Paula es académica del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile, donde realiza docencia, investigación y tiene alojado su Laboratorio de Paisaje y Resiliencia Urbana.
Revista Planeo Nº17 Resiliencia Urbana, Julio 2014.
[Por Pablo Wainer. Arquitecto UDP y Magister (c) en Desarrollo Urbano, IEUT, UC]
Paula Villagra cursó sus estudios de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizó un Postítulo en Arquitectura del Paisaje en la misma universidad y obtuvo un Ph.D en Percepción del Paisaje de la Universidad de Melbourne, Australia.
Actualmente es académica del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile, donde realiza docencia, investigación y tiene alojado su Laboratorio de Paisaje y Resiliencia Urbana. Recientemente terminó la investigación Fondecyt N.11110297 «Caracterización del Paisaje Urbano Resiliente: Percepción del espacio público de Valdivia y Concepción en el contexto de un terremoto», en la que analiza la capacidad de adaptación de ambas ciudades en el contexto de la resiliencia urbana post-desastre.
Primero, ¿cuál es el marco en el que ustedes definen el concepto de Resiliencia Urbana?
Nosotros nos ajustamos a la línea que viene de la ecología pero con un impulso también de la parte de la sicología, porque en general es básicamente la capacidad de un sistema, que para nosotros es la ciudad, de recuperarse y adaptarse frente a una perturbación extrema como puede ser un terremoto, un tsunami, erupción volcánica, etc. Pero sin que pierda su estructura y funcionamiento básico, por ejemplo dar agua, comida, trabajo, y también su aspecto identitario, que tiene que ver con aspectos socioculturales. Aquí entra también parte de la sicología porque por una parte está lo físico de la ciudad, que tiene que seguir funcionando, pero por otra parte hay un elemento emocional que también es importante. En este tema hemos empezado de a poco a desarrollar el concepto de resiliencia emocional, que tiene que ver con la capacidad del entorno de contribuir a sobreponerse a los efectos de una gran perturbación que causa estrés, a tal punto, de impedir desarrollar las actividades diarias. Sobre esto hay muchas teorías que explican las cualidades de la naturaleza para ayudar en el proceso de recuperación. A raíz de esto, hemos empezado a incorporar variables como los servicios ecosistémicos, que no sólo cumplen funciones de mitigación tras a un evento extremo, sino que también prestan servicios ecosistémicos culturales, como conmemoración y restauración.
Me gustaría que nos explicaras en qué consiste la investigación «Caracterización del Paisaje Urbano Resiliente: Percepción del espacio público de Valdivia y Concepción en el contexto de un terremoto».
Ese fue un proyecto Fondecyt de iniciación que me adjudiqué el año 2011 y que terminó el año pasado, en septiembre del 2013.
Fue una primera exploración formal del concepto de resiliencia, porque antes yo había realizado cursos al respecto en distintas universidades y profundizado en el tema en distintas conferencias. Básicamente consistió en explorar y comparar la capacidad de adaptación de Concepción y Valdivia luego de un terremoto, en función de las características y capacidades de sus respectivos sistemas de espacios abiertos: parques, plazas, calles, humedales, estacionamientos y cerros, entre otros. Todo lo que es espacio libre, pensando en que una gran perturbación haría que todo se destruya, todo el equipamiento construido, quedando sólo estos espacios.
Lo interesante que se ha visto en otras ciudades del mundo es que no son todas las plazas, todos los parques o todas las calles las que contribuyen a la adaptación post-desastre; son espacios con una distribución y características específicas. Entonces queríamos identificar cuáles son en el contexto chileno, cómo se conforman en sistemas urbanos, y por otro lado, cuáles son sus cualidades.
Entrevistamos a profesionales de organismos de emergencia como de la ONEMI, carabineros, bomberos, el ejército, el Gobierno Regional y Municipalidades locales, además de ONGs como el Hogar de Cristo, la Cruz Roja y Un techo para Chile, y la comunidad, por medio de las Juntas de Vecinos, e identificamos en Valdivia 198 lugares y en Concepción 154. Estos incluyen áreas libres, áreas verdes, cerros, cuerpos de agua, áreas con infraestructura de emergencia, patios y calles, que se pueden utilizar para reunión, evacuación, habitación temporal o permanente, para abastecimiento de agua, instalación de servicios y desecho de escombros y basuras.
¿Existen zonas o espacios en la ciudad que al ser reproducidos pueden incrementar la resiliencia luego de catástrofes?
Claro que sí. Primero, el sistema de espacios públicos útil post-desastre tiene que tener una distribución homogénea y redundante. En base a análisis en Sistema de Información Geográfica descubrimos que estos espacios están homogéneamente distribuidos en los distintos barrios de Concepción, no así en Valdivia. En Valdivia es heterogénea la distribución, ya que está casi todo a lo largo de la Avenida Picarte, donde se agrupan la mayoría de los lugares que son más utilizados en caso de un desastre. Esto sugiere que la comunidad tienen mejor accesibilidad a ellos en Concepción, lo cual también facilita la gobernanza post-desastre o la acción de los organismos de emergencia, para ayudar a la población.
Por otro lado, la diversidad de tamaños de estos espacios es también relevante, en ambas ciudades los espacios abiertos tienen mayor diversidad de tamaño en unidades vecinales de la periferia urbana, donde la forma urbana, o la organización de las calles y edificaciones es irregular. En estos casos, los tamaños de los lugares varían entre menos de 1000 m2, los cuales son útiles para reunión e información, a otros mayores a 10.000 m2, útiles para la instalación de por ejemplo, viviendas temporales y servicios médicos que requieren de mayor espacio. Por lo tanto, la periferia de la ciudad ofrece mayor diversidad de usos para sobrellevar la emergencia, sugiriendo dependencia entre el centro y la periferia. Esta diversidad de tamaños, es más frecuente en Concepción que en Valdivia ya que aproximadamente 1/3 de los lugares abiertos para la emergencia se ubican en unidades vecinales de la periferia de la ciudad. Por lo tanto, Concepción tiene mayor diversidad de usos asociados a los espacios abiertos, lo cual contribuye a la resiliencia urbana.
¿Esos espacios seguros afectan también la resiliencia emocional?
Si, aunque algunos más que otros. La calidad del diseño y el manejo de los lugares son aspectos importantes para sobrellevar y reponerse frente a la catástrofe, ya que las cualidades escénicas del paisaje tienen efectos en las personas, como estresores o restauradores, e influencian en el comportamiento tanto para ir a ciertos lugares o para evitarlos. Es bastante conocido que el contacto con la naturaleza tiene un efecto restaurador en las personas, o el proceso mediante el cual se recuperan recursos sociales y sicológicos perdidos tras una situación extrema. Pero no se sabe si produce el mismo efecto en un estado de emergencia post-desastre. Nuestros resultados indican que la presencia de la naturaleza luego de una catástrofe pasa a segundo plano, mientras que la presencia de mobiliario e infraestructura urbana, de vegetación y de agua, el color y las características del suelo como su rugosidad y topografía, determinan los usos del paisaje urbano para la emergencia y su capacidad restauradora. Por ejemplo, la presencia o ausencia de agua en un lugar determina si los lugares son útiles para abastecimiento de agua, o para reunión y albergues. En Valdivia por ejemplo, los lugares que más se correlacionaron con todas las variables que tienen que ver con la restauración emocional, (como la compatibilidad con las actividades diarias) tienen que ver con lugares que tienen cauces de agua pequeños y manejados en forma mínima, para asegurar su accesibilidad y uso cotidiano. Esto es muy importante ya que, la restauración emocional post-desastre no se da sólo con ir a este tipo de lugares después de un terremoto, sino que surge en base a lugares que la población constantemente visita en su vida cotidiana. Por lo mismo, vale la pena tenerlos identificados y cuidarlos ante intervenciones urbanas inadecuadas.
¿Hay diferencias significativas en la planificación de sistemas resilientes con otras ciudades del mundo de similares características?
Creo que en Chile, la respuesta frente a una catástrofe provocada por una perturbación natural, la aproximación sigue siendo bastante ingenieril. Es buscar un método o una solución, y hasta el 2010 enfocada nada más que en mejorar códigos de construcción, en vez de fijarnos en este mundo exterior que también nos ayuda en la recuperación.
El año pasado asistí al congreso de la International Geographic Union en Japón y visitamos toda la reconstrucción que se hizo en Kobe. Fue increíble observar como transformaron el espacio público en espacios que a la vez albergan agua para la seguridad, la recreación y para rescatar prácticas culturales locales. En Kobe, el principal problema que tuvieron después del terremoto fueron los incendios, ya que se quemaban las casas y no podían llegar los organismos de emergencia, debido a que ellos mismos sufrieron daños o las calles estaban bloqueadas. Atrás de la ciudad hay montañas con muchas quebradas que llegan al mar que está al otro lado de la ciudad, por lo que era muy contradictorio que teniendo tanta agua, no podían apagar los incendios. Entonces, el plan de reconstrucción post-desastre consistió, entre otras cosas, en reubicar y redirigir las aguas para que pasaran por la ciudad, haciéndolas parte de veredas y parques. Hoy día son un elemento más del espacio público y están ahí en caso de que se necesiten; también hay zonas subterráneas donde se acumula. Este tipo de soluciones, integrales, que involucran seguridad física tras una catástrofe y a la vez mejoras tangibles en la calidad del espacio urbano y sociocultural, son incipientes en el contexto chileno.
¿En Chile se ocupan estas investigaciones para la planificación de políticas públicas o se trabaja más como reacción frente a estas catástrofes?
Yo creo que todavía no se ocupan, si hay algunos indicios, son bastante incipientes en cuanto a su incorporación en las políticas públicas. Yo me he llevado una sorpresa al empezar a publicar los resultados de la investigación, porque te piden las distintas revistas internacionales que discutas los resultados en base a los planes de emergencia y las políticas locales que tienen las ciudades, y buscando, no hay. Por ejemplo, Concepción y Valdivia no tienen plan de emergencia. De los planes de emergencia que existen hoy en día, hay algunos asociados a las localidades costeras que se afectaron tras el 2010. Por otro lado, organismos como la ONEMI, con los cuales hemos trabajado en muy buena colaboración acá en la región,, recomiendan lo que se debe hacer como plan de emergencia y realizan bastantes actividades para contribuir a su desarrollo, pero lamentablemente sus recomendaciones no son normativas y la decisión la toma la municipalidad local. Entonces, más que una política, esto debería ser una ley para hacerlo obligatorio.
Y acá las comunas con menos recursos se ven totalmente desfavorecidas…
Claro, exactamente. Aunque más que de menos recursos, podríamos decir que menos famosas. Después de lo que ocurrió el 2010, hay lugares que fueron afectados que se les dio relevancia.
Por último, cómo evaluarías la resiliencia de las ciudades que se enmarcan en el estudio que trabajan.
Bueno, Concepción (comuna) se comporta mucho mejor en cuanto a su capacidad de adaptación post desastre porque tiene homogeneidad en la distribución del sistema de espacios abiertos y a la vez, mayor diversidad de tamaño de ellos.. Además tiene mejor calidad en diseño y manejo del espacio público que Valdivia, una variable bastante importante en relación a la resiliencia emocional. Por otro lado, Concepción tiene mejor posicionamiento en cuanto a accesibilidad, tiene una trama más regular de sus calles, a diferencia de Valdivia, que tiene una trama más irregular con una vía jerárquica, que es la principal vía de evacuación. Si esta vía colapsa, colapsa el sistema completo. Valdivia tiene también la condición de estar situada a ambos lados del río, lo cual dificulta la conectividad tras una catástrofe.
El estudio de la capacidad de ciudades para adaptarse tras una catástrofe lo hicimos en función de la estructura urbana de cada ciudad, para dar recomendaciones en la planificación y diseño urbano, por lo que elegimos ciudades afectadas por un disturbio similar, pero que discernían en su grilla o la configuración de la trama urbana, en densidad poblacional, calidad del espacio público y en aspectos socio-culturales. Todas estas características condicionan marcadamente los resultados, por lo que lo explicado, no es generalizable, sino que responde a un contexto específico en un tiempo de estudio determinado.