Revista Planeo Nº10, Residencias Urbanas, Junio 2013
«Más allá de los cambios ocurridos en el centro lo que debemos pensar hoy son nuevas políticas urbanas y habitacionales que promuevan por ejemplo el arriendo en el centro de Santiago, que aseguren el acceso a la vivienda formal y digna a personas de menores recursos».Yasna* nos recibió cordialmente en su oficina del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, lugar en que pudimos conversar respecto al Plan de Repoblamiento de Santiago y la situación residencial actual de la comuna.
Para comenzar, ¿Nos puedes explicar el Plan de Repoblamiento en la comuna de Santiago?
El Plan de Repoblamiento era una estrategia planteada por el gobierno local, por el Municipio de Santiago y la Corporación de Desarrollo de Santiago (Cordesan) que se formó en el año 1985 para devolverle la imagen residencial a la comuna de Santiago. La función residencial se había perdido con fuerza desde finales de la década del 60´, principalmente por el movimiento de las clases medias altas y altas hacia el sector oriente de altas rentas.
El Plan de Repoblamiento, en su origen, surgió como una alternativa residencial heterogénea. El sentido tras del plan era entregar ofertas residenciales tanto a vecinos de la comuna, como así también, se buscaba generar una demanda de residentes de diferentes ingresos socioeconómicos y orígenes residenciales. Con el tiempo se fueron incorporando otras iniciativas, que fueron muy interesantes, como la recuperación de fachadas, mejoramiento de viviendas en el interior, entre otras, aunque todo reveló ser “fachadismo”, más que una estrategia integral de recuperación urbana y de promoción de la integración socioresidencial.
El Plan de Repoblamiento redundó en lo que David Harvey denominada “destrucción creativa”, aunque a mi juicio el Repoblamiento redundó en una creación destructiva, ya que se destruyeron y demolieron algunas residencias de los barrios Yungay, Brasil y Lira-Almagro para la construcción de edificios en altura que no generaron barrio, no dialogaron con el entorno no aportaron a la ciudad. De ahí que apelo a la creación destructiva, sin sentido y sin poner en valor que detrás de las viviendas residen familias que buscan “resistir al hábitat” en un proceso dinámico y escalar de gentrificación.
Hasta ahora lo que vemos es la construcción de más de 120 mil nuevas unidades, con más de 600 proyectos residenciales que si bien atraen a dinks o jóvenes profesionales y técnicos sin hijos, generan una oferta residencial que es cortoplacista y que es reduccionista desde el punto de vista de la aspiración residencial de permanencia en la centralidad.
Otro elemento interesante de destacar, es que más allá de la cantidad de viviendas construidas, lo significativo es que el centro se repuebla, se dinamiza, y no pierde jerarquía urbana. Esto último, rompe con todas las visiones de algunos investigadores urbanos que escribían sobre un centro de Santiago que se moría y agonizaba. Muy por el contrario, se dinamiza, se generan nuevas ofertas comerciales y culturales, nuevas redes de metros, entre otras iniciativas que incitan al “relleno urbano” y no al despoblamiento a la tesis infundada de un Santiago súper suburbano.
En su origen el Repoblamiento fue una interesante e inédita estrategia y acción pública y privada, el riesgo actual, es que municipios como Quinta Normal, Estación Central, Recoleta, entre otros, llevaron a cabo una verticalización que repitió las deseconomías del Plan de Repoblamiento y no avanzó hacia la promoción de ciudades más justas y mejor conectadas. Más bien, se fracturaron antiguos barrios residenciales donde algunos de sus moradores tienen riesgos de ser desplazados voluntaria o involuntariamente, de ahí que vuelva a sostener la tesis de una gentrificación, aunque a ratos generalizada.
¿Qué rol tuvieron las inmobiliarias en éste plan? ¿Qué tipologías ofertaron en aquel momento?
El tema de la oferta inmobiliaria fue bien interesante, porque también tiene que ver con los períodos alcaldicios, se fue Ravinet, quien encauzó un poco el Plan, lo lideró y luego fueron llegando otros alcaldes cuyo objetivos no estaban enfocados ni en la recuperación urbana ni en repoblar sino que más contenían en la seguridad, en hacer del centro un espacio seguro o mejor dicho un espacio vigilado donde se reproducía el miedo urbano más que la seguridad anhelada.
El mercado inmobiliario lo único que hizo fue capturar la renta potencial o el rent gap desde Neil Smith (1979), es decir, comprar sitios baldíos, obsoletos de bajo precio pero bien conectados y accesibles. Operó la lógica de rentabilidad, ya que las condiciones urbanas y normativas estaban instaladas para el capital inmobiliario y comercial retornara a los espacios centrales y pericentrales.
Este producto inmobiliario, no aporta para la generación de una ciudad, no dialoga con ésta, no aporta en la recuperación del centro, no ofrece veredas amplias, áreas verdes, sólo la preocupación se centra en el edificio y su interior. El producto inmobiliario se comenzó a reducir desde 1998 en adelante y con mayor fuerza desde el 2003, cuando la comuna de Santiago lidera el ranking de la oferta inmobiliaria. A mí juicio, fundamentalmente por el rent gap, por el criterio de rentabilidad, lo que dominó hasta que los vecinos, por ejemplo, de barrio Yungay se movilizaron a fines de la década de los 90´, haciendo un llamado de atención a las autoridades y a las inmobiliarias para detener los edificios en altura, que no dialogaban con el espacio residencial. Ha sido el movimiento ciudadano de la comuna de Santiago el que ha exigido a sus autoridades locales pensar el centro como un lugar de vida, y dejar la promoción del centro como un lugar de paso, de tránsito. En el centro de Santiago hay mercados populares que luchan y desean la permanencia. ¿A quién le sale rentable llevarse la Vega o el mercado central a la suburbia?, a nadie más que al mercado.
¿Cuáles son las características de estos nuevos habitantes?
La propuesta que he hecho, después de haber realizado 340 encuestas y más de 64 entrevistas en profundidad, llegué a definir un tipo de habitante en el centro, que no se puede clonar a cualquier lugar, pero es un primer ejercicio teórico y empírico. De allí que identifiqué 4 tipos: el dominante-transitorio, transitorio porque está en una etapa del ciclo de vida, está pasando por el centro o sueña pasar por el centro, pero entre el sueño y su proyección residencial futura, puede haber una amplitud-imagen bastante grande, porque ellos, los transitorios o “aves de paso” de las que habla Duncan Tim, son jóvenes, son profesionales técnicos, la primera generación universitaria. Para mí, representan las nuevas clases medias en Chile, las que acceden a la propiedad de la vivienda mucho más temprano. Ellos se están especializando, porque de alguna manera quieren destacarse sobre sus padres, porque están insertos en una movilidad social ascendente. Un 60% de los que he entrevistado les gustaría vivir en la parcela, como sueño residencial, aunque algunos de ellos ni si quiera quieren tener familia siendo poco sustentable ese sueño. Y el porcentaje restante desea la permanencia, pero tiene conflictos con el tamaño del producto ofertado.
Después están los gentries, que yo los sub-clasifico en dos grupos: los pioneros y los sucesores. Los pioneros son los que llegan a diferentes barrios del centro, en etapa de deterioro después del terremoto de 1985 abriendo fronteras. Ellos llegan al lugar donde la renta potencial es altísima, cuesta muy barato acceder a una propiedad antigua, reciclarla, pero van abriendo fronteras para que otros vengan a vivir al barrio. Este grupo se localiza principalmente en los edificios aledaños al Parque Forestal, el barrio Lastarria, barrio Brasil, entre otros. Ellos provienen de la suburbia, regresan, algunos de sus padres vivieron alguna vez en el centro, entonces tienen una memoria histórica ligada al centro, agregándole valor al barrio. Y luego están los sucesores, que tienen el mismo capital cultural, pero que no necesariamente son de la elite, porque los pioneros sí lo son. Los gentries sucesores siguen a los pioneros en espacios próximos, pero no tienen ingresos para comprar un inmueble de doscientos o trescientos metros cuadrados sino que acceden a un parque residencial más pequeño, reciclado, recreado, lo que podemos calificarlos como “lofts recreados”. Estos inmuebles utilizan el concepto loft, como los que se encuentran frente a la plaza Brasil, pero no son loft originales. Este es un grupo muy interesante desde el punto de vista del apego y anclaje que tiene hacia el barrio.
Luego vienen los que para mí son los más interesantes y que hoy estoy trabajando, que son los nuevos precarios urbanos, donde están los decadentes urbanos, quienes vivían en los conos de alta renta, clases medias, medias altas y que por una fractura, una dificultad familiar descienden geográficamente y se van a vivir a una parte del centro que es la que les da continuidad a su condición o estatus social. Algunos están anclados al barrio, apegados y otros prefieren mantener sus prácticas espaciales en el cono de alta renta y aspiran o sueñan con retornar. Esto fue un hallazgo, los gentries me los esperaba, los transitorios también, pero los decadentes no, porque estos viven en productos inmobiliarios que no piensas que son de “pobres”, piensas que son gentries. Sin embargo, estos no tienen el capital cultural o acceden a lugares diferentes del barrio que un gentrie. A veces son mucho más viejos o están fracturados económicamente, no pueden vivir como un gentrie, pero su movilidad está muy anclada al cono de de alta renta.
Y el otro grupo que yo reagrupé son los precarizados urbanos, los nuevos pobres urbanos, que son de clases bajas, muy bajas, los que acceden a una propiedad de la vivienda central, pero informal, viviendo en condiciones de hacinamiento y allegamiento. De mis entrevistados más del 68% está representado en el migrante latinoamericano y el resto son santiaguinos que vivían en la periferia y que afectados también por el Transantiago y por su dificultad de moverse dentro de la ciudad, optaron por buscar un lugar en la centralidad que les asegurara movilidad, dejando a veces de lado la propiedad de una vivienda por el arrendamiento. Estos son mis desafíos, trabajar sobre los nuevos pobres urbanos que le están dando un nuevo sentido a la centralidad y que es bien interesante porque, sobre todo los precarizados urbanos, ocupan los sitios donde antiguamente llegó el migrante del campo a la ciudad en la década del 30´.
De cierta forma se vuelve a repetir el fenómeno…
Si porque los centros en la ciudad son cíclicos, son dinámicos, lo que hoy se vea como deterioro para mí en un tiempo más puede ser renovación…y así sucesivamente.
¿Identificas otras zonas de Santiago o del país en que exista un fenómeno de repoblamiento?
Lo que ocurre es que en el caso de la comuna de Santiago, cuando se comenzaron a colocar los sistemas en altura, lo que hizo la oferta inmobiliaria fue desplazarse hacia otras zonas de la comuna donde existía mayor laissez faire o flexibilidad. Durante el 2010, e incluso antes se ponen en cuestión las alturas, se reestudia el plan regulador de Santiago, por lo que algunas comunas como Recoleta e Independencia fueron pioneras en tomar el repoblamiento, tal vez, ni si quiera como una acción público-privada, sino que muy pública, muy local y esto redundó en edificios en altura, que de alguna manera van -según David Harvey- produciendo una “destrucción creativa”, destruyen para crear algo, que en el fondo es verticalidad, densificación. Hoy se ha ampliado hacia Quinta Normal, San Miguel, San Joaquín. En el fondo, las inmobiliarias están capturando la renta potencial, sitios de bajos precios, no sé si todos tienen buena conexión como el centro de Santiago, pero capturan y rentan con los lugares. Este mismo fenómeno yo lo he ido captando en el centro de Iquique, Antofagasta y en algunas zonas de Valparaíso. Para mí lo interesante hoy – y que se puede extrapolar para algunas de las áreas centrales latinoamericanas- es que están coexistiendo distintos fenómenos. La renovación o tugurización no pelean sino que están coexistiendo por distintas razones.
Por último, ¿se puede decir que las residencias que surgen de este plan de repoblamiento mejoran la calidad de vida de este “nuevo habitante”? ¿Qué influye, la mejora de la vivienda o su ubicación?
Depende, cada familia o habitante, según lo que dice Óscar Figueroa, cada uno maximiza un determinado beneficio. Es decir, por ejemplo, algunos transitorios ponderan el factor tiempo, entonces asumen que van a vivir en un producto más acotado, pero lo tienen impregnado, quizás porque son solos, con su pareja o minorías sexuales, pero no tienen familia. En cambio otros no, los gentries pioneros no acceden a un tamaño de 40 metros cuadrados, sobre 100 metros cuadrados, el sucesor sobre los 50 metros cuadrados, busca mayor confort tanto al interior del cuerpo edificado como hacia el exterior. En cambio el transitorio no, porque para un grupo de ellos, el departamento es utilitario porque tienen como imaginario que no van a vivir toda la vida allí. Pero una cosa es lo que sueñan y otra es la realidad. De allí que se contradicen los discursos porque se pondera el tiempo y luego dice que se va a vivir a la montaña, y eso es totalmente contradictorio al tiempo que se valora. Pero en términos reales, creo que los sitios que van quedando en el centro de Santiago o en el pericentro, en las zonas industriales, deberían pensarse mejores proyectos, que generen espacios de encuentro en el interior, conversen con la ciudad, con veredas amplias y no sólo la torre ya que esta no genera ningún aporte a la ciudad.
Más allá de los cambios ocurridos en el centro lo que debemos pensar hoy son nuevas políticas urbanas y habitacionales que promuevan por ejemplo el arriendo en el centro de Santiago, que aseguren el acceso a la vivienda formal y digna a personas de menores recursos. Hay que pensar hoy en los migrantes latinoamericanos, existen fundamentos que explican por qué escogen vivir en barrios del centro, están teniendo un rol significativo en la transformación de espacios públicos y de inmuebles. Hay a su vez, una disputa socioespacial entre antiguos y nuevos residentes, todos ellos fenómenos que están ocultos detrás de la fachada, detrás de una casona antigua que se desmorona, detrás de los edificios en altura que no nos permiten evidenciar que el centro es un sitio de cambio, y que también es un espejo de todos los problemas sociales que ocurren en la ciudad.
*Geógrafo, Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile y Docteur Sciences du temps et de l´Espace. Université de Poitiers, Francia, 2012.
Trabaja como docente e investigadora en el Departamento de Geografía, Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) Universidad de Chile. Se ha especializado en el estudio de las áreas centrales, gentrificación y en la movilidad residencial de los habitantes que prefieren las áreas centrales.
Es investigador principal del proyecto Fondecyt de Iniciación “Mercado de arriendo y trayectorias residenciales de los precarios urbanos de los centros de Santiago e Iquique”. Participa como co-investigadora del Fondecyt de Jorge Ortiz « Efectos socioespaciales, funcionales y territoriales de la fragmentación del espacio urbano en ciudades del norte, centro y sur del país : Antofagasta, Santiago y Puerto Montt ». A su vez, es investigadora del Ecos-Conycit. “Reconfigurations territoriales, mobilités, politiques publiques et inégalités sociales . Edita actualmente, el libro “Gentrificación en ciudades latinoamericanas” en conjunto con Thierry Lulle y Oscar Figueroa.