Revista Planeo Nº 37 Territorios y Paisajes, Septiembre 2018
[Por: Catalina Loren Santana, Antropóloga Social, Universidad de Chile, Diplomada en Planificación y Gestión Urbana Integrada, Universidad Católica de Chile, ONG Observatorio CITé]
Resumen
El aumento y diversificación en el uso de metodologías participativas para el trabajo socio territorial ha surgido como respuesta a nuevos modos de conceptualizar y entender el entorno que habitamos. Es así como la perspectiva teórica del paisaje ha permitido vincular aspectos medioambientales, ecológicos y objetivos del territorio, con elementos subjetivos tales como valorizaciones sociales, patrimoniales o dinámicas locales, donde se hace necesario observar lo que no es evidente a simple vista. Es por esto que en el último tiempo se han desarrollado innovadores instrumentos para la implementación de procesos participativos territoriales, donde por medio de nuevos modos de visualizar y representar el espacio habitado, las personas logran generar una reflexión y consenso colectivo respecto a su hábitat. La técnica de “Construcción de Paisajes” desarrollada por Iconoclasistas ha resultado ser un instrumento esencial en esta labor, en la cual por medio de la utilización de fotografías y diversos recursos gráficos los habitantes logran representar problemáticas o temáticas de interés asociadas a su entorno, desarrollando procesos creativos y dinámicos que invitan a una vinculación entre razón e intuición, para lograr finalmente una planificación y gestión integral, sostenible y participativa del territorio
Palabras clave: Metodologías Participativas, Cartografía, Paisaje.
En el último tiempo hemos sido testigos de la apertura de instituciones públicas y privadas al desarrollo de cada vez más diversos procesos de participación ciudadana, además de la formulación de políticas y proyectos que vinculen de mejor modo a ejecutores y beneficiarios por medio de lógicas colaborativas. Es así como las intervenciones a nivel territorial no han quedado exentas de estos procesos, desplegándose así diferentes modalidades de trabajo con los habitantes, las cuales van del orden de mesas intersectoriales que buscan dialogar y llegar a acuerdos entre las partes, a iniciativas que los involucran activamente en la planificación y gestión de su entorno, empoderándolos y capacitándolos en esta labor. De este modo, los instrumentos y técnicas empleadas en estas instancias cada vez se han ido complejizando más, a partir de una mayor reflexión y vinculación teórica respecto a los contextos en los que se aplican, así como también, por los aprendizajes obtenidos en estas experiencias.
Es en relación a esta vinculación entre teoría y técnica que el concepto de paisaje ha resultado altamente provechoso, dotando de un carácter histórico, dinámico y escalar al territorio, permitiendo la exploración de nuevos modos de visualización y entendimiento del entorno por parte de sus habitantes. Tal como señalaba el geógrafo Milton Santos, el paisaje representa un conjunto de formas capaces de expresar las herencias sucesivas de relaciones localizadas entre naturaleza y ser humano, reuniendo objetos pasados y presentes, teniendo así un carácter transtemporal asociado a una geografía retrospectiva que recupera la memoria del pasado, en la cual el paisaje como instrumento de trabajo permite aproximarnos a esas etapas pretéritas desde una perspectiva de conjunto (SANTOS, 2000).
De este modo, incorporar la dimensión del paisaje ha permitido un cambio de paradigma en la planificación, que dinamiza la gestión del territorio al considerar enfoques cualitativos, participativos y propositivos, conociendo en profundidad sus historias, dinámicas propias y características de las comunidades que lo habitan, para lo cual los instrumentos que se aplican deben contar con una variedad de tipologías, ya sean estas cartografías, textos, relatos o imágenes que permitan ajustarse a cada contexto. Por otra parte, la reaparición de la idea de paisaje responde a la necesidad de atender problemáticas medioambientales y ecológicas, ya que su consideración permite el entendimiento de los lugares en una lógica escalar, la cual vincula procesos naturales con valoraciones sociales, patrimoniales y económicas de manera compleja. El paisaje presentaría territorios humanizados, al reunir lo natural, cultural e identitario, siendo el ser humano una parte integral del sistema ambiental que habita, logrando desarrollar así su protección, planificación y gestión de manera completa y sostenible (GARCÍA & BOROBIO, 2012).
Esta transformación en la conceptualización del territorio ha traído aparejado el desafío de explorar nuevas e innovadoras herramientas, instrumentos y técnicas para su aproximación y entendimiento en procesos de participación ciudadana, en los cuales se logre plasmar las interpretaciones sociales, culturales e identitarias de la población respecto a su experiencia de habitabilidad en ellos. Es así como la cartografía resulta ser un medio visual provechoso para estimular la intuición, creatividad y acción en el observador, al inducirlo a una lógica imaginativa, perceptiva y reflexiva sobre su entorno, haciendo aflorar aquello que no es evidente y posibilitando nuevas lecturas respecto a éste. Así, la cartografía permitiría resolver esta aparente contradicción entre razón e intuición, dado que por un lado presenta elementos objetivos del territorio, pero a su vez, hace emerger los aspectos subjetivos que se vinculan a ellos, permitiendo anticipar transformaciones en los paisajes e invitando a su proyección y apropiación por parte de sus comunidades. Es por esto que, para la utilización de la cartografía debemos recurrir a todos los recursos que complementen y complejicen el territorio, con el fin de realizar una caracterización toponímica y extensiva de ellos, que enfaticen en sus narrativas y singularidades, donde la idea de paisaje permite visibilizar la escala humana e histórica de los territorios (BOROBIO & GARCÍA, 2011).
Es a partir de esta aproximación conceptual y metodológica del paisaje que se rescata la experiencia del dúo argentino Iconoclasistas, los cuales tienen una vasta experiencia respecto investigación territorial colaborativa, uso de cartografías críticas y experimentación con arte gráfico de código abierto, invitando por medio de su aplicación a prácticas de resistencia y transformación social.
Dentro de sus múltiples herramientas, las cuales son presentadas en el “Manual de Mapeo Colectivo”, encontramos la técnica de Construcción de Paisajes la cual consiste en la elaboración de un collage fotográfico que presenta un relato visual respecto a panoramas urbanos, en el cual se problematiza y analiza determinada temática de interés en la comunidad a partir de recursos gráficos. Las fotografías utilizadas pueden ser obtenidas en una etapa previa de deriva o recorrido territorial, donde los participantes registran las escenas que para ellos se vinculan de mejor modo al tema a trabajar, o pueden corresponder a fotografías previamente capturadas, las cuales sean seleccionadas por los asistentes para la sesión de trabajo en función de sus objetivos y expectativas. Posteriormente, con estas fotografías se construyen colectivamente paisajes arquetípicos, los cuales no necesariamente reflejan la realidad del territorio, sino que buscan generar paisajes que reflejen situaciones emblemáticas, visibilizando conexiones, responsables, resistencias o transformaciones. Las fotografías se pueden combinar entre sí y también se pueden sumar nuevos recursos, tales como dibujos u otros elementos gráficos para su adecuada representación (RISLER & ARES, 2013).
La herramienta de la cartografía participativa o mapeo colectivo ha acompañado a este cambio de paradigma en la aproximación al territorio, donde se considera una nueva conceptualización, la del paisaje, modificando así también los modos de gestionarlo y planificarlo. De esta manera, a partir del análisis de las diversas escalas que representa un paisaje se logra vislumbrar los elementos históricos y patrimoniales del territorio, sus dinámicas y modos de habitar particulares, así como también, sus trasformaciones y proyecciones de una manera creativa, reflexiva y comunitaria. Es de esperar que a futuro nuevas herramientas surjan con el objetivo de continuar en la línea del trabajo territorial colaborativo, donde se logre llegar a procesos cada vez más inclusivos que logren atender la diversidad social de cada lugar, para que se implementen iniciativas que respondan y conecten de manera precisa con las necesidades y deseos de cada territorio.
REFERENCIAS
BOROBIO, M; GARCÍA, M. “Paisajes en transformación vs razón e intuición: la cartografía como herramienta de planificación y gestión sostenible del territorio” En: Transformaciones urbanas sostenibles (2011) 38-65
GARCÍA, M; BOROBIO, M. “El paisaje como medio para la planificación territorial”. Revista Ciudades N°15 (2012) 115-132
RISLER, J; ARES, P. “Manual de Mapeo Colectivo: recursos cartográficos críticos para procesos territoriales de creación colaborativa” (2013)
SANTOS, M. “Capítulo 3: El espacio geográfico, un híbrido” En: La naturaleza del espacio (2000)