El libro “Barrios Cerrados en Santiago de Chile: entre la exclusión y la integración residencial» presentamos un interesante enfoque sobre los Barrios cerrados, analizado bajo el contexto de la exclusión social y la integración residencial en Santiago de Chile.
Revista Planeo Nº19 Barrio y Ciudad, noviembre 2014.
[Por Piera Medina. Arquitecta PUCV. Estudiante Magister Desarrollo Urbano, PUC]
Título: “Barrios Cerrados en Santiago de Chile: entre la exclusión y la integración residencial”
Editores: Gonzalo Cáceres y Francisco Sabatini
Lincoln institute of Land Policy, 2004.
Palabras clave: Segregación residencial; Santiago de Chile; Exclusión; Integración residencial; Barrios cerrados
El texto se encuentra encabezado por el artículo inicial de los editores, sobre “Los barrios cerrados y la ruptura del patrón tradicional de segregación en las ciudades latinoamericanas: El caso de Santiago de Chile”, el cual presenta la tesis que da el punta pie inicial para adentrarnos a los debates actuales sobre la segregación residencial en las ciudades de América Latina. La tesis se sostiene en la idea de que se ha puesto en marcha un cambio profundo y estructural en el patrón de segregación de las ciudades de la región, y en este sentido, “la multiplicación de barrios cerrados es parte importante de esa transformación” (pp.10).
Un punto importante a tener en cuenta es la perspectiva desde la cual se analizan estos fenómenos, considerando que la realidad espacial de las ciudades entrega una riqueza y giros que se desmarcan de los conceptos teóricos sobre los diversos fenómenos urbanos, haciendo cada vez más difícil de lograr la articulación entre las teorías entre lo “social y lo espacial”. Para estos efectos, la ciudad se vuelve un marco de estudio diverso, variable y complejo, que al ser el lugar donde las manifestaciones sociales se manifiestan, configura el marco donde la diversidad social y la complejidad funcional alcanzan su plenitud, en este sentido “la ciudad sería más abierta y modificable que su estructura material, hecha de piedra y permanencia” (pp.10).
A partir de esto último, el estudio sobre los barrios cerrados se vuelve un medio fundamental para adentrarse en las investigaciones y preguntas en torno a la segregación urbana en América Latina, entregando algunas pautas sobre la imbricación entre el aumento de la segregación y el incremento de las desigualdades en la región.
En este sentido, el texto hace mención al aumento de las desigualdades como un factor asociado a las reformas económicas realizadas por los gobiernos, y al desarrollo de la globalización en todos los aspectos de la sociedad.
Para adentrarnos en la temática del texto, resulta necesario comprender ciertos conceptos planteados en él, y en este sentido, entender la segregación residencial como “una cuestión de distancia física entre personas de distinta categoría social, y el aislamiento entre grupos a que esa distancia contribuye” (pp.11).
En torno a esto, los editores realizan una propuesta en base a cuatro aproximaciones empíricas que dan cuenta de los procesos que sustentan la tesis del cambio de patrón tradicional de segregación de nuestras ciudades, entregando un cuadro analítico sobre los cambios que están ocurriendo en estos temas, que conceptualizan el resto de los textos del libro.
La primera afirmación al respecto hace hincapié en la idea de que “la dispersión espacial de las elites es una tendencia contemporánea y una posibilidad estructural” (pp.14). La idea central responde al cambio en el patrón de asentamiento de las elites, que un comienzo tenía una tendencia hacia el cono de alta renta (que aún sigue siendo predominante), y que en la actualidad se han ido dispersando por otras zonas de la ciudad, dando cuenta que el aumento de las desigualdades sociales, no necesariamente lleva a mayor segregación física o residencial de los grupos sociales.
La segunda afirmación da cuenta que “la aproximación espacial de los pobres a las elites es una inclinación estructural” (pp. 24). Este punto reflexiona sobre el deseo de integración en torno a la geografía de oportunidades que ofrecen las elites a los demás grupos sociales. En este sentido, el hecho de buscar una localización próxima a grupos de mejor condición social, de modo de estar cerca de las actividades económicas que ahí se concentran, pareciera ser, en palabras de los autores, algo lógico.
La tercera afirmación reflexiona sobre la idea de que “la dispersión de barrios cerrados, y la reducción de escala de la segregación del que aquella forma parte, tiene tanto efectos positivos como negativos” (pp. 29). A pesar de la resistencia a los patrones de aislamiento, como muros y rejas, este punto da cuenta de los efectos positivos tales como la modernización del área, acceso a fuentes laborales y la integración social asociado a la ruptura de homogeneización de clases. Mientras que los efectos negativos suscitan procesos de gentrificación de los pobres, violencia, separación, irrupción de la trama urbana e impactos en los sistemas de transportes.
Por último, la cuarta afirmación plantea que “la segregación residencial es un fenómeno que puede ser modificado a través de la política pública” (pp.36), como un desafío para Chile y Latinoamérica, de sumarse a las tendencias de reducción de la escala de segregación y hacerse cargo de las tendencias negativas de los mercados de suelo que conducen a la ampliación de la segregación.
Con este marco, es posible adentrarse a los demás textos que presenta el libro, los cuales tienen en común el ver la segregación residencial como un “fenómeno de sabia propia, cambiante y complejo; como un punto de confluencia de los peores y mejores afanes humanos que van desde la exclusión social a la construcción de comunidades residuales… donde se juega, ni más ni menos, el atributo urbano por antonomasia: la vida en diversidad” (pp. 13)