Centros Históricos en América Latina: entre la autenticidad y la renovación

Diciembre 2015

“Habana, utopía en construcción”

La narrativa acompaña imágenes antiguas y recientes, dando testimonio de la extraordinaria permanencia, por más de medio siglo de 90% del patrimonio de la Vieja Habana. 
Revista Planeo Nº 25  Centros Históricos en América Latina: entre la autenticidad y la renovación, Diciembre 2015.
[Por Laura Quezado. Arquitecta y urbanista, UFPB (Brasil). Estudiante Magister Desarrollo Urbano, PUC]
Título: “Habana, utopía en construcción”
Enlace documental: https://vimeo.com/27715193
Por: Anne Delstanche, con la colaboración de Rolando Pujol e Idanis Rego
Año: 2006
Resumen: En esencia, el documental trata de la cooperación de países europeos en asociación con la institución cubana encargada de conservar y restaurar el patrimonio de La Habana, la oficina El Historiador, a partir del decreto gubernamental de 1990. La narrativa acompaña imágenes antiguas y recientes, dando testimonio, al mismo tiempo, de la extraordinaria permanencia, por más de medio siglo de 90% del patrimonio de la Vieja Habana – como llaman los locales del sector histórico.

Palabras clave: Restauración, Patrimonio de la humanidad, Vieja Habana

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Im1. La Vieja Habana / Fuente: http://taniaquintero.blogspot.cl/2015_01_01_archive.html

“Habana, utopía en construcción” es una producción de la Asociación para el Intercambio Cultural y Social entre Europa y Caribe. Trata esencialmente de los emprendimientos cooperativos europeos direccionados para la restauración de edificios y lugares públicos asociados (plazas) de la región histórica de la capital de Cuba, La Habana, por intermedio de la institución cubana encargada de la restauración: El Historiador de La Habana.

El documental da cuenta del proceso de restauración material y rescate del centro histórico de la capital, tras un largo periodo de deterioro y falta de cuidados, producto de la crisis económica que sufrió Cuba a partir de los años 90. Sin embargo, la narrativa para la contextualización del proceso conducido por la cooperación es breve y simplista.

La extraordinaria permanencia del 90% de la arquitectura y de la trama urbanística originales de la Vieja Habana – como es llamado el casco antiguo por los locales – es dicha y resumida a un gesto del acaso; en 1950, el centro histórico de La Habana habría “escapado” de un proyecto amplio de demolición y que no fue llevado a cabo en las mudanzas políticas revolucionarias por el simple “abandono” del plan por parte del nuevo gobierno. La estrategia de ocupación popular del centro es citada rápidamente para justificar las malas condiciones sanitarias que vinieron a agravarse en la tardía implementación de las estrategias de conservación de la región. A pesar de citar la existencia de la oficina El Historiador ya en 1967 – emprendiendo la restauración de un área importante –, y la presencia y el reconocimiento de la conservación y de la importancia del patrimonio cubano por la UNESCO desde 1981, el documental deja una brecha de una década y salta hacia el año 1990 para justificar el agravamiento severo de la deterioración arquitectónica por la falta súbita de recursos del gobierno con el fin de los subsidios decurrentes de la disolución de la Unión Soviética – una aliada del gobierno cubano. Deja en blanco los incontables atentados terroristas por parte de Estados Unidos para atemorizar y espantar los emprendimientos turísticos, importantes compensatorios de las pérdidas económicas. Y salta al decreto de 1990 que dio amplia autonomía a la oficina El Historiador, ahora con personalidad jurídica propia y con capacidad de formación de patrimonio propio.

El plan de restaurar La Habana se muestra como un desafío para la oficina gubernamental, quien se debe enfrentar a todas las problemáticas que trae consigo un cambio estructural de una ciudad: exceso de tráfico, exceso de demanda poblacional para vivir en el centro, exceso de turismo, etc. En un discurso hecho en la embajada de Cuba en Bruselas, en 2003, el director de El Historiador, Eusebio Leal, señala: “la ciudad es para sus habitantes”, y afirma, “la restauración no es para museo, esto no interesa a nadie”. Asimismo, reitera y defiende los objetivos de la oficina por la estrategia de restauración: “Esto no es fantasía, esto es utopía”. A partir de esta idea, la directora extrae el título del documental.

Sin lugar a dudas, se trata de un documental optimista de la divulgación de los trabajos de la cooperación europea, y como tal, a ratos se vuelve unilateral, en una muestra casi postal de lo que fue y lo que hoy es el casco histórico de La Habana. La restauración de un sector tan antiguo y con tanto peso histórico debe traer a la luz más preguntas que soluciones, más procesos que resultados, y no es el caso de lo que nos muestra el documental. Se levanta para el espectador una serie de preguntas acerca de los procesos en los que estuvo involucrada la ciudad antes de la restauración. Las incertidumbres, las problemáticas que atraviesa la ciudadanía que vive y convive en un espacio abandonado al deterioro podrían ser las temáticas protagonistas de un documental enfocado en la restauración y rescate de un sector. En cambio, básicamente se enseñan bellos paisajes, pobladores satisfechos con los cambios ya llevados a cabo, y música que corroboran a la sensación de tarjeta postal. El ejercicio deja de ser interesante pues se agota en su propia reiteración, omitiendo toda posible oposición. De esta forma, la tesis central o el problema del documental queda enunciado, pero no se profundiza en él.

Finalmente, podemos quedarnos con las incertidumbres plantadas por el director de El Historiador: ¿cuál es el camino para hacer de la ciudad una “utopía irrenunciable”? ¿Cómo se materializa en su restauración el sueño de “lo bello, lo justo, lo hermoso”?