No pasar por alto la vocación residencial de los centros, especialmente para grupos de bajos ingresos, es una alternativa a los típicos procesos de renovación urbana. A propósito de Valparaíso, su nominación patrimonial y sus actuales procesos de renovación, se dan a conocer algunas reflexiones al respecto.
Revista Planeo Nº 25 Centros Históricos en América Latina: entre la autenticidad y la renovación, Diciembre 2015.
[Por, Adriana Marín Toro. Socióloga, Magíster (c) en Desarrollo Urbano. Coordinadora de Investigación y Estudios Avanzados, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso]
Resumen: No pasar por alto la vocación residencial de los centros, especialmente para grupos de bajos ingresos, es una alternativa a los típicos procesos de renovación urbana. A propósito de Valparaíso, su nominación patrimonial y sus actuales procesos de renovación, se dan a conocer algunas reflexiones al respecto.
Im1. Vista hacia el plan de Valparaíso, desde el Cerro Artillería. Fuente: G. Marín Toro, 2014.
Autenticidad y renovación representan un dilema para los centros urbanos materialmente desgastados y en aparente abandono. Cuestión que se exacerba cuando lo “auténtico” del sitio no simboliza valores e imágenes de un centro moderno, cuya atracción se sustenta en un consumo de actividades y experiencias con que los visitantes puedan aportar a un flujo de capital. Sin embargo, para las políticas urbanas la autenticidad es un punto de análisis que no se debe dejar de lado. Existe un desafío en su uso, en tanto permite la apropiación de intervenciones por parte de quienes habitan los lugares en renovación; autenticidad, que no es una mera herramienta política de atracción económica (Zukin, 2010), ni tampoco la justificación a un status quo.
En el contexto de una economía tercerizada y las consecuentes transformaciones de la ciudad en este sentido, la renovación urbana evidencia nuevas formas de organización socioespacial que ocurren generalmente en áreas donde es visible un dinamismo económico, social y cultural (Smith, 2012). La renovación ha jugado un papel relevante para la recuperación y reactivación de centros históricos de ciudades globales, con la implantación de grandes proyectos urbanos y artefactos que permitan potenciar el city marketing (De Mattos, 2007). Si bien es cierto que existen procesos de globalización urbana y de homogeneización de paisajes, esto no significa la desaparición de aquellas características que hacen distintivas a las ciudades, por el contrario, existe una lucha por marcar diferencias con tal de mejorar la competitividad.
Las críticas a los procesos de renovación urbana se vinculan principalmente al reemplazo de los residentes históricos, modificando de esta manera los significados y rituales asociados a un espacio geográfico, una “elitización” del paisaje humano que produce zonas exclusivas y excluyentes (Delgado, 2007). En este sentido, juegan un rol relevante inversores inmobiliarios y de infraestructura (López, 2013) y también el poder cultural a través de los medios de comunicación y los gustos de los consumidores que refuerzan la idea de ciudades despiertas, que ofrezcan sitios seguros, limpios y predecibles para poder consumir en ellos (Zukin, 2010). En estos términos las administraciones locales o municipios, promueven políticas de crecimiento económico en áreas urbanas atractivas, para la conquista de mejores tasas de rentabilidad del suelo (López, 2013).
Valparaíso, una ciudad que deambula entre espacios de autenticidad y procesos de renovación.
¿Pero qué alternativas de renovación urbana pueden existir en este contexto? Tomando el ejemplo de Chile y el Sitio Patrimonio de la Humanidad declarado por UNESCO el año 2003 para la ciudad de Valparaíso, en particular su parte plana, más conocida como “plan”, representa centralidad en su distintiva morfología. Esta ha sostenido una merma constante de población, pero distante de la posibilidad de ser catalogado como un lugar deshabitado; y más importante aún tiene la característica de concentrar a arrendatarios, como ocurre también en otras ciudades del contexto latinoamericano: Buenos Aires, Lima, Bogotá, Montevideo, Quito, Medellín (Blanco, 2013).
La tipología de arriendo que se encuentra en Valparaíso, se caracteriza por un arriendo económico, que permite disfrutar de la centralidad y sus beneficios como la posibilidad del encuentro con otros, la generación de redes sociales, laborales y culturales. Donde es común el subarriendo de habitaciones, ligado a una tipología de vivienda que tuvo su auge durante el siglo XIX más conocida como “conventillos[1]”, pero que en la actualidad posee tal consolidación que mantener esta categoría para su identificación limita nuevas posibilidades de análisis, principalmente por los prejuicios con los que carga el término.
Im2. Pie de cerro cercano al plan de Valparaíso, muestra las típicas viviendas en arriendo del sector
Fuente: G. Marín Toro, 2014.
Se podría decir que se trata realmente de un modo histórico de habitar y auténtico, pero el arriendo ha pasado desapercibido en el contexto urbano especialmente aquellos sujetos de bajos ingresos y en la informalidad, invisibles tanto en la literatura popular como en la académica (Davis, 2007), y que a pesar de sus beneficios representa inseguridad. Los arrendatarios no han sido asimilados por las políticas de gobierno a través de sus programas de vivienda y las demandas de este grupo por la mejora de la calidad de sus hogares, generalmente, no son consideradas por las autoridades (Gilbert, 2011). Si se le suma un bajo ingreso la vulnerabilidad es evidente, debido a su poca importancia cultural, social y la débil protección legal, se trata de un grupo fácil de mover y de desplazar de ciertos sectores de la ciudad, especialmente de aquellos más atractivos, sumado a que el mercado de arriendo económico es altamente sensible a los cambios del contexto urbano (Coulomb, 1991).
Im3. Típicas habitaciones arrendadas en Valparaíso / Fuente: G. Marín Toro, 2014.
Si se considera que en Chile existe poca vivienda social bien localizada para sectores de bajos ingresos y que es una condición cada vez más difícil con la actual política habitacional del país y el encarecimiento del valor del suelo, lo auténtico toma forma para vislumbrar alternativas de renovación, como asegurar una oferta de arriendo económico que reconozca a los habitantes históricos, y de paso mantener una de las características de los centros urbanos, su heterogeneidad social.
En Valparaíso se trata de una mayoría de chilenos, pero en otras ciudades del país el arriendo aparece también como una buena alternativa para otorgar una solución habitacional a inmigrantes, poniendo en valor un modo de habitar característico de los centros urbanos. No se debe confundir un aspecto abandonado con una falta de residentes o un lugar con el que simplemente se puede arrasar. Tras esta forma urbana se esconde un abandono más profundo y peligroso, el de tipo institucional. Este se presenta cuando las instituciones públicas, privadas, o ambas, actúan en el supuesto de que la inversión a largo plazo en el barrio ya sea mantenimiento, mejoras, o nuevas construcciones no se justifican, de esta manera se deja en una situación de inseguridad a quienes residen allí. Una vez que el abandono se hace presente, es sólo cuestión de tiempo antes de que los residentes de una vivienda abandonada o un barrio abandonado sean desplazados (Marcuse, 1985).
NOTAS:
[1] El “conventillo” de finales del siglo XIX se caracterizaba por un tipo de vivienda deplorable, con las malas condiciones materiales, higiénicas, hacinamiento y condición de pobreza (Urbina, 2011).
Referencias bibliográficas:
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Gilbert, A. (2011). “Ten myths undermining Latin American Housing Policy”. Revista de Ingeniería. Número 35, julio-diciembre, 2011, pp. 79-87, Universidad de Los Andes, Colombia. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/1210/121022763012.pdf. Rescatado el 24 de mayo de 2014.
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