Los procesos de crecimiento en extensión de las ciudades latinoamericanas, han incrementado la movilidad cotidiana de las personas, las cuales demandan cada vez más bienes y servicios en sus vertiginosos flujos diarios. El comercio ambulante, emerge como una respuesta a las necesidades, apropiándose para este efecto del espacio público.
Revista Planeo Nº 23 La Ciudad en Tránsito, Agosto 2015.
[Por Isabel Young. Trabajadora Social, PUCV. Estudiante Magister Desarrollo Urbano, PUC]
Resumen: Los procesos de crecimiento en extensión de las ciudades latinoamericanas, han incrementado la movilidad cotidiana de las personas, las cuales demandan cada vez más bienes y servicios en sus vertiginosos flujos diarios. El comercio ambulante, en este contexto, emerge como una respuesta a las necesidades de estos consumidores móviles, apropiándose para este efecto del espacio público, tanto en veredas, medios de transporte, como esquinas y semáforos. El comercio ambulante, más allá de una estrategia de sobrevivencia, como una alternativa a las demandas de personas con nuevos estilos de vida metropolitanos, es lo que busca revisitar esta sección de prácticas.
Palabras clave:
comercio ambulante, crecimiento en expansión, movilidad cotidiana
En Chile existen 849.097 emprendedores informales (Ministerio de Economía, 2013), que en su mayoría corresponden a mujeres, jóvenes, adultos mayores, migrantes y trabajadores de baja calificación. En el contexto latinoamericano Chile es el país con menor incidencia de economía informal, la que alcanza a un 37%, mientras el promedio para la región es de un 59% (Contreras, de Mello, & Puentes, 2008), sin embargo, esta cifra es bastante superior a países de la OCDE, donde el empleo informal bordea el 10 al 15%.
Tradicionalmente los estudios en la materia se han enfocado en el comerciante informal, en sus motivaciones, sus características y los principales factores que inciden en la configuración de este fenómeno. Sin embargo, existe escasa literatura respecto de los consumidores de estos comerciantes, de la implicancia de las trasformaciones urbanas en el desarrollo del comercio ambulante y de su relevancia en nuestra historia.
Las ciudades latinoamericanas en las últimas décadas han vivido una metamorfosis urbana caracterizada por su metropolización expandida y conjuntamente, asociado a las desigualdades socioespaciales, un proceso de fragmentación (De Mattos, 2010). La difusión de las TIC, la intensificación de la conectividad y la movilidad y la liberalización del suelo urbano, han ampliado las opciones de localización de las personas y facilitado el distanciamiento de los sectores residenciales del centro de la ciudad, aumentando la movilidad cotidiana de las personas y los flujos al interior de la metrópolis.
En este contexto los ciudadanos en sus movilidades cotidianas, requieren satisfacer múltiples necesidades que los convierten en “consumidores ambulantes” (Durán, 2013), demandando prácticas móviles de consumo en sus espacios de tránsito cotidiano, ya sea el transporte público o en la calle, que el comercio establecido satisface sólo parcialmente, por lo que el comercio ambulante emerge como una alternativa para responder a estas demandas, a través de la apropiación del espacio público, como la calle, la micro, la esquina o el semáforo.
De esta manera, el comercio informal junto con constituirse en una estrategia informal de empleo, se convierte en una práctica que permite dar respuesta a las necesidades de quienes realizan movilidades cotidianas, siendo en este sentido los clientes más ambulantes que los propios vendedores (Durán, 2013). Como señala Salazar (2013), la venta ambulante resulta de la relación entre vendedores y un movimiento libre de consumidores, que se despliegan en un flujo permanente.
Im1. Vendedora de sopaipillas. /Fuente: http://civilizandochile.blogspot.com
Este fenómeno se acentúa en comunas que son prestadoras de servicios a nivel metropolitano, que concentran gran parte de los flujos de la movilidad cotidiana de las personas, como en el caso de Santiago, que recibe diariamente una población flotante de 1,8 millones de personas, lo que corresponde a 9 veces la población comunal (Municipio de Santiago, 2015).
Este comercio informal que se organiza en torno a los flujos, ha sido caracterizado en un estudio de Tokman (2009), de acuerdo a diversas tipologías en relación a su ubicación (en vereda, en transporte, en esquina, etc), y en relación a su grado de formalidad e informalidad.
Tabla 1. Tipología Comercio Ambulante / Fuente: Tokman (2009) y Ministerio de Economía (2015)
Respecto de esta última característica, la formalidad/informalidad del comercio ambulante, llama la atención la constante pugna entre el comercio ambulante y “la ley”, que de acuerdo a Salazar (2003) se remonta hasta el siglo XV, cuando los reyes católicos prohibieron las ferias libres en un intento por monopolizar el intercambio mercantil, que se hace extensivo a los posteriores estados-nación y su alianza con los grandes capitales, donde los bolicheros y regatones fueron los antecesores de los actuales ambulantes.
Im2. Vendedor ambulante en Chile inicios del siglo XX
Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Economic_history_of_Chile
Desde entonces hasta la actualidad el comercio ambulante es perseguido por asociarse a la criminalidad, a la falta de higiene, porque entorpece las líneas de circulación del espacio público (Garcés, 2014). Se considera a los vendedores ambulantes “free-riders”, una competencia desleal al comercio establecido, por no pagar impuestos, patentes ni derechos.
Im3. Operativo de fiscalización de carabineros de venta en vía pública
Fuente: http://www.concepcion.cl/noticia/municipio-y-carabineros-actuan-contra-comercio-ambulante/
Y paradójiamente este comercio callejero es reeditado a través de una nueva tendencia elitizada, la de los carros de comida versión gourmet que se denominan “food truck”, lo que termina reafirmando la pertinencia que tiene el ambulantaje en dar respuesta a las necesidades de las personas en sus movilidades cotidianas en ciudades metropolitanas.