Estudios han demostrado que vivir en grandes zonas urbanas, aumenta en un 39% el riesgo de sufrir enfermedades mentales, ¿cómo participa el diseño y la planeación urbana en la intensificación de este tipo de enfermedades?
Revista Planeo Nº 24 Urbanismo Tóxico, Octubre 2015.
[Por, Ayesha Salas Tobón. Arquitecta, Magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente, Pontificia Universidad Católica de Chile]
Resumen: Estudios han demostrado que vivir en grandes zonas urbanas, aumenta en un 39% el riesgo de sufrir enfermedades mentales, ¿cómo participa el diseño y la planeación urbana en la intensificación de este tipo de enfermedades?
Im1. Fuente: Yáñez, 2012
Cada vez somos un mundo más urbanizado, las cifras demuestran el acelerado crecimiento en América Latina, por ejemplo, en 1950 el 40% de la población era urbana, ahora es del 79% y para el 2050 será del 90% (Onu-Habitat, 2012), si en la actualidad son terribles las problemáticas que tienen, ni pensar en las que vendrán y más con los impactos que trae el cambio climático a los centros urbanos. La urbanización ha estado impulsada por la globalización socio-económica, lo cual también ha hecho que las ciudades (sobre todo en desarrollo) se vayan volviendo homogéneas en cierto sentido, sean por el tipo de problemas que las aquejan como pobreza, inseguridad, contaminación de aire, agua, acústica o suelo, tráfico, ciudadanía con poca pertenencia, entre otros. Éstas problemáticas hacen enfermar a la sociedad, fuera de las enfermedades respiratorias, las infecciosas y demás, son preocupantes las enfermedades mentales que se están generando. Estudios han demostrado que vivir en grandes zonas urbanas, aumenta en un 39% el riesgo de sufrirlas, como consecuencias están el aumento de licencias por dolencias siquiátricas, altos índices de estrés, depresión, ansiedad, bipolaridad, insomnio, entre otros (Yáñez, 2012). Por ejemplo, en Chile en el 2014, el 48% del total de las licencias médicas en trabajadores chilenos eran por algún tipo de enfermedad mental, las cuales están creciendo en un 7% anual desde el 2011, según la Asociación Chilena de Seguridad (AChS).
Lo anterior es una combinación de factores, como los laborales (extensas jornadas, metas de productividad), económicos, familiares y del entorno, en éste último hago énfasis, porque no es nada alentador para cierto grupo social que se localiza en la periferia o hacen parte de la clase social media y baja, viviendo en sectores donde la inseguridad es alta, tienen largas las jornadas de desplazamiento (más movilidad colapsada), son personas con poca relación interpersonal, están en barrios con baja infraestructura urbana (calidad y cantidad), o tienen pocas horas de sueño, entre otros. Un simple ejemplo, cuántas personas salen de sus hogares y ni ha salido el sol, están en sus trabajos, almuerzan dentro de ellos y regresan cuando el sol se están ocultando, llegan a sus hogares y sus hijos están a punto de acostarse, si es que ya no están dormidos, o sus familiares están igualmente de agotados a ellos de su jornada diaria y no tienen tiempo para compartir en familia. No crean que las distintas enfermedades mentales llegan por un solo factor, o simplemente porque las personas son muy sensibles a los problemas, sino porque las características de su territorio no le ayudan con sus deseos y necesidades. Esta es una realidad, que por fortuna no pasa en las ciudades pequeñas y que ojalá no se pierda en la medida que vayan creciendo.
En el poco tiempo libre diario, o fines de semana, la mayoría de las personas no pueden disfrutar de un espacio público inclusivo, agradable, seguro, funcional y asequible, terminando en la mayoría de casos, reemplazando las calles por los centros comerciales, identificados como elementos de la vida urbana. Por otro lado, existe un espacio público que hace parte de un mal urbanismo y otro sector al denominado “defensive architecture”, inicialmente una arquitectura que va en contra de las personas que viven en la calle, pero que al final va para todos, al no ser inclusiva, que no acoge al transeúnte y no lo invite a disfrutar del territorio, convirtiendo los espacios en poco útiles, hostiles y fríos (Figura 2), por ejemplo, mobiliarios incómodos, plazas y senderos demasiado soleados, fuentes sin agua, haciendo parte de un diseño poco creativo y funcional para la ciudadanía. Donde lo normal es observar rejas de todo tipo, muros y hasta cercas eléctricas en los cerramientos de los predios citadinos.
Im1. Fuente: Fotografías (a) y (b) en el centro de Londres. (c) Entrada edificio Bristol en Reino Unido. (d) Puente en Guangzhou, China / Fuente: A) Y (B) LINDA NYLIND. (C) NILS NORMAN, ARCHIVO DE URBANOMICS. (D) IMAGINECHINA/REX.
Acaso tan caos en las grandes ciudades, ¿hace parte de ser desarrollado o ir creciendo hacia el desarrollo?, o simplemente ¿son los errores que se deben pagar por no haber sido planificadas y proyectadas con una visión a largo plazo? Sea lo que sea, los asentamientos humanos y las ciudades a lo largo de la historia han evolucionado, así como lo ha hecho la humanidad, pero en algunas áreas parece lo contrario. Según Robert Park, el hombre rehace su entorno de acuerdo a sus deseos (Harvey, 2012), pero no creo que las caóticas ciudades que tenemos es lo que queremos, donde lo colectivo, lo tradicional y el bien común, ha sido transformado por la globalización que impone hábitos de consumo a cambio de pérdida de tradición. Pero también hay una esperanza, Park dice que la ciudad que queremos no puede separarse de la visión del tipo de persona que seremos, por tal razón con una mejor planificación urbana, las futuras generaciones pueden beneficiarse, de lo contrario, no sabremos qué les esperará a éstas.
Según Lefebvre (1978), la ciudad es un espacio determinado por el tiempo, pues depende de una historia y evolución de la misma (o retroceso de otras) “y no solamente una proyección de una estructura social, de una sociedad global en mero espacio” (p.142). Hay distintas tipologías de las ciudades, de acuerdo a sus características y actividades, habiendo unas más desarrolladas que otras, pero que en muchas se ha ido perdiendo la calle como elemento emisor de información, donde en la actualidad ha pasado a ser el protagonista principal el automóvil.
Por último, les dejo algunas inquietudes como ¿dónde ha quedado el derecho de la ciudad actual?, ¿cómo transformar la vida cotidiana (vida urbana) logrando la felicidad y bienestar de la sociedad, satisfaciendo deseos y necesidades, sin destruir sus tradiciones y medio ambiente?, ¿quiénes tienen derecho a reinventar la ciudad y cómo hacerlo?. Y finalizo con una frase de Lefebvre, “incluso si la vieja ciudad ha muerto, ¡larga vida a la ciudad!” (Harvey, 2012, p.14).