Planeo Digital

Número 8

Crecimiento Urbano

Nov - Dic 2012

Lima: Crecimiento y barreras urbanas

[por Paula Kapstein López]

Obras adyacentes al cauce del río Rímac, en Lima.
Foto de la autora, octubre de 2012

Durante el siglo veinte la ciudad de Lima ha crecido intensamente. Según Matos Mar (2004) el momento en que comenzó este rápido aumento poblacional se remonta al año 1930. Fue entonces cuando se iniciaron las migraciones hacia Lima, dadas principalmente desde distintos pueblos de la Sierra peruana debido a los grandes niveles de pobreza que tenían; sin embargo, las migraciones se intensificaron a partir de 1940, favorecidas por la ampliación de la red viaria y otros hechos (comenzaba a manifestarse el problema de la enorme desigualdad en agro peruano que llevaría a la crisis agraria). Los datos poblacionales que reflejan este crecimiento explosivo han quedado registrados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INEI) en las encuestas de los siguientes años: en 1940 había en Lima y el Callao la cantidad de 711.000 habitantes, en 1961 se registró a 1.957.267 habitantes, en 1972 había 3.554.367 personas, en 1981 el total era de 4.983.357, en 1993 de 6.818.052 y en el año 2007 había 9.152.700 habitantes. Las mayores tasas de crecimiento poblacional en dichos periodos intercensales se dieron entre 1961 y 1972 y entre los años 1972 y 1981. A partir del año 1993 el crecimiento poblacional vuelve a ser de un 1,6% anual (cifra similar a la que había antes del año 1930), comenzándose un periodo de transición demográfica.

Las principales características de este crecimiento explosivo son su alta informalidad (en la vivienda y en relación a los mercados de urbanizadores clandestinos formados alrededor de ella) y la configuración de una ciudad metropolitana de nueve millones de habitantes que concentra a un tercio de los habitantes del Perú y que se compone de barreras de diverso tipo que la fragmentan a un nivel urbano pero también en lo social. Estas barreras o límites internos impiden muchas veces el encuentro de las personas entre barrios vecinos. Ésta, la segunda de las características, es la que se comenta en este texto.

El rápido aumento de tamaño (que no se acompañó siempre de instrumentos de planificación efectivos) condujo a que los espacios centrales de Lima quedaran en una situación de vulnerabilidad extrema, víctimas de la congestión vehicular, del abandono de sus residentes y de la tugurización de los inmuebles. De este modo, en el centro de Lima se ha podido localizar un sistema de periferias interiores (Kapstein, 2010); durante el crecimiento explosivo de la ciudad antiguas zonas periféricas quedaron ubicadas en una posición céntrica. Esto se dio aproximadamente desde mediados de los sesenta y hasta fines de la década de los ochenta, sin que algún instrumento de planificación urbana o normativa hiciese algo por recuperar estas áreas interiores fuertemente degradadas. Dichas zonas, después de quedar internalizadas, siguen manifestando los mismos problemas físicos, medioambientales y sociales que tenían desde que eran áreas situadas en los márgenes de la ciudad (incluso, si cabe, éstos aumentaron como indican los índices de delincuencia de estas zonas).

Una de las zonas que puede considerarse una Periferia Interior es la Margen Izquierda del Río Rímac (MIRR); se trata de una zona con una degradación ambiental importante. El punto de mayor contaminación corresponde a “El Montón”, un cerro de basuras acumuladas por años que ha ido poblándose en sus laderas. Muy cerca de este cerro, las viviendas situadas en los márgenes del Rímac cuelgan con peligro inminente de desmoronarse hacia el cauce, como ha pasado en múltiples ocasiones (estas viviendas ya comienzan a ser erradicadas por el proyecto “Línea Amarilla” de ampliación de la red del Metropolitano).

La MIRR comenzó a poblarse en las décadas de los cuarenta y cincuenta para acoger a la población que llegaba a Lima a trabajar en el puerto, en la construcción o en la zona industrial adyacente a la Av. Argentina, que entonces empezaba a formarse. Era, en aquellos años, una barriada surgida al margen de cualquier normativa y hoy, aunque con una mayor consolidación dada principalmente por su alta densidad y su ubicación céntrica, sigue siendo un barrio que comparte características con las de una barriada: falta de títulos en las viviendas, deterioro de los espacios públicos y problemas sociales provocados por los altos índices de pobreza. Este panorama se ha intensificado al ser ignorado por las políticas imperantes, las cuales niegan la ciudad en su dimensión compleja y pretenden subsanar problemas parciales; como dar solución al tráfico (con proyectos como el que muestra la foto: una autopista hundida bajo el curso del río Rímac que incrementará el tráfico general, a pesar de lo que anuncian los regidores actuales. Este proyecto está contenido dentro de la iniciativa de la Municipalidad Metropolitana de Lima: “Vía Parque Rímac”), o una ampliación de la Línea Amarilla (que pasará por la calle Morales Duárez, adyacente al curso del río Rímac en la MIRR, generando posiblemente una barrera más al interior de este barrio como ocurre en Barranco y en otros tantos barrios de Lima por donde discurre el Metropolitano, la red metropolitana de transporte público en superficie).

Considerar la ciudad en su múltiples dimensiones que son urbanas, medioambientales pero, sobre todo, sociales, implica un trabajo de largo alcance (sin embargo, hay profesionales capaces de realizarlo en Perú). Este trabajo debería partir, entre otras medidas, por reconocer a las comunidades andinas que viven hoy en Lima, las cuales han traspasado sus valores culturales (incluida su concepción espacial en la configuración de sus barrios y entornos) a la gran ciudad de Lima que los mira con indiferencia, a pesar de ser ellos y ella, la ciudad donde están, parte de lo mismo. E. Aranda (2007: 109) se refiere a este sincretismo de culturas al mencionar que “Lima ofrece hoy la imagen de varias ciudades en su interior”;  y la misma autora reconoce que entre estas “ciudades” se da una fragmentación sociocultural expresada en distintas formas de sociabilidad.

La inversión en grandes infraestructuras es  importante, pero ella debe ir acompañada de políticas integrales que mejoren la movilidad (vehicular y también peatonal) y, al mismo tiempo, contribuyan a la regeneración de periferias interiores. Además, la inversión urgente en las ciudades peruanas debería tender a propiciar herramientas culturales que faciliten el que los ciudadanos se apropien de sus derechos y deberes, pudiendo así gestionar el cuidado de su ciudad con una nueva consciencia. El desastre ocurrido hace pocos días en Lima, en el mercado mayorista “La Parada”, es un ejemplo notable de esta carencia. Problemas como éste seguirán ocurriendo mientras los ciudadanos no sepan ni puedan canalizar sus requerimientos.

Bibliografía

ARANDA DIOSES, Edith: “Las cambiantes formas de sociabilidad y de construcción de identidades en Lima metropolitana”, en Debates en Sociología, Nº 32. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, año 2007.

KAPSTEIN LÓPEZ, Paula: Vulnerabilidad y Periferia Interior. Cuadernos de investigación urbanística del  Instituto Juan de Herrera, Nº 71. Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid ETSAM, Julio/ agosto 2010. http://www.aq.upm.es/Departamentos/Urbanismo/publicaciones/ciur71.html

MATOS MAR, José: Desborde Popular y Crisis del Estado veinte años después. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2010 (Primera edición: 2004).

MATOS MAR, José: Perú: Estado desbordado y Sociedad Nacional Emergente. Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma, Lima, 2011.