Javier Vergara es Arquitecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile y MSc City Design & Social Sciences de la London School of Economics. Es Co-fundador y Director Ejecutivo de Ciudad Emergente.
Revista Planeo Nº18 Tecnología y Ciudad, Septiembre 2014.
[Por Pablo Wainer. Arquitecto UDP y Magister (c) en Desarrollo Urbano, IEUT, UC]
Javier Vergara es Arquitecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile y MSc City Design & Social Sciences de la London School of Economics. Actualmente se encuentra trabajando en proyectos sustentados en urbanismo ciudadano, el cual se centra principalmente en la participación ciudadana y tecnologías aplicadas a la ciudad.
Es también co-fundador de Plataforma Urbana y Plataforma Arquitectura, y se desempeña como profesor de Urbanismo Táctico en la Universidad Diego Portales y profesor del Magíster en Proyecto Urbano de la PUC.
Primero, me gustaría que nos contaras en qué consiste la organización, cuál es su misión y visión.
Ciudad Emergente es una ONG que se define como un laboratorio de tácticas y herramientas para el urbanismo ciudadano. Nuestra misión es mejorar la calidad de vida en ciudades a partir de procesos de innovación social de alto impacto y participación ciudadana. Para esto, CEM implementa una metodología de innovación y emprendimiento ágil consistente en la implementación de prototipos livianos, rápidos y baratos, también conocidos como tácticas urbanas de corto plazo que buscan generar cambios de largo plazo en la forma de habitar la ciudad, poniendo en el centro del desarrollo a las personas. Estos prototipos se despliegan a partir de un ciclo consistente en construir, medir y aprender, y cuyo fin último es lograr instalar capacidades en las personas para que estos logren llevar adelante el tipo de vida que valoran. Para lograr medir el impacto de estas acciones, CEM posee herramientas, tanto análogas como digitales, para lograr monitorear el desempeño de las intervenciones. Dicho de otro modo, lo que buscan las tácticas urbanas y las herramientas apropiables, es transformar a las personas en agentes activos de cambio en la ciudad en vez de meros actores pasivos receptores de beneficios. Esta visión está orientada fuertemente hacia la construcción de ciudades a escala humana.
Ustedes proponen funcionar como un puente entre las inquietudes ciudadanas y los actores encargados de la toma de decisiones en la ciudad. ¿Cómo es el proceso que se lleva a cabo para llevar las ideas ciudadanas hasta las instituciones encargadas de tomar decisiones?
Más que llevar las ideas de un sector hacia el otro, el objetivo de CEM es lograr articular ambos mundos, los cuales muchas veces se encuentran friccionados o faltos de herramientas para dialogar o bien encontrar concensos para orientar las políticas urbanas. La manera de articular a organizaciones de base y agencias de toma de decisión es a partir de la implementación de estás tácticas y herramientas que son de corto plazo pero que permiten orientar e informar decisiones de largo plazo para la planificación urbana. La articulación de actores requiere de pensar al mismo tiempo en integrar a las distintas partes dentro de un proceso de co-producción urbana, esto es, donde todos los actores tienen un espacio para actuar y empoderarse del proceso. Un ejemplo concreto, las tácticas urbanas llamadas Malones Urbanos, lo que buscan es poder articular “ciudadanos de a pie” con tomadores de decisiones, sentándolos a compartir una gran mesa para construir comunidad. En estas acciones se debaten aspectos de largo plazo, que son del interés de tanto de un grupo organizado de vecinos como de los tomadores de decisiones. Las conversaciones son facilitadas a partir de herramientas conocidas como árboles de ideas donde se agregan múltiples percepciones y de los participantes de un Malón, las que posteriormente son sistematizadas y analizadas en la forma de reportes fáciles de leer y fáciles de entender, entregados tanto a los tomadores de decisiones como a las mismas comunidades. Los procesos levantados a partir de estas acciones como Malones Urbanos no buscan en ningún caso reemplazadar los canales existentes de participación ciudadana, sino más bien, complementar los instrumentos de planificación territorial a partir de insumos muchas veces cualitativos difíciles de recabar.
¿Cómo ven ustedes el mayor acceso a la información y tecnología de las personas? ¿De qué manera puede verse reflejada en la ciudad y sus habitantes una “democratización” de la información y la tecnología?
El mayor acceso a la información es un bien preciado para la planificación urbana, siempre y cuando este acceso sea equitativo y representativo de los todos grupos que conforman la sociedad. Si bien en Chile existe una importante penetración de internet y una amplia cobertura de teléfonos móviles que supera el 200% de la población, no hay que pensar que esto se refleja directamente en un impacto en la ciudad o como estás pueden planificarse de manera justa e inclusiva aún. Existen todavía brechas importantes de acceso y cobertura para los grupos más desaventajados de la sociedad que calza directamente con los estratos de menores ingresos, donde al mismo tiempo existen los mayores déficits en cuanto a cobertura de equipamientos, educación, áreas verdes, acceso a un medioambiente libre de contaminación, entre muchos otros. Por lo mismo, el desafío de estas tecnologías “high-tech” que permiten acceder a mayor y mejor información, es lograr combinarse con herramientas análogas “low-tech” para permitir cubrir las brechas existentes. Creemos que este desafío está completamente abierto aún donde hay un campo enorme para explorar.
¿Creen que el aumento de las demandas por parte de la ciudadanía en los últimos años se ve reflejado en un debilitamiento del poder del Estado, de sus partidos políticos y el mercado frente a los ciudadanos? Y si es así, ¿qué puede significar esto?
Desde una perspectiva personal, las demandas de la ciudadanía son más bien reflejo directo de los desafíos que enfrenta el país hoy en cuanto a equidad e igualdad. Probablemente estos desafíos o deudas, en cuanto a equidad, que el país debe resolver de manera urgente, se han ido incubado a lo largo de las últimas décadas en políticas de estado y mercado que han tendido a agudizar las diferencias sociales más que a balancear o emparejar la cancha. Por otro lado, las demandas ciudadanas que se ven hoy en distintos ámbitos son reflejo de una sociedad más madura, más empoderada y más clara en lo que quiere, con mayor opinión, menos dispuesta a aceptar lo que venga y mas orientada a decidir por ellos mismos. Si bien esto es un paso muy importante para contar con una sociedad civil con mayor mejor capital social, aún queda un largo camino por delante. Esto, ya que al momento de tener que decidir muchas veces la ciudadanía organizada se queda solo en la protesta y se hace evidente la falta de herramientas para poder orientar las inquietudes hacia acciones que promuevan los cambios que la ciudadanía busca. En esa línea, resulta clave poder innovar y buscar espacios creativos para encontrar los canales y las herramientas adecuadas para que esta ciudadanía empoderada logre alcanzar los cambios por los cuales se organiza y moviliza.
En cuanto a la ciudad y cómo puede afectar el uso de nuevas tecnologías en la construcción y consolidación de la participación ciudadana, ¿qué ejemplos concretos existen en que la opinión ciudadana haya influido sobre alguna toma de decisión relacionada a la ciudad? Y cómo fue su desarrollo.
Las nuevas tecnologías han demostrado ser espacios atractivos para “depositar”, “compartir” o “socializar” las inquietudes, sentimientos y opiniones de la ciudadanía. Al mismo tiempo, han logrado captar la atención de las autoridades como herramientas de poderosas, tanto por el beneficio como por la amenazas que puede signficar para uno y otro grupo de poder. Lo que aún no está del todo resuelto es que tan efectivos son estos espacios que han generado las nuevas tecnologías para influir eficazmente la toma de decisiones. Ejemplos concretos del uso de estas tecnologías son por ejemplo las plataformas que permiten detectar problemas en la ciudad, a partir de los reportes de los ciudadanos en sus smartphones o sus computadores. En EEUU y America Latina se han implemetado diversas plataformas que hacen esto. Algunas aplicaciones como “Change By Us” o “Give A Minute” desarrolladas por Local Projects en Nueva York, Chicago, Menfis, y otras ciudades de EEUU, o aplicaciones como “Fix My City”, “Ziudad” o “10 mil ideas” han buscado conectar a la ciudadanía con los tomadores de decisiones. El ciudadano reporta el problema, la autoridad escucha. En teoría suena super bien, pero en la práctica se ha demostrado que muchas veces las mismas autoridades o los gobiernos locales no cuentan con las capacidades para lograr canalizar estas demandas, y finalmente, más que facilitar el trabajo, este se hace inabordable y los problemas no logran la solución. En esa línea, aún falta dar el paso para que estas tecnologías logren instalar capacidades en las personas no solo para apuntar con el dedo cuales son los problemas, sino lograr conducir los cambios a partir de la construcción de una “agencia ciudadana”. Esta agencia entendidad como la capacidad de las personas de ser agentes activos de cambio.
Finalmente, ¿cómo ha sido la respuesta de las organizaciones ciudadanas frente a su método de difusión y de qué forma evalúan los resultados obtenidos hasta ahora?
El trabajo de Ciudad Emergente está recién comenzando, y en esa línea, ha sido bastante satisfactorio trabajar con comunidades que ven un valor en el urbanismo táctico y en la idea de hacer urbanismo a la escala humana. A partir de los proyectos que hemos desarrollado nos hemos dado cuenta que hay una necesidad enorme por suplir las brechas de desigualdad que viven las ciudades de Chile, y que se requiere de un esfuerzo enorme por lograr instalar capacidades en las personas para crear líderes de barrios. En general, las organizaciones ciudadanas más convencionales agrupadas en institucionalidades conocidas como juntas de vecinos, aún están en una posición de beneficiarios de políticas o promesas de campaña, lejos aún de accionar a la comunidad en torno a los cambios que ellos mismos esperan. En ese sentido, hemos visto que convocar a las comunidades a trabajar en torno a cosas concretas, hechas por ellos mismos, es muy estimulante no solo para nosotros, sino para todos los que se hacen parte de las acciones de urbanismo ciudadano que impulsamos en conjunto. No han faltado los errores en el camino, pero lo que sacamos en limpio es que la ciudad permite ajustar los errores, esto ya que no vemos la ciudad y sus barrios como simples productos urbanos, sino mas bien como procesos de largo aliento que pueden ajustarse y re-programarse, y donde los principales protagonistas son las personas.
Fuente: www.flickr.com/photos/ciudademergente