Entrevista a Oriol Nelo (segunda parte)
En la entrega anterior compartimos parte de la entrevista que realizamos a Oriol Ne·lo, Doctor en Geografía por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde nos habló sobre la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones y el papel del urbanista en este ámbito. En esta segunda y última entrega Ne·lo nos habló sobre la planificación, el urbanista y la técnica y la importancia de entender lo urbano como un proceso.
El urbanista es pues un mediador, pero como señala Secchi, el urbanista es responsable de la ciudad de los ricos y de los pobres, y al mismo tiempo es quien está llamado a corregir la injusticia socio-espacial. Sinceramente, ¿cree que el planificador urbano tiene la capacidad de aportar en el contexto actual?
De aportar sí, de solucionar no. Tiene responsabilidades en el sentido de que puede poner su conocimiento al servicio de unos y al servicio de otros y esto es lo que hace. El urbanista también tiene responsabilidad potencialmente en tratar de evitar estos procesos. De la misma manera que puede elaborar el plan parcial que permite la urbanización de un área que no debía ser urbanizada, puede poner sus conocimientos al servicio de la aministración o de aquellos movimientos urbanos que tratan de evitar que esa área sea urbanizada. Y por lo tanto esto te pone frente a un dilema moral, a un dilema político, que es la esencia misma de nuestra profesión. Se equivocaría muchísimo quien la viera únicamente como una ejecutoría técnica. Este aspecto, esta conjunción entre la técnica y la política o la moral, es la clave de nuestra profesión.
¿Cree usted que el urbanismo como educación, como formación profesional, está transformándose hacia eso? Lo exponemos porque aún existe la formación que ve al urbanismo como una técnica. Una parte de la arquitectura por ejemplo que ve lo urbano como un fenómeno arquitectónico de diferente escala.
La técnica es esencial. Podríamos dar todavía un paso más, se requiere técnica y en algún aspecto creatividad en el sentido de la composición, de la armonía de las formas, estas son variables que sin duda tienen que estar allá. Sin embargo, nos equivocaríamos si pensáramos que la profesión se reduce a esto y que la enseñanza debe reducirse a esto también, por lo tanto en la formación urbanística debe estar la parte técnica, pero debe haber también la capacidad de comprender los procesos que transforman el territorio, los procesos que condicionan la forma como la sociedad usa el territorio. Porque de ello se deriva lo que les están pidiendo, se deriva la ejecutoría práctica que él [el urbanismo] debe llevar a término. Sino comprende esto, es como el maquinista que guía con mucha expertiz una locomotora por unas vías que nos sabe a dónde le llevan, él controla la presión del vapor, las agujas, pero no sabe a dónde le lleva el tren. El tren es la evolución social, las transformaciones. ¿Qué vía escoges, en qué vía pones tu tren?
En este sentido, ¿qué ventajas trae comprender y tratar a la ciudad no cómo un objeto sino como un proceso?
La aproximación a ciudad y a la urbanización como proceso tiene esencialmente dos virtudes: la primera, hacernos comprender que es un fenómeno que ocurre de manera interrelacionada con los posibiidades y requerimientos del entorno y que hace parte de procesos de carácter ambiental, ecológico, entre otros, que no se pueden concebir de manera fragmentada; y la segunda, la noción de que la ciudad es constructo social, es el resultado de un proceso histórico. La noción de la urbanización como proceso, no como forma, nos permite ver que es el resultado de la concatenación de la acción social, con las transformaciones históricas y las dinámicas ambientales. Desde un posicionamiento político, la ciudad es el resultado de unas determinadas características, de libertad, equidad que le dan un significado moral.
¿Cuáles son las habilidades y herramientas del planificador para este aprendizaje social, para ser un facilitador interno, más que decir lo que hay que hacer?
¿Qué debe saber el planificador? Debe saber, claro está, los aspectos propiamente técnicos del ordenamiento. Esto incluye lo normativo y lo propiamente compositivo como la forma de armonizar el uso del territorio. Debe saber también los aspectos ambientales, es decir, debe ser capaz de comprender que aquello que está proponiendo tiene una relacIón con el medio, un medio que ofrece unas posibilidades pero que plantea unas limitaciones. Una tercera sin duda es el conocimiento de las dinámicas sociales sobre el territorio, de las dinámicas sociales y su expresión espacial para saber el porqué de lo que está haciendo. Planeamiento, medio ambiente y sociedad. El planificador al menos debe saber de estos tres tipos de conocimientos.
Precisamente porque esto es muy difícil de acumular en un sólo individuo, hoy el urbanista es el equipo de los urbanistas y de aquí la necesidad de los equipos interdisciplinares. Y de aquí la equivocación de los planteamientos demasiado cerrados, o aún peor corporativos. Cerrados sobre una sola profesión. Según mi experiencia esto es completamente equivocado, no sacas buenos planes a partir de esto.
¿Cómo esto puede implementar en la realidad?
Hoy día los grandes proyectos son elaborados por equipos interdisciplinarios, quizás es nuestra formación la que no acaba de responder a la necesidad de integrarnos en equipos interdisciplinares. Uno de los requerimientos que debe tener nuestra enseñanza es la necesidad de interactuar con otros y que los profesores vengan de campos muy diversos con el fin de que el estudiante tenga una formación que le permita comprender los diferentes lenguajes y en su vida profesional pueda ejercer ese papel del planificador como intérprete del que hablaba Friedman.
Esto es fundamental desde dos puntos de vista: desde el de los equipos de planificación y desde el de la sociedad. Hoy en día las instituciones y la sociedad no comparte el mismo lenguaje ni los mismos conocimientos, por lo que llegar a pactos puede ser un asunto muy complicado. Esto es visible en los procesos de participación, los vecinos dice una cosa y las autoridades responden desde un lenguaje jurídico que puede ser complicado. Es aquí donde el planificador podría jugar un papel de mediador e intermediario.
¿Sobre qué tipo de urbanismo piensa que se sentarán las ciudades del futuro?
Ojalá se basaran en alguna práctica urbanística. Me preocuparía que se asentaran sólo sobre la dinámica espontánea de los agentes sociales, porque esto no produce orden, sino desorden e injusticia. Deben apoyarse en visiones urbanísticas que busquen garantizar la funcionalidad de las áreas urbanas, la sostenibilidad, la equidad (que todos independientemente de dónde vivan tengan un acceso equitativo sobre la renta y los servicios) y sobre la democracia; las libertades de las personas y el respeto a la identidad y los proyectos de vida de cada uno. El urbanismo que necesitamos requiere de estos cuatro campos y sólo la ciudad que se base en estos pilares merecerá el nombre de ciudad como un espacio de convivencia de personas diferentes con vivencias complejas y enriquecedoras.