El turismo y sus imágenes es un libro para almas aventureras, de fácil lectura, con detalles objetivos matizados con gran empeño desde su introducción. El autor se encarga de armar un relato fascinante capaz de envolvernos como parte del escenario construido.
Revista Planeo Nº14, Ciudad y Turismo, Noviembre 2013
Titulo original en francés: L´Impossible Voyage
Autor: Marc Augé
Año: 1997
Editorial Gedisa /Barcelona España
ISBN 84-7432-682-6
[Por Mairelys Domínguez]
“Tal vez una de nuestras tareas más urgentes sea volver a aprender a viajar, en todo caso, a las regiones más cercanas a nosotros, a fin de aprender nuevamente a ver”.
Marc Augé
A quien no le ha pasado que al mirar fotos de algunos lugares se enamora, ya sea por medio de la publicidad, por un amigo que lo visitó antes, por las redes sociales, o por cualquier otro medio visual. Imaginemos ahora que logramos visitar ese lugar soñado y que estando allí buscamos la forma de hacer las mismas fotos en espacios hiperconocidos. En ese preciso instante pueden pasar dos cosas, la primera es una tremenda decepción o segundo, llevarnos una agradable sorpresa. Para quienes han tenido esta sensación, este libro viene a ser una magnífica oportunidad para volver a conectar con la esencia del viaje, pero sobre todo con las imágenes que tendremos del mismo.
El viaje imposible: El turismo y sus imágenes es un libro para almas aventureras, de fácil lectura, con detalles objetivos matizados con gran empeño desde su introducción. El autor se encarga de armar un relato fascinante capaz de envolvernos como parte del escenario construido. Podría decirse que este libro es una apuesta al descubrimiento, más allá de los parámetros establecidos de quienes han convertido el viaje en un objeto comercial.
Lo que ha motivado su creación es un juego de imágenes reales y ficticias, el punto está en encontrar dentro de ese rompecabezas las propias. Significa que al viajar un conglomerado de experiencias vividas o no empiezan a interactuar con imágenes que delimitan una realidad. Es probable que aparezca el propio descubrimiento, el genuino, ese que Augé se empeña en resaltar en cada párrafo con cierto dejo de nostalgia.
Si se toma en cuenta la fecha de publicación del libro (finales de la década de los 90´s) podemos encontrar ciertos elementos como cámaras fotográficas, de vídeo, la televisión, apuntes y revistas. Esta referencia nos lleva a pensar en un libro visionario, ya que al colocar esas mismas impresiones en el presente, desde Disneylandia hasta los castillos de Luis II, podemos ver como la presión visual se ha maximizado con medios como el internet.
En la actualidad las imágenes construidas se han multiplicado dejando menos espacio para una exploración espontánea. En este punto no se pueden dejar de mencionar programas televisivos especializados en viajes a distintos rincones del planeta, que si bien contribuyen a tener una idea aproximada de realidades ajenas a nuestro entendimiento, nos generan expectativas mayores. Que se puede esperar en el futuro de esta situación cuando los objetivos ya no se circunscriben a la faz de la tierra, sino que a todo el universo.
El patrón por excelencia de las interacciones son los símbolos o insignias impresas como una especie de marca icónica que en la mayoría de los casos ponen distancias más amplias a las existentes. El cine, la literatura y la fotografía van imprimiendo lo que el autor llama una persecución de vivencias repetidas ya codificadas por la ficción. Es así como se alejan o se acercan ciertos lugares, algunos más famosos que otros, algunos más auténticos a fin de cuentas todos lugares, todos espacios o simplemente partes de una fantasía.
Quizá la enseñanza básica de este libro está mucho más alejada de estas perspectivas, como bien dice el autor: “Vivimos en una época que pone la historia en escena, que hace de ella un espectáculo y, en ese sentido, desrealiza la realidad, ya se trate de la guerra del Golfo, de los castillos del Loira o de las cataratas del Niágara”. Es probable que en nuestro afán de repetir imágenes icónicas del mundo, nos olvidemos de que a pocos metros de distancia podemos ser turistas y descubrir otros mundos.