Política Pública y Ciudad

 Jul - Ago 2013

Un nuevo contexto político-social, las disciplinas del urbanismo y el experimentalismo democrático.

Revista Planeo Nº11, Política Pública y Ciudad, Julio 2013

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Fuente imagen: Piensa Providencia

Palabras clave: movilizaciones sociales, democracia participativa, cabildos ciudadanos

[Por: Nicolás Valenzuela Levi]

El año 2011 fue un momento de grandes movilizaciones, no solo en Chile sino también en el mundo. El movimiento estudiantil chileno explotó en expresiones ciudadanas y popularidad al mismo tiempo que los Indignados, la Primavera Árabe y el Occupy Movement. En estos momentos, a dos años de ese momento clave de nuestra vida social y política, las movilizaciones en Brasil van añadiendo elementos a un contexto que apunta a una crisis de nuestros mecanismos democráticos formales, emparejado de un inédito empoderamiento ciudadano.

 Esta energía ha tenido distintas formas de canalizarse. En Argentina se habla de momentos inéditos de activación política de los jóvenes que ingresan en caudales generosos a las filas del kirchnerismo. En Chile, organizaciones ciudadanas locales y otras fuerzas emergentes salidas del despertar ciudadano del 2011 apuntaron sus dardos contra una figura emblemática de la herencia de la dictadura de Augusto Pinochet. La victoria de la independiente Josefa Errázuriz sobre Cristián Labbé en la alcaldía de Providencia, y la participación de Revolución Democrática – movimiento que hoy busca llevar a Giorgio Jackson, uno de los principales voceros de los universitarios el 2011, al parlamento chileno – tanto en la campaña como en el gobierno comunal, ha sido el principal hito de un cambio que apunta derechamente hacia una demanda por más participación y democracia directa. Existen nuevos actores, con una nueva idea de cómo organizar nuestra sociedad.

 Los conceptos de democracia directa y democracia participativa se están transformando en un enfoque útil para estos nuevos tiempos. En su libro titulado “El Estado de Ciudadanía”, investigadores del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han apuntado a ofrecer una alternativa para la demanda por más participación, transparencia y legitimidad de los representantes, incluyendo la crítica radical a la desigualdad en la distribución del ingreso en América Latina. Para ello han introducido el concepto de ciudadanía social y política, como un horizonte al cual la organización del Estado debe apuntar para transformarse en un elemento cohesionador de la sociedad, dotado de legitimidad suficiente.

 ¿Qué tiene que ver esto con las ciudades? Como bien señala el arquitecto urbanista Jaime Márquez, la tradición de los demiurgos o técnicos que desde el comienzo mezclaban el hacer con el pensar, siempre ha implicado un trabajo desde un lugar que intermedia entre quienes ostentan el poder y el pueblo: los ciudadanos. La ciudad es hoy tanto espacio de expresión de las tensiones de nuestros tiempos, como el lugar donde deben desplegarse las formas de gobierno más cercanas a los ciudadanos y sus espacios de pertenencia y de experiencia colectiva. Norbert Lechner planteaba que las tensiones de nuestro tiempo provienen de la contradicción entre la promesa de la subjetivación individual con la naturalización del orden social: a las personas se les promete la auto-determinación individual, pero hoy no cuentan con herramientas político-democráticas para definir las condiciones materiales de su existencia. Experiencias como la del gobierno local de Providencia, que expresan una fuerza proveniente del despertar ciudadano general del 2011, parecen ser claves en este sentido.

 Los desafíos que enfrenta este espacio local tienen que ver con la situación de materializar un experimento de democracia participativa en un centro de servicios metropolitanos, espacio público para toda una metrópolis que excede por mucho sus límites territoriales administrativos. La segregación residencial que exhibe el Área Metropolitana de Santiago y otros fenómenos regionales son inseparables de la concentración, a nivel local, de mercados de trabajo y la desigualdad en la inversión en los distintos modos de transporte que las personas utilizan para desplazarse por una ciudad inequitativa en todas las dimensiones posibles. Providencia es un nodo de esas desigualdades y experiencias cotidianas.

 ¿Qué papel tienen los urbanistas en el desafío político de gobernar la ciudad en un momento histórico donde lo que se demanda es la materialización de un régimen de democracia participativa? Se trata de un desafío técnico fundamental. No es posible responder de manera pertinente a las necesidades sociales que justifican la existencia de la planificación urbana, sino atendiendo a los fenómenos contemporáneos de producción, conexión, comunicación, acción, estrategia y táctica basadas en el entendimiento de las desigualdades y de las proyecciones que la ciudadanía ha encontrado en nuevos soportes tecnológicos. No debemos olvidar que en gran medida lo que las personas reclaman es la recuperación de la posibilidad de planificar su futuro. Hoy debemos planificar participativamente, pero sobre todo tener la posibilidad de responder a las expectativas generadas. El proceso participativo Piensa Providencia (www.piensaprovidencia.cl) para el Plan de Desarrollo Comunal 2013-2021 es un esfuerzo en este sentido. Más de 24 cabildos territoriales, varias mesas ciudadanas, un encuentro ciudadano de Movilidad Urbana y una consulta comunal presencial y vía internet, han sido parte de los mecanismos buscados. El desafío más grande, sin embargo, ha sido la capacidad de articular a todos los equipos municipales para asegurar la solvencia técnica del análisis de las propuestas de los vecinos que han participado. Estamos básicamente experimentando nuevas maneras de relacionar las competencias técnicas con la legitimidad del gobierno.

 Como bien decía Richard Buckminster Fuller: «Cada vez que el hombre realiza un experimento, aprende más. Es imposible que aprenda menos». El brasileño Roberto Mangabeira Unger llama a emprender ejercicios de “experimentalismo democrático”, para innovar en las formas en que nos organizamos colectivamente. Las disciplinas ligadas a la planificación urbana tienen la oportunidad – si es que no la obligación – de constituirse en la fuente de producción y reproducción de conocimiento para la actualización de la tecnología que denominamos democracia. El urbanismo debiese asumir el desafío que la sociedad está planteando fuertemente en las calles.