Documental dirigido por Percy Matas. Estrenado en el año 2010.
«La hisoria de una comunidad que encontró otra manera de hacer ciudad»
[Bernardita Mc Phee]
El documental nos introduce en la historia de la Comunidad Ecológica de Peñalolén, penetrando en sus sueños, nostalgias, dificultades, como también, en la inquietante incertidumbre acerca de su futuro.
En el inicio se nos presentan las opiniones de vecinos que manifiestan su respeto, su admiración o las sospechas que les provoca esta peculiar comunidad. Son los de afuera, los comunes y corrientes pobladores de los alrededores que los ven vivir una vida que ellos no tienen, atiborrados como están por el diario afán en la agitada y bulliciosa ciudad.
De pronto el documental nos muestra cómo se abren las puertas del predio cordillerano. La cámara nos encamina por agrestes senderos arbolados, circundados por casas poco visibles y con un silencio campestre que se adivina.
La conocida figura de la actriz María Izquierdo aparece en medio de una construcción abandonada y semi destruida. “Éstas son las ruinas de nuestra sede comunitaria de los primeros tiempos”, nos dice. La visión de niños bailando en una fiesta, mostrados en un video antiguo, nos traslada a un pasado de esforzados pioneros, en cuyo lugar construido por ellos, se producía el encuentro.
El documental, a continuación, nos pasea por la nostalgia que produce, desde un incierto presente, esta historia que ya incluye a tres generaciones. Vivencias de gran significado, son mostradas mediante los testimonios de los fundadores, de sus hijos y de los que, sólo de oídas, la conocieron.
La comunidad nace en los inicios de los ochenta, en plena dictadura, cuando la necesidad de respirar aire puro no sólo era una necesidad física. Nació por el deseo de crear lazos en un lugar donde se pudiera vivir con sencillez, creando vínculos afectivos con las personas y con la tierra. Se fueron convocando uno a uno, hasta formar un grupo diverso de personajes que se fueron sumando al proyecto. Las primeras construcciones fueron de barro “chicoteado”, peculiares y austeras, con agregados paulatinos, sin pretensiones. Los elementos constructivos buenos no eran los que tenían mucho valor comercial sino los que habían sido probados como útiles en el pasado. El grupo creció hasta formarse subgrupos diferentes, pero afines: los de los eucaliptus, más “locos” y los de los espinos. Juntos tuvieron que sobrellevar todas las dificultades que fueron apareciendo: problemas con la escasez de agua, falta de electricidad y de conectividad. Todo se solucionaba con la colaboración.
El documental da cuenta de la extraordinaria variedad de personajes allegados al proyecto, tanto desde sus inicios, como con posterioridad: artistas de diferente cuño: actores y actrices, músicos, escritores, pintores, diseñadores, artesanos diversos. También se multiplicaron los creadores de pequeñas empresas: mueblerías, de spa, de aprovechamiento de material reciclado, de restoranes. También se construyó un teatro a iniciativa del conocido actor Héctor Noguera, uno de los que da testimonio en este documental, y quién declara que la diversidad ha enriquecido a la comunidad y que por esto ha llegado a ser una comunidad madura.
Sin embargo, durante todo el documental queda de manifiesto la constante amenaza que se cierne sobre ella. El crecimiento de la ciudad, las autoridades locales con concepciones diferentes y la disminución de la fuerza inicial de los fundadores, han creado una sensación de incertidumbre sobre su futuro. La última amenaza se presentó con la propuesta de un nuevo plan regulador de la comuna que alteraría todo el espacio colindante y parte del mismo.
El nombre de este documental “El síndrome del espino” apunta al afincado deseo de los comuneros, de no moverse de ese lugar el que sienten que les pertenece y en el que se han arraigado profundamente, al igual que los espinos precordilleranos que tienen permanentemente a su lado, desde los inicios.
El documental deja en suspenso una frase que puede ser una afirmación enfática y certera:
-“¡Otra ciudad es posible!” O también puede convertirse en una pregunta inquietante:
-“Otra ciudad ¿es posible?