para que haya un urbanismo que responda verdaderamente a los intereses de la mayoría es necesario tener unas instituciones con una determinada orientación política, pero es necesario también tener una ciudadanía bien organizada capaz de exigir estos posicionamientos.
«Muy a menudo nos quejamos sólo de las instituciones como ciudadanos y lo hacemos con razón, pero hay que tener en cuenta que como ciudadanos debemos ser capaces de presionar y ser capaces de aportar de manera representativa a los procesos de interlocución social, aportando soluciones»
Entrevista a Oriol Nelo (primera parte)
Las constantes transformaciones en las grandes ciudades siempre traen consigo una nueva forma de mirar e interpretar lo urbano. La frenética evolución de las ciudades obliga a repensarlas constantemente y darle giro a las disciplinas que se ocupan de ella. Oriol Nel·lo es uno de esos pensadores. El geógrafo barcelonés visitó Chile en el mes de abril para participar en seminarios y charlas en conjunto con el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica y el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano. Con su visita en Santiago revista PLANEO envió a dos de sus editores para entrevistar a quien también ha fungido como diputado al Parlamento de Cataluña y secretario para la Planificación Territorial del gobierno de la Generalitat de Cataluña.
Doctor, en una charla anterior, usted señaló, citando a Indovina, que el urbanismo es una práctica política técnicamente asistida, a partir de ello ¿a qué lineamientos de la política e intereses responde actualmente el planificador urbano?
Si concebimos el planeamiento como una “práctica política técnicamente asistida” podemos pensar que hay tantos quehaceres urbanísticos como orientaciones políticas y tantas orientaciones políticas como intereses sociales. Por lo tanto, no se podría generalizar en el sentido de decir que toda la práctica urbanística va en este sentido o aquel otro, pero sí podríamos decir que la práctica urbanística dominante va esencialmente a favorecer la realización de los beneficios o plusvalías de algunos sectores económicos. Pero esto no siempre es así, sabemos que hay prácticas que buscan redistribuir las ganancias y hacerlas accesibles al conjunto de la sociedad.
Entonces, habrían diferentes líneas o guías de los planificadores urbanos. Habrían quienes estarían sobre el ideal del urbanismo y los que no. De aquellos que no: ¿a qué enemigos se estarían enfrentando bajo esos procesos?
Volvamos a la definición ¿porqué una práctica política y porqué técnicamente asistida? Es una práctica política porque requiere, de manera inevitable, un juicio de valor, implícito o explícito, un posicionamiento. Muchas veces el urbanismo se nos presenta como una ejecutoría técnica. Esto es una forma de ocultar precisamente que responde a intereses, y yo tiendo a desconfiar cuando dicen que se trata de una práctica exclusivamente técnica. Es política porque se apoya en juicios de valor, en posicionamientos y esto nos lleva no tanto a que haya un urbanismo ideal, sino a que hay diversas prácticas urbanísticas que responden a diversos intereses y estos diversos intereses nos pueden parecer más o menos aceptables, pero nos lo parecen en función de nuestro posicionamiento político, este es el punto.
Al ser una política se requiere llegar a acuerdos y para eso la sociedad debe levantar las demandas y las autoridades deben recoger su opinión, por lo tanto de cierta forma se requiere institucionalizar la voz ciudadana para generar transformaciones. A partir de eso, ¿cómo institucionalizar la voz ciudadana sin que ésta pierda legitimidad y fuerza?
Es muy complejo. En la ciudad se expresan grupos muy diferentes que se expresan de forma diversa. Algunos grupos suelen tener mayor acceso a las instituciones, hay otros que tienen más dificultad para hacerse representar, para ver sus intereses defendidos. De aquí que siempre haya una tensión entre el impulso institucional y el impulso de distintos sectores de la sociedad. Este impulso de la sociedad no necesariamente busca beneficiar a todos, porque también hay agentes sociales que buscan su beneficio exclusivo, entonces es difícil de ver cómo se combina este conjunto de elementos.
Desde mi punto de vista es escencial que no sólo haya una predisposición por parte del urbanista, y de más está decir de parte de las autoridades, en aceptar y en admitir una interlocución con las comunidades, sino también que éstas estén lo bastantes organizadas para aportar, presionar, hacer y modificar los posicionamientos de otros. Digámoslo de otra manera; para que haya un urbanismo que responda verdaderamente a los intereses de la mayoría es necesario tener unas instituciones con una determinada orientación política, pero es necesario también tener una ciudadanía bien organizada capaz de exigir estos posicionamientos.
Muy a menudo nos quejamos sólo de las instituciones como ciudadanos y lo hacemos con razón, pero hay que tener en cuenta que como ciudadanos debemos ser capaces de presionar y ser capaces de aportar de manera representativa a los procesos de interlocución social, aportando soluciones.
Piensa usted que los ciudadanos tienen una limitada formación ciudadana? ¿Para el urbanismo es necesario que las personas cuenten con educación urbana?
Los ciudadanos son muy diversos y también ellos toman decisiones. El urbanista no siempre es un mediador, mucha veces es un ejecutor de aquello que le mandan y quienes toman las decisiones a veces responden a la legitimidad que viene del voto, pero también a intereses económicos y a diferentes presiones. Muy a menudo se plantea la oposición entre la ciudadanía y las instituciones, pero las contradicciones principales están inmersas en la misma ciudadanía, que posee diversos intereses los cuales deben ser mediados por las instituciones.
Nosotros como ciudadanos tenemos una percepción limitada de lo que es la ciudad y esto se debe a que vivimos en entornos urbanos sumamente complejos, imposibles de delimitar, integradas por artefactos que no sabemos cómo funcionan. Para nuestras acciones cotidianas más simples se requieren procesos de regulación y organización muy sofisticados, como por ejemplo, para que salga el agua del grifo todos los días, o para que cada vez que se encienda el interruptor se tenga electricidad.
Nuestra condición social hace que usemos el espacio de una manera particular, muy segregada, los grupos sociales están separados en el espacio. Nosotros usamos y habitamos sólo unas partes de la ciudad. Cuando viví en Baltimore en los años 80 pude ver esto, y percibí que existían barreras no físicas que limitaban la movilidad de la ciudad y que separaban las calles más seguras de aquellas con mayor criminalidad.
En áreas urbanas tan bastas, tan complejas y sofisticadas, usamos de forma selectiva sólo algunos espacios según nuestra condición social y nuestros intereses, de manera que terminamos teniendo una visión de la ciudad limitada. Sería muy importante que tuviéramos como ciudadanos una mayor comprensión de las dinámicas urbanas, porque sólo comprendiendo cómo funciona la ciudad podemos contribuir de manera efectiva a su gobierno.