Resiliencia Urbana

Julio-Agosto 2014

Resiliencia: más que una moda, una prioridad urbana

Resiliencia urbana, como elemento de política, implica un exhaustivo levantamiento de información, un conocimiento adecuado de la ciudad y el territorio, y del desarrollo de capacidades gubernamentales y ciudadanas que favorezcan el desarrollo sostenible de las ciudades.
Revista Planeo Nº17 Resiliencia Urbana, Julio 2014.

columna 2

Inundaciones en Bogotá (Colombia). Las intensas lluvias evidenciaron problemas en el alcantarillado de la ciudad, provocando inundaciones en diferentes sectores de la misma. Fuente: El Espectador (2011)

[Por Jaime Solorzano Pescador. Cientista Político de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Candidato a Magíster en Desarrollo Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile.]

He tenido dos experiencias con el concepto “resiliencia”. La primera, durante mi primer año como profesor en un colegio ubicado a las afueras de Bogotá. Su uso resultaba nuevo para mí en ese contexto, y hacía referencia a la capacidad de los estudiantes para sobreponerse a circunstancias académicas y personales adversas. La segunda ocurrió en los cursos del Magíster, como parte de las discusiones sobre el desarrollo urbano sustentable, y cómo desde la planificación y gestión urbanas se puede lograr que las ciudades hagan frente a las múltiples amenazas bióticas y antrópicas que afectan su desarrollo. Estas discusiones reflejan una preocupación global sobre las condiciones del desarrollo urbano, toda vez que estamos ante lo que Koonings y Kruijt (2009) denominan la formación de “megaciudades”, o grandes áreas urbanas que por su población, tamaño y complejidad se vuelven ingobernables. Es entonces un problema global, y vale la pena preguntarse sobre las iniciativas que se están desarrollando por parte de organismos multilaterales, y que puedan ser útiles para los colegas interesados en este tema.

La comunidad internacional planteó la preocupación por la resiliencia en el Marco de Acción de Hyogo (Japón), suscrito por los integrantes de la Organización de Naciones Unidas en 2005. Este marco de acción buscaba reunir esfuerzos de los Estados, la sociedad civil, la academia y el sector privado en la búsqueda de soluciones a las amenazas y desastres naturales; así como promover la descentralización en la gestión y la asignación de recursos para promover la prevención de riesgos y desastres naturales desde el nivel local (UNISDR, 2011). Al respecto, el marco de Hyogo trazó 5 prioridades para la acción, tales como a) la construcción de capacidades institucionales, b) el conocimiento de los riesgos, c) sensibilizar y construir una cultura de seguridad, d) reducir riesgos y e) actuar (UNISDR, 2011).

Durante el 7° Foro Urbano Mundial (realizado en Medellín), se discutió ampliamente sobre la equidad como pilar del desarrollo de las ciudades. Se revisaban así los patrones de la urbanización contemporánea, que favorecieron la construcción de ciudades profundamente desiguales en todos los ámbitos de la vida humana, sustentados a partir de un uso irracional de los recursos naturales. En ese sentido, se propuso la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo urbano, que haga frente a los problemas actuales de la urbanización y que permita, por medio de una planificación sustentable, lograr ciudades más justas, ecológicas, seguras y resilientes.

Así como la Organización de Naciones Unidas ha trabajado en la definición de resiliencia urbana, para facilitar la operacionalización de las medidas adoptadas por los gobiernos y actores involucrados, se encuentra también un creciente interés por parte de entidades como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Además de su labor como organismos que financian el diseño e implementación de proyectos en países en desarrollo, sus unidades de desarrollo urbano parecen haber encontrado un nuevo nicho de mercado, en el que ofrecen sus recursos económicos y conocimiento para apoyar iniciativas orientadas a garantizar la capacidad de respuesta de las ciudades a las amenazas. El Banco Mundial viene trabajando desde el enfoque de “construcción de resiliencia”, midiendo los costos del cambio climático y los desastres naturales sobre la población, en el contexto de una urbanización intensificada. Por ello, parece que han enfocado su trabajo al apoyo de la urbanización sustentable, que de cuenta de una mayor eficiencia en el uso de los recursos y una gestión más capacitada para hacer frente a las amenazas bióticas y antrópicas sobre las ciudades. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo ha implementado la iniciativa “Ciudades emergentes y sustentables”, orientada a apoyar la planificación en ciudades intermedias (que muestran altas tasas de crecimiento geográfico y poblacional), y que requieren asistencia técnica en ciertos ámbitos de la planificación territorial. Asimismo, y a partir de los resultados del Foro Urbano Mundial, suscribieron con otras entidades multilaterales y fundaciones un compromiso por la resiliencia urbana, a partir de la experiencia ganada en el amplio conjunto de ciudades que asesoran alrededor del mundo. Con ello, se puede pensar en la armonización de información y de políticas que mejoren las capacidades técnicas y profesionales de los gobiernos involucrados en la atención de desastres, y dar cuenta de un discurso unificado sobre cómo atender los retos de la urbanización actual.

Sin ser las únicas, consideré importante destacar estas iniciativas, en especial para aquellos interesados en la gestión de desastres y fortalecimiento de capacidades locales para atender situaciones de emergencia, e invitarlos a estudiar en profundidad las metodologías de trabajo y los alcances de estas iniciativas. La resiliencia ya no es un término de moda para hacer referencia al desarrollo urbano sustentable: es una prioridad en las agendas de gobierno, en tanto que las amenazas son múltiples (y generalmente, poco predecibles). Los riesgos asociados a la urbanización contemporánea son variados, y si bien hay un énfasis en los que están asociados al cambio climático y las condiciones de la naturaleza, no podemos olvidar que fenómenos sociales como la violencia también genera situaciones que miden la capacidad de una ciudad y su población para sobreponerse a sus manifestaciones y consecuencias.

Como concepto, hay consenso sobre que implica la resiliencia en una ciudad. Como elemento de política, implica un exhaustivo levantamiento de información, un conocimiento adecuado de la ciudad y el territorio, y del desarrollo de capacidades gubernamentales y ciudadanas que favorezcan el desarrollo sostenible de las ciudades; aun cuando todo parezca en contra de ello. Es ahí donde parte la resiliencia.

 

Referencias:

Koonings, K., & Kruijt, D. (2009). Megacities: the politics of urban exclusion and violence in the global south. Zed books.

UNISDR (2011). How to make cities more resilient: a Handbook for local government leaders. United Nations.