Cuidados, crisis, y ciudad

Julio 2021

Crisis sanitaria y la organización social de los cuidados: hacia una ciudad del cuidado

Revista Planeo Nº 48 Cuidados, crisis, y ciudad; Julio 2021


[Por: Roxanna Ríos, Arquitecta (UC), Magíster en Desarrollo Urbano (IEUT UC), Profesional Laboratorios Urbanos, Unidad de Política y Práctica, Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS).

Martín Álvarez, Sociólogo (UC) Magíster en Desarrollo Urbano (IEUT UC), Profesional Laboratorios Urbanos, Unidad de Política y Práctica, Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS).]

 

RESUMEN

La crisis sanitaria ha agudizado la carga de trabajo reproductivo y de cuidado(s), y profundizado desigualdades estructurales y simbólicas asociadas al rol de cuidado que histórica y culturalmente se ha asignado a las mujeres. Las desigualdades de género se expresan en la construcción binaria de la ciudad actual, que separa las funciones productivas de las reproductivas, invisibilizando las tareas de cuidado. El enfoque de género sobre la ciudad ha contribuido a visibilizar los cuidados y la interdependencia como fundamentales para la reproducción de la vida, y, por lo tanto, claves para el derecho a la ciudad y la calidad de vida urbanas. La desigualdad de género en la responsabilidades reproductivas y domésticas se encarnan en la movilidad e inmovilidad del cuidado, las que limitan la autonomía de las mujeres, al reducir los espacios y tiempos de movilidad, e impedir el acceso a oportunidades y servicios que ofrece la ciudad. La nueva convención constitucional, plantea una oportunidad para repensar nuestras ciudades e integrar el derecho a la ciudad y la organización social de los cuidados.

Palabras clave: Cuidados / Movilidad / Pandemia

 

Im1. Fuente: Cedeus

Emergencia sanitaria y trabajo reproductivo

La crisis sanitaria tiene efectos dispares en nuestra sociedad, impactando con mayor fuerza en las mujeres. Se ha agudizado el trabajo reproductivo y de cuidado(s), asociado histórica y culturalmente al sexo femenino.

Con respecto a las labores de cuidado, el informe Movid 19 (Monitoreo Nacional de Síntomas y Prácticas COVID-19 en Chile, 2020) señala que un 42% de las mujeres son cuidadoras de otros/as, tarea que deben compatibilizar simultáneamente con otras labores (situación también conocida como triple jornada laboral). En comparación, mientras un 22% de las mujeres ha aumentado más de 8 horas su carga diaria de cuidados, solo 13% de los hombres lo ha hecho. La brecha de género para el resto de las actividades domésticas (cocinar, aseo, hacer las compras, entre otros) es similar, intensificando la carga de trabajo femenina. A modo de ejemplo, el coronavirus provocó el cierre masivo de establecimientos educacionales, pero el rol de educadores ha sido asumido casi exclusivamente por las mujeres. Tal como destaca el estudio del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, realizado en conjunto con ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género (Bravo et al., 2020), el 71% de los hombres dedicó cero horas semanales al acompañamiento de sus hijos en deberes escolares.

La pandemia también impactó en mayor medida a la ocupación y a las condiciones laborales de las mujeres. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2020), las ramas de actividad económica donde se observa una mayor ocupación femenina han sido las más golpeadas. Durante la pandemia, 900.000 mujeres han perdido sus puestos de trabajo en Chile. Entre ellas, un 88% reporta que les es imposible volver a buscar un empleo. El fenómeno anterior se manifiesta en que la tasa de participación laboral femenina en el año 2020 fue de 45,3%, la más baja desde el año 2010.

Estas desigualdades estructurales y simbólicas se (re)conectan con el trabajo reproductivo. Gran parte de las mujeres (33,9% de acuerdo con el INE, 2020) declara como razón principal para no insertarse en el mercado laboral, el tener que realizar labores familiares permanentes, como el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados en sus hogares.

La insostenibilidad de la organización doméstica y social de los cuidados tensiona otras inequidades preexistentes que afectan a las mujeres. El estudio “Termómetro de la Salud Mental en Chile” (2021) ha señalado que la prevalencia de síntomas de salud mental muestra una clara brecha entre hombres y mujeres (8,5% en hombres versus un 25,7% en mujeres). Respecto a la salud física, las mujeres están más expuestas al contagio del coronavirus en comparación con los hombres (más del 70% de la fuerza laboral en salud son mujeres); además, el evidente riesgo producido por los confinamientos ha desembocado en el aumento exponencial de los casos de violencia intrafamiliar (VIF) (CIPER, 2021).

(In)movilidad de los cuidados

La “movilidad del cuidado” (Sánchez de Madariaga, 2009) identifica la importancia que cobran los viajes asociados al cuidado, que suelen ser invisibilizados tanto en el cálculo de las políticas urbanas, como en la planificación urbana. La ciudad contemporánea separa las funciones de trabajo y de habitar de forma binaria, al ser pensada desde la experiencia de un sujeto tipo que es “hombre, blanco, de clase media y con vehículo propio” (Colectivo Punt6, 2019). La planificación del transporte también se encuentra construida siguiendo esta lógica, al priorizar viajes laborales y lineales por sobre los demás.

Los viajes femeninos asociados al cuidado son complejos, concatenados y poligonales. Los hombres, en cambio, tienden a realizar viajes lineales que, histórica y culturalmente, se vinculan a las actividades productivas y autónomas. Este contraste se basa en un modelo de familia nuclear, que asume la existencia de “hombres champiñón”. En otras palabras, hombres libres de cargas o necesidades de cuidado y completamente disponibles para el empleo (Pérez, 2006). Atendiendo a esta perspectiva, el enfoque de género sobre la ciudad ha contribuido a visibilizar la interdependencia como una de las características principales de los cuidados. La economía feminista plantea una visión amplia del cuidado, reconociendo que todos y todas somos seres interdependientes a lo largo de nuestra vida y que alternamos posiciones continuamente, pero con diferentes grados de dependencia.

La interdependencia es expresada en el par dicotómico de movilidad-inmovilidad. En primer lugar, la inmovilidad de muchas mujeres permite el privilegio de la movilidad de otras personas. En segundo lugar, la movilidad del cuidado no es una decisión individual; diferentes negociaciones y organizaciones ocurren dentro de “los miembros del hogar y las redes en las cuales se insertan” (Jirón & Gómez, 2018). La desigualdad en la responsabilidad del cuidado —que recae principalmente en mujeres y se encarna en la movilidad e inmovilidad del cuidado— limita la autonomía de las mujeres, al reducir los espacios y tiempos de movilidad, e impedir el acceso a oportunidades y servicios que ofrece la ciudad.

Además del género, otras características personales (ej. etnia, edad, religión, clase y discapacidad) influyen en cómo las personas experimentan el espacio y requieren de una mirada interseccional, que visibilice la exclusión urbana de colectivos de sujetos (Soto, 2018). Las mujeres vulnerables experimentan más desigualdades en su movilidad cotidiana. Por un lado, deben sortear obstáculos a diario —entre ellos, barreras físicas (urbanas), culturales (patriarcado), perceptuales (victimización) y económicas (precarización)—, en entornos urbanos deprivados y muchas veces sin contar con una red de apoyo ni recursos para facilitar sus trayectos. Por otro lado, la pandemia ha profundizado su inmovilidad, a partir de limitaciones al desplazamiento, el cierre de establecimientos educacionales, y de las diversas medidas autoimpuestas por el miedo al contagio.

Reflexión: hacia una ciudad del cuidado     

La nueva convención constitucional plantea una oportunidad para integrar el derecho a la ciudad y la organización social de los cuidados. El derecho a la ciudad se debe garantizar a través de un cambio de paradigma con el que planificamos y construimos ciudades. Necesitamos ciudades que pongan en el centro la vida de las personas, sin homogeneizar los usos o actividades que estas pueden desarrollar (Valdivia, 2018). Una ciudad del cuidado requiere de su visibilización y de otorgar espacios y tiempos para este (Colectivo Punt6, 2019), en línea con una visión “universal y multidimensional” (Serey y Giaconi, 2020), que implique tanto el derecho a recibir cuidados, como el derecho a elegir si se desea cuidar o no (Pérez, 2006).

Es tanto la movilidad como la inmovilidad del cuidado, las que permiten la ilusión de un sujeto productivo y autónomo. Reconocer la interdependencia como algo universal, requiere asumir su responsabilidad no como algo individual y privado, sino social y político (Carrasco, Borderías y Torns, 2011, en Valdivia, 2018). La falta de apoyo y co-responsabilidad en los cuidados —tanto por parte de otros miembros de familia y redes sociales, como por instituciones y políticas públicas— implica que las mujeres que cuidan, subsidian con su calidad de vida el deber de la sociedad de contribuir a la reproducción de la vida.

Avanzar hacia una ciudad cuidadora implica transformarla para la sociabilización de los cuidados (Rico & Segovia, 2017). Y, a través de planificación urbana y políticas públicas, integrar las necesidades de grupos que hoy no son considerados, para generar ciudades más justas e inclusivas para todas las personas.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Jirón, P. & Gómez, J. (2018). Interdependencia, cuidado y género desde las estrategias de movilidad en la ciudad de Santiago. Tempo Social, 30(2), 55-72. https://doi.org/10.11606/0103-2070.ts.2018.142245

Monitoreo Nacional de Síntomas y Prácticas COVID-19 en Chile (MOVID-19). (2020). ¿Cuál ha sido el impacto de la pandemia en las labores de cuidado? Un análisis desde una perspectiva de género. https://www.movid19.cl/publicaciones/once-informe/

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Sánchez de Madariaga, I. (2009). Vivienda, movilidad y urbanismo para la igualdad en la diversidad: ciudades, género y dependencia. Ciudad y territorio: Estudios territoriales,  41(161-162), 581-598. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3105978

Segovia, M., Pérez, G. (9 de marzo de 2021). Violencia contra la mujer en la cuarentena: denuncias bajaron 9,6% y llamadas de auxilio aumentaron 43,8%. CIPER. Recuperado en https://www.ciperchile.cl/2021/03/09/violencia-contra-la-mujer-en-la-cuarentena-denuncias-bajaron-96-y-llamadas-de-auxilio-aumentaron-438/.

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Valdivia, B. (2018). Del urbanismo androcéntrico a la ciudad cuidadora. Hábitat y sociedad, (11),  65-84. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6695842