Planeo Digital

Número 24

Urbanismo Tóxico

Octubre 2015

Entrevista a Marcos Betanzos: «Me parece que nos habla no sólo de personas viviendo en el riesgo absoluto, sino de una sociedad de consumo que al desprenderse de sus bienes materiales construye una ciudad invisible, una arquitectura del desecho que nadie quiere observar frontalmente”

“Me parece que nos habla no sólo de personas viviendo en el riesgo absoluto, sino de una sociedad de consumo que al desprenderse de sus bienes materiales construye una ciudad invisible, una arquitectura del desecho que nadie quiere observar frontalmente”.
Revista Planeo Nº 24  Urbanismo Tóxico, Octubre 2015.
[Por Pablo Wainer. Arquitecto UDP y Magister (c) en Desarrollo Urbano, IEUT, UC]

“Me parece que nos habla no sólo de personas viviendo en el riesgo absoluto, sino de una sociedad de consumo que al desprenderse de sus bienes materiales construye una ciudad invisible, una arquitectura del desecho que nadie quiere observar frontalmente”

Marcos Betanzos es arquitecto de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN, articulista y fotógrafo independiente. Socio del despacho FUNDAMENTAL con sede en la Ciudad de México y docente en la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Forma parte del Consejo editorial de la revista DOMUS México y ha obtenido diversos premios por su trabajo fotográfico, arquitectónico y artístico. Su obra se ha reseñado en Estados Unidos, España, Francia y México. Con su proyecto #BORDOS100 obtuvo la beca del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

1. Primero nos gustaría que nos cuentes cómo nace y en qué consiste el proyecto #BORDOS100.

El proyecto nace fundamentalmente por mi interés de conocer cuáles son los vacíos y las ausencias de nuestra profesión y sus arquitectos con respecto a la realidad y aquellas personas que son invisibles a la sociedad, se trata en este caso de explorar esas ausencias y reconocer críticamente situaciones donde la arquitectura no llega y nuestros colegas nunca se han parado.

En este caso escogí un tiradero de basura ubicado al oriente de la Ciudad de México donde trabajan y viven más de 350 familias. Lo escogí porque ahí se vinculaban varios temas que me parecen importantes y que contradicen muchos de los discursos oficiales, por un lado el de la vivienda, por otro el manejo de residuos sólidos, la basura.

Las preguntas que me planteaba entonces eran: ¿Para qué sirve un arquitecto en un lugar como ese? ¿Qué puede hacer la profesión cuando la realidad es una bofetada para todos nuestros principios ideológicos y académicos? ¿Por qué los arquitectos se niegan a ver esta realidad y asumen con facilidad la especulación en proyectos que son utopías o simplemente ejercicios mediáticos? ¿Podría aprender algo de esa emergencia y fusionar mi conocimiento con la tecnología de la necesidad que ahí se manifestaba? ¿Existía entonces un código estético que se generara de esa arquitectura sin arquitectos?

#BORDOS100 finalmente llegó a ser un ejercicio irónico pero muy serio donde inicialmente me burlaba del proyecto Ordos 100 que convocó Ai Weiwei y de ahí viene el nombre, finalmente el proyecto consistió en la realización de un estudio de 100 de las viviendas que ahí existen, un cortometraje, una serie fotográfica, 17 proyectos de arquitectura y una serie de dibujos donde empleo el lenguaje gráfico de la arquitectura para ilustrar la arquitectura sin arquitectos.

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Im1. Proyecto Bordos 100 / Fuente: Marcos Betanzos

2. ¿El proyecto pretende transformarse en algún tipo de solución para el problema de la basura o tan solo busca generar conciencia frente a las disparidades que esta genera?

Chris Dercon, dice bien que el arte actual está influenciado por el acto de compartir. Se trata de crear una experiencia colectiva y construir una comunidad. En este caso, #BORDOS100 inicialmente buscaba a través de la fotografía hacer visible la forma en cómo viven estas personas que están al margen de la ciudad oficialmente establecida; después quise conocer cómo con basura construían eficazmente un espacio para habitarlo y ahí, estando en el sitio, hablando con las personas me di cuenta que ellos no sabían a qué se dedicaba un arquitecto por la simple razón de que nunca habían estado en contacto con uno.

Entonces el proyecto dio un giro, quise retratar ese vacío y confrontar la forma de ver esta situación de los arquitectos con la forma en cómo estas personas ven al gremio. Ahí me di cuenta que hay una ausencia enorme. Estamos lejos de la sociedad y aún más lejos de la realidad. Eso representó para mí la oportunidad de poner a prueba a nuestra profesión, convoqué a 40 despachos de arquitectura en México y les solicité diseñar una casa para estas personas sin cambiar su contexto y su realidad, la arquitectura debía ceñirse a las circunstancias y no al revés, les pedí. Sólo recibí 17 proyectos –ya desde ahí era visible que a no tener una retribución directa, no existía el mismo interés que si hubiera alguna publicación, difusión o retribución garantizada-, fue muy el resultado también porque no todas las propuestas recibidas eran casas hubo otros planteamientos que surgieron de un análisis crítico y una provocación que se construyó sin planearlo, ahí el proyecto se socializó. Y en este caso, las propuestas que podían acercarse a esta realidad se comunicaron con los habitantes para entablar un diálogo de cómo podrían construir sus espacios de forma más segura o habitable aún en la emergencia en la que habitan.

Trabajé también con una fundación, sin embargo, finalmente el gobierno decidió que las propuestas no podrían realizarse bajo ningún esquema porque era ilegal este asentamiento.

Arquitectura Verde
Im2. Proyecto Bordos 100 / Fuente: Marcos Betanzos

3. ¿De qué forma llegaste a relacionar los basurales o tiraderos de basura Neza III con el problema de la vivienda en México?

La política de vivienda en México ha quedado en manos de los desarrolladores desde hace años, lo que se ve entonces es una gran ausencia de planificación urbana y muchas casitas que no hacen ciudad y que son créditos costosos que obligan a pagar durante 30 años esta casa que en los primeros cinco puede ser obsoleta para una familia. Esa es la vivienda oficial. Por otro lado se encuentra la vivienda irregular o informal, aquella que se manifiesta en zonas de riesgo o en zonas urbanas donde la gente comienza a construir poco a poco en un terreno que invade y al paso de muchos años tiene una casa común para toda su familia. Ambas son visibles, se conocen y las podemos observar. En este caso el tiradero me ofrecía una mezcla de las dos y generaba una tercera manifestación de vivienda, se trata de un sitio donde se vive y sin embargo el gobierno local niega que eso sea así; se trata de un asentamiento irregular y también de un lugar que es invisible para todos los ciudadanos. Nadie se pregunta a dónde va la basura una vez que nos hemos desechado de ella y tampoco cuestiona quién la trata ni cómo viven esas personas que hacen ese complejo trabajo, bueno, pues la vivienda que ahí se manifiesta, me parece que nos habla no sólo de personas viviendo en el riesgo absoluto, sino de una sociedad de consumo que al desprenderse de sus bienes materiales construye una ciudad invisible, una arquitectura del desecho que nadie quiere observar frontalmente.

4. De qué forma se concentra territorialmente la basura en el estado de México y qué tipo de disparidades son las que permiten esta concentración.

En el Estado de México, pero también en todo el país el mayor problema es que las personas no creen que esto sea un problema, ven la basura como algo indeseable, algo que debe estar lejos de ellos pero no entienden que son productores de este tipo de problemas ambientales, sociales, etc. La realidad es que el Estado de México no cuenta con la infraestructura necesaria para recolectar la basura, y mucho menos para tratarla.

De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) en México se generan poco más de 100,000 toneladas de residuos diariamente. Un parámetro similar arroja el Gobierno de la Ciudad de México, quien desde el año 2013 estima que su producción diaria es de 13,000 toneladas y si considerada a los municipios de otras entidades federativas que conforman la Zona Metropolitana del Valle de México la cifra alcanza las 20,000 toneladas producidas. De acuerdo con cifras publicadas en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Secretaría de Medio Ambiente (SEDEMA), se estima que en 1950 se generaban 0.37 kilogramos per cápita/día, mientras que en 2005 1.4 kg por habitante.

La crisis que se vive en México por el manejo de sus residuos sólidos va en incremento. Y es que de acuerdo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en el año 2004 se producían 57,000 toneladas al día a nivel nacional, hoy la cifra se ha duplicado, y se superan las 100,000. No está de más decir que a nivel legislativo, en México la gestión integral de los residuos se encuentra en su primera etapa. Las leyes en la materia establecen que la prioridad del estado debe de ser la minimización de los residuos, posteriormente el rehúso, después el reciclaje, el confinamiento y, finalmente el tratamiento térmico. De esta cadena mencionada, el primer paso recae directamente en nuestros hogares puesto que en ellos se genera el 43%, después le siguen los comercios con 23.5%, los mercados públicos con 10.6%, parques y jardines 10.7%, hospitales 1% y 11.2% otras actividades.

Estudios realizados por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México revelan algo peor: el 80% de nuestros desperdicios se albergan en rellenos sanitarios al aire libre donde no existe control sobre el manejo de desechos. Es decir, de cada 100 Kg de basura producidos sólo 80 se recolectan (en esas condiciones), lo restante termina en barrancos, ríos y terrenos baldíos convirtiéndose en agentes contaminantes y fuentes de infección, esto sucede –a lo largo y ancho del país.

El Instituto Nacional de Ecología indica que la basura se encuentra clasificada de la siguiente manera: 40% es orgánica, 15% papel y cartón, 8% vidrio, 5% plástico, 6% fierros, 5% aluminio, 4% materiales diversos, 4% trapos y ropa vieja, 3% pañales desechables, 10% otros.

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Im3. Proyecto Bordos 100 / Fuente: Marcos Betanzos

5. Hemos visto distintos proyectos en que la basura y desechos son reciclados para “dignificar” de alguna forma a la población de menos recursos económicos, sin embargo, proyectos de reciclaje para estratos de mayor capacidad de pago son bastante escasos. ¿No existe una real transversalidad respecto al reciclaje al momento de pensar proyectos que se sustenten  en materiales desechados?

No existen proyectos así y existen muchos que tienden a ser paternalistas y que invitan a sentir compasión por estas realidades. En mi caso, al hablar con las personas del tiradero a lo largo de más de dos años, entendí que ellos no necesitan dignificarse que, en todo caso los que necesitamos concientizarnos somos nosotros, los productores de toneladas y toneladas de basura. La arquitectura de cierta forma es un pretexto para concientizar de un tema mucho más importante que la arquitectura, en mi proyecto no me interesaba llegar a la mejor casa diseñada con basura o el mejor mueble, el más original que recicle PET, eso se me hace bastante superficial. Buscaba sacudir a los arquitectos para preguntarnos, por qué hemos dejado de estar en el frente de la batalla y buscaba provocar a la sociedad en general para que visibilice que su basura genera espacio, territorios, comunidades, ciudades, y que en todo ello se reflejan las asimetrías y la desigualdad, la basura es un reflejo de nosotros.

Como bien lo mencionas se ha vinculado con facilidad el tema de la basura con los estratos sociales más bajos y eso es un enfoque cuestionable, en ese caso propongo siempre que el enfoque sea desde el consumo y en esa línea quién posee más recursos es casi siempre quien produce más basura, es simple. Otro tema es que pensamos que la basura es algo que está o puede estar en nuestras manos pero no siempre tiene esa escala pequeña. En los proyectos que convoqué, hubo uno que analizó los aviones que han terminado su vida útil y propuso convertir esas aeronaves en viviendas. Parece una excentricidad pero me interesó mucho que abriera el debate sobre nuestra relación con la basura a partir de la escala, no imaginé antes que un avión viejo formara parte de  la basura, ¿a dónde van esos aviones? El proyecto de Víctor Betanzos y Guillermo González lo cuestionó y me pareció valioso.

Otro proyecto muy interesante fue el de Rodrigo Pantoja quien con un equipo de estudiantes propusieron un Memorial de la Basura, una intervención de Land Art en el basurero para reconocer estratigráficamente la basura como registro antropológico, ahí estamos nosotros en todos los objetos que desechamos, la basura serán nuestros testigos arqueológicos en el futuro. Nos reconocerán por todo el plástico que hemos arrojado al planeta.

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Im4. Proyecto Bordos 100 / Fuente: Marcos Betanzos

6. Para finalizar, ¿es posible materializar y viabilizar el proyecto de alguna forma? Y si es así, en qué etapa de este se encuentran actualmente.

Por el momento el proyecto ha comenzado a servir como punto de partida para implementar metodologías de acercamiento a este tipo de comunidades, si bien mi aproximación fue empírica con el tiempo he definido una ruta a seguir y eso se ha podido implementar en diversos talleres académicos y seminarios profesionales. Actualmente me encuentro asesorando tesis de licenciatura y maestría sobre el tema de los desechos sólidos y la vivienda en emergencia; he comenzado a trabajar con otros profesionales en el rubro de los derechos humanos de estas personas, intentando que tengan mejores condiciones laborales, que sean reconocidos como trabajadores y que vivan en mejores circunstancias. El proyecto como tal #BORDOS100 ha concluido, sin embargo de él se han desprendido varias cosas como mi trabajo con fundaciones, y la parte académica o de investigación. Lo que ha surgido del proyecto son ahora muchos proyectos donde la multidisciplina está ejerciendo plenamente pues estamos tratando de ayudar desde el derecho, la medicina, la biología, lo urbano, lo antropológico, etc., en ese siento que es un gran mérito de la arquitectura, provocar para incluir y no solamente para responder endogámicamente. Pienso que la realidad le queda grande a la arquitectura pero cuando la arquitectura expande sus alcances con otros rubros puede tener un alcance mucho más profundo, menos superficial: menos forma y más fondo.