Revista PLANEO N°61 | Asentamientos multiamenazas Vol. 4: Tsunamis y comunidades costeras | Diciembre 2024
[Por: Javier Miramontes Figueroa. Arquitecto, Tecnológico de Monterrey, México; estudiante de Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, Pontificia Universidad Católica de Chile]
Entrevistado: Dr. Jorge León
Jorge León es arquitecto titulado de la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM), Chile, donde actualmente se desempeña como profesor en el Taller de Diseño Urbano del Departamento de Arquitectura. Cuenta con un Magíster en Planificación Urbana de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, y un Doctorado en Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Melbourne, Australia. Además, es investigador principal en el Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN). Sus áreas de investigación incluyen el rol de la forma urbana en la optimización de acciones de respuesta frente a amenazas naturales de inicio rápido, la vulnerabilidad de las zonas costeras, la planificación urbana y la ordenación territorial.
Trayectoria profesional
PLANEO (Javier): ¿Qué lo llevó a especializarse en el estudio de los tsunamis? ¿Hubo algún momento o experiencia que definiera su interés en este fenómeno?
Dr. Jorge: Bueno, antes de comenzar mi doctorado, empecé mi formación en 2011, y fue en ese proceso cuando inicié la postulación para la Beca Chile. Recuerdo que la primera vez que postulé fue en 2008, si no me equivoco. En esa ocasión, ya había propuesto un tema relacionado con la gestión de riesgos, algo que me interesaba mucho. De hecho, siempre he tenido un vínculo cercano con Chile, y en ese momento no especificaba una amenaza en particular. Entonces la postulación era bastante abierta, no especificaba un tipo de amenaza en particular. Sin embargo, lo curioso es que al poco tiempo ocurrió el terremoto y tsunami de 2010, el 27F. Justo en ese periodo, se abrió una nueva convocatoria para la beca, y nuevamente el tema del riesgo me quedó dando vueltas. Recuerdo que, cuando era niño, escuchaba muchas historias sobre el terremoto de Valdivia de 1960, especialmente de mi abuelo. Eso también me marcó.
Cuando empecé el doctorado, llegué con una idea muy amplia sobre la planificación territorial y la gestión de riesgos. Mi supervisor me dijo: “Este tema es muy grande, debes reducirlo”. Ahí recordé el tema de los tsunamis. Primero pensé en tratar el tsunami como una amenaza específica, pero al revisar la bibliografía, me di cuenta de que había muy poca información sobre los aspectos morfológicos relacionados con este tipo de riesgo. Había más enfoque en temas como la planificación del uso del suelo, pero faltaba un análisis sobre la morfología del territorio y su relación con los tsunamis, especialmente en lo que respecta a la evacuación. Este tema me pareció muy poco tratado, y creí que podía aportar en esa área.
Nosotros, los arquitectos, por ejemplo, ya tenemos bastante incorporado el tema de la evacuación en los edificios. La normativa chilena tiene muchas restricciones sobre el ancho de los pasillos, la ubicación de las escaleras, entre otras cosas, para asegurar una evacuación eficiente en caso de emergencia. Sin embargo, cuando se trata de la planificación urbana a gran escala, este tipo de análisis es mucho menos desarrollado, y me parece que hay un espacio importante para trabajar en la integración de estos temas en la planificación territorial.
Comprendiendo los tsunamis
PLANEO (Javier): ¿Cómo se originan los tsunamis y qué los convierte en una amenaza tan peligrosa para las comunidades costeras? ¿Qué deberíamos saber sobre ellos?
Dr. Jorge: Los tsunamis pueden ser causados por diversas razones. Pueden originarse debido a deslizamientos submarinos de tierra, asociados, por ejemplo, a un sismo, o incluso por la caída de un asteroide. También hay fenómenos meteorológicos que generan oleaje muy fuerte, pero la causa más habitual de un tsunami es la subducción tectónica, que ocurre cuando una placa tectónica se hunde bajo otra. Esta deformación del fondo marino, provocada por un terremoto interplaca, genera un levantamiento de la columna de agua, y esa columna se expande en todas direcciones.
El problema es que las zonas costeras, como la costa chilena, la del sur de Perú, y algunas partes de Indonesia, están ubicadas cerca de estos lugares de subducción. Esto significa que estamos expuestos a inundaciones, que son un problema complejo en sí mismo, pero la situación se agrava aún más por el escaso tiempo disponible para evacuar a la población. En Chile, hemos registrado tiempos de evacuación de menos de 15 minutos, lo cual es muy breve.
Lo más destructivo puede ser el primer tsunami, pero el problema es que estos fenómenos no son recurrentes. Esto presenta un desafío enorme para la gestión de riesgos y emergencias: ¿Cómo tener un sistema de gestión eficiente para un fenómeno que tal vez ninguna generación haya experimentado directamente? La realidad es que, cuando a la población le toque vivirlo, el impacto será tan grande que la capacidad de reacción será fundamental, y el tiempo disponible para actuar será crucial.
Rutas de evacuación
PLANEO (Javier): En tus investigaciones, has estudiado cómo las personas evacúan en situaciones de emergencia. ¿Cuáles son los principales problemas o dificultades que enfrentan al utilizar las rutas de evacuación?
Dr. Jorge: Creo que esto se puede analizar en distintas escalas: urbana, morfológica y más detallada. En una escala muy macro, uno de los principales problemas es el trazado de las vías. Primero, que estas vías existan, es decir, que en los lugares expuestos a tsunamis haya rutas de evacuación disponibles para llegar rápidamente a zonas altas. Pero esto también depende de la morfología a escala macro de estas calles, por ejemplo, cómo están trazadas y qué tan directas son desde la costa hasta los cerros.
En algunos casos hemos identificado rutas bastante directas que favorecen una evacuación más rápida, ya que permiten una mejor orientación, algo que algunos llaman wayfinding. Sin embargo, en otros lugares, como algunas zonas costeras de Iquique, el trazado urbano bloquea la visibilidad hacia los cerros, lo que dificulta saber hacia dónde dirigirse, especialmente para personas que no conocen el lugar.
A una escala más morfológica, hemos encontrado problemas como rutas de evacuación demasiado empinadas, lo que complica el desplazamiento, especialmente para personas con movilidad reducida. También hay rutas muy estrechas que pueden colapsar fácilmente, generando cuellos de botella debido a la cantidad de personas que intentan utilizarlas.
A una escala más micro, hemos identificado dificultades relacionadas con las condiciones de uso y la morfología específica de las vías. Por ejemplo, hay rutas de escape de tierra que dificultan la movilidad para personas con ruedas, como quienes usan coches para bebés o carritos para evacuar a niños de jardines infantiles. Además, el pavimento en malas condiciones puede complicar la evacuación.
Otros problemas incluyen obstáculos en las rutas, como comercio ambulante que invade las veredas, lo que reduce significativamente el espacio disponible para el paso. También hay problemas de mantención: señaléticas deterioradas, veredas con bajadas en mal estado o inexistentes, y mobiliario urbano que dificulta el tránsito fluido. Estos problemas son muy comunes y requieren atención en muchos lugares.
Innovación tecnológica para reducir riesgos
PLANEO (Javier): Has desarrollado modelos y simulaciones para analizar tsunamis. ¿Cómo ayudan estas herramientas a entender y planificar mejor ante esta amenaza?
Dr. Jorge: Claro. Hay básicamente dos tipos de modelaciones de inundación: las discretas o determinísticas y las probabilísticas. Las discretas, por lo general, se basan en un escenario sísmico específico. Por ejemplo, en Chile, trabajamos con el peor escenario conocido, utilizando los mejores antecedentes disponibles sobre rupturas y deformaciones sísmicas.
Con ese escenario, se realiza una simulación de ruptura sísmica, conocida como un earthquake source model. Esto permite estimar cómo sería la deformación de la columna de agua y, a partir de allí, simular su movimiento hasta que inunda las áreas costeras. Este proceso se basa en ecuaciones diferenciales para modelar el movimiento del agua, un procedimiento bastante bien establecido.
El problema con este enfoque es que no podemos prever cómo será exactamente el próximo terremoto o tsunami, ya que existe una gran variabilidad en los eventos sísmicos. Por eso, en la última década, ha cobrado fuerza el enfoque probabilístico. Este método utiliza un catálogo de miles de terremotos generados según leyes de probabilidad. Por ejemplo, un terremoto de magnitud 9 es mucho menos probable que uno de magnitud 6, por lo que en el catálogo hay una mayor cantidad de terremotos más pequeños.
A partir de este catálogo, se simulan miles de tsunamis, lo que genera una enorme cantidad de datos. La pregunta clave es cómo procesar esta información. Una forma común es integrar los resultados y analizar métricas específicas, como el porcentaje de tsunamis que inundan cada celda de un modelo territorial. Por ejemplo, una celda cercana a la playa probablemente estará inundada en el 100% de los escenarios simulados, mientras que una celda ubicada varios kilómetros tierra adentro podría tener una probabilidad de inundación del 2%.
Otro análisis útil es identificar la mayor altura de inundación registrada en cada celda, lo que permite determinar el peor escenario posible para cada ubicación. Además, se pueden generar mapas que indiquen, por ejemplo, el tiempo mínimo de llegada del tsunami a cada lugar, lo que es crucial para priorizar las zonas más críticas en términos de evacuación.
En general, la tendencia mundial se está inclinando hacia el análisis probabilístico, ya que permite obtener una visión mucho más integral y realista de los riesgos asociados a los tsunamis.
El rol de la planificación urbana
PLANEO (Javier): ¿Cómo pueden las ciudades costeras prepararse mejor frente a los tsunamis? ¿Qué papel juega la planificación urbana en proteger a las comunidades y reducir riesgos?
Dr. Jorge: Mi respuesta tiene varios matices, pero creo que es fundamental. La planificación territorial y urbana puede abordarse desde múltiples etapas: mitigación, preparación, respuesta y recuperación. Tradicionalmente, el enfoque principal ha estado en la mitigación a largo plazo, lo que implica modificar las condiciones de uso del suelo para reducir la exposición.
Un ejemplo clásico es cambiar el uso de suelo en zonas costeras vulnerables para evitar asentamientos habitacionales o reducir la densidad poblacional en estas áreas. Esto ha sido implementado en varios lugares, como Japón después del tsunami de 2011, donde se modificaron usos de suelo en zonas destruidas, eliminando residencias y reemplazándolas con actividades agrícolas o industriales.
Además de la mitigación, la planificación urbana juega un papel crucial en la preparación para una respuesta más eficiente. Esto incluye diseñar ciudades con una vialidad adecuada que permita una evacuación rápida y segura, así como una red de espacios públicos que funcione como puntos de refugio temporal durante emergencias. Por ejemplo, en un tsunami, la inundación puede durar minutos, pero las condiciones adversas del mar pueden persistir por horas, incluso hasta 12 horas en algunos casos. Por ello, es vital contar con espacios que puedan albergar a las personas de manera segura mientras se gestiona la emergencia.
La preservación de espacios públicos de calidad, combinada con una red vial bien planificada, puede garantizar una evacuación fluida y ordenada. Estos elementos no solo ayudan a mitigar riesgos, sino que también mejoran significativamente la capacidad de respuesta de la ciudad, incluso en escenarios donde los patrones de uso del suelo llevan décadas o siglos desarrollándose de manera desordenada.
Es importante mencionar que no necesitamos esperar décadas para que los cambios en el uso del suelo tengan efecto. Con un diseño morfológico adecuado, podemos mitigar parcialmente los riesgos actuales al proporcionar herramientas y estrategias efectivas para la actuación y la respuesta en las primeras horas de un desastre.
PLANEO (Javier): Buenísimo. Estamos llegando al final de la entrevista, pero quería preguntarte si hay algo que quisieras agregar, algún dato importante.
Dr. Jorge: Sí, me gustaría destacar algo importante: un desastre puede ser también una oportunidad para mejorar. No se trata solo de recuperar lo que existía antes de la catástrofe, sino de aprovechar la ocasión para transformar las condiciones de habitabilidad urbana.
Un buen ejemplo es el terremoto y tsunami del 27F en 2010 en el sur de Chile. En Constitución, el borde costero es el caso más conocido, pero también hay otros como Dichato, donde la reconstrucción permitió crear un gran parque costero y equipamiento público. Antes del desastre, estas áreas estaban ocupadas por asentamientos precarios, pequeñas caletas de pescadores y playas casi abandonadas. Tras la catástrofe, se transformaron en espacios urbanos de alta calidad, accesibles y funcionales para la comunidad.
Esto nos enseña que, si bien los desastres generan dolor y pérdidas, también ofrecen la oportunidad de reconstruir mejor. Para lograrlo, es crucial canalizar los esfuerzos de reconstrucción de manera estructurada y con objetivos claros, que vayan más allá de la mera recuperación para generar mejoras significativas en las ciudades. Este enfoque puede aplicarse en distintos contextos y para diversos desastres, convirtiendo la adversidad en un motor de progreso.