Barrio y Ciudad

Noviembre-Diciembre 2014

Los Barrios en tiempos de Ciudades Globales

En el contexto de las ciudades globales, hace sentido promover el barrio como unidad espacial local que participa en las diversas dinámicas y que incita el compromiso cívico de sus integrantes con su entorno directo y con su ciudad. Hace sentido porque la escala barrial guarda una relación intrínseca e inexorable con la calidad de vida de las personas.
Revista Planeo Nº19 Barrio y Ciudad, Noviembre 2014.

columna 1

Fuente: http://qz.com/237063/will-city-dwellers-actually-use-a-no-cellphones-lane-on-the-sidewalk/

 

[Por Juliana Carvalho. Analista de Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, Brasil, y Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente por la Pontificia Universidad Católica de Chile.]

Vivimos en una época netamente urbana. La mayoría de la población mundial reside actualmente en ciudades y las tendencias apuntan a un porcentual de concentración aún mayor para el futuro, para lo que se podría llamar de nuestro “futuro urbano”[1]. Pero además de urbana, esta también es una época de globalización e informatización. Una época en la cual lo “real” de nuestras ciudades disputa constantemente con lo “virtual”. Cada vez más, el trabajo está asociado al uso de tecnologías y computadoras, la socialización dependiente de aplicativos y plataformas conectados a redes. Tanto que hoy en día incluso se implementan, en larga medida en respuesta a demandas de la sociedad, dispositivos de distribución gratuita de internet en espacios públicos de varias ciudades alrededor del mundo. Esto es particularmente verdadero para el caso de las ciudades globales, en las cuales se busca infatigablemente – o se espera con vehemencia en el caso de algunas – lograr una hiperconexión veloz e ininterrumpida.

Fue ironizando un aspecto de este contexto de hiperconectividad, el de caminar mirando al celular, muchas veces de forma inoportuna y dificultando el flujo peatonal, que la National Geographic realizó un experimento social en la ciudad de Washington, D.C., señalizando en la vereda una segregación entre “sin celular” y “con celular”. El experimento behaviorista fue realizado con el permiso de la ciudad y es parte del desarrollo de un programa de tv que todavía no ha estrenado, razón por la cual todavía solo se puede especular sobre el enfoque específico que ellos darán a los resultados obtenidos. Sin embargo, de acuerdo a los reportajes sobre el experimento[2], la mayoría de las personas no se dieron cuenta de la intervención en el piso. Posiblemente por ir caminando ya engajadas con sus dispositivos electrónicos. Por otro lado, muchos de los que sí se dieron cuenta, sacaron fotos, con sus celulares. Muchos de estos probablemente lo compartieron en las redes sociales. Resultados similares a estos fueron observados en una intervención artística realizada en Nueva York, separando, también con tinta blanca, una sección de la vereda para los residentes de la ciudad y otra para los turistas[3], y logrando que varios de los paseantes sacaran fotos de la intervención y las publicaran y comentaran online.

Independiente de las variadas interpretaciones y conclusiones que uno puede derivar de estos experimentos, ellos sirven como un indicio de que, paulatinamente, nuestra forma de relacionarnos, tanto con la ciudad como entre nosotros mismos, está cambiando. Y en este proceso de cambio, la figura de los barrios, como espacios de copresencia y convivencia, en los cuáles se forman vínculos comunitarios y se construyen identidades locales, es puesta en cuestión. Esto porque, si bien se considera que “la mera territorialidad, es decir el mero convivir en un mismo espacio geográfico, no sería condición suficiente para constituir una identidad barrial y/o comunitaria” (Baleato apud Martinéz, 2004 – énfasis nuestro), se sobreentiende que ella es una condición necesaria.

La territorialidad es justamente el punto de partida para un barrio, sea desde una perspectiva gubernamental, de planificación y gestión urbana, sea desde una perspectiva más cercana a las ciencias sociales, histórica, sociológica o antropológica por ejemplo, sea desde una perspectiva de los propios pobladores de un barrio. El espacio físico es un denominador común a las definiciones de barrio, pero es, en larga medida, indiferente para la socialización llevada a cabo en el espacio digital. Basta estar en un lugar con acceso a internet, con un dispositivo que te permita conectarse, tener habilidades para hacerlo, y “listo”. Se podría decir que es un tema más bien logístico asociado a la conexión, ya que con los avances de las tecnologías de información y comunicación ya no existen las restricciones espacio-temporales de otrora, emergieron nuevas alternativas para relacionarse con los demás y con nuestro entorno. Uno puede, desde su casa, apoyar una causa ambiental en el polo norte. O seguir las protestas en Egipto. O participar en una video conferencia con una sucursal de la empresa que se encuentra en otro continente. O jugar en tiempo real con otros jugadores dispersos por todo el mundo. O incluso hacer todo esto. O algo completamente distinto. Las posibilidades de uso de estas tecnologías son varias y permiten – posiblemente también incentivan – la formación de comunidades virtuales desterritorializadas, articuladas, en larga medida, sin depender de la proximidad geográfica de sus integrantes.  Son comunidades que pueden ser transnacionales, transfronterizas, “transbarriales”.

Pero este es un lado de la moneda. Dependiendo del uso dado a las tecnologías, más que desvincular las personas de las localidades que ellas habitan, es posible promover y fortalecer relaciones cara-a-cara en las ciudades, es posible salvaguardar y potencializar los barrios en esta época de ciudades globales altamente conectadas. Es posible vencer el antagonismo entre los ámbitos virtual y real, combinándoos sinérgicamente (utilizando, por ejemplo, plataformas de mapeo participativo para monitorear avances de una obra pública o el estado de conservación de áreas verdes). Y hay varios motivos para hacerlo. Para citar algunos ejemplos, se puede (i) garantizar mejor representación política a través de juntas de vecinos, (ii) mejor conservar el patrimonio arquitectónico y cultural, y (iii) generar mayor seguridad y cohesión social. Hay ciertos temas y problemas urbanos que son específicos de cada territorio, que afectan principalmente a las comunidades locales, que a su vez tienen mayores chances de defender sus intereses y demandas frente a presiones externas cuando poseen un fuerte sentido de identidad y presentan organización y cohesión social. En este sentido, no solamente hace sentido hablar de barrio en la ciudad global, especialmente en lo que se refiere a la necesidad de sociabilización no-exclusivamente-virtual (Baringo, 2013; Žižek, 2005)[4], hace sentido promover el barrio como unidad espacial local que participa en las diversas dinámicas de las ciudades globales y que incita el compromiso cívico de sus integrantes con su entorno directo y con su ciudad. Hace sentido porque la escala barrial guarda una relación intrínseca e inexorable con la calidad de vida de las personas. Hace sentido porque es una escala más palpable, más humana, que nos obliga a re-acercarnos a los espacios que experimentamos corpóreamente en nuestras vidas diarias.

 

 


[1] Término ampliamente utilizado hoy en día, pero que parece haber sido masificado después de la publicación del siguiente informe: The World Watch Institute, (2007) “The State of the World: Our Urban Future”. Disponible en: http://www.worldwatch.org/files/pdf/State%20of%20the%20World%202007.pdf

[2] Algunos ejemplos: https://www.yahoo.com/tech/cellphone-talkers-get-their-own-sidewalk-lane-in-d-c-92080566744.html , http://qz.com/237063/will-city-dwellers-actually-use-a-no-cellphones-lane-on-the-sidewalk/ y http://www.dailymail.co.uk/news/article-2696568/TV-puts-fast-slow-lanes-DC-sidewalk.html

[3] Más información disponible en: http://improveverywhere.com/2010/06/08/the-tourist-lane/

[4] Sobre los riesgos de solitud asociados a prácticas de sociabilización prioritariamente virtuales y sus consecuencias negativas, véase: http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/oct/14/age-of-loneliness-killing-us

 

Referencias:   

Baringo, D. (2013). “¿Tiene sentido hablar de barrio en la ciudad global? Reflexiones en torno a la relación entre sociología, comunidad urbana y el lugar”. RES nº 19 (2013) pp. 49-66. ISSN: 1578-2824

Martinéz, G. (2004). “El Barrio, un Ser de Otro Planeta”, En bifurcaciones [online]. núm. 1, verano 2004. Disponible en: <www.bifurcaciones.cl/001/Martinez.htm>. ISSN 0718-1132

Žižek, S. (2005). “Bienvenidos al desierto de lo Real”, Editora AKAL, Madrid, España.