Elecciones residenciales de inmigrantes latinoamericanas en Santiago

Un lugar donde caerse muerto

Revista Planeo Nº13, Género y Ciudad, Diciembre 2013 http://cdn4.zonafranca.mx/wp-content/uploads/2013/02/mujeres-migrantes-mexico.jpg

[Por: Verónica Correa Pereira. Socióloga Universidad Católica de Chile. Doctorante en Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales París y Universidad de Chile]

El tropismo del centro

[1]Las transformaciones observadas en el modo y las condiciones de vida a lo largo del recorrido migratorio de la extranjera latinoamericana que reside en Santiago desde los años 1990, en dimensiones como la familia o el trabajo[2], no parecen traducirse de manera significativa en su comportamiento residencial durante ese mismo período. Los datos estadísticos recopilados por el Centro Integrado de Atención al Migrante (CIAMI)[3], han demostrado que las zonas que se constituyen inicialmente como la “puerta de entrada” para las inmigrantes en la capital, siguen siendo su lugar de habitación al pasar los años.

Como se demuestra en el siguiente cuadro, después de uno, tres y hasta doce años de estadía en el país, las comunas céntricas[4] de la ciudad, continúan siendo el lugar de residencia de las extranjeras. Estas zonas se ubican relativamente cerca de los hogares de las familias santiaguinas más acomodadas (triángulo nororiente de la capital), entre los cuales se encuentran las viviendas de sus empleadores. A pesar de las ventajas de localización y acceso a transportes y servicios, el alto valor del suelo por metro cuadrado de dichas zonas, los obliga a habitar en pequeños cuartos o piezas, que arriendan a propietarios chilenos de grandes casonas antiguas típicas del sector. En algunos casos, se generan formas de habitabilidad bajo allegamientocon altos niveles de hacinamiento, lo cual repercute fuertemente sobre la calidad de vida de estas personas.

Cuadro N1: Comunas de localización de las inmigrantes, desde el año de inscripción al CIAMI.

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Fuente: Realización propia, en base a datos de CIAMI (2004 a 2010).

El mito del eterno retorno.

¿Por qué razones podrían seguir optando por esta forma de vida? Distintas explicaciones podrían darse a este fenómeno[6]. Primero, que el proceso migratorio es todavía muy temprano como para que exista un cambio en el comportamiento residencial a escala de ciudad. Segundo, que las inmigrantes privilegian la localización de sus viviendas, que se sitúan cerca de sus trabajos, versus el tamaño y calidad de éstas. Tercero, la existencia de  redes de apoyo generadas en las zonas en que habitan, las cuales son fundamentales para ellas. Además de estas razones, que probablemente se refuerzan de forma recíproca, quisiera insistir en otro posible elemento, centrado en el famoso “sueño de la casa propia”.

En términos generales, dos podrían ser las trayectorias «tipo» de esta población. Por un lado, se identifica una mujer que corresponde al estereotipo de la extranjera en Santiago, la mujer peruana, madre y esposa de familia que deja a sus hijos para ir a trabajar a Chile. Es una extranjera que se inscribe en el objetivo migratorio de partir, trabajar, enviar remesas, ahorrar y regresar. Desde este tipo de inmigración provisoria, situada en la espera del retorno, lógicamente resulta impensable la posibilidad de comprar una vivienda en el extranjero. En cambio, lo más cómodo para ella es que en un “mientras tanto” (que puede durar años y años), siga arrendando una pequeña pieza en el centro de Santiago.

Pero, por otro lado, se identifica a una mujer que comienza poco a poco proyectarse en este nuevo país. Luego de vivir un período difícil de adaptación a la cerrada sociedad santiaguina, ella ha logrado una cierta estabilidad económica y familiar, junto a sus hijos (a quienes después de mucho esfuerzo logra traer), pasando a concebir su paso por Chile como un período indefinido. No obstante, pese a encontrarnos frente a una inmigración más duradera, se ha observado en este tipo de mujeres que, a la hora de tener que realizar una inversión inmobiliaria en una vivienda propia[7], optará por hacerlo en su tierra originaria. Es interesante destacar que esta decisión, la vincularán a la idea de lo fijo y de lo no movible (como el nombre “inmueble” lo indica), a un “echar raíces”. Es por medio de esta opción donde verdaderamente se pondrán a prueba las expectativas de residencia de esta población: en el momento de pensar en un largo plazo, en un lugar “dónde caerse muerto”, ellas optarán por su zona natal.

Desde esta mirada, las inmigrantes estarían respondiendo al “mito del eterno retorno”, planteado por el académico Alejandro Garcés[8] al analizar esta noción filosófica desde la realidad del inmigrante peruano que habita en Santiago. Con independencia de su realización efectiva, la idea del retorno a su tierra de origen es una “potencia simbólica”, un referente o un sueño para un futuro lejano que transforma y construye la experiencia diaria del extranjero.


[1] Esta columna está basada en los argumentos planteados en el artículo Correa, Verónica, Raynal, Jean-Claude y Musset, Alain. 2013. Una dimensión espacio-temporal de la espera: El patrón residencial de las inmigrantes latinoamericanas en la última década en Santiago de Chile. En: Geografías de la espera: Migrar, habitar en Santiago, Chile. Correa, Verónica; Bortolotto, Idenilso; Alain, Musset, Eds. Santiago, Uqbar.

[2] En el ámbito familiar, por ejemplo, en la medida que pasan los años son menos las extranjeras que viven separadas de sus hijos, a quienes debieron abandonar tras su partida. O en sus preferencias de formas de trabajo doméstico, se observa que las que llevan menos de dos años de residencia optan por un trabajo “puertas adentro”, en cambio las que superan este período, se acercan a CIAMI bajo el deseo de encontrar un contrato “puertas afuera”.

[3] El CIAMI es una institución católica orientada a la ayuda de esta población en áreas como hospedaje, alimentación y trabajo. Estas estadísticas nacen de la aplicación de una ficha de inscripción a CIAMI a 20.755 mujeres inmigrantes, las cuales no fueron escogidas de manera aleatoria, por lo que no es representativa de la población total extranjera. Sin embargo, si se considera el número total de casos de CIAMI respecto a los datos del CENSO 2002, teniendo en cuenta las limitaciones vinculadas a la brecha temporal de ambas bases y de aleatoriedad de la primera, se tiene que el total de extranjeras inscritas formaría parte de un 35,6% del total de mujeres inmigrantes que residen en la Región Metropolitana, lo cual es un porcentaje muy alto., 557 mujeres inmigrantes.i  aitegrado de Atenci

[4] Todas las mencionadas forman parte de las comunas centrales y peri-centrales según la clasificación de Kabisch, Heinrichs, Krellenberg, Welz, Rodríguez, Sabatini and Rasse. 2001. Socio-Spatial Differentiation: Drivers, Risks and Opportunities. En: Risk HabitatMegacity. The case of Santiago de Chile. Dirk Heinrichs, Kerstin Krellenberg, Bernd Hansjürgens, Francisco Martínez, Eds. Dordrecht, Springer.

[5] Ñuñoa no es una comuna típica de residencia de esta población. No obstante, aparece como una de las más habitadas producto a que el CIAMI se encuentra ubicado en esta zona, y las inmigrantes en un comienzo, cuando no cuentan con un domicilio, entregan la dirección de la institución.

[6] Estas observaciones surgen de un trabajo cualitativo – etnografía y una treintena de entrevistas en profundidad realizadas a mujeres que acoge el CIAMI -, en el contexto de mi tesis de doctorado (EHESS Paris-UChile).

[7] Desde “su bolsillo” y no desde el del Estado chileno mediante un subsidio habitacional, porque en este caso las prioridades cambian, ya que “a caballo regalado no se le miran los dientes”

[8] Alejandro, Garcés. 2005. El retorno como mito en la experiencia migrante. CEME –Archivo Chile.