Asentamientos multiamenazas Vol. 2: Inundaciones y cambio climático

JUNIO 2024

Inundaciones, desastres y deudas: ¿quién paga en Honduras?

Revista PLANEO N°59 | Asentamientos multiamenazas Vol. 2: Inundaciones y cambio climático | Junio 2024


[Por: Ixchel Ayes Rivera. Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente (IEUT UC). Docente del Departamento de Arquitectura, Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)]

Imagen 1: Inundación en el Valle de Sula tras el paso de Eta e Iota en 2020.
Fuente: Primicia Honduras.

A inicios de noviembre de 2020, en plena crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, Honduras recibió el impacto de las Tormentas Tropicales Eta e Iota, principalmente en la zona noroccidental del país. Según el Banco Mundial (2021), 99 personas perdieron la vida y más de un millón fueron evacuadas, más de 4.5 millones de personas se vieron afectadas por la interrupción de servicios básicos y daños a la infraestructura y, en términos económicos, las pérdidas se estimaron en USD 1.900 millones.

El sector productivo fue el que sufrió el 68% de los daños y las pérdidas económicas, principalmente el subsector del comercio y la industria (78% del total de este sector), seguido de la agricultura. En el sector social, el subsector vivienda concentró el 74% de los daños (BID & CEPAL, 2021). Honduras fue el país centroamericano más afectado durante los desastres derivados de estos eventos. Lo mismo sucedió años atrás, cuando en 1998, el huracán Mitch desató un desastre al encontrarse con una sociedad altamente vulnerable (dos tercios de los daños en la región se concentraron en Honduras); 5,657 personas murieron y 8,052 desaparecieron y, para mayo de 1999, se calculó el monto de pérdidas en USD 3.794 millones, equivalentes al 81.6% del PIB. El total de pérdidas económicas representaba un 343.9% de la inversión bruta que se hacía en el país y también el 94.1% de la deuda externa de aquel momento (D’Ans, 2008). Adicionalmente, a finales de 1998 la pobreza aumentó en al menos 5.5 puntos porcentuales (PNUD Honduras, 2013).

Además de estos grandes eventos que han sido hitos históricos para el país, entre 1980 y 2014, con un estimado de 39 desastres socio-naturales contabilizados, 17.79 personas por cada mil habitantes se vieron afectadas de manera directa, sumando la pérdida de 15,539 vidas humanas, incluyendo las antes mencionadas durante el paso del Mitch (UNICEF Honduras, 2016). Es pertinente cuestionar si pudimos estar mejor preparados para responder ante la amenaza y disminuir el desastre de 2020. Según la plataforma desinventar.net, en un análisis con datos de todo un siglo en relación con los impactos de los desastres desatados por amenazas naturales en todo el territorio nacional, incluyendo sequías, tormentas tropicales, huracanes, deslizamientos, lluvias e inundaciones, sólo estas últimas causaron el 68% de muertes, el 62% de damnificados y el 77% de las viviendas destruidas y afectadas. ¿Por qué siguen persistiendo las afectaciones directas de las inundaciones en poblaciones humanas?

Según los datos del Índice de Exposición al Cambio Climático de 2018, entre 1997 y 2007 Honduras fue el segundo país más afectado por desastres de origen climático, sólo por debajo de Haití (Eckstein et al., 2018). A pesar de ello, nuestros asentamientos humanos siguen estando expuestos, permaneciendo incluso en planicies de inundación de ríos de alto caudal. El Valle de Sula, ubicado en la zona noroccidental del país, presenta “de forma masiva” un alto grado de susceptibilidad a inundaciones. Las zonas de alta susceptibilidad a la inundación se entienden como aquellas “con pendientes inferiores o iguales al 2% y situadas hasta 3 m de altura por encima del cauce de los ríos” (IHCIT, 2020). Seis municipios del Valle concentraron el 95% de viviendas afectadas por la inundación (BID, 2024).

El Valle de Sula fue la región del país donde hubo mayor población afectada en 1998, junto con el sur del país, concretamente el departamento de Choluteca (PNUD Honduras, 2013). Este valle tiene un área aproximada de 2,500 km2 y es irrigado por el río Ulúa y el río Chamelecón. Esta es una de las regiones que ha sido de las más fértiles y productivas a lo largo de la historia del país. Actualmente se le conoce como la Capital Industrial, siendo el “principal centro de desarrollo económico del país” (BID, 2024). Esta condición es uno de los motivos por el cual la inversión económica para rehabilitar la infraestructura que permita reactivar rápidamente la economía del país se prioriza en esta región. Pero, ¿qué sucede con sectores minoritarios de la economía y sectores vulnerados de la población?

Entre 1993 y 2009, a nivel nacional, fue posible cubrir las pérdidas en infraestructura en un 86%, mientras que el sector agrícola “apenas pudo recuperar un 10% de los daños causados a su capital productivo” (Díaz, 2021). Posterior al Mitch, no existieron estrategias bien definidas e integrales que garantizaran la recuperación económica de la población afectada, especialmente de los productores agrícolas, y se generó una percepción (no oficial) entre la población hondureña de que el Estado no tuvo la fuerza para liderar y coordinar con una visión clara los procesos de reconstrucción y transformación: el control fue asumido por organizaciones no gubernamentales y “tuvo más énfasis en la reconstrucción que en la transformación” (PNUD Honduras, 2013).

En 2012, el Estado de Honduras asumió un crédito de USD 30 millones para llevar a cabo el “Proyecto de Gestión de Riesgo de Desastres”, focalizado en 20 municipios del Valle de Sula (Banco Mundial, 2012). El proyecto finalizó en 2019 con una serie de insumos técnicos para comprender el comportamiento de las cuencas del río Ulúa y Chamelecón. Sin embargo, un año después, Eta e Iota dejaron en evidencia la alta exposición en la que se encontraban muchos barrios y colonias de estos municipios, y lo poco preparados que estamos para gestionar el riesgo. El mismo Banco Mundial estimó las pérdidas y daños de estas tormentas en USD 1.900 millones. Para ese entonces, y sólo durante 2020, en el contexto de la pandemia COVID-19, el Banco Mundial ya había prestado al Estado hondureño USD 139 millones, más otros USD 145 millones para inversión en los servicios de agua en municipios urbanos, municipios rurales del Corredor Seco Centroamericano, y para adaptar los servicios de educación preescolar (Banco Mundial, 2020).

En relación con el Cambio Climático, sólo en el período entre 2003 y 2016, Honduras recibió el 33% (USD 70.2 millones, aproximadamente) de todos los fondos climáticos aprobados desde los organismos internacionales para toda Centroamérica. Esto representa más del doble de lo recibido por El Salvador y más de cuatro veces de lo recibido por Guatemala (Fraga, 2020). A pesar de todo esto, para 2020 todo el Valle de Sula se vio afectado: las zonas más expuestas, y además con la población más vulnerable, se vieron con su infraestructura completamente sumergida, obligando a las personas a resguardarse por días en los techos, siendo la única superficie de sus viviendas donde podían mantenerse fuera del agua.

Recién en 2022, el Estado, ahora bajo una nueva administración, recibió dos préstamos para proyectos relacionados con el mejoramiento de la prestación de servicios de salud (con enfoque en las mujeres e infancias) y, de nuevo, para “consolidar su marco para gestionar desastres y riesgos relacionados con el clima”, todo ello por un monto de USD 185 millones (Banco Mundial, 2022). Ahora, en 2024, el BID también ha prestado USD 20 millones para incrementar la resiliencia ante inundaciones, concretamente en el Valle de Sula.

Nuestra historia está marcada por inundaciones, pero si vemos todo el dinero que ha tenido disponible el Estado, podemos asegurar que la vulnerabilidad no es un problema de dinero, pero sí de cómo se administra: un problema de transparencia, de planificación, de ordenamiento territorial y también de gobernanza y participación. ¿Tiene la institucionalidad hondureña las capacidades para hacer un uso eficiente de dichos presupuestos? ¿Cuánto es el impacto fiscal de las deudas asumidas a 25 y 30 años para los diferentes sectores de la sociedad? ¿Cuáles son los costos y los efectos secundarios de seguir creyendo que para generar desarrollo requerimos de dinero y para obtenerlos debemos asumir deudas que pagarán las próximas generaciones?

Referencias bibliográficas

Banco Interamericano de Desarrollo (BID) & Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). (2021). Evaluación de los efectos e impactos de la tormenta tropical Eta y el huracán Iota en Honduras. https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/91034cc8-b36b-4dd0-aeda-ddf90e655d15/content

Banco Interamericano de Desarrollo (BID). (2024). Programa para incrementar la resiliencia ante inundaciones del Valle de Sula en Honduras: propuesta de préstamo. https://ewsdata.rightsindevelopment.org/files/documents/44/IADB-HO-L1244.pdf

Banco Mundial. (2012, diciembre 13). Honduras: gestión del riesgo de desastres. World Bank. https://www.bancomundial.org/es/news/loans-credits/2012/12/13/honduras-disaster-risk-management

Banco Mundial. (2020, diciembre 18). El Banco Mundial apoya la respuesta de emergencia y los esfuerzos de reconstrucción en Honduras tras los huracanes Eta e Iota. World Bank. https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2020/12/18/banco-mundial-respuesta-emergencia-reconstruccion-huracanes-eta-iota-honduras

Banco Mundial. (2021, enero 11). Una respuesta inédita ante un desastre sin precedentes en Honduras. World Bank. https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2021/01/11/respuesta-honduras-desastre-huracanes-eta-iota

Banco Mundial. (2022, junio 17). El Banco Mundial apoya a Honduras a fortalecer la preparación para emergencias de salud y reducir la vulnerabilidad. World Bank. https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2022/06/17/el-banco-mundial-apoya-a-honduras-a-fortalecer-la-preparacion-para-emergencias-de-salud-y-reducir-la-vulnerabilidad

D’Ans, A.-M. (2008). Honduras después del Mitch: ecología política de un desastre (primera edición). Centro de Documentación de Honduras.

Díaz, W. (2021, mayo). Notas económicas regionales. Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano, No. 120. https://www.secmca.org/wp-content/uploads/2021/05/Los-fen%C3%B3menos-climatol%C3%B3gicos-y-la-paradoja-del-crecimiento-econ%C3%B3mico-en-Honduras.pdf

Eckstein, D., Künzel, V. & Schäfer, L. (2018). Global Climate Risk Index 2018. https://www.germanwatch.org/sites/default/files/publication/20432.pdf

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) Honduras. (2016). El Cambio Climático en Honduras: la infancia en peligro. https://www.unicef.org/honduras/media/501/file/El-Cambio-clim%C3%A1tico-en-Honduras-estudio-2016.pdf

Fraga, F. (2020). Corredor Seco Centroamericano: una visión exploratoria sobre el contexto, las razones y el potencial de una estrategia de creación de empleo en Guatemala y Honduras (Strengthen – Documento de trabajo No. 23). Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Instituto Hondureño de Ciencias de la Tierra (IHCIT). (2020, noviembre). Boletín especial: exposición a inundaciones y movimientos en masa para Honduras. https://www.unah.edu.hn/dmsdocument/10500-boletin-especial-sobre-inundaciones-y-movimientos-de-masa-en-honduras-pdf

Unidad de Medio Ambiente y Gestión de Riesgo, PNUD Honduras. (2013). Construyendo resiliencia en Honduras: transformación de las capacidades en Honduras para lograr mayor resiliencia frente a los desastres. PNUD. https://www.undp.org/sites/g/files/zskgke326/files/migration/hn/Construyendo-Resilencia-en-Honduras-2.pdf