Revista Planeo Nº 30 Música y Ciudad, Diciembre 2016.
[Por Adriana Sansão Fontes; Arquitecta y Urbanista FAU/UFRJ, Doctora en Urbanismo PROURB-FAU/UFRJ, Profesora Adjunta PROURB-FAU/UFRJ.
Fernando Espósito Galarce; Arquiteto EAD/PUCV, Doctor en Arquitectura ETSAB/UPC, Profesor DAU-PUC-Rio.
Cândida Zigoni Landeiro; Estudiante de Arquitectura y Urbanismo FAU/UFRJ, becaria de Iniciación Científica – PROURB-FAU/UFRJ]
Resumen: Las ciudades poseen una enorme cantidad de características que las definen en su identidad y la música es tal vez una de las más claras expresiones culturales en ese sentido, pues es capaz de identificar una ciudad, nación, región y una cultura. Sin embargo, ella no siempre está arraigada a los hábitos cotidianos de la vida urbana. En general surge de forma excepcional y en determinados momentos de celebración. El caso de la Plaza São Salvador es uno de los que ejemplos en que la música caracteriza fuertemente la identidad de un lugar, en este caso, el barrio de Laranjeiras en Río de Janeiro. Esta columna presenta tres expresiones musicales propias de la cultura brasilera que se manifiestan en la plaza y que funcionan como catalizadores de apropiación y convivencia en este espacio público: el chorinho, el forró y la samba.
Las características físicas de la Plaza São Salvador hacen de este caso algo especial, pues se trata de un lugar sencillo, relativamente pequeño, sin mayores pretensiones arquitectónicas, lo que reafirma la impresión de que son las actividades musicales que en ella ocurren, el motivo principal de esta rica experiencia urbana es que es reconocida por los habitantes como dimensiones fundamentales en la vida del barrio y de la ciudad.
Palabras clave: Música, Plaza São Salvador, Río de Janeiro
Introducción
Al observar la ciudad con detenimiento, descubriremos que los lugares con algún nivel de vitalidad están caracterizados por alguna acción, atractivo u objeto que la provoca en mayor o menor grado. Esos atributos motivadores, que pueden ser uno o varios, se relacionan para generar la imagen e identidad de un lugar. Podemos denominar esas acciones como catalizadores urbanos, que por analogía con el significado en la química, serían agentes que activan y aceleran las dinámicas urbanas. En el caso observado, la Plaza São Salvador en Río de Janeiro, uno de esos catalizadores es la música. Esta columna discute su capacidad de contribuir a la identidad de esta plaza como espacio público, a su vitalidad y cohesión social.
La Plaza São Salvador y la ciudad
La Plaza São Salvador, ubicada en el barrio de Laranjeiras, data de finales del siglo XIX. Su contexto histórico se ha configurado por cambios desde el siglo XVI con la llegada de los franceses al país, la división de la región Carioca en sesmarias (extensiones de tierra otorgadas a los colonizadores) y la consiguiente aparición de pequeñas granjas, llegada de esclavos, industrias, trabajadores y pueblos obreros en el siglo XIX. Aristocrático y pintoresco era este barrio, donde mansiones ajardinadas convivían con el comercio y la industria, creando un entorno heterogéneo y a la vez integrado (Cavalcanti, 1993).
Im1. Plaza São Salvador / Fuente: Elaboración propia
A partir de ese momento, la ciudad de Río de Janeiro pasó por varias transformaciones urbanas posteriores. A principios del siglo XX, la reforma urbana del alcalde Pereira Passos (residente de Laranjeiras) tenía como principales preocupaciones mejorar las condiciones sanitarias, equipar y embellecer la ciudad en la búsqueda de una modernización. En este contexto, se llevó a cabo la urbanización de la Plaza São Salvador, la arborización y la pavimentación de varias calles del barrio.
Con esta urbanización, grandes proyectos inmobiliarios ganaron fuerza e impulsaron el cambio en el ambiente local. Mientras que la segregación originada por la especulación inmobiliaria crecía, espacios públicos como plazas ganaban importancia para la convivencia de los nuevos residentes.
Recientemente se puede observar que la historia de esta zona de la ciudad y barrio está marcada por varios actos de resistencia. La AMAL (Asociación de Vecinos y Amigos de Laranjeiras), establecida en 1979, siempre anheló el uso de la Plaza São Salvador como un centro de la vida comunitaria local, pero el estado de deterioro del lugar en el siglo XX, resultado de la apertura de rutas que descaracterizaron la vecindad no benefició su apropiación.
La situación sólo mejoró con la revitalización estimulada por el programa Rio Cidade, en 1996, que benefició varios barrios de la ciudad. La reforma del área de Catete / São Salvador estuvo bajo la responsabilidad del arquitecto Jorge Mario Jáuregui. Este proyecto fue lo que dotó el lugar de su configuración actual: tres áreas con límites espaciales claros, donde la parte central, más libre, está dominada por la fuente histórica y las laterales están protegidas por un parapeto que es usado por quienes frecuentan el lugar como banca y apoyo. Una de las áreas laterales contiene el patio infantil con juegos y arena, y la otra está organizada por el coreto [1].
Im2. La plaza en los días laborales / Fuente: Elaboración propia
La Plaza São Salvador y la música
Los propios vecinos cuidan de la plaza, que aunque revitalizada, siempre ha sufrido de falta de mantenimiento. En la década de 2000, los vecinos se organizaron para hacerse cargo de la limpieza, los árboles, el patio infantil y la fuente y así empezaron a surgir iniciativas culturales, como el bloco de carnaval » Bagunça Meu Coreto» que hizo su primer desfile en 2005; la rueda de chorinho » Arruma o Coreto» en 2007; la rueda de samba » Batuque no Coreto» en 2009 y el mercado de artesanía y comida cada domingo (MORAES, 2011, p.34). Con los años la plaza ha ganado actividades y se volvió un pequeño pero importante punto de encuentro y actividades culturales.
Esta conexión entre el espacio y usos es vital. Aunque el contexto físico no ejerza una influencia directa en la calidad de la actividad, el contenido y la intensidad de los contactos sociales interactúan para su incremento. Por lo tanto, las posibilidades de reunión y convivencia tienen una calidad en sí mismas y son importantes como escenario y punto de partida para otras formas de contacto y transformaciones positivas (GEHL, 2006, p.21). En la Plaza São Salvador este aspecto es relevante, pues aunque su marco espacial y físico es extremamente sencillo, las actividades que tienen lugar en él, la gran heterogeneidad e intensidad de ellas, son las que generan el atractivo y motivo del éxito de esta rica experiencia ciudadana.
En los últimos años las consecuencias del éxito de la plaza han causado algunas molestias a los vecinos cercanos, debido a la alta concentración de usuarios y a las actividades que a menudo siguen hasta la madrugada. Esto incluso dio lugar a medidas drásticas como el «toque de queda», la amenaza de enrejado, las multas para los bares de las calles aledañas y la confiscación de productos de los vendedores ambulantes (bebidas, cigarros, comida, entre otros). A pesar de todo eso, la Plaza São Salvador parece haber encontrado un equilibrio en sus relaciones.
Dentro de toda esta mezcla de actividades y convivencia barrial, la música surgió como una catalizadora de las relaciones entre los usuarios y el espacio de la plaza, a partir de las presentaciones que se producen casi a diario en el coreto. Estas actividades provocan grandes concentraciones de personas, lo que a su vez estimula la presencia de un comercio ambulante informal con venta de bebidas, alimentos, cigarros, etcétera. Durante los fines de semana esta oferta se enriquece y complementa con una feria de arte, artesanía y gastronomía promovida por los propios vecinos que ofrecen sus productos. Otras expresiones culturales, como las actividades de circo, debates políticos, entre otras, crean un ambiente diverso en un espacio realmente democrático durante la semana.
Im3. Actividades de circo en la plaza / Fuente: elaboración propia
«Sonidos, colores, olores que conforman las características afectivas de la ciudad en el habitante. Cada uno la suya. Ellos añaden el sonido, el olor, el color, y esto hace que nuestra identidad se sustente». (Lerner, 2003 pág. 39)
El aprendizaje colectivo es ejemplar en la Plaza São Salvador. La mezcla de personas con diferentes intereses y estratos socio-económicos y los diferentes ritmos y colores, inspiran las «rodas«[2] que ocurren cada fin de semana. Estas son reuniones informales en las que hay eventos musicales y apropiación del espacio público por los músicos y espectadores. Una característica de estas reuniones es el sentido de igualdad y respeto, donde en ningún momento son evidentes las diferencias socioeconómicas entre los asistentes. Durante una roda inclusive músicos amateurs pueden sumarse en un segundo plano acompañando las interpretaciones, generalmente con panderos, cajas u otros instrumentos de percusión. Otros, participan bailando.
Las músicas de la plaza São Salvador
Experimentando la plaza se puede confirmar que la música es uno de los principales impulsores de la apropiación. Con la justificación de disfrutar de la música, grupos de amigos y familias llenan el lugar e incluso celebran cumpleaños con picnics en las pequeñas mesas de concreto instaladas en uno de los extremos cerca del coreto. La música de esta forma se convierte en contexto, no siendo necesariamente el espectáculo central, ya que se expresa como un elemento de identidad y comunión y no como protagonista. Cuando una música o ritmo son parte de la identidad de una ciudad o país, estamos en presencia de una expresión cultural con el potencial de una buena acupuntura urbana. “Se puede ver eso en la vida cotidiana, como el ruido de la caja de fósforos en un bar de la esquina de Rio de Janeiro.» (Lerner, 2003, p. 22).
Entre las expresiones musicales que tienen lugar en la plaza y que son propias a la identidad brasileña destacamos el chorinho, el forró y la samba. Cada una de ellas ya tiene su espacio y tiempo en la plaza. El chorinho, los domingos por la mañana y tarde, acompañado por la feria. El forró, los miércoles por la tarde y noche. Y la samba los sábados por la noche. Y cada una de estas expresiones concentra una historia y tradición propia, con la que los propios frecuentadores de la plaza se identifican, lo que también hace que el público que visita la plaza adquiera características especiales en cada momento.
El chorinho por su parte surgió alrededor del 1870 no como un género, sino como una manera de tocar, debido a la interpretación que los músicos populares de la ciudad hicieron de la Polka (MORAES, 2011, p. 12). El chorinho se consolida como género a finales del siglo XIX, pero sólo con Alfredo da Rocha Vianna Junior, el Pixinguinha, el sonido sufrió cambios, principalmente en el estilo académico de tocar la flauta, con adiciones de elementos de la tradición afro-brasileña que convirtieron el chorinho en un género típico de Brasil. Según Cazes (2005, p. 56) el chorinho ha ganado ritmo, gracia, calidez y también la costumbre de la improvisación.
Im4 – 5. Corinho en la Plaza / Fuente: elaboración propia
El forró, a su vez, es un género originario de los bailes del noreste de Brasil a finales del siglo XIX. El término forró proviene del origen africano de la expresión «forrobodó«, que significa “algazarra”, “arrasta-pé”, “farra”[3]. El ritmo se convirtió en un fenómeno en la década de 1950, a partir de la contribución del cantante y compositor Luiz Gonzaga, y aumentó aún más su popularidad debido a la intensa migración desde el noreste a otras regiones del país, especialmente a las capitales: Brasilia, Río de Janeiro y São Paulo.
Im6. Forró en la Plaza / Fuente: elaboración propia
Sin embargo, una de las expresiones musicales brasileñas más arraigadas es la samba. Uno de los factores de su propagación está relacionado con el crecimiento de la población de Río de Janeiro debido a la llegada de los negros a finales del siglo XIX. Es una expresión cultural de la historia de Río de Janeiro y es a través de ella que la ciudad se encuentra a sí misma. Es en el vacío entre un golpe y otro que los cambios suceden y las personas se encuentran en un ritmo dinámico y lleno de sorpresas. (SILVA, 2010). En la Plaza São Salvador, el momento de la samba es tal vez el momento de mayor vitalidad e integración barrial, social e cultural, lo que hace de la plaza también un lugar que cataliza junto con la música esas vivencias urbanas.
Im7 – 8. Samba en la Plaza / Fuente: elaboración propia
Consideraciones finales
El caso de la Plaza São Salvador no es un ejemplo de arquitectura o urbanismo exitoso simplemente, sino más bien de un barrio, inserto en un contexto de fuertes cambios, que supo hacerse cargo del valor de su entorno. En este caso, la atención posiblemente se ha dado no de forma consciente, en contra de las miradas más tradicionales de la planificación, basados principalmente en la previsión de escenarios futuros. En este caso, el cuidado proviene de una reacción que tiene como objetivo proteger los aspectos identitarios que mantienen activas las experiencias auténticas de la ciudad. La convivencia, la participación y la reunión son estimuladas a partir de la música brasileña, el catalizador de la vida urbana que se revela aquí como el sujeto de este fragmento de ciudad, híbrido y vibrante. Su entorno no hace más que admirarla, vivirla e cuidarla.