El desarrollo de nuevas tecnologías amplió el catálogo de herramientas para responder a una de las principales demandas urbanas: la seguridad, avanzando hacia un modelo orientado por el uso de la información para prevenir y reaccionar ante las manifestaciones de violencia urbana.
Revista Planeo Nº18 Tecnología y Ciudad, Septiembre 2014.
Cámara de domo en Bogotá (Colombia). La Alcaldía Mayor anunció recientemente la instalación de 500 nuevas cámaras en la ciudad, para apoyar la labor de la Policía Metropolitana.
[Por Jaime Solorzano Pescador. Cientista Político de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Candidato a Magíster en Desarrollo Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile.]
El desarrollo de las ciudades ha estado asociado a la provisión de seguridad. La búsqueda de garantías para la vida (y la propiedad) hizo que, de acuerdo a los conocimientos y técnicas de la época, se utilizaran dispositivos para defender la ciudad: murallas y atalayas dieron paso a cámaras, sistemas de información georreferenciada y drones. Todo esto a la par de la consolidación de los cuerpos de policía que patrullarían y regularían las conductas de los urbanitas, apoyados cada vez más en nuevas herramientas que parecen indispensables para la vigilancia del espacio urbano. Presente en la literatura y la cinematografía, parece haber un gran interés (o una gran obsesión) sobre la observación y el control del espacio urbano. Así pues, ¿de qué manera está influyendo la tecnificación de la vigilancia sobre la producción de la ciudad? Quisiera plantear algunos puntos a su consideración, a propósito de la relación que pueda existir entre la urbanización y las nuevas formas de seguridad en la ciudad.
El desarrollo tecnológico es cada vez más acelerado, y necesariamente impacta en todas las esferas de acción de los seres humanos. Dicho avance, siguiendo a Castells (1999) está en la actualidad por el uso del conocimiento y de la información para reproducir cosas. En ese sentido, estamos en un momento en el cual la información para por diferentes procesos (generación, almacenamiento, recuperación, retransimisión) y que permiten su uso en la producción de nuevo conocimiento y, por consiguiente, nuevos artefactos. La expresión contemporánea de este fenómeno en las ciudades recae en el desarrollo de aplicaciones que ofrecen información a urbanitas y gobernantes para que tomen mejores decisiones. En su conjunto, el uso de estas aplicaciones ha dado origen a la discusión sobre las “Smart Cities” o “ciudades inteligentes”, o aquellas que logran mejorar su funcionamiento a partir del uso de nuevas tecnologías para la información (CISCO, 2012). No en vano, empresas como CISCO, Philips y Siemens (entre otras) han destinado recursos importantes para la conceptualización de este fenómeno y el desarrollo de nuevas tecnologías para la planificación urbana y una mejor gestión de las áreas urbanas. Esto implica, según Falconer y Mitchell (2012), que las nuevas tecnologías de la información y comunicación ayudarán a resolver los retos a los que se enfrentan los habitantes de las áreas urbanas, aun cuando existen profundas diferencias dentro de estas que relativizan la capacidad de la tecnología para atender las demandas ciudadanas. El acceso a la información y a las redes se presenta como uno de los numerosos obstáculos en ese proceso.
En ese sentido, el desarrollo de nuevas tecnologías amplió el catálogo de herramientas para responder a una de las principales demandas urbanas: la seguridad. Del modelo tradicional, donde primaba la labor de la autoridad policial contra el crimen en un modelo reactivo, se ha avanzado por medio de la tecnificación de la vigilancia hacia un modelo orientado por el uso de la información para prevenir (y reaccionar) ante las manifestaciones de violencia, atendiendo así la complejidad de las áreas urbanas. Para la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) (2013), la falta de información afecta la capacidad de respuesta de autoridades que deben actuar con menos recursos. Así pues, y ante la necesidad de ser más eficientes, el uso de tecnologías de la información y la comunicación para la vigilancia amplía el conjunto de herramientas de las autoridades, por medio de una mayor recolección de información pertinente para garantizar la seguridad, o mejorar la interacción con los ciudadanos por medio de canales que transmiten información con menores costos. A este inventario debe sumarse el crecimiento de la “industria de la seguridad privada” (Button, 2002) quien sostiene que la fragmentación en la función policial ha llevado a que los ciudadanos adopten las medidas que estimen pertinentes para protegerse, como el aumento de los circuitos cerrados de televisión y el cerramiento de sus lugares de residencia y trabajo con sofisticados equipos que transmiten información para activar medidas reactivas contra la acción violenta.
Este último aspecto remite a las reflexiones que Bauman (2009) ha hecho sobre el rol del miedo y la inseguridad en la sociedad actual. La presencia de “otros” o “extraños” aumenta la percepción del miedo ante aquello que no se pueda llegar a controlar en el espacio, y en ese ámbito es que se enmarca el interés creciente por desarrollar mecanismos que reduzcan dicha incertidumbre. Todo dispositivo tecnológico dispuesto para apoyar tareas de vigilancia cumple su propósito cuando logra reducir los factores de riesgo para los flujos de personas y capital, o al proveer información adecuada para la acción oportuna de las autoridades en el territorio. No obstante, puede sugerirse que muchas de los dispositivos de vigilancia y seguridad están teniendo otros efectos sobre el espacio urbano, como su fragmentación y división en función de los miedos que tienen los ciudadanos con respecto a los otros, por la amenaza que representan.
Poster de “La Zona” (2007), película mexicana dirigida por Rodrigo Plá, y que presenta una interesante reflexión sobre la segregación socioespacial y la dicotomía entre las formas de vigilancia pública y privada en un barrio cerrado en el D.F. en México.
Resulta difícil, en las condiciones actuales, desvincular el desarrollo tecnológico del desarrollo urbano. Las aplicaciones de la tecnología en la producción de la ciudad han facilitado la comprensión del territorio para mejorar los procesos de planificación urbana, y conciliar la oferta gubernamental con la demanda ciudadana. En el ámbito de la seguridad, tanto el sector público como el sector privado han destinado importantes recursos para obtener tecnología que ayude a prestar un servicio adecuado y eficiente a las necesidades de los usuarios. El avance de la urbanización mantendrá un aumento sostenido por servicios como la vigilancia, cuestión que incidirá en la relación que establecen los ciudadanos con su entorno a partir de la sensación de vigilancia para la seguridad, y en la relación que establecen entre sí los ciudadanos de acuerdo a cuan segura resulta una interacción.
Referencias:
Bauman, Z. (2009). Confianza y temor en la ciudad. Arcadia.
Button, M. (2002). Private Policing. Willan Publishing. Portland.
Castells,M. (1999). http://www.frgp.utn.edu.ar/frgp/descargas/alumnos/ciencias_basicas/cs-sociales/ing-social/bibliografia/bibliografia-electrica/castells-m.-la-rev-de-la-tec-de-la-info.pdf Falconer y Mitchell (2012). Smart City Framework: A Systematic Process for Enabling Smart+Connected Communities Disponible en: http://www.cisco.com/web/about/ac79/docs/ps/motm/Smart-City-Framework.pdf
UNODC (2013). Manual de capacitación de vigilancia en el espacio urbano. Disponible en: http://www.unodc.org/documents/justice-and-prison-reform/UNODC_PolicingUrbanSpaces_ESP_LR_final_online_version.pdf