Revista Planeo Nº 36 Mega Urbanismo, Junio 2018
[Por Rosalba González Loyde; Maestra en Desarrollo Urbano por la Pontificia Universidad Católica de Chile, Licenciada en Comunicación por la UNAM. Profesora de Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México]
Resumen
Los aeropuertos son mega infraestructuras, su impacto no refiere únicamente al de la edificación del aeropuerto sino a la gran demanda de suelo que generan a su alrededor y el impacto en el territorio en el que se emplazan. El Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) ha sido cuestionado desde su presentación, ya que el proceso público ha sido poco transparente y dado el escenario electoral actual y el contexto social del territorio donde se emplaza el proyecto, podría generar movilizaciones sociales que frenen por completo el proyecto.
Palabras clave: megaproyectos, transparencia, participación ciudadana
Im 1. Render Proyecto Naim. Fuente: Gobierno Federal, México. 2014
América Latina es la región más urbanizada del mundo. Algo que el discurso de desarrollo nos ha vendido como algo positivo es, en realidad, resultado de la creciente desigualdad en las zonas rurales en la región (Corti, 2018). A pesar de ello, el discurso de los gobiernos de la región es el de la urbanización como sinónimo de desarrollo. Esto viene de la mano con la construcción de grandes infraestructuras que se convierten en hitos dentro de los territorios que las albergan, como los aeropuertos.
Para Sassen, los aeropuertos son infraestructuras que forman parte del medio ambiente de las ciudades globales, su función en el actual sistema económico no es sólo el de nodo de comunicación, sino también el de tarjeta de presentación dentro del esquema de ciudades competitivas. Ello implica que deben cumplirse una serie de atributos, lo que viene a articular el principio de homogeneización “de las ciudades y las regiones globales debido a la intensidad y rapidez de la reconstrucción urbana en tales áreas” (Sassen, 2007, 30). En esta línea, los aeropuertos están enmarcados en su función de terminal de transporte y conexión, así como indicador –espectacular- de desarrollo a nivel global.
Durante décadas la reubicación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fue tema del gobierno federal, el crecimiento económico de México y su relevancia como destino financiero y turístico comenzó a obviar la necesidad de una renovación o reubicación de la infraestructura que permitiera mayor alcance. Sin embargo, crisis económicas y escenarios políticos adversos frenaron en diversas oportunidades la realización del proyecto, hasta esta última gestión del gobierno federal mexicano.
El proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México[1] ha sido uno de los proyectos más ambiciosos de los últimos sexenios en México. Una calificación que no está únicamente anclada al impacto global que es capaz de generar una infraestructura aeroportuaria para una región o incluso un país, sino también al impacto territorial que implica asentarse en colindancia con la zona más poblada y densa de todo el país: el oriente de la Zona Metropolitana del Valle de México y zonas semiurbanas como Atenco.
Pese a lo anterior, el proyecto fue presentado en 2014 con un discurso donde predominó la espectacularidad y el nacionalismo; y las explicaciones sobre los impactos que generaría el proyecto fueron de escasos a nulos. Esto permeó en gran medida sobre los medios de comunicación que replicaron el discurso de la espectacularidad invisibilizando los impactos que tendría la implementación del megaproyecto en la zona oriente de la ciudad.
Dada la escalaridad de estos grandes proyectos urbanos, los controles de transparencia y rendición de cuentas deben ser efectivos pues, en lo general, la implementación de éstas intervenciones supera los períodos de gobierno por lo que se requiere control financiero y de actores sociales. En este sentido, Flybverg (2012) expone que la participación ciudadana y los medios de comunicación son actores fundamentales en este proceso, pues no sólo funcionan como fiscalizadores de los proyectos sino que, dada una buena gestión, también lo legitiman y permiten su adecuada integración en el territorio.
Los medios de comunicación al participar como críticos y no como voceros de megaproyectos, permiten generar un ambiente para el diálogo, lo que hace posible que personajes antagónicos tomen postura de manera temprana y puedan ser identificados para negociaciones y evitar conflictos que mermen la capacidad de integración del proyecto o que, en casos extremos, frenen su realización.
Para el caso del NAIM los mecanismos de transparencia han sido limitados. En los primeros meses luego de la presentación del proyecto diversos organismos locales e internacionales realizarón observaciones sobre el proyecto, entre los que destaca el de la OCDE (2015) en donde, en temas de transparencia, se recomendó a los gestores del proyecto hacer públicos los informes de impacto ambiental, social y otros. Sin embargo, el sitio web (http://www.aeropuerto.gob.mx/), que ha sido modificado en múltiples ocasiones, eliminó en el segundo año del proyecto los discursos de presentación del proyecto y la información solicitada por distintos organismos fue presentada de forma parcial o simplemente no fue presentada.
A cuatro años de la presentación pública del proyecto del NAIM, la información continúa siendo escasa y este escenario, sumado al contexto político y social del país, genera incertidumbres que podrían provocar movilizaciones que reflejen el descontento existente para aquellos que han sido invisibilizados sistemáticamente en la planeación del proyecto y que hoy ya sufren las consecuencias de la reubicación del aeropuerto.