Revista Planeo Nº 48 Cuidados, crisis, y ciudad; Julio 2021
[Por: FUNDACIÓN ESCALA COMÚN
Carole Gurdon; Arquitecta urbanista, Directora de Estudios Fundación Escala Común; Master en Urbanismo Escuela de Ciencias Políticas de París, Phd (c) en Estudios Urbanos FADEU Pontificia Universidad Católica de Chile / Laboratorio LVMT Paris-Est Sup.
Piera Medina; Arquitecta urbanista, Directora Ejecutiva Fundación Escala Común; Magister en Desarrollo Urbano Pontificia Universidad Católica de Chile, Diplomada en Arquitectura Sustentable UC]
Resumen:
En un contexto donde la crisis de la pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto las dificultades que ejerce el actual modelo de desarrollo productivo y urbano en relación a los cuidados en la ciudad, la presente columna reflexiona en torno a la relación entre el cuidado y la relevancia de la espacialidad en el desarrollo cognitivo de la infancia, aspectos que en conjunto entregan claves para avanzar hacia una planificación urbana con mayor pertinencia infantil en el diseño de los espacios públicos y de las lógicas funcionales de las ciudades. Desde una lectura de los sistemas urbanos actuales que sostienen la gestión del cuidado infantil en la ciudad, se señala la relevancia que tiene para la niñez la dimensión territorial en su desarrollo integral como un derecho que requiere ser visibilizado, y entendido como una oportunidad para avanzar hacia ciudades más integradas, saludables, y socialmente activas.
Palabras clave: Cuidado, geografías de la infancia, planificación urbana, espacio público
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La gestión de los cuidados en la ciudad comienza por una ciudad que cuida y entrega garantías para facilitar y fomentar las dinámicas cotidianas de las personas que habitan en ellas. Sin embargo, el modelo de desarrollo productivo y la mercantilización de los espacios urbanos han afectado tanto la morfología de las ciudades, como la vida cotidiana de las personas que las habitan (De Mattos, 2012; Ascher, 2007; Capel, 2002). Esto ha conducido a una disminución importante de la presencia de los niños/as en los espacios urbanos, aspecto que se ha visto reforzado en el contexto de la pandemia, impactando fuertemente su autonomía en términos de movilidad y uso de los espacios públicos. En un contexto en el cual el 88% de la población infantil de Chile (INE, 2017) habita en entornos urbanos, existe aún una gran brecha respecto de las garantías territoriales que se le otorgan a la niñez en las ciudades del país.
Adicionalmente, la llegada de la pandemia de Covid-19 ha evidenciado aspectos cruciales en la gestión de los cuidados de la infancia en la ciudad, generalmente afectando a la maternidad y equidad de género respecto al equilibrio entre lo laboral y lo doméstico. Estamos frente a una crisis respecto a los cuidados de la niñez que evidencia la importancia de la ciudad como una plataforma no sólo de encuentro, sino también, de soporte de actividades de cuidado fundamentales para la crianza.
Pero, ¿Qué implica todo ello?. ¿Por qué es importante incluir la mirada y las prácticas de los niños/as en la planificación urbana?
Entenderlo requiere traer a presencia la importancia que tiene la espacialidad en el desarrollo de la niñez desde una temprana edad. Los relatos de la cotidianeidad en los niños/as asientan un parámetro fundamental en la dimensión territorial de la infancia. Es a partir de su forma de relacionarse con los espacios urbanos que los niños/as activan habilidades tales como: la capacidad de autonomía y movilidad, la elaboración de mapas cognitivos, la construcción de una memoria de los lugares, el sentido de integración social y de pertenencia, entre otras. Se trata así de reconocer la trama de las rutinas cotidianas de los niños/as en los distintos espacios urbanos, más allá del espacio de juego en la plaza. Al desarrollar sus habilidades cognitivas y espaciales, los niños/as comienzan a enlazar sus experiencias con su percepción del mundo que los rodea (Medina, 2016). Si bien la autonomía es clave para el fortalecimiento de habilidades sociales del niño/a en el camino hacia su madurez, se entiende ésta como el resultado de un proceso continuo que busca como tal, ir progresivamente aumentando los grados en que el niño/a comienza a desenvolverse en las distintas esferas espaciales, según las etapas de crecimiento (Piajet, 1970; Muntañola, 1984). Permitirle a los niños/as desarrollarse en relación a su medio es un derecho que requiere así ser visibilizado.
Im1. Fuente: https://civicplan.ca/the-right-to-play-in-our-public-spaces/
En la actualidad, se está desarrollando a nivel internacional un número creciente de iniciativas enfocadas en otorgar mayor espacio a la experiencia de los niños/as en la ciudad y sus espacios públicos[1]. Todas ellas dan cuenta que, la localización del colegio respecto de las viviendas, la forma de desplazarse, los lugares de trabajo de los padres, así como el entorno urbano y las calles en los cuales se insertan las rutas infantiles, juegan un rol crucial en la gestión del cuidado infantil, y tienen consecuencia directa en la experiencia urbana de los niños/as, su desarrollo emocional y la manera que tienen de relacionarse con el mundo y construirse como seres sociales. Todas estas dimensiones implican remirar las lógicas de planificación urbana, poniendo énfasis en la vida cotidiana y el uso de los espacios desde un enfoque multidimensional que pone no solo a los niños/as, sino que a los sistemas familiares y de cuidado como componentes claves, ante lo cual se vuelve necesario diseñar y planificar desde una perspectiva inclusiva con la infancia y sus cuidadores como un primer eslabón de nuestra sociedad.
Más allá de la movilidad, el desplazamiento, y la seguridad vial, –aspectos fundamentales–, la planificación urbana debe tomar en cuenta la experiencia y emociones que surgen desde las prácticas sociales asociadas a la movilidad activa en la ciudad, y su aporte en el desarrollo cognitivo, motor, sensorial, espacial, y social de los niños/as. La infancia abre espacios sociales que son totalmente distintos a los de otras etapas de vida, ya que a partir de sus vínculos espontáneos se convierten en motores de activación de la sociabilidad; los niños/as tienen la habilidad de abrirse a lo desconocido a través del juego, donde surgen vínculos sin juicios y con un gran sentido de equidad. Esto genera inclusión y entrega elementos que son necesarios para generar sociedad. La cultura del juego tiene que ver con unas de las principales cualidades de la ciudad: la exploración, el disfrute, y el encuentro, todas ellas necesarias para la condición urbana. Por otra parte, a través del juego infantil los lugares se resignifican, adquieren distintos y nuevos sentidos e interpretaciones, no solo para los niños/as, sino que también para las comunidades que los habitan. No obstante, sin sistemas urbanos que permitan el despliegue de tales habilidades, la ciudad pierde su capacidad de acompañar el proceso de crianza y desarrollo infantil.
Una ciudad más inclusiva y amigable para todos –una ciudad que cuida– es aquella que piensa en las lógicas y prácticas cotidianas de sus habitantes y que incorpora a la infancia y a los sistemas familiares y comunitarios como componentes claves de la vida cotidiana en la urbe y sus espacios públicos. Una ciudad que cuida debe incorporar las prácticas y también la escala corporal de todas las personas que habitan en ella.
Im2. Fuente: Fundación Escala Común
Para la infancia, la dimensión de la proximidad cobra relevancia, y sitúa al barrio como espacio natural para el encuentro y la sostenibilidad del cuidado. “Sobre el espacio cotidiano, operan las prácticas infantiles” (Delgado, 2007: 267) posicionando al barrio como un eslabón significativo para comprender aquellas dimensiones del cuidado de los niños/as en la ciudad. La dimensión barrial permite una aproximación hacia espacios de lo cotidiano, aquellos lugares que relacionan el contexto inmediato con las prácticas de la niñez, permitiendo el desarrollo de redes que estructuran el crecimiento de la persona (Riviere, 2012). El barrio se configura entonces, como el espacio natural de la infancia, aquel lugar que ordena los espacios que ellos reconocen en un radio cercano a su casa y que les otorgan sentido de pertenencia desde una edad temprana: parques, plazas, calles, locales y vecinos; espacios en los que transcurren sus vidas, donde crecen, y adquieren hábitos y habilidades (Martinez, 2005; Medina, 2016). El barrio es para el niño/a su ámbito de vida, el lugar donde se define fuera del tiempo de clases, donde se puede mover seguro. La escala de lo próximo es así fundamental para la construcción del conocimiento e identidad (ibídem; Tonucci, 2006). Desde ahí surge la ‘noción de barrio’, vinculado a esa experiencia primera, que tuvo lugar en ese espacio que vivimos cuando chicos (Delgado, 2007). En efecto, como consecuencia de la pandemia, el barrio ha vuelto a recuperar ese espacio social y cotidiano para las personas y las familias, reactivando en muchos casos, el sentido comunitario que los niños/as requieren para desarrollar sus habilidades socioemocionales. Quizás aquí está, y ha estado siempre, la clave a una mayor inclusión infantil y de los cuidados en la ciudad.
Por ello, el uso, la presencia y el cuidado de los niños/as en las ciudades, no sólo viene a ser una clave en el bienestar infantil y desarrollo de habilidades cognitivas fundamentales en su desarrollo integral, sino que además, entrega claves para avanzar hacia ciudades más seguras, amigables, inclusivas para todos, siendo un indicador de calidad de los espacios urbanos, desafíos que se hacen aún más urgente durante y luego de la pandemia.
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Referencias bibliográficas
Ascher F. (2007); “Los nuevos principios del urbanismo”; Ed. Alianza ensayo, España.
Bourdieu P. (2010); “Efectos de lugar”; en P. Bourdieu: La miseria del mundo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, pp.119
Capel, H. (2002); “La morfología de las ciudades: La sociedad, cultura y paisaje urbano”; Ediciones del Serbal, Barcelona.
Delgado, M. (2007); “Epílogo: en busca del espacio perdido”. En “Sociedades movedizas: pasos hacia una antropología de las calles”
De Mattos, C. (2012); “Gobernanza neoliberal, mercantilización de la vida social y metamorfosis urbana en América Latina”, (PUC), Santiago de Chile.
Martinez N. (2005); “Reflexión sobre los espacios de los niños en la ciudad. Revista Arquitectura y Humanidades. Disponible en: http://architecthum.edu.mx/Architecthumtemp/ensayos/norma- martinez.htm
Medina P. (2016); “Geografías de la Infancia: morfología barrial: accesibilidad y autonomía de los niños/as en la ciudad”; Tesis de Magister en Desarrollo Urbano UC, Disponible en: https://estudiosurbanos.uc.cl/exalumnos/geografias-de-la-infancia-morfologia-barrial-accesibilidad-y-autonomia-de-los-ninos-as-en-la-ciudad/
Muntañola J. (1984); “El niño y la arquitectura: Manual introductorio sobre la enseñanza de la arquitectura y el urbanismo en las escuelas”; Colección didáctica del medio ambiente, Serie B, Ciencias Sociales y Medio Ambiente. Oikos-Itau
INE (2017); “Estadísticas demográficas” Instituto Nacional de Estadísticas
OCDE (2021); “PwC Women in Work Index 2021 Chile”; https://www.pwc.com/cl/es/publicaciones/PwC-Women-in-Work-Index-2021-Chile.pdf
Piaget, J. (1970); “Teorías de Piaget: Psicología de la inteligencia”, (Editorial Psique), Buenos Aires.
Riviere C. (2012); “Children’s autonomy and our relationship with public spaces”. Revista Metropolitiques No7, Noviembre 2012
Tonucci F. (2006); “La ciudad de los niños; un nuevo modo de pensar la ciudad”, (Fundación Germán Sanchez R.), España.
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Notas:
- [1]El proyecto “The City at Eye Level for Kids” de la Fundación Bernard Van Leer que se constituye como una plataforma abierta de difusión de iniciativas locales enfocadas en la creación de espacios urbanos amigables para los niños/as (2018-2019): https://thecityateyelevel.com/app/uploads/2019/06/eBook_CAEL_Kids_Book_Design_Kidsgecomprimeerd.pdf
- La guía de diseño y planificación “Cities Alive. Diseñando para la Infancia” de ARUP (2017)
- La guía de diseño y planificación “Streets for kids” de NACTO (2020)
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