Urbanismo Radical

Marzo - Abril 2015

Documental «La lucha de los niños/as del barrio Pijp en Amsterdam por su derecho a permanecer y jugar en las calles».

Hoy en día, los diversos movimientos, propuestas y discusiones en torno a cómo es que queremos nuestras ciudades, ha tomado cada vez más fuerza. Para estos efectos, el derecho que como adultos hemos ejercido frente a los procesos de desarrollo urbano, ha establecido las formas, y criterios de intervención y producción de la ciudad que, sin embargo, no ha contabilizado a todos los actores que forman parte de este entramado urbano. En el marco de esta edición se presenta un documental que busca generar una instancia de reflexión sobre cómo hacer efectivo el derecho a la ciudad para todos sus habitantes, en este caso los niños/as, quienes fueron protagonistas de un movimiento ciudadano, estableciendo una demanda para la reivindicación del espacio público de la ciudad de Pijp (The Pipe) en Holanda, y logrando importantes resultados y cambios, tanto para el diseño como para la experiencia urbana de la niñez en la ciudad.
Revista Planeo Nº 21 Urbanismo Radical, Marzo-Abril   2015.

[Por Piera MedinaArquitecta PUCV. Estudiante Magister Desarrollo Urbano, PUC]

Director: Byclycle Dutch

Año: 1972

Link directo Trailer:

Protestas de niños/as en Pijp y conflictos con los automovilistas / Fuente: www.sentidoscomunes.cl

Durante las últimas décadas, los procesos de urbanización han estado asociados de manera muy directa a las reformas estructurales del sistema neoliberal, las cuales insertas en un intenso proceso de globalización, impusieron la forma mediante la cual se han llevado a cabo la planificación de las ciudades. Esto ha modificado las lógicas de participación y las formas en que han tomado partido los actores que dan vida a los procesos sociales.

Por otra parte, si la ciudad es entendida como un producto social, no puede diferenciarse entre el tipo de ciudad que queremos, y el tipo de relaciones y lazos sociales que queremos construir al interior de ella. En este sentido, el concepto de derecho a la ciudad surge como algo que va más allá de la libertad individual para acceder a los recursos urbanos, sino, como la posibilidad de participar en el proceso de producción de la ciudad de manera colectiva (Harvey, 2008). Es decir, que la construcción de este derecho se basa principalmente, en una dinámica de conquista del espacio a partir de diversos movimientos sociales, que concentrados en la dinámica urbana, vienen a detonar diversas demandas sobre los procesos de producción y ocupación del espacio de la ciudad (ibídem).

Tomando esto como punto de partida, el presente documento propone generar una reflexión en torno a la incorporación de nuevos agentes en estos procesos de cambio y participación, los niños/as, que no siempre son considerados y que proponen una nueva forma de mirar (y re mirar) el espacio de la ciudad.

En el año 1972, un grupo de niños/as de la comunidad de Pijp, al sur de Amsterdam (Holanda), fue protagonista de las demandas que reclamaban una distribución equitativa de los espacios públicos de la ciudad, especialmente aquellos que se destinaban a calles, en donde el uso estaba casi totalmente dirigido a los automóviles. El contexto en el cual se encontraba la ciudad en esos años, era de un profundo hacinamiento en los departamentos del centro, donde además, la invasión de los automóviles en las calles, impedía no sólo que los niños/as jugaran en ellas, sino también, pudieran transitar de forma segura por las vías existentes. Frente a este escenario, las protestas también formaban parte de la campaña dirigida en aquella época: “Stop Kindermoord” (Alto a la muerte de niños) que buscaba poner freno a los atropellamientos de niños/as en el barrio.

Imagen del documental, protesta de niñ@s en Pijp / Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=YY6PQAI4TZE

La falta de equidad en el acceso a los espacios públicos urbanos, hacía visible una demanda latente sobre las jerarquías de ocupación del espacio. El conflicto sobre el derecho de esos lugares se desató cuando los pequeños/as (acompañados de adultos) decididos por generar un cambio en la manera en la que se llevaba a cabo la ciudad, los hizo movilizarse y despertar un movimiento ciudadano único, liderado por ellos, y que conducía precisamente a cambiar los patrones de ocupación de las calles, para transformarlas en “calles para jugar”.

Protestas de niños/as en Pijp y conflictos con los automovilistas / Fuente: www.sentidoscomunes.cl

Es emocionante ver cómo la demanda por una ciudad más justa, surge desde un grupo de la sociedad que no es considerado en la mayoría de los procesos de diseño urbano, por lo cual resulta aún más destacable la fuerza que ésta adquirió, colocando en la agenda pública del país el derecho de los niños/as por ocupar la ciudad, y sobre todo, por reconfigurar las jerarquías y las estructuras urbanas que hasta ese momento giraban en torno al automóvil. El fuerte activismo ciudadano en contra de la motorización masiva, transformó la estructura de Pijp, volviéndola una ciudad más inclusiva y respetuosa con todos los actores de la ciudad, logrando aumentar el porcentaje de niños/as usando el espacio público hasta la fecha de manera considerable.

Podría decirse entonces, que el derecho a la ciudad, pocas veces invocado hacia este grupo etario, viene a ser un componente esencial para la creación de una ciudad más justa e inclusiva. Al permitir un acceso equitativo al espacio público de la ciudad y restablecer nuevas formas de “lo público”, se pone en relieve aspectos esenciales del desarrollo de las personas, como es la construcción de una identidad colectiva y el fomento en la participación ciudadana de los más pequeños con sus ciudades. Esto podría significar sin duda, una participación prolongada de los actores en sus diversas edades, que ya para el caso de Holanda, significó un activismo extendido en términos de transporte y equidad del espacio público, situando a este país como ejemplo de desarrollo en torno a las políticas de movilidad y dimensión humana.

Esto resulta fundamental, pues a medida que las ciudades mejoren y logren que todos sus habitantes puedan usar y acceder al espacio público, podrán contar con una comunidad más cohesionada, una identidad cívica más desarrollada y una mejor calidad de vida urbana (Gehl, 2010).

RESEÑA_1_FIG6

Imagen del documental, sin árboles ni veredas – Imagen de la misma calle en la actualidad luego de las protestas, con un diseño urbano más inclusivo / Fuente: Documental y Google Street View

 Referencias bibliográficas

Gehl, J. (2010); “Ciudades para la gente”; Onu Habitat; Ciudad Aut.noma de Buenos Aires : Infinito (Primera edición en español, 2014)

 Harvey, D (2008): “El Derecho a la Ciudad”. En New Lef Review, 53 (23-39): Recuperado de http://newleftreview.es/search/hybrid?query=david+harvey