Revista Planeo Nº2. La participación en disputa. Abril 2012.
[por Roberto Moris]
Un nuevo plan está siendo desarrollado para la ciudad de Calama. En momentos de revuelo para el país y la ciudad, se presenta una nueva oportunidad para la ciudad y su gente. Bien vale la pena revisar el historia de planes, aquí una breve reflexión.
A mediados de 2011 revista Qué Pasa publicó una nota que anunciaba que la alianza Tironi – Elemental se haría cargo de un plan para la ciudad de Calama por encargo de CODELCO. En la misma nota, se indicaba como antecedente el desarrollo del PRES Constitución (Plan de Reconstrucción Estratégico Sustentable de Constitución) realizado por el mismo equipo. Este plan había tenido a la empresa ARAUCO, del grupo Angelini, como financista.
Este domingo 8 de abril de 2012, el diario La Tercera publica un artículo denominado “La Calama que sueña Aravena”. El reportaje muestra al arquitecto en su visita a la ciudad, dando cuenta del proceso de generación del plan, un plan “con los vecinos como protagonistas”. Además de traer buenas noticias, donde ideas de iniciativas como torres icónicas y tranvías han dado espacio a proyectos con mayor arraigo en la comunidad.
A la luz de este reportaje quisiera hacer algunas reflexiones respecto a tres términos utilizados en el artículo: la ciudad soñada, los vecinos como protagonistas y el inédito plan.
La ciudad soñada y la construcción colectiva como herramienta
La imagen de un arquitecto chileno de clase mundial recorriendo e ideando la ciudad, trae a la memoria la serie de instancias en que planificar y gestionar una ciudad son presentadas como algo que se sueña en vez de construirse. Esto sigue ocurriendo a pesar de nuestra experiencia del Bicentenario que, desde su lanzamiento en Calama en 2001, recurrió a este concepto durante una década. Frases como “preparándonos para el Bicentenario” y alusiones a soñar con el futuro de las ciudades, de alguna manera sugería algo que ocurriría en el futuro y no en el momento presente.
Las ciudades requieren de una visión estratégica que puede ser interpretada como un sueño, pero esto debiera ser la derivación de una construcción colectiva en que el planificador, arquitecto en el caso de Calama, asume el rol de mensajero o facilitador. Los sueños colectivos deben ser construidos por la propia comunidad, por los propios actores políticos que la constituyen.
Asumiendo que la prensa puede ayudar a que los proyectos tengan mayor apalancamiento, parece ser que hoy la promoción es un proyecto en sí mismo. Esto hace recordar a Sir Peter Hall que plantea que los planificadores han pasado de ser “guardabosques” (del capital) a “cazadores furtivos”. Aquí cabe preguntarse hasta dónde la autoridad local participó en la generación del encargo y qué conocimiento tuvieron los organismos públicos pertinentes y la comunidad. El reportaje muestra cómo el plan se ha ido ajustando según las actividades de participación, pero también se indica la desconfianza de la comunidad ante un plan diseñado por consultores contratados por CODELCO, trabajando en Santiago.
Los vecinos como protagonistas y la responsabilidad institucional
La generación de un plan financiado por CODELCO, la misma empresa con la cual el destino de la ciudad ha estado vinculado por décadas, obliga a preguntarse si existe una nueva actitud. Asumiendo que todo aporte a la planificación de las ciudades, y en especial de Calama, es positivo, la nueva era de aportes privados (o empresariales en este caso) requiere ser estudiado. Particularmente cuando el marketing urbano puede generar suspicacias en cuanto a su objetivo final.
¿No es el objetivo del marketing urbano precisamente aminorar las suspicacias al dar cuenta de las ventajas de una determinada ciudad?.
En este sentido, es importante recordar que la planificación de las ciudades debe tener como fin último el bien común y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. En la legislación chilena estos objetivos deben ser resguardados por las entidades públicas y sus autoridades. Por lo tanto, los planes deberían ser de responsabilidad pública y colectiva, lo que implica encontrar la manera adecuada de incorporar los aportes del sector privado.
Es destacable el propio caso de Constitución donde el plan y gran parte de los diseños de proyectos han sido financiados privadamente para luego ser financiada su construcción con recursos públicos. Esto le ha permitido estar en mejores condiciones para la postulación de los proyectos, lo cual claramente no ha ocurrido con otras ciudades que deben postular a los mismos recursos. Es decir, se pueden generar distorsiones en el sistema, favoreciendo a aquellos que tienen estos aportes extraordinarios. Potencialmente una inequidad de acceso provocada sin intención.
¿Por qué no orientar los recursos privados hacia las obras y su mantención, al mismo tiempo que gestionar ágilmente los diseños de planes y proyectos con recursos públicos? El Estado puede ver con buenos ojos estos aportes, pero no debe distraerse de su responsabilidad. Bienvenidos los aportes privados a la comunidad, pero en obras y mejor aún en recursos para programas o fondos de inversión urbana.
Planes inéditos: ¿Y la experiencia como patrimonio?
Lo inédito tiende a estar presente recurrentemente en nuestra realidad. Muchas veces un nuevo paso es presentado o interpretado como innovación, donde la reinvención de la rueda es vista como algo positivo, a pesar de tener origen en la arrogancia de la ignorancia.
Sabiendo que la ciudad física es un palimpsesto, las gestiones, planes, proyectos e intentos también lo son y condicionan el futuro. La historia está llena de intenciones, buenas y malas ideas, siendo necesario al menos conocer el camino recorrido por cuestionable que pueda parecer. En el caso de Calama podría mencionarse algunas experiencias que han condicionado la situación actual, generando expectativas y constituyendo el patrimonio de la ciudad.
Por ejemplo, la actualización del Plan de Regulador de Calama, que pretendía responder a la necesidad de suelo urbano para acoger el traslado del campamento minero de Chuquicamata iniciado en 2004. Éste consideraba nuevas áreas verdes al interior y en el perímetro de la ciudad, buscando proteger y mejorar la relación con el Oasis del Río Loa, que es donde está emplazada la ciudad. Es decir, la ciudad ya está o es un oasis, el que no ha sido suficientemente protegido.
El plan regulador consideraba áreas de renovación urbana y áreas de expansión como el Seccional Topater, al oriente de la ciudad, en que el Oasis se visualizaba como una especie de Central Park. El Seccional Topater, con 547,8 hectáreas de terrenos públicos, fue diseñado como proyecto urbano para acoger a gran parte de la demanda generada por el traslado. Esta oportunidad de recibir de una vez una gran cantidad de recursos y reconstruirse como ciudad no fue aprovechada, a pesar de tener detrás a la mayor empresa pública del país. Es decir, CODELCO tuvo en sus manos la posibilidad de detonar un cambio relevante en la ciudad, pero por diversos motivos, la riqueza de la ex Chuquicamata quedó subsumida en barrios cerrados dispersos.
En esa época, iniciativas como el Plan Estratégico de Desarrollo Urbano de Calama PEDUC y el Proyecto de Integración Nueva Calama PINC, con el que CODELCO abordaría el traslado, se cargaron de incumplidas esperanzas de renovación. Hoy nuevamente el precio del cobre se encumbra por los aires y existen más recursos, pero también corren nuevos vientos. El 27F del 2010, los cambios sociales del 2011, lo ocurrido en Aysén y los recientes acuerdos del gobierno con la comunidad de Calama permiten creer que algo puede ocurrir para mejor.
El nuevo plan CALAMA PLUS se vislumbra como una buena oportunidad para capitalizar estos años de prueba y error. Sin embargo, se requiere un verdadero compromiso del Estado con Calama y el resto de las ciudades chilenas. Una buena señal dada por el gobierno actual es la generación de planes urbanos estratégicos que, si bien están pensados inicialmente para inversiones urbanas MINVU, debieran abrir paso al desarrollo de planes estratégicos integrales con recursos multisectoriales y amplia participación local.