducir a los objetos de la mirada turística o a productos de la industria turística. Según los autores, cualquier intento de capturar la esencia del turismo urbano como consecuencia de la mezcla entre lo global y lo local, es dificultoso.

Por otra parte, Hess (2009) plantea que una forma de definir ‘lo local’ en una era de globalización, es verlo como un fenómeno que desaparece mientras el mundo se vuelve más transnacional, cosmopolita, desterritorializado y culturalmente homogéneo. Sin embargo, más que la mera absorción de lo local en lo global, para el autor, actualmente somos testigos de una relación renovada entre lo local y lo global. El término ‘glocal’, que ha sido usado para referirse a la producción de bienes estandarizados en cadenas de commodities globales que simultáneamente reproduce y altera las culturas locales a través de la diferenciación de productos, representa un intento de capturar las complejidades de las nuevas relaciones locales-globales. Frente a lo expuesto, se puede decir que una de las consecuencias de la globalización es la modelación de ciertos elementos asociados, como la cultura-sociedad-economía-capitalismo global, representación de la identidad, o la reafirmación del poder de lo local en un mundo que cada vez tiene menos fronteras, lo que obliga a ‘pensar globalmente’ para no perder todo lo nuevo e innovador que trae el mundo contemporáneo.

¿Es posible pensar en un turismo urbano sustentable en la era de la globalización?

Para la Organización Mundial del Turismo, es sustentable «el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas[2]

Según Laka (2011), para construir un turismo sustentable, es decir, aquel turismo que responda a las necesidades tanto de las ciudades anfitrionas como de los visitantes, se debe articular una estrategia de turismo atractiva, singular, única, autogestionada, y protagonizada por la propia ciudadanía o sus agentes. Esta herramienta tendría el objetivo de distribuir de forma equitativa los beneficios de la actividad turística en el conjunto de la comunidad donde se efectúa, respetando a su vez los recursos naturales y culturales del entorno. “Esta estrategia tendría como resultado la generación de una experiencia única, diferente, endógena y sostenible de ciudad, que parta de los propios ciudadanos/as y que los ponga en primera línea como socios protagonistas de la promoción y el desarrollo equilibrado de la ciudad” (Laka, 2011).

Desde otra perspectiva, Watson y Kopachevsky (1994) plantean que los productores de la industria turística dominan de tal manera la relación entre servidores y consumidores en la era de la globalización, que causan una perversión de la cultura local, la alienación del turista, y una relación tensa entre anfitriones y visitantes. Concluyen que a menudo la no reconocida consecuencia de esta situación en una forma de dominación internalizada que preserva el capitalismo y su principal objetivo: “la comodificación[3] para la maximización del beneficio privado”.

Independientemente de cómo se evalúen las consecuencias sociales del turismo, podemos asumir que el principal efecto espacial del turismo urbano es la producción de espacios petrificados, en los que no figura gente involucrada con labores manuales, que excluye la evidencia visible de la pobreza y que provee a la gente oportunidades de entretención y diversión sancionada. Este aspecto del turismo lo transforma en un blanco fácil de crítica. Al evaluar el turismo y sus impactos, sin embargo, es particularmente importante el evitar un retroceso hacia la crítica basada en el prejuicio más que en el conocimiento (Judd y Fainstein, 1999). El impacto del turismo global a escala local, dependerá también de la naturaleza y escala de la actividad, de las distinciones culturales entre comunidades locales y turistas,  de la capacidad de resiliencia de la comunidad, así como de la conducta de los turistas durante su visita (Sharpley, 2009).

Bibliografía:

Cortés, M. (2013). Desarrollo urbano y turismo sustentable. Potencial para revertir los grandes problemas de las ciudades medias y pequeñas. Revista Topofilia, Vol. IV, no. 1, enero. Centro de Estudios de América del Norte. El  Colegio de Sonora.

Hess. D. (2009). Localist movements in a global economy: sustainability, justice, and urban development in the United States. Massachusetts Institute of Technology.

Judd, D. & Fainstein, S. (1999). The Tourist City. Yale University Press. 340 p.

Laka, E. (2011). Hacia una estrategia de Turismo Urbano Sostenible. (recuperado de http://turismo-sostenible.net/2011/11/21/algunos-apuntes-sobre-el-turismo-urbano-sostenible/ 21.12.2013).

Organización Mundial del Turismo (2008) Introducción al Turismo.

Sharpley, R. (2009). Tourism development and the environment: beyond sustainability? Earthscan, UK.

Watson, G. & Kopachevsky, J. (1994). Interpretations of tourism as commodity. Annals of Tourism Research 21 (3): 643-660.

 


[1] OMT, 2008.

[2] http://sdt.unwto.org/es/content/definicion

[3] La comodificación se refiere a la transformación de un bien o servicio en una relación de intercambio. La persona que produce el bien o servicio pierde el control de su trabajo, el comprador paga por éste de acuerdo al valor de mercado sin importar su valor de uso. El resultado de este proceso es la alienación (Fainstein y Judd, 1999).