La participación en disputa

Abr 2012

TAC Cordillera_ Valparaíso.

 

 

 

 

 


Autora : Ana Rojas, Arquitecta.

ResumenDurante el desarrollo del curso de Planificación y Participación Ciudadana impartido el primer semestre del 2011 en el  Instituto de Estudios Urbanos por la arquitecta Geraldine Herrmann, se realizó un estudio de casos internacionales y nacionales, en el cual se analizaron  programas, organizaciones, proyectos, plebiscitos y presupuestos  asociados a planificación participativa. En este contexto surgió la iniciativa del Taller de Acción Comunitaria (TAC),  como caso de investigación, el cual será presentado en esta ocasión a propósito de la temática “Sociedad civil y ciudad” designado en este número.de abril.

El artículo está enfocado  en dar a conocer el sentido de la acción de esta organización en el territorio, sintetizado en cinco ideas fundamentales: encuentro de actores, oportunidad de participación, acción concreta, nuevas prácticas en el territorio y fortalecimiento de vínculos comunitarios y sentidos colectivos. Cuyos efectos generan cambios en las relaciones, reapropiación de espacios, visibilización de capacidades colectivas, valor del espacio cotidiano generando transformaciones materiales, de sentido y densificación de la sociedad civil desde lo local.

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TAC CORDILLERA, LA EXPERIENCIA DEL TALLER DE ACCIÓN COMUNITARIA EN EL CERRO CORDILLERA – VALPARAÍSO.

[Por Ana Rojas Muñoz]

Desde hace un tiempo en el país se ha visto un resurgimiento de movimientos sociales, a los cuales se han ido sumando diversos actores y organizaciones más allá de los límites territoriales de los sectores afectados, motivados por dar a conocer su inconformidad ante ciertas estructuras y decisiones del estado, donde se ven priorizados criterios que ponen al mercado sobre la sociedad civil.

Esta forma de expresión masiva y mediática puede ser el inicio de una conciencia colectiva que se está despertando sobre lo que llamamos nuestros “derechos” y “responsabilidades” cívicas referente a nuestro territorio.

Desde la perspectiva del sector público, la participación ciudadana, pareciera ser entendida en la mayoría de sus casos como un conducto regular sin mayor relevancia, quedando limitada a una participación instrumentalizada a nivel de información y/o consulta.

En esta ausencia de canales efectivos de participación para la sociedad civil, el empoderamiento y dominio de nuestro territorio va quedando cada vez más definido por los criterios de mercado. En este escenario surge la necesidad de reconstruir espacios donde la ciudadanía vuelva a ser legitimada, adquiriendo un rol proactivo y empoderado que logre tener incidencia en la toma de decisiones sobre la ciudad de la cual somos parte.

En este contexto, nuestra sección “Prácticas” del segundo número de Planeo dedicado a “sociedad civil y ciudadanía”, quiere dar a conocer la experiencia del Taller de Acción Comunitaria (TAC), una iniciativa impulsada por la sociedad civil que lleva 22 años trabajando a partir de una metodología construida al ritmo de los procesos y desafíos locales, donde queremos poner en valor su vigencia y permanencia en el tiempo, ya que cuando hablamos de empoderamiento y de los efectos concretos que esta organización ha generado, se está reconociendo un proceso de construcción colectivo, en el cual se pueden ver reflejados los alcances que este tipo de iniciativas pueden tener para lograr recuperar y revitalizar el territorio.

El TAC es una organización comunitaria funcional que surge el año 1989 en el cerro Cordillera, Valparaíso. Su objetivo principal es promover el desarrollo comunitario, a partir de la generación de nuevas prácticas en el territorio que contribuyan a mejorar las condiciones del entorno barrial como las relaciones entre las personas que lo habitan.    Su modelo de intervención parte de la base de la educación, capacitación formal o informal, y su trabajo está dirigido a niños, jóvenes, mujeres, adultos, tercera edad, vecinos, organizaciones, instituciones funcionales y/o territoriales.

Sus líneas de acción están constituidas en primer lugar, por la articulación de la red local y comunal a través de generar relaciones asociativas entre distintas organizaciones, ampliando la visión del territorio a partir de compartir e intercambiar aprendizajes.

En segundo lugar, el trabajo concreto se realiza en un espacio educativo complementario al formal, focalizado principalmente en niños y jóvenes  por medio de talleres estables que se constituyen en sesiones semanales de trabajo con cursos de diversos establecimientos escolares. Estos talleres se enmarcan en las siguientes temáticas:

  • Prevención en niños y jóvenes por medio de talleres que promueven el buen uso del tiempo libre en acciones concretas de mejoramiento y recuperación del entorno físico y social.
  • Educación y mejoramiento ambiental, donde niños y jóvenes se constituyen como agentes en el proceso de recuperación y transformación de espacios desde una metodología de educación en la acción.
  • Acción cultural, articulando a través de murales los espacios de expresión y difusión de cultura en los cerros.
  • Rescate de la identidad local, se trabaja desde talleres orientados a rescatar y valorar el patrimonio tangible e intangible, fortaleciendo y reconociendo la construcción de la historia que los constituye.
  • Recuperación y mejoramiento de espacios públicos.
  • Biblioteca comunitaria, promoción del uso del tiempo libre en espacios orientados a la cultura y tecnología.
  • Fortalecimiento de la acción voluntaria, a través del ejercicio ciudadano basado en el desarrollo local, autogestión y la responsabilidad cívica. Actualmente se conforma una red de voluntarios provenientes de la misma localidad, universidades y extranjeros.
  • Extensión, espacio que promueve el intercambio de aprendizajes y experiencias con otras iniciativas mediante ferias, pasantías, seminarios, foros y visitas educativas a nivel local, comunal, regional, nacional e internacional.

En una primera etapa el trabajo del TAC en el cerro Cordillera se orientó al desarrollo de un autodiagnóstico, donde participaron dirigentes, pobladores y organizaciones de base para identificar las fortalezas y debilidades del barrio. Los problemas identificados por la localidad en sus inicios tenían relación principalmente con el deterioro e inexistencia de espacios públicos, la presencia de basurales en quebradas con un alto déficit sanitario y de infecciones. Dentro de los aspectos sociales, existía baja participación y desconfianzas en los líderes existentes. Las prioridades destacadas a trabajar por la comunidad hacen referencia a la necesidad de generar condiciones que faciliten el encuentro y participación en el proceso de desarrollo, demostrar en acciones concretas en el territorio posibilidades de transformación, de reconocimiento y valoración del espacio local.

En el año 1990 la organización se emplaza en una quebrada de Cordillera convertida en basural por más de 40 años, se inician jornadas de limpiezas donde se invita a participar a la comunidad. Una vez recuperada, se consolida la primera plaza y se realizan los primeros murales inspirados en la historia local. Este período fue básico para generar confianzas mutuas entre la organización, dirigentes vecinales y organismos locales. Desde este momento la organización comienza a sostenerse en la asociatividad y participación local, destacándose la labor y participación del equipo fundador de la iniciativa, de esta manera el TAC se sustenta a través de la acción voluntaria y proyectos puntuales, esta forma de funcionamiento sienta las bases que le han dado sostenibilidad en el tiempo.

“Su trabajo se sustenta a través de la acción voluntaria y proyectos puntuales, esta forma de funcionamiento son la base que le han dado sostenibilidad en el tiempo”   

 

La estrategia de trabajo es coordinarse con los actores en torno al territorio, recuperando los espacios físicos a través de reuniones de planificación y conocimiento mutuo.  El fortalecimiento del sentido comunitario, toma un rol central a partir de la articulación de las organizaciones de base del sector, establecimientos educacionales y consultorio de salud. Este proceso va consolidando la proyección del TAC. 

A finales de esta etapa se termina de construir el anfiteatro en la quebrada recuperada, consolidando un espacio colectivo y local para la cultura capaz de albergar a 630 personas, participan más de 1000 personas de forma voluntaria en su construcción.

El período que va del año 1999 al 2001, se reconoce como la etapa donde ya existe una legitimación del modelo intervención. La organización se preocupa de la construcción de medios de difusión y material educativo, se desarrollan pasantías y encuentros con distintos actores del territorio. A finales de este ciclo se realiza la escuela de verano número 31, donde la mayoría de jóvenes de cordillera, antiguos niños pasan a ser monitores de los talleres, este hito es importante de mencionar, ya que estos jóvenes son los que comienzan a organizarse y generar cambios significativos en el territorio posteriormente.

Proceso de construcción de la quebrada donde se emplaza el TAC. / Fuente: TAC Cordillera.
Proceso de construcción de la quebrada donde se emplaza el TAC. / Fuente: TAC Cordillera.

 

“Su modelo de intervención está basado en una estructura asociativa a través de la Red Cordillera, conformada por distintas organizaciones de base de la localidad”   

 

Estructura de organización

La sostenibilidad de esta experiencia está dada por su modelo de intervención basado en una estructura asociativa a través de la Red Cordillera, conformada por distintas organizaciones que representan distintos ámbitos del territorio.

Una vez que el TAC se asienta en Cordillera impulsa la articulación y coordinación de estas organizaciones ya existentes. Esta plataforma ha sido estratégica para el empoderamiento local, vinculación de actores y retroalimentación con el entorno, guiando el quehacer hacia la visión de un desarrollo comunitario diseñado y concretado en conjunto.

La estructura de la red se puede entender desde distintas esferas de participación. En su centro se identifica al TAC como agente vinculador de la red, articulándose en una primera esfera de participación local, constituida por organizaciones más activas dentro de la planificación y toma de decisiones en el territorio, entre ellas se encuentra la Población Obrera de la Unión, la Cruz Roja, voluntarios locales, consultorio, parroquia y 12 escuelas públicas. Incorporando también a organizaciones periféricas como los clubes deportivos, carabineros, centro de madres y las distintas juntas de vecinos.

En una segunda esfera de participación se identifica a los actores extralocales constituidos por las empresas colaboradoras, voluntarios, servicios públicos y universidades asociadas.

 

“Su metodología de acción local ha estado impulsada desde tres perspectivas de trabajo en el territorio: asociatividad, participación local y trabajo voluntario

 

Metodología de toma de decisiones e interacciones públicas

Para colocar en contexto los mecanismos utilizados en la toma de decisiones promovidas por la visión del TAC, es importante exponer la metodología de acción local que ha desarrollado en estos 22 años la organización y que ha estado impulsada desde tres perspectivas de trabajo en el territorio.

En primer lugar la Asociatividad, mediante el intercambio de experiencias, horizontalidad, flexibilidad y permanencia en el tiempo de la red Cordillera. Los vínculos asociativos entre las distintas organizaciones han permitido movilizar recursos locales (físicos y humanos principalmente).

Segundo, la participación local de las distintas organizaciones y voluntarios construyen de manera conjunta las estrategias, planes, proyectos y acciones. Esto ha permitido en el tiempo una fuerte apropiación de los espacios ganados, fortaleciendo los lazos comunitarios y relaciones de sociabilidad con actores externos a la comunidad.

En este escenario se reconoce un tipo de participación en el nivel de asociaciones de    co-gestión o más bien de co-construcción, ya que esta iniciativa ha fortalecido los vínculos y el capital social de la localidad, constituyendo nuevos líderes y nuevas formas de organización.

 

“El estilo de dirección del TAC promueve un liderazgo democrático, transformacional y participativo generando sentido de pertenencia y vínculos humanos”.

 

La interacción entre los participantes y la toma de decisiones es deliberativa, es decir el modo de comunicación es a través del intercambio de visiones, información y aprendizajes, se busca llegar a acuerdo basado en argumentaciones y consensuados mediante una participación colectiva.

Los espacios de participación se han ido consolidando en el tiempo, a través de asambleas, mesas de trabajo, talleres, donde los actores protagonistas son ciudadanos en general, autoridades públicas, líderes comunitarios, voluntarios, niños y jóvenes.

En términos generales, es posible identificar un proceso de toma de decisiones que contempla diferentes fases, denominado por la organización como  “reflexión en la acción”. Esta metodología se estructura en esta secuencia: convocatoria de diversos actores de la localidad para participar de diagnósticos participativos, identificación de problemas, oportunidades y desafíos de trabajo, con este material se elaboran de manera conjunta las propuestas. La segunda fase se constituye por la gestión de recursos locales para implementar las acciones propuestas, que en la mayoría de los casos es a partir de la autogestión, posteriormente se implementan las acciones y por último, se evalúa el proceso y sentido de la experiencia.

Esquema de toma de decisiones / Fuente: Cerda & Rojas, 2004.

 

La interacción pública se da en espacios de diálogo incluso más allá de lo local, a través de seminarios, pasantías, ferias, donde el TAC es representado a través de sus voluntarios según las temáticas que contemplan dicho encuentro. En éstas participan distintos actores de la sociedad civil, organizaciones y autoridades públicas. Otra forma de interacción pública ha resultado ser el reconocimiento de la experiencia, a través de los premios que ha obtenido tanto a nivel local, nacional e internacional. Entre los más destacados se encuentra el primer lugar regional en Medio Ambiente por la Comisión Nacional del Medio Ambiente de Chile; reconocimiento Buenas Prácticas Urbanas 2002 por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo Chile, premio a la Innovación en el área ambiental 2002 por la Fundación Ford Internacional, entre otros.

“Dentro de los resultados más relevantes realizado por el TAC en el territorio se identifica la continuidad, permanencia y densificación de su trabajo en red, promoviendo la participación comunitaria en todos los procesos de intervención y una sociedad civil proactiva”

 

Resultados y efectos en el territorio

Dentro de los resultados más relevantes generados por el TAC en el territorio se identifica la continuidad, permanencia y densificación de su trabajo en red, promoviendo la participación comunitaria en todos los procesos de intervención y una sociedad civil proactiva, actualmente esta red es constituida por más de 40 organizaciones.

El trabajo asociativo y de planificación ha permitido recuperar, transformar y crear ocho espacios de encuentro y recreación, plazas y juegos dentro del cerro Cordillera. Entre los de mayor envergadura se encuentra el anfiteatro emplazado sobre una antigua quebrada basural, el cual tiene una capacidad de 630 personas y es un hito dentro de la trayectoria de transformación del territorio.

La sostenibilidad de la experiencia en el tiempo ha sido principalmente en base al trabajo y participación activa de 200 voluntarios y 1300 niños al año aproximadamente, impulsando nuevos desafíos y proyecciones para la organización. Actualmente a este espacio se han incorporado 7 universidades de Valparaíso para participar del desarrollo de prácticas profesionales, específicamente en el área de pedagogías y educación diferencial, en esta asociación se han sumado 140 jóvenes universitarios.

En el desarrollo del trabajo de revalorización y apropiamiento del territorio se han realizado más de 50 murales y diseños en mosaicos, construyendo una red física que dan cuenta de la identidad del cerro Cordillera y Valparaíso. Así también se han conformado una serie de huertos comunitarios y un invernadero para plantas, y reproducción de árboles nativos, generando una conciencia ambiental desde el trabajo realizado en la acción.

Otro aspecto relevante de la experiencia, es su modelo de intervención, el cual es legitimado no solo por la comunidad, sino también a nivel educativo, académico y gubernamental, siendo reconocido y premiado a nivel regional, nacional e internacional. Este empoderamiento ha iniciado nuevas trayectorias de participación y desarrollo de relaciones de confianza entre organismos públicos y comunitarios.

Dentro de los efectos concretos que ha irradiado está experiencia se encuentra la iniciativa de la rehabilitación integral y participativa de la Población Obrera, liderada por jóvenes residentes del edificio, los cuales crecieron participando del trabajo que ha realizado el TAC en el territorio.

Imágenes previas a la rehabilitación y vista actual del edificio / Fuente: Cuidad de Valparaíso.cl

 

“Dentro de los efectos concretos que ha irradiado está experiencia se encuentra la iniciativa de la rehabilitación integral y participativa de la Población Obrera, liderada por jóvenes de la misma localidad”

 

Este edificio es parte de la historia colectiva e identidad del cerro, fue construido en 1870, y corresponde a la primera vivienda social construida en Chile. Desde sus inicios sus habitantes fueron familias de obreros portuarios, cuyos descendientes aún viven ahí. En el año 2005 recibió el sello Bicentenario, formalizando su condición de edificio patrimonial.

Esta iniciativa se remonta al año 1998, cuando los jóvenes residentes del edificio deciden liderar la directiva de la población obrera, conformándose como organización comunitaria con el objetivo de iniciar un trabajo de recuperación del edificio impulsado desde la autogestión. La primera intervención se realizó a partir de fondos propios generados por actividades promovidas por la misma comunidad, en una segunda instancia se coordinan con el programa Proempleo (Programa Municipal de generación de Empleo Local), donde logran contratar a los mismos vecinos para iniciar la recuperación del edificio.

En el año 2003, por iniciativa del TAC se crea una “mesa técnica” donde se invita a participar a vecinos, líderes barriales, y organismos públicos, para abordar el desafío de la recuperación del edificio. Este hito inicia un proceso de formalización del trabajo desde la misma organización comunitaria, regularizando y saneando los títulos de propiedad que se venía llevando a cabo desde hace décadas, tarea importante de resolver para acceder a fondos públicos. En este período se conforman como entidad organizadora y de asistencia técnica para poder postular al Fondo Solidario de Vivienda con el objetivo de llevar a cabo la rehabilitación formal del edificio. Un año más tarde obtienen los subsidios de vivienda.

La población obrera fue protagonista en el desarrollo del proyecto de principio a fin, la directiva fue la encargada de elegir a los arquitectos y constructoras.

El edificio conserva su diseño original, sus modificaciones son al interior de éste, en cuanto a restablecer la subdivisión de departamentos para las 34 familias residentes, donde se consideraron baño y cocina independiente para cada uno de ellos, a diferencia de su diseño inicial en el cual compartían servicio en el patio central, lo que generó un cambio sustancial en la forma de vida de las familias. El promedio de superficies de departamentos es entre 55 y 90 mts2 lo que supera los estándares mínimos de vivienda social que actualmente se construyen en el país.

Este proyecto recibió financiamiento del MINVU, y fondos generados a partir de la autogestión de la organización a través de la Junta de Andalucía, PRDUV y propietarios.

Actualmente los jóvenes que lideraron este proceso, se organizan como corporación junto a una red de organizaciones para recuperar la Capilla Santa Ana y posteriormente el ascensor Cordillera. Su visión es demostrar que el trabajo a partir de la articulación de actores y mesas técnicas es un medio para recuperar nuestro territorio, como menciona Cristián Amarales, líder y uno de los gestores de la iniciativa “…el desafío es construir un nuevo modelo de política pública, replicable para otras experiencias…”.

Esta forma de hacer desarrollo local es un aprendizaje aprehendido en la experiencia vivida en el TAC.

Actividades promovidas por el TAC. / Fuente: SUBDERE – Ciudad de Valparaíso.cl

 

“La visión de los jóvenes dirigentes es demostrar que el trabajo a partir de la articulación de actores y mesas técnicas son un medio para recuperar el territorio, el cual puede proponer un nuevo modelo de política de gobierno”

 

Con respecto al análisis de la experiencia, una estrategia clave para lograr la reconstrucción del tejido social del territorio fue la Asociatividad promovida por el TAC, a partir de la articulación de las organizaciones existentes en la localidad, conformando la “Red Cordillera”, como plataforma de acción y agente de transformación. Los vínculos asociativos permiten reunir diversidad de miradas, aprendizajes, capacidades, esfuerzos y recursos para alcanzar los objetivos comunes propuestos.

Se reconoce que uno de los principales logros de la organización está vinculado a la pertinencia del proyecto. El TAC surge desde la identificación de necesidades y problemas diagnosticados por sus propios habitantes y se ha ido construyendo al ritmo de los procesos locales, las propuestas de mejoramiento han sido realizadas por sus propios actores, a partir de la construcción de espacios de participación colectiva que han ido fortaleciendo las confianzas y capacidades locales.

La metodología de trabajo del TAC a instaurado nuevas prácticas sociales que se han ido replicando en otras organizaciones, entre ellas la asociatividad, la autogestión local, y la forma de tomar decisiones participativas y darle sentido a la acción conjunta a partir de “reflexionar en la acción”.

Desde esta perspectiva la sostenibilidad de la experiencia va más allá de lo límites de la organización, es decir que los aprendizajes pasan a ser un conocimiento colectivo, que pueden ser aplicables a otras iniciativas de diferentes escalas.

Un valor central de la experiencia es su capacidad para generar espacios y contextos de integración social en el amplio sentido (diversidad de oficios, profesiones, culturas, lugar de origen) impactando más allá de la escala local, constituyéndose en una iniciativa transformadora del territorio, personas y de prácticas sociales a través de la experiencia de sumarse y ser parte con otros en un proyecto colectivo que concreta sueños comunitarios… En palabras del TAC “Un espacio de realidades y sueños” donde “Juntos se construye una vida mejor”.