Libro: La humanización del espacio urbano 2022 | Autor: Jan Gehl | Editorial: Reverté| Páginas: 215
Revista PLANEO N°56 | La ciudad como derecho | Julio 2023
[Por: Tomás Artaza Covarrubias. Licenciado en Sociología, Universidad de Concepción]
Resumen
Existe una gran relación entre la calidad de los espacios públicos y la cantidad, duración y tipos de actividades sociales que en ellos se puedan desarrollar. Influyen diferentes componentes en la disposición física que fomentan o inhiben el contacto asociado principalmente a los sentidos de la visión y audición. El libro invita a reflexionar principalmente sobre la escala y forma en que se diseña y construye la ciudad. La presente reseña indica brevemente la estructura del libro para luego detenerse en dos elementos que agrupan el mensaje central del autor: la importancia de un entorno físico de calidad, es decir, un espacio público que reúna las condiciones para el desarrollo de las interacciones y actividades sociales; y también la especial atención que le presta a los sentidos y como entendiendo éstos desde su funcionamiento, es que diversas disposiciones físicas pueden facilitar la comunicación y las actividades sociales en sus distintos niveles. Se concluye estableciendo el nexo entre la “humanización del espacio urbano” y el derecho a la ciudad, en donde es pensar y proyectar la ciudad a escala humana una vía para que vuelva a consolidarse la cohesión social y con ello la seguridad, participación ciudadana y política, entre otras.
Palabras Clave: Espacio público, actividades sociales, derecho a la ciudad
Introducción
Se propone una relación entre el Derecho a la Ciudad y el libro presentado por Jan Gehl (1936), quien analiza cómo se deteriora la calidad de vida en la ciudad a partir de las nuevas formas de pensar y diseñar la urbe orientada a los grandes edificios y el uso del automóvil, como los espacios públicos pierden su capacidad de ser un punto que favorezca las actividades e interacciones sociales. El libro se compone de diecinueve capítulos repartidos entre cuatro partes: I. La vida entre los edificios, II. Requisitos para proyectar, III. Agrupar o dispersar: proyectos de ciudad y de conjuntos y IV: Espacios para caminar, lugares para estar: proyectos de detalle. La presente reseña se centra en dos elementos que aúnan gran parte de su mensaje respecto a la relación de la configuración del espacio urbano con el comportamiento social, concluyendo luego de manera breve su complementariedad con el derecho a la ciudad.
Espacio público de calidad
La ciudad en su complejidad cumple diversas funciones, una de ellas es la dimensión socializante en donde toma relevancia sobre todo el diseño del espacio público para que favorezca la aparición de la vida social en la ciudad. Identifica tres tipos de actividades exteriores: las necesarias, ligadas a un mayor grado de obligatoriedad como traslados a lugar de trabajo o estudio; las opcionales, según deseo o disposición de tiempo y lugar; y las sociales o actividades resultantes, dependen de las dos anteriores. Existe una “estrecha relación entre la calidad de los espacios y las actividades exteriores” (Gehl, 2022, p.45), la que es determinante sobre todo en las actividades opcionales y, por consiguiente, en las sociales.
La calidad del entorno físico urbano influye también en la cantidad de personas que hacen uso de ese espacio, en la duración de cada actividad y cuáles son los tipos de actividades que puedan ser llevadas a cabo. Esto es clave ya que esas mismas personas y sus interacciones propician el desarrollo de nuevas actividades, como señala Gehl (2022), “la gente se siente atraída por la gente. Se juntan y deambulan con otras personas y tratan de situarse cerca de ellas. Las nuevas actividades empiezan en las proximidades de lo que ya está sucediendo” (p.31). Actividades en las que varía el grado de intensidad, desde lo más alto con personas íntimas, amigos cercanos o familiares, contactos casuales, hasta los contactos pasivos (de ver y oír) que sería la intensidad más baja. Es importante tener en cuenta incluso aquellas actividades de intensidad más baja, el estar cerca de otras personas “es al parecer más gratificante y está más solicitada que la mayoría de las otras atracciones que se ofrecen en los espacios públicos de las ciudades y los barrios residenciales” (Gehl, 2022, p. 37).
Ciudad desde los sentidos.
La experiencia, percepción de la ciudad y sobre todo las posibilidades de contacto y desarrollo de interacciones de calidad entre las personas es tremendamente sensorial (nuestra visión es considerablemente más amplia en un sentido horizontal que vertical), en donde la altura de los edificios y la ciudad pensada para el transporte en automóvil son factores claves en desmedro de las posibilidades de contacto, como era señalado recientemente, incluso aquellas de baja intensidad cumplen un rol en el sentirse parte de la ciudad y su comunidad. El conjunto de maneras en que se fomenta el contacto (en función de la visión y audición) indica que para el desarrollo de actividades sociales significativas, experiencias intensas, las conversaciones e incluso caricias se requiere estar de pie, sentados, tumbados o caminando, requiere cierta calma, proximidad y orientación. En palabras de Gehl (2022), “solo a “pie” puede funcionar una situación como oportunidad significativa para el contacto y la información, en la que el individuo se sienta a gusto y pueda tomarse su tiempo para experimentar, parar o participar” (p.82).
Conclusiones
Pensar la ciudad desde un enfoque humano (comprendiendo la escala en la que actúan sus sentidos) y desde una perspectiva como es el derecho a la ciudad presentan diversas conexiones, las más estrechas en temas de seguridad y calidad del entorno físico. El sexto componente del derecho a la ciudad establece que “una ciudad/asentamiento humano con espacios y servicios públicos de calidad que mejoren las interacciones sociales y la participación política, promuevan las expresiones socioculturales, abracen la diversidad y fomenten la cohesión social” (PGCD, 2019, p.9). El autor por su parte a lo largo de todo el texto plantea diversas características que debe tener un espacio público para que propicie el desarrollo de actividades sociales, que realmente invite a la mayor cantidad de gente primero a asistir o transitar por determinado lugar, que luego pueda permanecer por más tiempo y que la disposición física entre otros factores permitan una amplia gama de actividades e interacciones sociales. “Cuando todos los factores tienen la posibilidad de actuar conjuntamente (…), el resultado es una sensación de bienestar físico y psicológico: la sensación de que un espacio es, en todos los aspectos, un lugar agradable para estar” (Gehl, 2022, p.195).
Por el contrario, aquellos espacios públicos que no resultan en un lugar agradable, concentran una menor cantidad de personas, las estancias son más cortas y las actividades opcionales y sociales se ven disminuidas casi por completo. El hecho de que haya menos gente y actividades en ese espacio, no invita a que nuevas personas se acerquen, generando un proceso de auto refuerzo negativo.
En definitiva, indica Gehl (2022) que “los edificios bajos situados a lo largo de una calle están en armonía con el modo en que la gente se desplaza y con la manera en que funcionan los sentidos” (p.111), en contraparte, “los conjuntos edificatorios con espacios grandes, calles anchas y edificios altos se consideran a menudo fríos e impersonales” (p.79).
Referencias.
Gehl, J. (2022). La humanización del espacio urbano, la vida social entre los edificios. Editorial Reverté, 2da. Reimpresión, Barcelona Esp. ISBN: 978-84-291-2109-4
PGDC. (2019). Agenda del derecho a la ciudad. Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad. Recuperado de: https://www.right2city.org/wp-content/uploads/2019/09/A6.1_Agenda-del-derecho-a-la-ciudad.pdf