Revista PLANEO N°60 | Asentamientos multiamenazas Vol. 3: Erupciones volcánicas y habitabilidad | Septiembre 2024
[Por: Ana María Ugarte Caviedes. Psicóloga, Doctora en Estudios Latinoamericanos y Magíster en Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Investigadora Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
María Paz Lillo Guzmán. Psicóloga, Magíster en Psicología Comunitaria, Universidad de Chile. Coordinadora Monitoreo, Evaluación, Rendición de Cuentas y Aprendizaje, Programa Medio Ambiente, Gestión del Riesgo y Emergencias, Caritas Chile]
Imagen 1: Fotografía de Arpillera Comunitaria, creada por mujeres de Chaitén.
Fuente: Pino y Ugarte (2015).
Chile se sitúa en uno de los márgenes tectónicos más activos del planeta, con una gran cantidad de volcanes distribuidos a lo largo de su territorio. Su presencia es especialmente relevante en la zona central y sur (33°-46°S), donde más de 90 volcanes están activos, varios de ellos próximos a áreas densamente pobladas (SERNAGEOMIN, 2018). Si bien actualmente disponemos de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica (RNVV) y del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (OVDAS), y hemos avanzado en la gestión del riesgo de desastres (GRD) con la creación del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED) en reemplazo de la Oficina Nacional Emergencias (ONEMI), todavía enfrentamos desafíos críticos en la comprensión, gobernanza y capacidad para la gestión del riesgo a nivel local.
Si bien la Política Nacional y el Plan Estratégico Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (PNRRD, 2020) declaran que las particularidades territoriales y las diversidades de las comunidades deben ser consideradas en la GRD, el enfoque predominante en la evaluación del riesgo volcánico se basa principalmente en variables geológicas (historia eruptiva, zonas afectadas, magnitud y recurrencia de erupciones) y de exposición (población y cercanía de infraestructura crítica) (SERNAGEOMIN, 2018), omitiendo aspectos fundamentales como las creencias, conocimientos, capacidades y vínculos de las comunidades que habitan en los territorios amenazados. Las percepciones y formas de habitar el territorio son esenciales para entender cómo las comunidades interpretan, reaccionan y se adaptan ante esta y otras amenazas. Si estos factores no son considerados, corremos el riesgo de agravar un desastre, maximizando sus impactos y generando nuevas vulnerabilidades.
La vulnerabilidad de Chile frente a las erupciones volcánicas, así como ante otras amenazas, no se explica únicamente por variables geográficas o de origen natural, sino también por nuestras condiciones ambientales, socioeconómicas, políticas y culturales. Factores como la degradación del medio ambiente, la pérdida de biodiversidad, la alta desigualdad social, un modelo de desarrollo neoliberal y extractivista, la escasa formación ciudadana en gestión de desastres y el centralismo en la toma de decisiones actúan como barreras estructurales que obstaculizan el fortalecimiento de la resiliencia y la capacidad de adaptación de los territorios. Cabe señalar, además, que en la actualidad, la situación se ha vuelto considerablemente más compleja debido a la triple crisis ambiental planetaria –cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación– que incrementa la vulnerabilidad de los territorios.
Cuando hablamos de territorios, nos referimos no sólo al espacio físico amenazado por la erupción volcánica, sino también al espacio cotidiano que encierra el sentido y la experiencia de habitar. Es allí donde se entrelazan dinámicas socioculturales, ecológicas, psicológicas, físicas y biológicas, donde se materializan representaciones sociales del habitar a través de estructuras que se crean y recrean, lenguajes particulares, disposiciones de los cuerpos y materialidades que dan cuenta de nuestra vida social (Aliste, 2010; Bourdieu, 2014; Arteaga, 2017).
Proponemos entender el territorio como un espacio de consolidación de relaciones, tanto con nosotros/as mismos/as como con el resto de la naturaleza. Como plantean Svampa (2008) y Federici (2018), en el territorio se produce y reproduce la vida, lo que conlleva la posibilidad de emergencia y resignificación de lo común, así como también su disputa. En términos generales, la GRD ha fallado en integrar el territorio en su dimensión simbólica y socioafectiva. A pesar de que la Política Nacional y otros instrumentos de gestión de riesgo reconocen su importancia, se aborda como una variable que se limita al alcance geográfico y político-administrativo de las intervenciones, omitiendo o minimizando la fuerza de las dinámicas de construcción de identidad y los vínculos socioafectivos que emergen en estos espacios y que impulsan a las personas a permanecer en ellos.
Las erupciones volcánicas provocan profundas transformaciones en los territorios, impactando múltiples ámbitos de la vida de las distintas especies que los habitan. Los desplazamientos forzados son un claro ejemplo de estas transformaciones, y aunque son una realidad recurrente en Chile, no han sido suficientemente abordados en las políticas de GRD. Casos como el desplazamiento humano y bovino por la erupción del volcán Hudson en 1991, la relocalización de Chaitén en 2008 y la evacuación masiva por la erupción del volcán Calbuco en 2015, evidencian que una respuesta institucional enfocada exclusivamente en las pérdidas materiales y económicas, que desatiende las particularidades de los territorios, puede ser devastadora. La falta de preparación y coordinación en un desplazamiento compromete significativamente la recuperación, daña el tejido social e incrementa la vulnerabilidad de las comunidades (Wilson et al., 2012; Ugarte & Salgado, 2014; Espinoza et al., 2015; Romero Toledo & Romero Aravena, 2015; Lainez & Fava, 2024). Proteger los vínculos que se establecen entre las comunidades y los territorios que habitan y respetar su propia capacidad de agencia es fundamental para fortalecer la resiliencia comunitaria ante erupciones volcánicas.
Si bien en muchos casos no es posible evitar los desplazamientos forzados, sí es posible mitigar sus efectos negativos. ¿Cómo hacerlo? A través de un enfoque que combine conocimiento técnico y científico con los saberes locales y ancestrales de las comunidades expuestas, llevando a cabo procesos de análisis participativos y de formación que fomenten una profunda comprensión del riesgo. Involucrar a las comunidades en riesgo en la creación de los procedimientos de respuesta a emergencias es vital para diseñar planes de acción que respondan a las realidades territoriales y sociales. Si los planes son comprendidos por las personas que los deben seguir, reflejan sus preferencias y consideran sus capacidades, serán más exitosos. Las personas estarán más preparadas para actuar y adherirse a ellos cuando sea necesario.
También es fundamental reconocer que el impacto de un desplazamiento no es igual para toda la población. Diferentes grupos tienen necesidades y capacidades específicas que deben ser anticipadas, tales como requerimientos especiales de protección, acceso a medios de vida, educación o salud. Comprender estos factores y planificar en consecuencia es clave para reducir la vulnerabilidad y no profundizar las brechas ya existentes.
Hoy Chile se encuentra en un momento social y político favorable para renovar no sólo la institucionalidad de la GRD, sino que también el enfoque reactivo y excesivamente técnico que la ha caracterizado. Para construir respuestas más efectivas y justas ante los riesgos, que sean pertinentes y sostenibles en sus propios contextos, es crucial incorporar de forma efectiva la dimensión simbólica y socioafectiva de los territorios y reconocer tanto las dinámicas sociales y culturales como las capacidades organizativas locales, aprendiendo de ellas. En este contexto de múltiples amenazas, considerar estos elementos para fortalecer la resiliencia de las comunidades en situación de riesgo se vuelve una prioridad.
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Referencias bibliográficas
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Arteaga. C. (2017). Las redes sociales asociativas como alternativas de desarrollo para América Latina. En M. E. Alvarado, L. Correa & E. Costilla (Coords.), Experiencias universitarias de los movimientos sociales y la acción colectiva. Una mirada al pasado y al futuro desde el presente (pp. 83-101). Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Bourdieu, P. (2014). Sobre el Estado. Cursos en el College de France (1989-1992). Barcelona: Anagrama.
Espinoza, A., Espinoza, C., & Fuentes, A. (2015). Retornando a Chaitén: Diagnóstico participativo de una comunidad educativa desplazada por un desastre socionatural. Magallania, 43(3), 65-76. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22442015000300006
Federici, S. (2018). La justicia social debe ir más allá de la noción de justicia liberal burguesa. En L. Martínez (Ed.), Feminismos a la contra. Entre-vistas al Sur Global (pp. 125-133). Cantabria: La Vorágine.
Lainez, P., & Fava, D. (2024). El impacto psicosocial y en salud mental de afectados por una erupción volcánica: Reflexiones sobre la experiencia subjetiva, caso Ensenada, Chile. Revista de Estudios Latinoamericanos sobre Reducción del Riesgo de Desastres REDER, 8(1), 75-90. https://doi.org/10.55467/reder.v8i1.139
Pino, A., & Ugarte, A. M. (2015). Re-Creando Chaitén en comunidad: arteterapia y educación popular en desastres socionaturales. CIVDES: Centro de Investigación en Vulnerabilidades y Desastres Socionaturales.
PNRRD. (2020). Política Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres y Plan Estratégico Nacional (2020-2030). Santiago: Departamento de Gestión del Sistema Nacional de Protección Civil ONEMI.
Romero Toledo, H., & Romero Aravena, H. (2015). Ecología política de los desastres: vulnerabilidad, exclusión socio-territorial y erupciones volcánicas en la Patagonia chilena. Magallania, 43(3), 7-26. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22442015000300002
SERNAGEOMIN. (2018). Chile: territorio volcánico. Santiago: Servicio Nacional de Geología y Minería.
Svampa, M. (2008). Cambio de época. Movimientos sociales y poder político. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
Ugarte, A. M., & Salgado, M. (2014). Sujetos en emergencia: acciones colectivas de resistencia y enfrentamiento del riesgo ante desastres; el caso de Chaitén, Chile. Revista INVI, 29(80), 143-168. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-83582014000100006
Wilson, T., Cole, J., Johnston, D., Cronin, S., Stewart, C., & Dantas, A. (2012). Short- and long-term evacuation of people and livestock during a volcanic crisis: lessons from the 1991 eruption of Volcán Hudson, Chile. Journal of Applied Volcanology, 1, 2. https://doi.org/10.1186/2191-5040-1-2