“En función de una imagen turística patrimonial, empieza a modificarse la historia y a desvalorizarse”
Revista Planeo Nº 25 Centros Históricos en América Latina: entre la autenticidad y la renovación, Diciembre 2015.
[Por Pablo Wainer. Arquitecto UDP, Tesista en Magister en Desarrollo Urbano, IEUT, UC]
“En función de una imagen turística patrimonial, empieza a modificarse la historia y a desvalorizarse”
Miguel Laborde es Académico, escritor e historiador autodidacta; posee numerosas publicaciones e investigaciones en su haber especializadas en temas relacionados a la arquitectura e historia urbana. Entre sus trabajos más destacados se encuentran “Santiago 1850-1930”, “Santiago: lugares con historia”, “Santiago, región capital de Chile” y “La selva fría y sagrada”. Actualmente es director de la revista Universitaria de la Pontificia Universidad Católica de Chile, director cultural de El Observatorio de Lastarria y profesor del área urbana de la Universidad Diego Portales.
1. ¿Qué entendemos hoy en Santiago por centro histórico desde una perspectiva patrimonial y cuáles son los elementos o factores que contemplan la construcción de centro histórico?
Bueno, hoy por hoy hablando de centro histórico, se ha superpuesto al centro, y eso llega hasta Teatinos solamente, por el poniente, cuando pudo haber sido hasta Matucana; así se entendió hace algunas décadas, hace un siglo si es que no un poco antes. Cuando se hace la Quinta Normal, por ejemplo, la gran reja de acceso se hace frente a Catedral, ¿por qué? Para que la gente pudiera caminar de la Plaza de Armas hasta la Quinta Normal, entendiendo que eso era una ruta urbana céntrica, la Quinta Normal era parte del centro, era la recreación de lo que hoy llamamos Santiago poniente, que era el sector residencial del mismo centro. Entonces perdimos parte del casco histórico, hoy por hoy no se habla de Santiago poniente como parte del casco histórico. Obviamente que la Norte sur, ese tajo, fue decisivo en esta percepción, antes de la Norte sur alguien se podría haber complicado para establecer los límites, pero ahora no, el centro histórico viene a ser el centro que termina en Teatinos
Y a nivel cultural, ¿hay conceptos que construyan el centro histórico?
Hay un nivel de calidad de arquitectura, de inversiones, hasta de lujos digamos, que también es decisivo que acorta el centro histórico y no lo hace llegar al Mapocho como debiera, sino solamente hasta Catedral. De Catedral, en toda la parte de 21 de Mayo, Puente, como que no es parte de ese centro representativo, que por lo demás termina con José Miguel de la Barra por el oriente.
¿Existe algún punto de quiebre en la historia urbana de Santiago en que se comenzó a nombrar zonas patrimoniales y el centro histórico, algún punto en que se dijo ya vamos, vamos a hacer patrimonio acá y qué factores incidieron en hacer esto?
Yo creo que las Bienales fueron bien decisivas, en el sentido de poner en valor y hacer visible que había un mundo patrimonial y también a través de la revista de Vivienda y Decoración en los años ’90 cuando hace pública a través de El Mercurio la existencia de barrios y de esa palabra antes desconocida.
Por otro lado ¿actualmente se relaciona el patrimonio arquitectónico de Santiago con edificios o espacios que son consideradas obras con un cierto valor histórico y social exclusivos de un sector socioeconómico? ¿Es una característica propia de la actualidad o esto ha sido siempre así?
Claro, siempre hubo esa tendencia, no se me olvida que la palabra monumento y la palabra monstruo, vienen del mismo origen, la misma raíz, hay algo que conmueve… Después se enriqueció el concepto, se ha ido incorporando pequeños conjuntos como William Noon, etcétera, o lo de González Cortés al lado de José Manuel Infante, los de Kulczewski también, todo eso que hoy se va sumando no era percibido como monumento porque no tenía esa condición monstruosa de algo que impacta en el medio. Me acuerdo de los años noventa, yo llevaba como diez años escribiendo de lugares con historia, poniendo en valor eso y me dicen en una comida, me presentan, él es Laborde que escribe de las casas antiguas… ¡Ya, qué bueno que alguien se preocupe de todas estas casonas llena de ratones para que las echen debajo de una vez!… Esa era la lógica de la época, que había un pasado de mala calidad, sin interés y que ojalá desapareciera para tener edificios nuevos, esa era la cultura a fines de los años ochenta, influía mucho, también, el exilio…
¿En qué sentido influyó el exilio?
En los años ochenta empiezan a llegar retornados y traen una valoración distinta de lo que es lo urbano, lo patrimonial, lo histórico. Postura que tampoco fue potenciada en su momento, pero que fue creciendo.
En gran medida las zonas que son nombradas patrimonio de la ciudad terminan funcionando como un escenario turístico para atraer capitales foráneos bajo lógicas mercantilistas. ¿Puede considerarse esta práctica producto de neoliberalismo que ya tan enraizado tenemos en nuestra cultura?
No, porque eso lo están haciendo en todo el planeta de todos los colores políticos, de todas las culturas, ya es un fenómeno universal y una fuente de ingreso importante para muchísimas ciudades y algunas muy importantes que no podrían mantener el nivel de mantenimiento, valga la redundancia, de sus patrimonios, si no fuera por los turistas que están pagando para eso.
El turismo está financiando el patrimonio, al final.
Sí, el problema es ¿quiénes se benefician de los ingreso del turismo?, si las políticas públicas están orientadas a poner en valor ciertos lugares para atraer turismo y generar riquezas, ¿dónde termina esa riqueza? ¿los mismos vecinos de la ciudad se ven beneficiados o no? No lo sé…
Bueno, los vascos lo hicieron con el Guggenheim, el Guggenheim les costó pocos millones de dólares solamente, los que recuperaron en poco menos de cinco años, pero con eso se multiplicó el ingreso a otros museos de Bilbao, la ocupación de los hoteles, la ocupación de restoranes, café, bares, librerías, cambió completa la economía de Bilbao.
El Guggenheim se transforma en el símbolo de una marca, finalmente…
Claro, y ellos lo vieron así, ellos viajaron a Nueva York a hablar de crear un Guggenheim en Bilbao y con ese propósito, de una ciudad que tenía una imagen portuaria industrial decadente, una ciudad del pasado, para que pudiera acceder al nuevo siglo, digamos…
Claro, y que pudiera competir con otras ciudades también.
Y fue un éxito, porque, como te digo, como a los cuatro años ya había recuperado la inversión, y ya empezaron a poder financiar otras obras, costaneras del río, etcétera, el puente de Calatrava… Entonces se empieza a generar una dinámica que obviamente también es peligrosa, que es lo mismo que pasa con Valparaíso, que muchos porteños se indignan con las autoridades y con los santiaguinos que van a comprar y pintar las casas, como las casas de los barrios de ingleses y los alemanes y no casas normales de Valparaíso. Entonces en función de una imagen turística patrimonial, empieza a modificarse la historia y a desvalorizarse. Porque eso transforma a Valparaíso en una ciudad donde lo único valioso es lo que hicieron los extranjeros.
Y eso no es cierto, la gracia de las autoridades de 1850 cuando contratan a Augusto Charme, es que siempre el Estado de Chile fue muy parejo con los privados, al invertir en espacio público, en el ferrocarril, en el puerto equilibradamente, uno ve las estaciones del ferrocarril antiguo de Valparaíso y era estupendo… entonces, claro, se habla de las burbujas turísticas. En Venecia ya no quieren vivir los venecianos, en Barcelona ya no saben qué hacer con tanto turista, están molestos ya, empieza a estar todo ocupado, todo… El éxito de una burbuja puede ser peligroso.
Está el caso también de ciudades latinoamericanas con un escenario irreal, súper bien conservado, todo bien para los turistas, pero hay un perímetro muy claro entre el centro protegido y el exterior, en que el deterioro se hace evidente
Sí, bueno en Buenos Aires es lo mismo, uno sale de su centro histórico y el deterioro es al grado de no haber casi ni electricidad un poco más allá. Los artistas callejeros en Londres que concursan ante el municipio y ganan el derecho de estar en la calle y son apoyados económicamente por los municipios también son una representación, igual que en Cuzco, uno cree que es un artista que pescó su violín y se puso a tocar en la vereda para pedir más monedas, ¡no! Es un funcionario público, está actuando de joven artista londinense en la calle tal como la india peruana en Cuzco, es lo mismo.
Por otro lado ¿piensa que actualmente se han puesto en valor el patrimonio moderno de Chile o está comenzando a ponerse en valor?
Me acuerdo cuando salió el libro de Humberto Eliash y Manuel Moreno, el de 1925- 1965, no había entonces nada de percepción de ese patrimonio moderno. Ahora están las nociones en el aire, pero yo creo que uno le pregunta a cualquier persona en la calle, que nombre cinco hitos arquitectónicos que le parezcan patrimonio moderno de Santiago y difícil que puedan decirlo.
Y eso…, bueno, para mí hay un triángulo de las bermudas que son los años 30 y 40 que son los años germanófilos y que después de la segunda guerra mundial, por el tema del nazismo, han sido borrados, toda nuestra influencia alemana que nos abrió a lo moderno.
¿Qué casos específicos?
El Banco de Chile, el Teatro Central, el Edificio Larraín del Hotel Crillón, estupendos edificios, los mismos de Sergio Larraín, el de Santa Lucía, todos esos monumentos modernos que aprecian muchos europeos porque obviamente no los esperan encontrar acá y son muy buenos, constituyen para mí lo mejor de esa historia. Y de ese tipo de monumentos se pueden encontrar en diversos sectores de la ciudad, no solo están concentrados en el centro, como la Escuela Militar, la Facultad de Derecho, etc.
Sí, bueno Juan Martínez y Sergio Larraín, uno de la Chile y el otro de la Católica, apostaron al expresionismo alemán, los dos muy abiertamente y marcaron el centro de Santiago con una muy buena arquitectura; González Cortés también se inspira en esos modelos y eso es muy original y propio de nuestro patrimonio, es parte de nuestra historia, porque al igual que el resto de los países todos anduvimos viendo París, pero mirar a Berlín y Viena como nosotros, nadie más.
¿Esa es una característica propia de Chile en Latinoamérica?
Nadie más en el mundo. Porque lo francés uno lo puede encontrar en Beirut y en San Petersburgo, no así lo alemán.
¿Existen contradicciones dentro del patrimonio a nivel de propiedad privada? Por ejemplo, tenemos personas que se niegan a que su propiedad o su casa sea nombrada patrimonio, ya que, al ser nombrada patrimonio, no se puede construir nada y pierde un valor comercial, una constructora ya no va a querer esa propiedad porque no le sirve para hacer una torre o algo más grande, algo que sea más rentable. ¿Puede ser algo propio de la cultura neoliberal individualista de la propiedad privada sobre el bien común?
Es anterior, en los años sesenta, el alcalde de Santiago, Manuel Fernández quería echarse abajo un pedazo de la Casa Colorada y un pedazo de la Merced para ensancharla, y era demócrata cristiano, y muy culto, y no es que fuera particularmente destructor de la ciudad, era la postura de toda la sociedad chilena de la época.
Chile, a diferencia de Perú, a diferencia de Bolivia, a diferencia de Ecuador, de Colombia, nunca ha valorado su historia, esa ruptura con España en el siglo XIX, tan total, de echar abajo todo lo que fuera español o, al menos, enmascararlo del francés con nuevas fachadas, que se hizo mucho, no pasó en otras partse, esa ruptura con el pasado, esa ruptura con el pasado indígena, “no tenemos nada que ver con los indios nosotros…” ruptura con el pasado español… después con Francia, porque era la oligarquía aristocratizante, europeizante parisina, y se creían el París de América, ¡echemos abajo todo eso!, comencemos una historia nueva… Entonces, había una voluntad de una clase media emergente, y eran sus líderes intelectuales los que celebraban la destrucción del patrimonio afrancesado como símbolo de un pasado ajeno, elítico.
Me imagino que algo similar podría pasar con toda la influencia norteamericana en la actualidad.
Claro, y ahí, obviamente hay un trauma cultural en que no sabemos decir, y eso se nota en los cambios históricos y en nuestras ciudades, no sabemos decir quiénes somos, entonces cómo vamos a saber qué valorar. Cómo se decide qué es patrimonio; tiene que haber ciertos valores asumidos, internalizados, socializados para que digamos esto es valioso para nosotros, pero en la medida en que eso no está. …
Hoy día me tocó en una reunión, a propósito, que se pasó por el tema de la Casa de Los Diez; está en mal estado, y es el primer patrimonio premoderno si se quiere, la primera vanguardia chilena estuvo ahí y se utiliza como símbolo, pero está en total deterioro, no hay conciencia, nadie sabe quién es el grupo Los Diez, sal a la calle ¿quién es el grupo Los Diez? Claro, a alguien le suena Juan Francisco González, le suena el nombre Pedro Prado y el de Augusto D’Halmar, punto, pero tampoco saben que formaron un grupo de diez, doce, catorce personas que pensaron Chile rompiendo con Francia y poniendo ojo en América, eso debiera ser un monumento, ellos son pioneros del neocolonial. Siempre se habla, incluso en libros chilenos de que el neocolonial es creación argentina, y no, son ellos, estudiantes de la FECH que en 1910 vienen con todo este movimiento de estudiantes viajando a través de América Latina, y estos estudiantes chilenos que miraban puras revistas europeas descubren América, lo indígena y lo español, y se dicen ¿qué estamos haciendo? y comienzan con estos gestos del neocolonial en 1912.
Por último quería preguntarle su opinión: ¿qué casos de planificación urbana, en zonas históricas, podríamos tomar como una base referencial para aplicar en Santiago con el fin de mantener un equilibrio de lo que se quiere conservar y renovar?
Bueno, a mí me encantan los colombianos… Antes se decía que el problema allá era porque faltaba inversiones, que todavía estaban las cosas antiguas porque no había inversiones, pero ha llevan varios años de desarrollo económico importante y uno ve que es un tema país. El Barrio La Candelaria pudo haber desaparecido por completo porque, tal como nosotros en los años sesenta, no nos importaba lo colonial para nada, era un pasado sin sentido. Ellos alcanzan a rescatarlo, y tan bien que uno hoy en día cree que siempre fue así, que siempre se cuidó, y uno lo recorre, impecable. Lo que se inserta, como el nuevo Centro Cultural García Márquez de gran tamaño, el del Fondo de Cultura Económico, gran edificio de Salmona en una esquina con su café, absolutamente contemporáneo y perfectamente integrado, al igual que el Archivo de la Nación perfectamente bien integrado. Después, incluso más lejos, el mall de Santa Bárbara ocupando parte de la hacienda colonial y extendiendo la casona, fantásticamente bien integrado lo colonial con lo moderno.
E integrando un mall…
Claro, un mall que tiene una resonancia de un lugar neocolonial, si se quiere, muy propia de su historia. Estuve ahora en el verano, en Cartagena de Indias, y crearon una escuela de artes y oficios, para ebanistas, forjadores en hierro, pintores especializados, y hoy están logrando recuperar el casco histórico. Están creando hoteles boutiques en las casonas, y se ha generado un turismo potentísimo, hay estupendas casas transformadas, realmente para ir de una en una, digamos, pidiendo un café en cada lugar, porque son maravillosas con sus jardines y corredores. También Cartagena de Indias un poco más allá es muy pobre y todo esto estaba en un grado de decadencia como Valparaíso, con muchas posibilidades de hundirse en un deterioro completo, en una decadencia, y hoy día no, hoy día ya llegaron todas las tiendas, nuevamente una burbuja, si se quiere, pero una burbuja muy propia.
Ahí están las expresiones de lo que fue Cartagena de Indias, el principal puerto de conexión del Caribe con el Océano Pacífico, uno encuentra en la historia eso. En ese sentido encuentro que Colombia es un buen referente y también ellos tienen sus terremotos, también perdieron Popayan que era su gran joya patrimonial, pero han ido reconstruyendo bien. Es otra cultura, de una gran sensibilidad. Los mismos narcotraficantes rescataron la guadua, que es la caña brava, la caña gruesa y la pusieron en circulación de nuevo y gracias a ellos se recuperaron esos oficios y bajó el costo, y mucha gente empezó a usarla y a incorporarla aunque fuera en sombreaderos y quinchos, etcétera, ahora uno encuentra la guadua integrada y es tan impecable para ese clima.