Planeo Digital

Número 54

Habitar junto al mar

Diciembre 2022

Entrevista a Álavaro Román «Los problemas que dificultan el habitar estos territorios son mucho más específicos, por tanto, más complejos y esto también pone en jaque esta idea de generar aproximaciones institucionales. «

Revista Planeo Nº 54 | Habitar junto al mar | Diciembre 2022


[Por: Diego Carvajal]

Álvaro Román: Profesor Asociado del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas de la Universidad de Los Lagos. Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos, Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente y Sociólogo. Su investigación aborda los sistemas de gobernanza territorial en contextos de aislamiento y de reestructuración espacial. En particular, analiza las relaciones de poder que dan paso a formas de habitar el territorio, a fin de identificar las estructuras que inciden en los procesos de desarrollo. Es secretario Académico en el Doctorado de Ciencias Sociales en Estudios Territoriales de la Universidad de Los Lagos. Editor General de Revista LIDER, orientada a promover discusiones teóricas y metodológicas sobre el desarrollo regional.

Img 1. Álvaro Román

Aquí tienes una barrera muy clara que implica una comprensión del mundo, marca biográficamente a las personas de un modo tal que establecen un sentido de pertenencia que se vuelve más desafiante, sobre todo para quien viene desde afuera

Desde su formación en sociología y luego especializándose en estudios territoriales ¿Cómo describiría el interés o estímulo por el estudio en territorios insulares? ¿Cuál sería la potencialidad o especificidad de estudiar de estudiar estos territorios en el escenario (académico/político) actual?

 

Vengo de una isla, por lo tanto, cuando entre a estudiar mi carrera, tenía muy claro que quería también conocer mejor y eventualmente contribuir a los procesos de desarrollo del lugar de donde venía. Estudié una carrera sin comprender mucho, yo no tenía antecedentes de ciencias sociales cuando entré a la universidad, no sabía que era ser un sociólogo, realmente, y no tenía idea que la geografía era una carrera que se estudiaba aparte. Por lo tanto, cuando entro a estudiar de manera bien torpe, digamos, tratando de identificar cómo podía conocer un poco mejor mi lugar de origen. Ahí comencé a hacer todos mis trabajos de la universidad sobre este lugar, convencí a mis grupos de trabajo para que trabajáramos sobre este lugar y de algún modo funcionaba. Y cuando llegó el momento de hacer mi tesis, después comprendí que estaba haciendo una tesis muy geográfica y en la carrera con justa razón me dijeron: aquí no te podemos guiar eso, busca otro tema, por lo tanto, la carrera de sociología no fue un espacio donde yo desarrolle una visión territorial, ambiental o como quieras verlo. Me entregó un montón de fortalezas metodológicas y teóricas, eso sí, pero ahí comprendí que el magister tenía que ser ese espacio, por lo tanto me fui a estudiar este magister en asentamiento humanos y medioambiente en la Universidad Católica y ahí se abrió un mundo, ósea ahí tenía gente de enfoques más físicos con los que nunca había estado familiarizado, gente que estaba reflexionando sobre planificación u ordenamiento territorial y las categorías más geográficas, de la geografía económica, la geografía cultural.

Por lo tanto, en ese momento se comienza a producir esta noción de que había un campo de estudios que estaba asociado al territorio y ahí también, con torpeza, comencé a identificar qué es lo que me interesaba, ¿Me interesaba más bien una investigación anecdótica? En el sentido de recoger mucha información de un lugar específico, y aquí viene la fortaleza teórica que tuve en mi formación, o: ¿Apostaba a crear generalizaciones analíticas? Me gustó más ese segundo camino, por lo tanto, en los años siguientes tuve una vuelta larga para volver a las islas, ósea del magíster y el doctorado no lo hice solamente de esta isla de dónde venía, sino que lo empecé a extender a otros sectores económicos, a otros territorios donde fortalecí, nuevamente, la parte conceptual. Luego cuando comienza el momento de postular proyectos estuve siempre pensando en proyectos de desarrollo propiamente tal, más bien en cómo generar espacios para que visiones de desarrollo diferentes a la de la zona central tuvieran cabida, y en mi segundo proyecto, recién ahí noté que llevaba mucho tiempo investigando islas y le estaba haciendo el quite al concepto de “islas” porque quería evitar el determinismo geográfico, pero ya a esas alturas siento que tenía alguna herramientas que tenía para poder abordar ese eventual cuestionamiento, de que tú estás haciendo determinismo geográfico, no estás haciendo investigación geográfica.

Bueno, una vez que tenía más resuelto ese punto me lance a estudiar islas de manera abierta tratando de reconocer qué es lo que se ha hecho en otros países y sobre todo tratando de identificar cómo es la experiencia que tenemos en Chile y particularmente en el sur de Chile, donde casi el 20 % de la población viven en islas, dialogando con investigación sobre insularidad asociada a la polinesia con micro estados, asociada a otros fenómenos insulares como el de países que son islas y también con otros fenómenos que aquí tampoco se dan que son los de colonialismo propiamente tal. En ese cruce se fueron generando debates que me han mantenido entretenidísimo hasta ahora y la potencialidad que veo de esto pasa, porque en las islas vamos a encontrar varios elementos que son diferentes de otros territorios, sin caer en el determinismo geográfico, esto tiene que ver con una trayectoria histórica, tiene que ver con un abordaje que se ha hecho de las islas como territorios que son “menos capaces” que los continentales por distintas razones, tienes menos capital humano, menos personas, por lo tanto es posible que en un momento dado no tengas suficiente gente para gobernar estos territorios, o bien que teniendo gente allí no tengan suficientes competencias y herramientas para gobernar un territorio. Esta idea de centralismo que involucra un desdén o falta de consideración, por los planteamientos que se hacen desde estos territorios, donde están los elementos geográficos, que aquí sí que es esta barrera natural que es el mar, que no la puedes obviar, no es una cosa subjetiva, no es que después de esta curva esta zona cambia; aquí tienes una barrera muy clara que implica una comprensión del mundo, marca biográficamente a las personas de un modo tal que establecen un sentido de pertenencia que se vuelve más desafiante, sobre todo para quien viene desde afuera.

 

Y luego tenemos en Chile una característica que atiende al último punto que habías planteado, o sea porqué estudiar islas en vez de territorios urbanos, la verdad es que las islas son super urbanas, alguien me puede decir “no son urbanas”, aquí tenemos localidades de 800 personas, de mil personas, de dos mil personas, son urbanas no porque tengan un plan regulador, son urbanas porque son territorios tan complejos de habitar que la gente que allí habita lo hace a través de la especialización. Tu viviendo en Santiago tienes un trabajo específico que te impide tener un huerto, por ejemplo, bueno en las islas pasa exactamente lo mismo, un pescador que tiene un trabajo super especifico, super demandante que no le permite dedicarse a otras actividades. No pensemos en la isla como un lugar donde la gente vive del monte y del mar necesariamente, eso puede pasar en alguna medida, pero la mayoría de los territorios insulares en Chile vamos a encontrar altísima especialización y en definitiva una necesidad de agrupación de gente, concentraciones de personas que no van a tener 7 millones de habitantes, pero que van a tener habitantes que tienen todas las características de una pequeña ciudad.

 

¿Cómo podrías definir las principales tensiones y problemáticas producto de la relación (discordante o asimétrica) entre la lógica del habitante e institucionalidad en torno a estos territorios? ¿Qué ejemplos le llaman la atención?

 

A mí me encanta la aproximación que hace Tuan cuando habla de visitantes y habitantes, en una entrevista una persona le pregunta ¿Qué significa para usted este lugar?, y se queda pensando, porque no se había hecho esa pregunta y dice “este lugar es mi vida” …. Bajo esta conceptualización vamos a encontrar esta idea de que para el habitante el territorio que habita es sumamente evocativo, no puedo separar este lugar en distintos fragmentos, no puedo describirlo con claridad, porque involucra un pasado y un futuro. En cambio, para el visitante, se enfrenta con la experiencia de conocer un nuevo lugar, distinguiéndolo a través de las anécdotas y de la diferencia, por lo tanto, yo puedo llegar a un lugar nuevo y en pocos minutos establecer dos o tres conceptos que hacen este lugar diferente, único, especial. El habitante no puede hacer eso, entonces cuando tenemos la relación de centralismo, la relación de una verticalidad en la toma de decisiones, se vuelve casi performativo esto de que el visitante es aquel que tiene el conocimiento experto del que tiene la autoridad, y por tanto puede de manera muchos más rápida y expedita ofrecer soluciones y dar respuestas, el habitante no tiene soluciones porque no puedo descomprimirlo, y ¿Cuál es la dificultad cuando estamos hablando de territorios insulares? Que la experiencia cotidiana de habitar estos lugares es muy diferente, por ejemplo el acceso a la salud, es complejo, tú puedes decir no hay problema esta isla está a dos horas del hospital de alta complejidad más cercano, claro, pero si tengo mal tiempo esas dos horas se pueden convertir en tres días, tenemos problemas de abastecimiento, tú puedes decir ahora se puede comprar todo a medida que llega, perfecto, pero si en mi isla no tengo un muelle y hay mal tiempo, mis productos pueden estar a días de distancia estando frente a mi costa. Están las dificultades cotidianas por ejemplo de educación, de nacimientos y este es un dato que no solo involucra a las islas, pero en las islas se vuelve especialmente notorio, porque se asocia a muchos otros problemas del servicio de salud, pero que las familias y las mujeres en particular tienen que irse de su lugar habitual de residencia para esperar el nacimiento en los últimos dos meses en otro lado y ese tipo de cuestiones son vistas como algo que se puede hacer, porque son pocas personas y están en un lugar lejos.  Esto suena como un justificativo para dar soluciones que son injustas, porque son arbitrariamente diferentes de las que se le da a un habitante de una gran concentración urbana.

 

Y una segunda tensión que también encuentro muy atractiva para entender esto tiene que ver con la injusticia hermenéutica de Miranda Fricker, que plantea que generamos condiciones de exclusión y de arbitrariedad cuando no damos espacio para que se expresen voces divergentes, ni siquiera disidentes, sino una voz que está diciendo algo que yo no comprendo porque yo no vivo, como no vivo ese espacio no tengo acceso a ese conocimiento y además tampoco tengo noción que estoy generando esas arbitrariedades, esa exclusión por lo tanto se genera un bucle de exclusión que impide el mínimo posible de comunicación, impidiendo que se expresen puntos de vistas que podrían alimentar un debate sobre política pública, sobre desarrollo, sobre institucionalidad.

 

Desde esa perspectiva: ¿Es posible pensar una relación entre maritorio y política pública? ¿Existen políticas o formas de gobierno que excedan la regionalidad o los límites administrativos, y piensen este tipo de territorio?

 

Chile, país centralizado creó hace varios años una ley de zonas contiguas que buscaba bypasear una ley anterior, ley de pesca del año 1991, planteó que los pescadores solo pueden pescar en la región donde ellos viven, donde ellos están registrados, pero algunos productos del mar se mueven no saben que hay un límite regional. Los pescadores de peces han hecho este reclamo habitualmente, hay otros recursos que no tienen esa misma capacidad de movilización, pero durante la década del 2000 hubo varios conflictos relacionados con pesca de bentónicos en la región de Aysén, por parte de pescadores de la región de los Lagos. Y aquí quiero plantear un punto interesante sobre esta noción de regionalidad que podría verse superada por la realidad; entonces se crea en Chile una ley para todo el país, pero que rige solamente a una zona contigua en Chile que es este espacio donde se permite una excepción a la ley de pesca, donde los pescadores de los Lagos pueden cruzar a la región de Aysén, no viceversa, básicamente porque no hay más recursos en la región de Los Lagos. Esta zona contigua tiene varias cosas interesantes, una es una dimensión histórica, porque fue un espacio de encuentro de intercambio entre pescadores de ambas regiones, pero también tiene que ver con lo arbitrario del establecimiento de regiones, por ejemplo, el norte de la región de Aysén, donde está la comuna de Guaitecas que era un poblamiento fundamentalmente chilote, pero quedo al otro lado de la región, y el habitante de Guaitecas está a cinco horas de la ciudad más cercana de la región de Los Lagos, y está a 26 horas de su capital regional, pero los problemas de salud, los problemas de educación, etc, etc., los tiene que resolver su capital regional, entonces aquí nos vamos a encontrar con varias características que hacen que pensar desde esta lógica centralista y compartimentada.

En Chile tenemos este esquema anidado de una comuna que está dentro de una provincia que está en una región, y que no se comunica con otra región, sino que ahí rinde cuenta directamente al nivel central, lo que hace que territorios como estos, extremos difíciles de habitar, con problemas de conectividad, se vuelvan más difíciles de habitar todavía, incluso la toma de decisiones se vuelve compleja. De ahí que una cosa que me ha sorprendido es la medición de la pobreza de esos lugares; en algún momento me puse a recabar los datos de pobreza de algunas comunas insulares y tenía el dato, pero al final de la ficha aparecía un asterisco que decía “esta comuna debido a su dificultad de acceso ha sido calculada usando datos de comunas similares para construir un dato”. Entonces me pongo a buscar cuáles eran esas comunas similares y todas las comunas tenían la misma nota y al final te das cuenta de que todas las comunas insulares su pobreza es calculada desde tres comunas y las comunas insulares son muy diferentes unas de otras. Hay una tendencia a agrupar estos territorios, por ejemplo, en los años 90 cuando se intentó analizar sobre zonas aisladas en Chile, se construyó sistemas indicadores y la intención de generar un índice para comprender el aislamiento de Collahue, de Puerto Williams, de Rapanui, pero finalmente las dimensiones son subjetivas más que objetivas en muchos casos, estas tienen problemas de objetividad, pero probablemente eso lo vas a encontrar en todo el territorio nacional.

Los problemas que dificultan el habitar estos territorios son mucho más específicos, por tanto más complejos y esto también pone en jaque esta idea de generar aproximaciones institucionales, porque termina siendo, y esto hay que reconocerlo, super costoso abordar la insularidad o la lejanía cuando tienes que comenzar a comprender caso a caso, solo para poner un ejemplo: dos comunas insulares que están en zonas extremas del país que son de una población similar, pero que tienen diferencias enormes entre ellas, Cabo de Hornos y Guaitecas. Cabo de hornos tiene 2063 habitantes según el último CENSO, Guaitecas tiene 1800, 200 personas de diferencia, una de esas comunas, ambas comunas son muy dependientes de la pesca, pero una de estas comunas tiene la mitad de su población como parte de la armada, por lo tanto, son habitantes que no pueden estar más de cinco años ahí.  Por lo tanto la noción de desarrollo que puedan tener estas personas probablemente es diferente al de alguien que vive permanentemente en ese lugar, tienen además una población indígena que es importante, tienen además una cabecera provincial, por lo tanto tienen muchos servicios públicos, pero Guaitecas una comuna que depende principalmente de la pesca, crecientemente está dependiendo de la salmo cultura, pero a través de la prestación de servicios, no a razón de mano de obra directa, entonces te das cuenta que las formas de ordenar el territorio, las formas de propiedad de la tierra, las formas de dinamizar las economías de estos lugares se vuelven super diferentes, teniendo dos comunas con habitantes más o menos similares, ambos localizados en lo que se denomina como  Chile zonas extremas, ósea son dos lugares que suena muy tentador agruparlos, son dos comunas insulares, por lo tanto las podemos tratar del mismo modo, pero cuando comienzas a comprender cuales son las particularidades de aislamiento, de condiciones atmosféricas, de poblamiento, te das cuenta que las soluciones que puedes ofrecer a cada una de ellas pueden ser bien diferentes.

 

 Asimismo: ¿Es posible pensar y ordenar el territorio, más allá de la clásica lógica del aislamiento y la marginalidad insular? ¿Es posible hacerlo desde la complejidad multiescalar e intersectorial de este tipo de territorios?

 

Yo creo que no hay muchas sorpresas respecto a otros campos de estudio, como por ejemplo la ruralidad; yo llegue a Osorno hace unos tres años, después de vivir muchos años en Santiago y en un paseo un fin de semana, vi una imagen que me dejó marcando ocupado un buen rato, en una cuesta del camino que va de la costa de Osorno, había un camino de ripio lateral y junto al camino de ripio por la carretera, habían tres niños jugando con un skate y estaban ahí esperando a que los autos pasen para poder andar en skate en la carretera con autos a 100 km por hora y en ese momento pensaba, claro tenemos nociones de desarrollo rural que están asociadas a que estos niños cuando crezcan se queden trabajando en el campo, pero no estamos pensando en  cómo esta gente va a trabajar en la ciudad, que tengan buen transporte público, en que tengan parques, en seguridad, etc, etc., Entonces por qué  razón cuando muchas veces se piensa en estos territorios, ¿Un skate park queda fuera de la discusión? ¿Por qué un cine queda fuera de discusión, por qué un mall queda fuera de discusión? ¿Por qué no podemos pensar en el desarrollo de estos territorios orientado a personas que quieren desarrollar un proyecto de vida?, en donde a lo mejor un mall no es un mejor modelo de desarrollo, pero tampoco lo sabemos.

En estos territorios se tiende a dar por sentado que sabemos lo que las personas quieren y ahí creo que tenemos que considerar elementos estructurales más importantes, como por ejemplo que en Chile particularmente nos hemos creído al pie de la letra que el único modo de movilidad social es la educación universitaria, el trabajo de oficina, pero en muchos de estos territorios vamos a encontrar gente que trabaja un montón, que gana bien, pero que no está asociada a un estilo de vida urbano. Pensemos que, en la Universidad Católica que fue bien vapuleada, aunque creo que hicieron su merecida autocritica, con el ejemplo de Santa Barbara cuando ocurre lo del volcán Chaitén donde se intenta crear un modelo de sociedad sostenible que no tenía nada que ver con la forma de habitar de estas personas; era un modelo de ciudad que probablemente era muy atractivo para un profesor universitario, pero no tenía mucho que ver con lo que estas  personas esperaban de su propio territorio, entonces el primer paso necesario para poder pensar en desarrollo territorial es reconocer que no hay una sola forma de desarrollo.

Hay carencias básicas que es necesario abordar, por ejemplo, el agua potable y electricidad, porque las actividades productivas en las zonas aisladas, a diferencia de Santiago que, si yo quiero poner un restaurant, simplemente saco mis permisos y funciono, en zonas aisladas tiene que correr de tu propio bolsillo el poner alcantarillado, pues con la politización del agua, debes comprar un generador de luz para que tengas electricidad las 24 horas del día. Pero al margen de eso, cabe la pregunta: ¿Toda zona lejana de Chile debiera de aspirar a convertirse en Santiago?, o podemos reconocer que hay formas de habitar el territorio, que hay expectativas de vida que pueden ser diferentes a las que tiene un habitante urbano. De hecho, yo creo que podemos coincidir que incluso en Santiago las políticas públicas no consideran al habitante normal, sino que están pensadas por gente del ministerio que viven en zonas de la ciudad muy cómodas con expectativas de desarrollo social muy específicas.

 Por último, si pudiese hacer una síntesis de la conversación que tuvimos e intentar proyectarla hacia un futuro posible.

 Creo que hay un escenario muy favorable en Chile en particular, para investigar con una perspectiva critica los problemas de desarrollo. No estoy hablando de centralismo, ni de economía, si no de cómo permitimos que en cada territorio una personas pueda emprender su propio proyecto personal, y ahí probablemente la dimensión individual ha sido muchas veces olvidada, omitida o comprendida como algo que se puede agrupar, pero a mí me gusta pensar que el desarrollo lo debiésemos evaluar a nivel individual, si una persona no está teniendo las posibilidades de desarrollarse, significa que alguien más se está desarrollando a costa de esa persona  y eso involucra ponernos más críticos, sobre cuáles van a ser nuestras unidades de medidas para decir: ¿Estamos alcanzando bienestar para la gente?, ¿La gente está siendo feliz?.

En términos conceptuales creo que el abordaje de zonas aisladas también ha tenido cambios y ahí pienso inmediatamente en los casos, por ejemplo, de Andrés Núñez y en general de ese equipo que en la última década hizo un esfuerzo por comprender el aislamiento no como algo negativo sino como una circunstancia. Entonces ahí empiezas a valorar que el aislamiento es incluso deseable, permite cosas, ralentiza procesos, da visibilidad a otras formas de desarrollo, pero además creo que es importante ser más críticos también sobre cuál  es el rol que le vamos a dar a la particularidad peri-rural, es decir si solamente pensamos en números, en estrategias de desarrollo, insisto con esto, pensadas desde el centro, claramente no vamos a ser capaces de comprender  las expectativas de las personas en estos lugares y se genera un fenómeno bien perjudicial, y es que cuando comenzamos a cargar de expectativas centralistas a las zonas aisladas, lo más probable es que les estemos poniendo una mochila que no van a poder cargar.

Por lo tanto, después de cualquier evaluación vamos a decir: estos territorios lejanos insulares efectivamente no se la pueden, no son capaces de desarrollarse por sí solos, no tienen habilidades para gobernarse a sí mismos, no tienen competencias. Eso es producto de imponer estrategias de desarrollo que no tienen mucho que ver con lo que la gente quiere, y con lo que el territorio puede dar en si también. Entonces yo veo que en los últimos años ese tipo de aproximación está validado, está siendo utilizado; me ha tocado leer tesis, por ejemplo de pregrado y esto ya es un tema que se discute abiertamente, hace 15 años una tesis de pregrado podía tener perfectamente por título “ Por qué está zona lejana no se desarrolla”, hoy en día el título que podría tener “ Las expectativas que tiene este territorio para desarrollarse”, ósea ahí ha imperado un cambio de paradigma que está permeando en todos los niveles de producción de conocimiento, y probablemente va a tardar un poco más en llegar a los tomadores de decisión, pues hoy día mismo tenemos un gabinete super santiaguino, por mucho que digan que vienen de regiones fuera de la metropolitana, pero llevan 20 años viviendo en Santiago, por lo tanto son santiaguinos. Sin embargo, yo creo que a través de la tecnología, a través de un cambio generacional que permite que haya mayor expresión de variedad y disidencia en zonas lejanas, se va a operar esta transformación más crítica y que eventualmente permite recoger otras visiones de desarrollo.