Territorios y Paisajes

Septiembre 2018

Un Contragolpe del punto cero colonial

Revista Planeo Nº 37  Territorios y Paisajes, Septiembre 2018


[Por Claudio Alvarado Lincopi; Comunidad historia mapuche; Estudiante de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos PUC]

 

Resumen

El paisaje construido como alabanza a la Patria. Una celebración de la historia nacional, hacer espacio para contemplar el devenir de Chile. Es que mirar desde los pies de Pedro de Valdivia es sentir su poderío fundador: el hecho de conquista como lugar de observación. Pareciese que el colonialismo todavía define nuestra mirada, conduce nuestros ojos, los adiestra para sentir la magnificencia eurocéntrica que da fisionomía a nuestras urbes latinoamericanas.

Desde la esquina nororiente de la Plaza de Armas se abre ante la mirada pública la arquitectura utópica de la historia patria, Chile y su existencia, lo que fue en un momento quimera de conquista hoy se nos presenta edificada, real, palpable. El punto cero colonial hasta hoy irradia su sentido histórico. El galope tranquilo y sereno del conquistador y su corsel, marcando el paso de siglos, desde el naturalismo de la Palma chilena hasta el acero, hormigón y vidrio de la arquitectura neoliberal, pasando, por supuesto, por el neoclásico de Toesca en la Catedral. Siglos resumidos en un paisaje, la patria contenida en un espacio.

Aunque claro, todo espacio utópico se desvanece en el aire. Las contradicciones se cuelan en cada paso. La heterotopía asoma, emerge constantemente el otro de la patria blanqueada, brota su cuerpo que determina el sentido último del paisaje fundador. Así, como Jameson cuando reflexiona sobre la “mutación del espacio construido” producto de la arquitectura posmoderna (1991), es factible pensar que la utopía nacional escenificada se desmorona cuando perforamos el primer paisaje, se fragmenta, vive una descomposición inevitable; se cuela el otro en la ciudad

Palabras clave: Paisaje, Otros, Santiago de Chile