Entrevista a Rodrigo Guendelman (Parte I): periodista independiente y fundador de @santiagoadicto
Rodrigo estudió periodismo en la Universidad Diego Portales y se ha desempeñado como periodista independiente. A través de distintos espacios y medios tales como Santiago Adicto (radio Zero), “Hay que ir” (Teletrece), columnas en La Tercera, El Dínamo, LiveGap.cl, entre otras, Guendelman nos invita a redescubrir la ciudad y a volvernos adictos a ella. Para más información sobre su trabajo ver http://www.guendelman.cl/; http://santiagoadicto.tumblr.com/
¿De dónde nace esta «adicción por la ciudad” y por Santiago en particular?
Yo creo que nace de dos cosas; una es que a los 18 años me fui a vivir a Jerusalén y me dediqué a recorrer ésa ciudad de forma muy intensa. Tenía tiempo, yo estaba estudiando una especie de pre-universitario y caminaba mucho y tomaba fotos y amé esta cosa de perderme en la ciudad, incluso caminaba por horas a pata pelada. Fue la primera vez que descubrí la felicidad de navegar y perderme por la ciudad, esto fue hace casi 30 años.
Después volví y me especialicé en el tema de la música, pero hace un poco más de 5 años estaba subiendo farellones en bicicleta y paré en el camino, saqué una foto y le puse de hashtag a la foto «#santiagoadicto» como contraposición a un concepto que veía mucho en ése tiempo, aunque por suerte que hoy ya lo veo menos, que era el de «santiasco». Entonces como había algunos que hablaban de «santiasco», yo dije que iba a hablar de lo contrario, de “santiagoadicto». Escribí una columna en La Tercera que se llamaba “santiagoadicto» y el día en que apareció publicada en papel dije que esto podría ser algo más, entonces hice una cuenta en Tweeter para empezar a publicar fotos o ideas de porqué ésta era una ciudad a todo cachete. A las pocas semanas hice una cuenta de Instagram y algunos meses después la cuenta de Facebook y de a poco, sobre todo los primeros años, esto era un hobbie. Primero me empecé a interesar por las esculturas, luego por el arte público en general, y empecé a buscar obras de todo tipo, y así llegué a muchas partes y empecé a conocer la ciudad de verdad. Lo que creo que pasa es que para la mayoría de los santiaguinos, sin importar si somos ricos, de clase media o pobres, conocemos básicamente la comuna donde vivimos y un par más, y hablamos de Santiago sin tener idea de la ciudad en la que vivimos. Entonces generalizamos, hacemos prejuicios y además tenemos una personalidad muy tiradora para abajo. Viralizamos lo que está afuera, si viajamos a París lo encontramos todo extraordinario y lo comparamos con nuestra ciudad que evidentemente tiene muchos matices. Bueno, en el fondo esto partió por luchar contra un concepto que yo veía y lo encontraba injusto, que era este concepto de «santiasco» y me propuse hacer todo lo que yo pudiera para evangelizar a mucha más gente de que ésta es una ciudad increíble que había que mirarla de otra manera.
Im1. @Santiagoadicto / Fuente: http://santiagoadicto.tumblr.com/
¿Y cómo se fue concretizando?
Todo mi tiempo libre lo dedicaba a ir a buscar lugares. Yo tenía anotado en mi celular ir a buscar tal escultura en tal parte, este graffiti en tal otra y así cuánto más iba conociendo, más me daba cuenta que habían miles de cosas que no sabía, entonces se me empezó a ampliar el universo mental y me empecé a enamorar de la ciudad, a leer, a comprar libros como el «Triunfo de la Ciudades» de Edward Glaeser y a entender por qué la urbe es un lugar sensacional para vivir. Vivir en una metrópolis de 6 o 7 millones de habitantes tiene un montón de pros, pero básicamente los santiaguinos estamos acostumbrados a mirar los contras. Decimos contaminación, desigualdad, segregación, ruido, metro colapsado, mal transporte público y todo eso es cierto, pero si empiezas a mirar las grandes urbes del mundo muchas tienen muchos defectos, algunas de ellas unos muy parecidos, ¿pero qué pasa con todos los otros beneficios? El centro cultural GAM, posibilidades de ver arte y danza gratis y cuánta cosa más. Empecé a informarme y me di cuenta que hay mucho por descubrir y por hacer.
¿Consideras que los ciudadanos nos hemos ido distanciando de las distintas formas de ocupación de la ciudad?
La respuesta no es única, porque en estos 5 años pasó algo simultáneo que también me ha ayudado y es que la prensa internacional descubrió a Santiago de manera bien impresionante. No sé qué habrá pasado, pero mi tesis es que con el terremoto del 2010, sumado al evento de los 33 mineros, en un periodo muy corto de tiempo, se atrajo a mucha prensa internacional a Chile y por lo tanto a Santiago en primer lugar. Probablemente muchos de ellos venían por primera vez con la idea preconcebida que venían a una aldea, ósea que venían a una Latinoamérica más o menos homogénea. Y llegan a esta ciudad con una expectativa bajísima lo cual es muy bueno, y primero se encuentran con que hay un hotel W, el GAM, el Parque Metropolitano, que están construyendo rascacielos, ven los autos, las tiendas, los malls, la riqueza por un lado. Pero al mismo tiempo ven los árboles, los cerros islas, ven una ciudad interesante que se parece al lugar de donde venían estos periodistas. Yo tengo la impresión que ésa gente que vino le contó a sus colegas, amigos, directores o editores, y empezaron a mandar gente a Chile y empezamos a aparecer en rankings que nunca habíamos estado. El NY Times nos puso el año 2011 como la primera ciudad a visitar en el mundo y el CNN internacional nos puso como la tercera ciudad más cautivante del mundo y BBC Culture puso que el metro Universidad de Chile era una de las diez estaciones de metro más lindas del mundo y el Emporio la Rosa apareció en el ranking de los mejores helados del mundo y puedo seguir… Entonces Santiago empezó a explotar afuera y eso al chileno le importa. Por una parte nos empezaron a aplaudir desde afuera, y al mismo tiempo empezaron a aparecer muchos productos parecidos a “Santiagoadicto” en las redes sociales. Cuando yo partí con esto era el único, y hoy día tú pones @Santiago y te aparecen miles; “amosantiago”, “santiaguista”, “santiaguinos”, “santiagodechile”, “oldsantiago” y son todos sitios que suben fotos de Santiago y la cuestión empezó a explotar, por lo tanto mi sensación hoy día, 5 años después, es mucho más optimista.
¿Crees que este posicionamiento tuvo un impacto en los ciudadanos, en cómo vamos usando e interpretando la ciudad?
Yo encuentro que sí, porque Instagram me regala una herramienta para medir y ver estadísticas, y si pongo seguidores, veo que todos son de Santiago, y uno podría decir que quizás esto lo siguen muchos turistas, pero básicamente el 100% son santiaguinos. Y a su vez, cada uno va a recomendar y va a decir lo que vio, entonces todos se empiezan a transformar en pequeños evangelizadores chiquititos. Por lo tanto tengo la sensación de que la gente que quiere a esta ciudad, ahora sí tiene el espacio a través de estas distintas cuentas.
Según rankings internos, se ha dado cuenta que Santiago es una ciudad muy buena para estudiar y trabajar, pero no para vivir, pasear o visitar. ¿Qué opinas sobre eso?
A mí me tocó conversar con quienes hacen ésa encuesta, la Latinbarómetro. Yo creo que ésa es una encuesta que todavía está marcada por los prejuicios hacia las grandes ciudades. Todavía existe esta idea muy preconcebida de que la ciudad es agresiva, este resentimiento con el país centralizado, donde todas las decisiones se toman en Santiago y hay una especie de bronca con el que no vive acá, que no ha podido vivir los beneficios de la ciudad. Hay una enemistad con esta ciudad caníbal que concentra todos los recursos y toda la atención. Hay una especie de envidia y como de resentimiento. Y al mismo tiempo, claramente no es lo mismo ser un haitiano recién llegado que tiene que vivir en Quilicura en una pieza donde viven 50 personas, a ser una persona que tiene la opción de vivir en un departamento en Providencia. Pero es necesario transmitir los beneficios de la ciudad para las personas que no tienen opciones económicas y empezar a aprovechar la cantidad de oferta cultural que existe en forma gratuita. No entendemos muchas de las virtudes de las ciudades porque no las vemos y nos dejamos llevar por lo negativo. Primero, tiene que haber todo un tema de educación que muestre las ventajas de una urbe. Y segundo, hay un tema muy importante a nivel Estado y de empresas privadas de hacer que la ciudad sea mucho más generosa y mucho más democrática con sus habitantes, partiendo por el sistema de transporte público. Hay mucho por hacer, pero también mucho por informar.
¿Qué podrías decir del resto de las ciudades de Chile, que tal vez se están quedando atrás y no pueden entrar a esta competencia de una gran ciudad llena de oportunidades?
Para mí, un ejemplo súper interesante de lo que estamos hablando del lado negativo es que evidentemente alguien que pueda vivir en Puerto Varas con una buena pega en una ciudad que le da todos los servicios puede ser una vida súper rica. Pero Puerto Varas o Frutillar son espacios bien excepcionales dentro de la riqueza de vivir en provincia. Ayer escuchaba un análisis de la votación de USA y decían que justamente las ciudades más grandes y con más habitantes, mayor fue la victoria de los demócratas. En las grandes ciudades Clinton le ganó a Trump, pero en todas las ciudades chicas de un millón de habitantes o menos ganó Trump. En las elecciones presidenciales pasadas escribí una columna en la que las regiones me odiaron porque le puse como título «el triunfo de las ciudades», en la cual ponía que donde mejor votación había tenido Parisi había sido en las provincias, y donde peor votación había tenido había sido en Santiago. Para mí Parisi era el candidato Trump, el populista y peligroso. Entonces uno de los problemas de las ciudades o pueblos chicos es que se vive en un cierto estado de ignorancia sobre algunos temas porque no está esa heterogeneidad que se da en la ciudad, no está ésa discusión. Al contrario, hay mucha homogeneidad y yo encuentro que la homogeneidad es tremendamente peligrosa. El hecho que los candidatos más peligrosos sean más votados en los pueblos chicos, para mí es la mayor demostración de que hay un gran triunfo de las ciudades grandes, en donde hay más inteligencia, más cultura y más discusión. Por lo tanto yo creo que Santiago está condenado a seguir creciendo. El desafío es que ése crecimiento sea integral, democrático, justo y que haya espacio para otras grandes urbes, algo como Valparaíso o Viña.