Resiliencia Urbana

Julio-Agosto 2014

Resiliencia urbana e interdisciplinariedad: no se puede alcanzar una sin la otra

Utilizar el concepto de resiliencia para, por ejemplo, establecer la visión de futuro para una ciudad, es prácticamente una invitación a profesionales de diversas áreas del conocimiento para participar en la iniciativa. 
Revista Planeo Nº17 Resiliencia Urbana, Julio 2014.

columna 1

[Por Juliana Carvalho. Analista de Relaciones Internacionales por la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, Brasil, y Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente por la Pontificia Universidad Católica de Chile.]

Resiliencia es un concepto utilizado por diversas disciplinas. En física, la resiliencia de un material tiene que ver con su capacidad de retornar a su estado inicial después de sufrir algún tipo de impacto. En psicología, la resiliencia es tenida como la capacidad de los individuos en superar eventos o períodos que infligen dolor emocional. En sociología, está asociada a la capacidad de recuperación de grupos sociales. Hay otros ejemplos, en ingeniería, ecología, derecho, etc. Cada núcleo disciplinar precisa el concepto de acuerdo a sus líneas de trabajo, pero ciertas características comunes se mantienen en todas las definiciones, como la capacidad de recuperarse y la comparación entre estados previos y posteriores a un evento específico que trastorna el equilibrio inicial. En este sentido, el término resiliencia puede ser entendido como un “objeto frontera”, que siguiendo la definición propuesta por Star y Griesemer, son objetos que se caracterizan por:

«ser a la vez plásticos lo suficiente para adaptarse a necesidades y limitantes locales de los diversos actores ocupándolos, y sin embargo robustos lo suficiente para mantener una identidad común entre sitios distintos. Están débilmente estructurados en el uso común, pero se vuelven fuertemente estructurados en el uso de sitios-individuales. Ellos pueden ser abstractos o concretos. Tienen significados distintos en mundos sociales distintos pero su estructura es común lo suficiente para más que uno de estos mundos para hacerlos reconocibles, como un modo de traducción. La creación y gestión de los objetos frontera es clave en el desarrollo y mantenimiento de coherencia en la intersección entre mundos sociales.» (apud Harvey, 2009, p.322 – traducción nuestra)

Esta simultanea plasticidad y robustez del término permite no solamente aplicarlo a diversos ámbitos, sino que también – y este quizás sea el aspecto central para la construcción del argumento aquí expuesto – propicia un punto de partida para esfuerzos de colaboración interdisciplinarios, esfuerzos que son imprescindibles para una planificación y gestión urbana responsable e integral, que promueva mayores niveles de sustentabilidad, equidad y calidad de vida, particularmente en el contexto actual de cambio global, en el cuál los eventos climáticos que pueden impactar negativamente sistemas urbanos son cada vez más frecuentes y extremos.

Utilizar el concepto de resiliencia para, por ejemplo, establecer la visión de futuro para una ciudad, es prácticamente una invitación a profesionales de diversas áreas del conocimiento para participar en la iniciativa. Esto porque, partiendo del entendimiento que las ciudades son sistemas socio-ecológicos complejos, promover la resiliencia urbana implica, necesariamente, en la aplicación de un enfoque interdisciplinario que sea capaz de articular simultánea y sinérgicamente proyectos urbanísticos, ingenieriles, económicos, comerciales, ambientales, entre otros. Esta condición se puede ver reflejada en los discursos de organismos internacionales, de los cuáles podemos destacar la agencia de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastre, particularmente por su programa “Making Cities Resilient: My City is Getting Ready”; y la UN HABITAT, responsable por la organización de los Foros Urbanos. En efecto, en el último foro, realizado en Abril de este año, en la ciudad de Medellín, Colombia, el tema de la resiliencia urbana fue incorporado en el programa como uno de los diálogos centrales, lo que se justifica justamente por el potencial del concepto para promover una mirada más integrada y, por ende, más interdisciplinaria. En este diálogo uno de los objetivos centrales era poner en evidencia que estrategias de resiliencia, en un marco considerablemente más amplio que el de gestión de riesgo, tienen un potencial inherente de contribuir para la equidad en las ciudades. Además, en la Agenda de Desarrollo Sostenible Post 2015, generar ciudades “incluyentes, productivas y resilientes” es una de las líneas prioritarias.

Se podría decir que a pesar de la falta de consenso acerca de que significa resiliencia en el contexto urbano, es un concepto que está de moda. Existen actualmente diversas instituciones especializadas en resiliencia, como es el caso del Torrens Resilience Institute, de Australia y del Stockholm Resilience Centre, de Suecia; centros de investigación que se dedican a trabajar en temáticas asociadas al concepto, como el ICLEI;  y incluso rankings de ciudades más resilientes, como el de la fundación Rockefeller (http://www.rockefellerfoundation.org/blog/33-resilient-cities-announced-by). Queda en evidencia una apuesta en el concepto de resiliencia. Se van multiplicando las propuestas de cómo medir la resiliencia, como promoverla, como evaluarla y los argumentos acerca de la importancia de la resiliencia para las ciudades. Pero poco se habla acerca de cómo constituir equipos de trabajo que puedan traducir a logros reales para las ciudades las promesas asociadas al concepto. Como notó Mendéz:

«En tiempos como el actual, caracterizado por la multiplicación de metáforas para describir la evolución urbana mediante la traslación de términos procedentes de disciplinas donde a menudo tenían un significado distinto, conceptos como el aquí considerado suscitan la creciente atención de unos, pero también el escepticismo de otros sobre su aportación a una mejor descripción y comprensión de este tipo de procesos. Más allá de una posible moda pasajera, su uso sólo resultará de utilidad si se precisan los diversos significados que se le han dado hasta ahora y si incorpora un contenido teórico coherente, que pueda quedar enmarcado en los debates actuales sobre claves del desarrollo urbano y regional.» (2012:229)

En este sentido, si por un lado el concepto trae a la mesa profesionales de distintas disciplinas por sus características de “objeto-frontera”, es imprescindible que ellos logren trabajar de forma colaborativa, en un esquema verdaderamente interdisciplinar, y traducir el concepto a programas, proyectos y acciones que sean coherentes entre sí y capaces de abarcar las diversas complejidades de los sistemas urbanos. No basta hacer una especie de collage de las distintas perspectivas existentes, en el cuál cada disciplina intenta asumir cartesianamente ciertos segmentos o categorías. Para lograr incrementar la resiliencia urbana, entendida aquí en sentido amplio y siguiendo las proposiciones de la UN HABITAT, es clave un trabajo transversal, en donde más que compatibilizar miradas particulares, se interconecte y potencialice los conocimientos específicos de las diversas disciplinas que estudian, planifican y gestionan las ciudades.

 

Referencias Bibliográficas:   

HARVEY, Fracis (2009). Of Boundary Objects and Boundaries: Local Stabilization of the Polish Cadastral Infrastructure. The Information Society, nº 25, pp. 315-327.

MÉNDEZ, Ricardo (2012). Ciudades y metáforas: sobre el concepto de resiliencia urbana. Ciudad y Territorio, 172, pp 215-231. Madrid, España.