Revista PLANEO N°61 | Asentamientos multiamenazas Vol. 4: Tsunamis y comunidades costeras | Diciembre 2024
[Por: Rodrigo Cienfuegos Carrasco. Profesor asociado, Escuela de Ingeniería UC; Director del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN ANID/FONDAP/1523A0009)]
Chile y Japón están conectados
Para quienes fuimos niños durante la década de los ochenta del siglo XX, nuestra relación con Japón se forjó primero a través de la televisión y las innumerables series que entraron en nuestro ADN socio-cultural. El Festival de los Robots, Grand Prix (el halcón), Candy Candy, Mazinger Z, Robotech –entre muchos otros– generaron una inconsciente conexión con el País del Sol Naciente, ubicado en las antípodas del agitado Océano Pacífico que nos une y nos separa.
En aquellos años nunca imaginé que esa conexión cobraría otro sentido y cristalizaría, un par de décadas más tarde, en una colaboración científica que uniría a instituciones gubernamentales y universidades de Chile y Japón para mejorar la preparación frente a terremotos y tsunamis. Fue luego del terremoto del 27 de febrero del año 2010 (27F), cuando las placas tectónicas rugieron y liberaron a uno de los tsunamis más grandes que hayan recorrido nuestras costas, que ingenieros japoneses del Instituto de Investigación en Puertos y Aeropuertos (PARI), nos visitaron en el campus San Joaquín proponiendo articular un proyecto científico y tecnológico bi-nacional para ser presentado a la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) y a la Agencia Japonesa de Ciencia y Tecnología (JST). Los colegas japoneses tenían claro que la conexión entre Chile y Japón iba mucho más allá que las series animadas, pues ambos países están ubicados en las zonas tectónicas más activas del Cinturón de Fuego del Pacífico y funcionan como un espejo para los aprendizajes sobre terremotos y tsunamis. De hecho, las olas del tsunami del 27F habían alcanzado las costas de Japón luego de una travesía de 22 horas de duración, un tiempo mucho más corto que cualquier itinerario de vuelo comercial disponible para viajar entre ambos países.
Kay-Kay y Namazu se unen: Génesis del proyecto SATREPS y CIGIDEN
Para el 27F yo era profesor asistente en la UC, recién doctorado en ciencias de la tierra, investigando sobre hidrodinámica costera, propagación de olas en la zona de rompientes y energías marinas. El 27F y la visita de los colegas del PARI traerían un giro decisivo en mi recién iniciada carrera académica. Durante todo el año 2010, realizamos las gestiones políticas y administrativas para comenzar a diseñar un proyecto de cooperación científica y tecnológica. Para ello contamos con el apoyo del recién asumido Decano de la Escuela de Ingeniería UC, profesor Juan Carlos de la Llera, y del profesor Patricio Catalán de la Universidad Santa María (USM), con quien ya llevábamos un par de años colaborando en investigación sobre playas y rompientes luego de finalizar nuestros doctorados. La oficina JICA en Chile, con su representante residente, la Sra. Toshimi Kobayashi, consiguió por su parte el interés y apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREL), del Ministerio de Obras Públicas (MOP), del Instituto Nacional de Hidráulica (INH), de la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), y del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA) para darle al proyecto el carácter nacional que requería. Junto con ello, académicos de la UC y otras universidades, como la Universidad de Concepción (UDEC), la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), la Universidad de Valparaíso (UV), la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y la Universidad Católica del Norte (UCN), se sumaron también a este esfuerzo.
Mientras avanzábamos en el diseño del proyecto y formalizábamos los apoyos en cada país, el 11 de marzo de 2011 (11M) ocurrió lo inimaginable. Un terremoto y tsunami mucho más devastador que el 27F, golpeó el este y el norte de Japón. Con sus 9,1 Mw de energía liberada y las cerca de 19.000 personas fallecidas y desaparecidas, el terremoto y tsunami de Tohoku se había transformado en uno de los peores desastres socio-naturales de la historia reciente. Las imágenes que llegaban por televisión nos dejaron atónitos: por primera vez en la historia, el mundo podía ver al terrible gigante que había inspirado historias, series y personajes mitológicos tanto en Japón (Namazu) como en Chile (Kay-Kay), engullir barcos, puertos, caletas, ciudades costeras completas, dejando destrucción y muerte a su paso. Toda la preparación, investigación, tecnologías y los más avanzados diseños de ingeniería anti-tsunamis disponibles a nivel global en ese momento, no fueron suficientes para contener a Namazu.
Una gran tristeza, unida a sentimientos de impotencia y humildad nos recorrieron. ¿Podremos hacer algo frente a Namazu y Kay-Kay? ¿Podremos replantearnos la forma de ocupar el territorio respetando las fuerzas de la naturaleza y dejar de confrontarlas? ¿Podremos nosotros apoyar de alguna forma al país más avanzado del mundo a mejorar su preparación frente a tsunamis? Fueron algunas de las interrogantes que nos recorrieron y llenaron de dudas. También pensamos que los colegas en Japón tendrían mucha razón en enfocar todos sus esfuerzos para recuperarse del gran desastre que habían vivido y que nuestro proyecto de cooperación bi-nacional tendría que ser postergado.
Desde Japón, recibimos una respuesta tan inesperada como iluminadora. Si Namazu y Kay-Kay habían asolado nuestros países con sólo un año de diferencia, dañando con tanta fuerza a nuestras comunidades y entornos construidos, la cooperación científica y transferencia tecnológica para aumentar la resiliencia frente a tsunamis tenía aún más urgencia y sentido que antes. No sólo para Chile y Japón, sino que para muchos otros países potencialmente expuestos a estos gigantes que habían dejado por un momento de ser historias y mitos alojados en algún lugar escondido de nuestro ADN socio-cultural. Fue así como el proyecto SATREPS de “Investigación para el mejoramiento de las tecnologías y el desarrollo de comunidades resilientes ante tsunamis” vio la luz con el apoyo de JICA y JST, además de la amplia red de organismos gubernamentales y universidades de ambos países que se embarcaron en esta cooperación entre los años 2012 y 2016.
En paralelo, la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), dirigida en ese entonces por el Dr. José Miguel Aguilera, había re-diseñado el Fondo de Financiamiento de Centros de Investigación en Áreas Prioritarias (FONDAP) vigente desde el año 1997, para dotar al Estado de Chile de una política e incentivos que permitieran crear centros de investigación de excelencia al servicio de grandes desafíos país. Estos cambios fueron fuertemente motivados por las consecuencias que tuvo el 27F en Chile, y la gran distancia que se demostró existía entre la investigación científica y el quehacer de los organismos del Estado. Naturalmente, los “desastres naturales” estuvieron entre las nuevas áreas prioritarias creadas en el programa FONDAP. La UC junto a la USM, la UCN y la Universidad Andrés Bello (UNAB), bajo el liderazgo del profesor Luis Cifuentes de la Escuela de Ingeniería, se adjudicaron, en un concurso altamente competitivo con evaluación de expertos internacionales, la propuesta que permitió crear el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), que inició su operación en diciembre del año 2012, al mismo tiempo que comenzaba el proyecto SATREPS.
Kay-Kay y Namazu se separan: El camino recorrido y por recorrer
El 27F y el 11M gatillaron muchos cambios a nivel global. La investigación científica global en tsunamis, que había aumentado significativamente luego del terrible evento del Océano Índico el año 2004, creció aún más y, Chile que casi no figuraba con publicaciones indexadas en las bases de datos mundiales, entró rápidamente en los rankings logrando un lugar de liderazgo a nivel de Latinoamérica y el Caribe. El entendimiento del comportamiento de los tsunamis a lo largo de la extensa y compleja costa chilena, junto con la urgente necesidad de diseñar e implementar mejores sistemas de alerta de tsunamis y protocolos de evacuación, orientaron los primeros esfuerzos de la colaboración bi-nacional. En el caso de Chile, el Dr. Patricio Catalán estuvo a cargo de la investigación y transferencia que se desarrolló en colaboración con el SHOA en sucesivos proyectos FONDEF, para poner en marcha el Sistema de Pronóstico y Alarma de Tsunamis (SIPAT). El SIPAT está incorporado actualmente en el Sistema Nacional de Alarma de Maremotos (SNAM) para apoyar las decisiones que el SHOA, organismo oficial para el monitoreo y alerta de tsunamis en Chile, debe tomar en caso de peligros asociados a esta amenaza.
La sinergia y colaboración que se dio entre CIGIDEN y el proyecto SATREPS permitió formar a nuevos investigadores y profesionales que se especializaron en prevención y mitigación de desastres, contribuyendo a disminuir las brechas que Chile tenía en relación al conocimiento, concientización y tecnologías para prepararse frente a tsunamis. Utilizando el Norte Grande del país como zona de estudio, evaluamos potenciales escenarios de terremoto y tsunami para desarrollar metodologías y construir herramientas que permitieran estimar toda la cadena de consecuencias que estos escenarios podrían tener sobre el entorno construido y social. Estimamos métricas cuantitativas para reflejar potenciales daños a escala de manzanas censales trabajando en la ciudad de Iquique como sitio piloto. A partir de esos diagnósticos, entregamos recomendaciones para mitigar los impactos. Un foco importante estuvo en estudiar los procesos de evacuación, pues la alta exposición de la ciudad de Iquique y los cortos tiempos de arribo que los modelos anticiparon para las primeras olas de tsunami, mostraron escenarios complejos que debían abordarse con mayor detalle.
La colaboración con instituciones japonesas también se benefició del Foro Chile-Japón, activo desde el año 2013 bajo el liderazgo de la Universidad de Tokio, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile, abriéndose luego a otras universidades. Los intercambios entre académicos y estudiantes de postgrado de la UC y la Universidad de Tokio permitieron estudiar cómo se beneficiaría el sistema de alerta de tsunamis en Chile al incorporar más sensores de medición de superficie del mar para realizar un seguimiento y pronóstico en tiempo real del comportamiento de las olas de tsunamis. Los pronósticos basados en observaciones de sensores son particularmente importantes en el contexto nacional puesto que los tsunamis pueden propagarse durante varias horas a lo largo de las costas de Chile, provocando en algunos casos inundaciones peligrosas incluso varias horas después de ocurrido el terremoto, tal como lo vimos el 27F. Estas tecnologías también pueden ser útiles para anticipar las consecuencias de tsunamis generados por deslizamientos submarinos o erupciones volcánicas que no son detectados por sensores sísmicos. La erupción del volcán Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai el 15 de enero de 2022, por ejemplo, generó un tsunami que provocó inundaciones en varias localidades a lo largo de Chile luego de viajar cerca de 17 horas desde Tonga. El SHOA pudo recomendar adecuadamente la evacuación preventiva al ir haciendo un seguimiento en tiempo real de las mediciones del mar disponibles en la red internacional de boyas DART y mareógrafos.
Paradojalmente, mientras en Japón estos desarrollos son abordados con una perspectiva de largo plazo que se traduce en una organización institucional y financiamientos que buscan que la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación alimenten permanentemente la operación y mejoras de estos sistemas, en Chile esto depende en gran medida de la obtención de fondos concursables. No se trata de negar la importancia de asignar recursos estratégicos y escasos a través de concursos altamente competitivos, pero sí llamar la atención sobre la necesidad de darle continuidad en el tiempo a este tipo de sinergias virtuosas, más aún cuando están sujetos anualmente a exigentes evaluaciones internacionales y controles de gestión administrativa externa, para asegurar que los recursos públicos recibidos se transformen en mejoras tangibles para la sociedad. Los esfuerzos que el país ha invertido para mejorar el SNAM lo han ubicado entre los cinco mejores sistemas de alerta de tsunamis del mundo de acuerdo a Nacionales Unidas[1].
En resumen, la década que siguió al 27F permitió pilotear nuevas formas de hacer investigación y transferencia, donde la política científica que creó los Centros FONDAP entregó explícitamente a académicos e investigadores una misión social urgente y tangible. Los resultados, colaboraciones y sinergias virtuosas como las descritas aquí también se replicaron en los otros desafíos país convocados por CONICYT el año 2011, como Cambio Climático, Desarrollo Urbano Sustentable, Energía Solar, Acuicultura y Pueblos Originarios. Sin embargo, la continuidad y ampliación de este tipo de sinergias parece no estar actualmente asegurada en nuestro país, dada la incapacidad que nuestro sistema de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación ha mostrado para aumentar el porcentaje del Producto Interno Bruto que el país destina a estos esfuerzos. Mientras ello no sea posible, más aún dado el contexto de la incorporación año a año de nuevas generaciones de investigadores jóvenes formados vía Becas Chile, Kay-Kay y Namazu volverán a distanciarse para sorprendernos cuando menos lo esperemos.
Imágenes
Imagen 1: Modelado de las propagaciones de tsunamis del 27F (panel izquierdo) y 11M (panel derecho). Los mapas de colores muestran la escala de intensidad de las anomalías máximas en la superficie del Océano Pacífico.
Imagen 2: Evolución global y regional de las publicaciones científicas sobre tsunamis según la base de datos Web of Science en el periodo 2000-2024. Luego del terremoto y tsunami del 2010, Chile se transformó en el principal generador de ciencia en este tema a nivel de Latinoamérica y el Caribe.
Imagen 3: Visita conjunta entre investigadores chilenos y japoneses realizada a la zona afectada por el tsunami del 11 de marzo de 2011 en Japón como parte del proyecto SATREPS. La imagen muestra un edificio volcado por las fuerzas ejercidas por la inundación.
Imagen 4: Visita al Puerto de Tokio por parte de la misión de investigadores del proyecto SATREPS el año 2013.
Imagen 5: Recortes de prensa de diarios de Japón y Chile dando cuenta del trabajo conjunto en investigación en tsunamis realizado al alero del proyecto SATREPS.
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Agradecimientos
Los análisis de bases de datos de publicaciones de tsunamis fueron realizados por Stefan Vogel, Director Ejecutivo de CIGIDEN. Los registros fotográficos fueron proporcionados por Víctor Orellana, quién participó como enlace JICA con las Universidades durante el desarrollo del proyecto SATREPS. Las simulaciones de tsunami que ilustran este artículo fueron realizadas por Alejandro Urrutia, Ingeniero de Investigación y Desarrollo CIGIDEN.
Notas
[1] https://www.undrr.org/news/these-5-countries-have-advanced-tsunami-warning-systems