Habitar junto al mar

Diciembre 2022

Encontrar la sal, habitar la sal.

Revista Planeo Nº 54 | Habitar junto al mar | Diciembre 2022


[Por: Cristian Morales Pérez. Antropólogo. Docente de la carrera de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano]

Resumen

El presente artículo expone brevemente sobre la historia y la cultura de la sal de mar en el mundo humano, desde lo general a lo particular. Se presentan hitos de la historia universal asociados a los usos de la sal, así como datos históricos de la implementación de la producción salinera en Chile, con acento en las comunidades salineras del Chile central, portadoras de una tradición invaluable, habitantes de y con el mar

Palabras Clave: Salinas, Antropología, historia

Img 1. Salinas. Fuente: El Autor

Encontrar la sal, habitar la sal. La sal nos habita, es parte fundamental de nuestro organismo, sin ella, falla el sistema nervioso, el organismo completo se deteriora y colapsa. (Dastre, 1903; Bloch, 1963; Lemonier, 1996).El más temprano asentamiento humano asociado a la sal se remonta al 6000 A. C. en Zigong, China, incluso antes de la dinastía Han ya se extraía sal en esta ciudad, y se sigue haciendo. Ya hacia el 3000 A.C podemos hablar de cultura material y rutas de la sal. En torno a su uso para la conservación de cuerpos, humanos y no humanos, se data de 2000 A.C y se asocia a Egipto. (Kurlansky. 2003: 13)

Harlan Gilmore describe cómo sociedades enteras han decidido “salir de lo local” para obtener sal. Un recurso que ha abierto y ampliado los límites de muchas culturas, pero a su vez esto ha derivado, enfatiza el autor, en sociedades enteras adictas a esta roca (Gilmore, 1955:1004)

Históricamente han existido sociedades más cercanas a la sal que otras, Dastre en un estudio de 1903, titulado “Salt and its physiological uses”, explica cómo las sociedades con una dieta más cercana a la carne, a la leche, y a los pescados no tienden a salar sus alimentos, por otro lado las sociedades agrícolas tienden a depender mucho más de la sal. (Dastre, 1903:22834)

En América los imperios, azteca e Inca, producían sal. Particularmente el imperio Inca reconocía entre sus categorías censales trabajadores de salinas (Murra, 1984:65). Entre los mapuche, según las crónicas de Rosales, existe la voz chadi (‘sal’), aun así, según el cronista – explica José Toribio Medina (1882:184)- la sal, no era tan consumida por los mapuche como por los Incas. Además es muy probable que el consumo mapuche se viera influenciado producto de la relación con el Inca, nótese la similitud entre los vocablos quechua “Kachi» también “chachi” y el término mapuche “chadi”. Moulian et al (2015), dan otros ejemplos similares en las relaciones lingüísticas Quechua y Mapuche.

La primera crónica sobre Chile, de Jerónimo de Vivar, publicada en 1558, relata cómo la conquista del territorio estuvo en entredicho, producto de las mermas de sal en las tropas invasoras. Al alcanzar la zona central de Chile, los españoles habían agotado la sal recolectada en la zona norte, por lo cual se ven obligados -no sin su cuota de miedo- a buscarla en tierras inexploradas, hacia el mar, un lugar que llamaban Topocalma, donde según le informan sus guías indígenas, hay lagunas cercanas al mar donde se extrae la sal.

“Así los españoles iban temerosos que no la hallarían […] viendo que era invierno y que le parecía ser imposible haber sal, caminaron todos juntos, puesto que la duda iba oculta, aunque iba repartida entre todos, porque cada uno llevaba su parte”. (Vivar, 1966: 74-75)

Culmina el episodio con la descripción de un método que realizan los indígenas, de extracción de sal a mano, y la celebración del español ante la «suerte de hallar la sal». La sociedad europea a estas alturas dependía de un alto consumo de sal, siguiendo la retórica de Gilmore, una sociedad adicta a la sal[1]. Prontamente se implementaron salinas en toda la costa central, la distribución de estas salinas fue cambiando en el tiempo, pero nunca han dejado de existir.

Las últimas salinas de la costa central funcionando, se encuentran en las actuales regiones de O’Higgins y El Maule. En las localidades de Cáhuil, Barrancas y la Villa (Pichilemu). Lo Valdivia (Paredones). Y Yoncavén (Vichuqen). Entre la desembocadura de la laguna Cáhuil y la desembocadura del estero San Pedro de Alcántara, Boyeruca. Constituyen un territorio común; están relativamente cerca, con un paisaje similar, emparentados familiarmente y con una misma tradición. No tan lejos de Topocalma.

Un paisaje cautivador, como de otro planeta, el blanco radiante de la sal acumulada contrasta con el rojo de los cerros, la disposición geométrica de las piscinas salineras, y las herramientas de madera, anuncian la presencia humana, y evidencian un conocimiento transmitido por generaciones. (Sarovic, 2002: 48. Morales, 2019:07).

El sistema de piscinas y las herramientas son de origen europeo, (Quiroz, et al. 1986:118). Aún es posible encontrar en España y Francia sistemas de piscinas muy similares y herramientas casi idénticas. Todas estas, son salineras de tradición romana (Morére, 1994:235. Di Fraia, 2011:31). Ahora bien, todo indica que la población indígena local ya manejaba espacialmente los mejores sectores para implementar la extracción de sal, por eso el reconocimiento de Topocalma como un sector de sal, y producto de su relación fronteriza con el Inca, muy probablemente con conocimientos en torno a la producción salinera y sin duda en conocimiento del valor de la sal. Esto explicaría la pronta identificación de los beneficios del sistema romano y finalmente la adopción de este a su favor. Las poblaciones indígenas adoptan prontamente la técnica de evaporación por piscinas y las herramientas salineras, porque ya extraían sal antes. Cabe mencionar que parte de la comunidad salinera actual se identifica con esta población indígena que apropia inteligentemente una tecnología foránea en su beneficio. (Morales, 2019:21).

Hay una herramienta, que según nuestra consideración, cristaliza las condiciones históricas y culturales específicas en que se implementó el actual sistema de extracción salinera, durante el siglo XVI en el territorio. Hablamos de la Angarilla, herramienta de madera para trasladar sal, que aún se ocupa esporádicamente y que hasta hace una década, se ocupaba aún de forma extensa. La voz angarilla es de un castellano en desuso, cuya primera acepción es ‘camilla para transportar a pulso enfermos, heridos o cadáveres’ (RAE. 1.f. angarilla). Se asocia a una camilla simple e improvisada. (cf. Léxico Oxford; Diccionario Collins). Esto nos hace pensar, sobre la razón detrás de no ocupar simplemente carros para trasladar la sal y ocupar en su lugar camillas. Bueno, creemos que esto se explica por el contexto bélico de la conquista, un entorno en donde era mucho más probable encontrar camillas que carros. Hoy la Angarilla se ocupa muy poco, ha sido reemplazada por la carretilla, pero es sorprendente la cantidad de tiempo que se ocupó de forma sistemática, tomando en cuenta la variedad de opciones tecnológicas para resolver el traslado de sal. Según nuestra observación, esto en parte se explica por el alto apego que tiene el salinero por su trabajo y sus herramientas. (Morales, 2019: 21) Las familias de salineros y salineras del Chile central en algunos casos habitan frente al mar, en otros no, pero siempre cerca, siempre con el mar. Son portadores de una tradición invaluable, asociada a los albores de la historia en el territorio, y que continúa hasta nuestros días. Hoy esa continuidad está en entredicho, las condiciones económicas de salineras y salineros son complejas, año a año muchos deben acumular su sal a la espera de un precio justo de venta. Esto afecta en el recambio generacional salinero, los jóvenes miembros de familias salineras aprecian su actividad tradicional, pero les preocupa sus condiciones actuales y sienten incertidumbre por las futuras.

Bibliografía

Bloch, M. (1963). The social influence of salt. Scientific American, 209(1).

Dastre, M. A. (1903). Salt and its physiological uses. Scientific American Supplement, (1425).

De Augusta, F. (1916). Diccionario araucano-español y español-araucano. Santiago: Imprenta Universitaria.

Di Fraia, T. (2011). Salt production and consumption. En A. Vianello (ed.), Exótica in the prehistoric Mediterranean (pp. 26-32). Oxford: Oxbow Books.

 

Gilmore, H. (1955). Cultural diffusion via salt. American Anthropologist, New Series, 57(5), 1011-1015.

Kurlansky, M. (2003). Salt: A world history. Nueva York: Penguin.

Lemonier, P. (1996). Sal. En P. Bonte y M. Izard (eds.), Diccionario de etnología y antropología. Madrid: Akal.

Marius-Tiberiu, A. (2015). Anthropology of salt: Challenges of a new discipline. First International Congress on the Anthropology of Salt, 20-24 August, 2015. University of Iași, Rumania.

Medina, J. T. (1882). Los aborígenes de Chile. Santiago: Imprenta Gutenberg.

Mella, J. (1996). Historia urbana de Pichilemu: Origen y crecimiento. Pichilemu: Bogavantes..

Morales, C. (2019). Sal y salinas en Pichilemu. De la sal como materia a la cultura material de la sal. Bajo la Lupa, Subdirección de Investigación, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural.

Morére, N. (1994). La sal en la Península Ibérica. Los testimonios literarios antiguos. Hispania Antiqua, XVIII, 235-250.

Moulian, R., Catrileo, M. y Landeo, P. (2015). Afines quechua en el vocabulario mapuche de Luis de Valdivia. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, 53(2), 73-96.

Murra, J. (1984). Andean societies before 1532. En L. Bethell (ed.), The Cambridge history of Latin America. Volume I: Colonial Latin America. Cambridge: Cambridge University Press.

Quiroz, D. (2010). Los salineros de las costas del Chile Central. Historia, sistema productivo y herramientas. Santiago: CDBP.

Quiroz, D., Poblete, P. y Olivares, J. (1986). Los salineros en la costa de Chile Central. Revista Chilena de Antropología, (5), 103-120.

Sarovic, M. (2002). Los trazados de la sal. Lugar y paisaje: Transformaciones culturales, Cáhuil, VI Región. ARQ, (50), 46-49.

Vivar, J. de. (1996). Crónica y relación copiosa y verdadera de los reynos de Chile. Santiago: Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina.

[1] El tratado sobre la sal “Commentariorum de sale, libri quinque” escrito en 1579 por Bernardino Gómez Miedes, ensalza sus usos económicos, sus usos en la medicina, asi como atribuciones magico-religiosas.(Marius-Tiberio, 2015, p. 1)