Revista Planeo Nº 40 Ciudad Informal, Junio 2019
[Por Jasson Fernández Díaz, Geógrafo, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, estudiante de magister en Asentamiento Humanos y Medio Ambiente, PUC]
Película: “Gregorio”
Autor: Grupo Chaski
Año: 1984
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=A3ZtYkbjLrI
Resumen
La historia de la informalidad urbana en Lima se remota desde la conformación de sus barriadas producto de los grandes flujos migratorios campo-ciudad. Estas se pueden observar en el largometraje llamado Gregorio, la historia de vida de un niño que narra los dilemas de esta migración en la década de los 80. Desde sus ojos, se viven los motivos de una familia rural que decide migrar a la capital en búsqueda de oportunidades laborales ante la pérdida de la productividad agraria. Con expectativas de una mejor calidad de vida, Gregorio siente las grandes diferencias de vivir en el barrio y la ciudad: él, junto a toda su familia, deben convertirse en fuerza laboral mediante ocupaciones informales; alojarse en vivienda en situación de precariedad; cambiar el quechua por el castellano para ser entendido; emplear un nuevo modo de transporte de largos recorridos; y nuevas formas de sociabilizar con otros niños que trabajan en las calles de una ciudad caracterizada por la pobreza, marginalidad e inseguridad. Ante una serie de hechos desafortunados, Gregorio entra en conflicto con su familia y consigo mismo al ir adoptando nuevos hábitos como la drogadicción y el robo, construyendo un futuro todavía un incierto.
Palabras clave: informalidad urbana, migración campo ciudad, precariedad.
Im1. Foto portada Película Gregorio. Grupo Chaski
Argumentando que no existe antecedente, existe mucha expectativa por estudiar el fenómeno migratorio internacional en América Latina, omitiendo que los primeros grandes flujos migratorios se dieron al interior de los países: la migración campo-ciudad. Este hito, construye parte de lo que hoy son las ciudades, una dualidad entre ciudad formal e informal. Películas como Ciudad de Dios (2002) en Rio de Janeiro, Machuca (2004) en Santiago de Chile, o el Elefante Blanco (2012) en Buenos Aires, son instrumentos efectivos para mostrar la cara de la informalidad urbana que intentan invisibilizar en las ciudades. En el caso de Lima, Gregorio (1984), junto a otros largometrajes como Juliana (1989), da a conocer las características de una nueva Lima que va emergiendo a partir de sus barriadas producto de la migración campo-ciudad en la década de los 80, en el marco de una crisis política (aparición de guerrillas en las regiones andinas), económica (fracaso de la reforma agraria) y social (discriminación étnico racial).
A partir de la historia de vida de Gregorio, un niño que vivía con su papá y su mamá en el área rural del Perú, deciden migrar a la ciudad de Lima en búsqueda de mejores oportunidades laborales para mejorar su calidad de vida. Antes de migrar, Gregorio construyó un imaginario de la ciudad de Lima en el colegio, como un área asombrosa caracterizado por la intensa densificación, tanto que, su primer contraste fue maravilloso, al conocer por primera vez el océano, un simbolismo de inmensidad que representaba el agua en la capital para las personas rurales de la década de los 80.
Luego, se tiene que adaptar a distintas prácticas socioculturales y económicas, como la imposición del uso del castellano y desuso del quechua para ser entendido; la asignación de roles laborales dentro de un matiz socio-ocupacional por edad y género, siendo el padre el trabajador a tiempo completo (durante el día como cargador de objetos en mudanzas y el mercado, y durante la noche vigilante), la madre la cuidadora del hogar, y Gregorio como el niño lustrador de botas de la calle.
Además, se enfrentan a una escasez de suelo urbano para vivienda (pesimismo a la promesa estatal en la construcción de viviendas de interés social) y una elevada alza de precios de arriendo en los barrios obreros, optando por relocalizarse en “invasiones” (toma de terrenos) en una naciente Villa el Salvador. Frases como “la tierra sin luz y sin agua es tierra” (interpretando el suelo como valor de uso y no por su valor de cambio) fueron las principales motivaciones de muchos migrantes, que, junto a Gregorio y su familia, decidieron emplazar sus viviendas en base a esteras de manera informal, ante el miedo de los violentos desalojos de la policía.
Frases como “muchas veces el viento se llevaba los techos de sus viviendas precarias” … “por el viento, la comida y la casa se llenaban de arena” … “bien de temprano hay que levantarse. Primero para ir a buscar agua, de lejos se trae. Después para ir al Parque Canepa. El micro se demora casi dos horas de ida y dos horas de vuelta. Si regresas tarde es muy peligroso, hay rateros, en lo oscuro se esconden. Dos veces me han agarrado con cuchilla y me han quitado mi plata. Ni chicos ni grandes respetan”, empleaba Gregorio para caracterizar su vivienda y barrio como espacios de marginalidad, precariedad, inseguridad y violencia en una Lima que se expandía mucho más.
Tras la muerte de su padre, Gregorio asume el rol de trabajador a tiempo completo (hasta altas horas de la noche), apropiándose así de las plazas del Cercado de Lima como espacios de trabajo (ej. parque Canepa o plaza Dos de Mayo), conociendo a otros niños que trabajan como cómicos informales, que escaparon de sus casas por violencia familiar y barrial. Luego de resistirse a sociabilizar, decide integrase a ellos al descubrir que su madre iniciaba una relación sentimental, adoptando prácticas como la drogadicción y el robo, empezando así una transformación la cual no aceptaba su madre, pero que era inevitable para sobrevivir en la ciudad de Lima, trazando un futuro todavía incierto.
Esta película, ganadora del Festival de Cine de Bogotá, Festival de Cine Latinoamericano de Huelva, Festival de Cine de Quito, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, Federación Internacional de Cine Clubes (FICC), Festival Internacional de Cine Latinoamericano, nos recuerda que Lima, al igual que toda área metropolitana, es una construcción histórica social de sus barrios, y que la diversidad de personas que la conforman provienen de estas barriadas producto del desborde popular (Matos, 2012). Hoy, ante la aparición de nuevas barriadas y/o “invasiones”, se tratan de separarlas, invisibilizarlas o erradicarlas de la imagen de Lima Metropolitana al considerarse como una patología urbana, acrecentando las brechas de desigualdad y evidenciando que Lima mantiene los mismos patrones de segregación, marginalidad, precariedad e inseguridad, pero con nuevos protagonistas de la ciudad.
Referencias
Matos Mar, J. (2012). Estado Desbordado y Sociedad Nacional Emergente. Lima: Universidad Ricardo Palma, Centro De Investigación.