Territorios Gastronómicos

Abril 2020

AGRICULTURA, COMUNIDAD Y ESPACIO PÚBLICO: LAS HUERTAS URBANAS DE LA REINA

Revista Planeo Nº 43  Territorios Gastronómicos, Abril 2020


[Por: Diego Irizarri, Geógrafo (U. de Chile), Estudiante de Magíster en Asentamientos Humanos y Medioambiente UC]

Resumen:

Fue en los años 80 que Julia María Franco, fundadora de los huertos urbanos de La Reina, imaginó la posibilidad de implementar un sistema de huertos comunitarios similares a los que vió en su paso por Inglaterra y Estados Unidos, donde distintas comunidades de vecinos se organizaban y mantenían diversas tipologías de huertos productivos en espacios públicos de la ciudad. Algo poco conocido y muy ajeno a las formas hegemónicas de planificación urbana y comunitaria existentes en Chile en ese momento, y que incluso hoy no cuentan con suficientes espacios y mecanismos para ser implementados. Así, pasarían décadas antes de que este proyecto se concretara gracias al apoyo de la gestión municipal de Fernando Castillo Velasco en la década de los 2000. Con estos antecedentes, y desde la curiosidad e ímpetu de Julia María, lentamente se fue fraguando un proyecto que terminaría siendo uno de los huertos urbanos de referencia en el país, el cual en casi 20 años de existencia ha logrado establecer un modelo de gestión y organización que permite a los vecinos de la comuna de La Reina cultivar sus propios alimentos y disfrutar de los beneficios de la colaboración colectiva y el contacto con la naturaleza.

Palabras Clave: Agricultura urbana, gestión colectiva, espacio público

 

La emergencia de los huertos y la agricultura orgánica urbana en los espacios urbanos ha seguido distintos caminos y formas en Europa, Estados Unidos, y Latinoamérica. Europa, por un lado, ha sido pionera en el establecimiento de huertas municipales desde mediados del siglo XX, proceso que fue impulsado inicialmente por la necesidad de los habitantes urbanos de contar con suministro de alimentación durante la segunda guerra mundial, pasando hoy a ser parte integral de la planificación urbana y de los programas de bienestar de diversas ciudades en ese continente. Por otra parte, en Estados Unidos los huertos urbanos vieron su emergencia en ciudades golpeadas por crisis económicas que llevaron a su desindustrialización en los años 70, fomentando movimientos ciudadanos para implementar medidas paliativas, no siempre con apoyo municipal o estatal. Ya en Latinoamérica, la agricultura urbana fue durante mucho tiempo un hecho en gran parte de las ciudades en proceso de expansión urbana, especialmente en países de menores ingresos. Chile, por otra parte, ha tenido en si historia de planificación urbana un escaso acercamiento a la agricultura como elemento de planificación y de integración con la trama urbana y social, lo cual ha aumentado las brechas y dicotomías entre usos considerados urbanos y usos considerados rurales, limitando las posibilidades para la emergencia de la agricultura urbana.

Imagen 1. ¿Qué son las Huertas Urbanas de La Reina?

En este contexto, Julia María Franco, vecina de la comuna de La Reina, impulsó y dirigió la implementación de uno de los huertos urbanos de mayor relevancia del país, bajo dos grandes pilares que se complementan entre sí y que dan cuenta de la relación constante entre ciudad y alimentación: Por una parte, el espacio público como sostenedor de proyectos comunitarios, y por otra parte, la alimentación sana como forma de vida alternativa para los habitantes urbanos. La historia de los huertos urbano de La Reina se remonta a principios de la década de los 2000, cuando Julia presenta al alcalde de la época, Fernando Castillo Velasco, un proyecto que implicaba la activación de un espacio público residual para la agricultura, de carácter abierto, integrado a la ciudad y que pudiera ser transitado y disfrutado por sus habitantes. El proyecto de ese entonces fue aprobado por unanimidad por el concejo municipal, y tuvo un importante apoyo del municipio antes de que conformara la corporación Aldea del Encuentro, donde hoy se ubican las huertas. Sin duda, el proyecto se anclaba muy bien a la visión de ciudad y comunidad que sostenía el alcalde, quien fuera históricamente el impulsor de diversos proyectos urbanos de gran trascendencia para la comuna.

Imagen 2. Huertas urbanas en invierno. Créditos de la imagen: Julia María Franco, 2020.

El huerto se planteó desde su inicio como un espacio para los vecinos, que sirviera de base para fortalecer la red de relaciones entre personas de origen, edad y profesión diversos. Así, se planificaron 6 sectores de cultivo y lotes de 16 metros cuadrados por vecino, así como un conjunto de espacios comunes para el tránsito de las personas, permitiendo una permeabilidad que aumentara su potencial como espacio público para la comuna. Sin embargo, el huerto se vio enfrentado a los vacíos normativos en cuanto al uso del espacio público municipal por parte de los vecinos, lo cual frenó durante años el proyecto, y que da cuenta de una de las principales trabas para la consolidación de estos espacios a nivel comunal y urbano: no existen protocolos, y la gran mayoría de los municipios no tienen ordenanzas ni incentivos para la implementación de huertos urbanos en suelo público. Al no existir antecedentes previos respecto a la figura que permitiera a los vecinos hacer uso del suelo público para producción de alimentos, se logró implementar en 2006 un sistema de mediería en que el 50% de la producción queda a disposición del programa para su comercialización, y el 50% a disposición de los huerteros. Adicionalmente, se implementó un protocolo de trabajo por etapas que asegurara la participación de los vecinos y se consolidara un sistema de trabajo que velara por la continuidad del proyecto y la responsabilidad compartida de su mantención, donde cada vecino debe disponer de un conjunto de horas para trabajo comunitario (desmalezar, podar, obras de carpintería, entre otros), y un periodo de prueba para cada miembro para luego pasar a formar parte del programa, que se consolidó como un programa municipal con continuidad independiente de cada gobierno de turno. Asimismo, con la implementación de la Ecoferia de la Reina, en el mismo terreno donde se emplazan las huertas, los miembros participan de la venta semanal del plantas y semillas como ingreso adicional para el proyecto, lo cual también ha fortalecido el sentido de responsabilidad comunitaria.

Imagen 3. Las Huertas de La Reina están cruzadas de senderos públicos que lo hacen permeable a toda la comunidad.

Todo lo anterior da cuenta de la importancia central de la gestión colectiva como pilar fundamental de las experiencias de huertos urbanos, la cual debiera ser flexible y adaptable a cada caso en particular ya que en Chile cada municipio y cada comunidad tiene condiciones diferentes. Julia María, al respecto, comenta sobre la importancia de que se experimente con modelos diversos capaces de dar respuesta a las diferencias de contexto en las que se producen estas experiencias, especialmente en un contexto nacional donde existen cuestiones estructurales de desigualdad que pueden impedir el desarrollo de este tipo de proyectos en comunas y comunidades vulnerables que, justamente, son las que se pueden ver mayormente beneficiadas en distintos frentes: seguridad alimentaria y alimentación sana, fortalecimiento de las redes sociales, mejor salud (especialmente para adultos mayores), y participación. Lamentablemente, hay una escasa difusión y conocimiento de los beneficios de la agricultura urbana, y no existen políticas públicas que la aborden como parte integral de la planificación y del bienestar social, a diferencia de otros países que la promueven de forma activa.

Imagen 4. Venta de plantas del vivero comunitario en la Ecoferia de La Reina, atendida por los vecinos que cultivan en las huertas.

La implementación de proyectos como el de las huertas urbanas de La Reina permite ver de modo concreto cómo es posible integrar de forma efectiva espacios para el beneficio de la comunidad en un cruce multidimensional entre oficios agrícolas, espacio público urbano, regeneración ambiental, participación comunitaria, salud pública, sustentabilidad y soberanía alimentaria. Las actuales políticas municipales en esta materia son escasas y requieren de una actualización y esfuerzo por facilitar la agricultura urbana para el beneficio de sus comunidades. La experiencia de La Reina releva no sólo el valor de la agricultura urbana per se, si no también la importancia de contar con una organización sólida pero flexible, que integre a la mayor diversidad de personas, activando las redes sociales locales y la generación de vínculos entre vecinos, lo cual podría decirse que es uno de los más importantes valores de este tipo de espacios. Así, la agricultura urbana puede ser entendida como un motor para el bienestar social en las ciudades, y a los huertos urbanos como un espacio público que no solo cumple un rol ornamental sino también un espacio productivo social, ambiental y económicamente.

NOTA: este artículo fue escrito con base en una entrevista realizada a Julia María Franco, fundadora de las huertas urbanas de La Reina, a quien agradezco por su colaboración.