Título publicación: Planning and Decentralization: contested spaces for public action in the global south
Victoria A. Beard, Faranak Miraftab and Christopher Silver (editores), 2008, 233 páginas, ISBN: 978-0-415-41498-2. Publicado por Routledge, Londres-Nueva York.
[Ernesto López]
A nivel global, en las últimas dos décadas, diversas formas de descentralización han sido promovidas activamente por organismos internacionales tan poderosos como el Banco Mundial, Naciones Unidas, así como varias otras agencias de desarrollo bilateral. Sin embargo, en contextos del sur global, poco se sabe hasta ahora de la dramática transformación que implican el traspaso de responsabilidades estatales al nivel local y las reestructuraciones de gobierno implicadas, por lo general, en ausencia de capacidades de liderazgo político y social, y de un poder necesario para la toma de decisiones o un manejo efectivo y transparente de los recursos. De hecho, es común visualizar que muchos gobiernos locales descentralizados, tratando de manejar sus nuevas responsabilidades adquiridas, generalmente se desprenden de la potencia política transferida por la descentralización, adoptando en su lugar, a-críticamente, principios del mercado, creando multitud de implicaciones tanto para los planificadores locales como los gestores urbanos, y teniendo que redefinir sus roles y relaciones con el sector privado y actores no estatales.
El presente libro reúne una serie de estudios de caso, de diversos autores, centrados en la planificación de procesos de descentralización en el sur global, y se organiza en tres grandes temas. La Sección 1 discute precisamente el concepto de descentralización y plantea cómo, en diferentes contextos políticos, administrativos y fiscales, el proceso puede conducir a resultados diametralmente diferentes. Por ejemplo, en Sudáfrica y Argentina, los autores observan que el denominador común de la estructura financiera y política nacional obliga a los gobiernos locales, en lugar de promover la inclusión social y espacial, a facilitar el aumento de la desigualdad y la privatización. En la experiencia de Ciudad del Cabo, un municipio descentralizado carente de capacidad financiera y administrativa suficiente para abordar sus responsabilidades, optó por desarrollar estrategias de alianza municipal-empresarial que, si bien innovadoras, generaron un desequilibrio social mayor en el desarrollo local. En este caso, la necesidad de atraer inversión privada socavó una agenda integracionista. Por el contrario, el caso singular de Bolivia muestra cómo los movimientos sociales organizados pueden ocupar los espacios abiertos por la descentralización para lograr un cambio social positivo.
La sección 2 examina un cambio de paradigma de desarrollo económico y la descentralización fiscal como componentes básicos del cambio político y administrativo. En las últimas décadas, organismos financieros y de ayuda internacional han presionado para gestionar el traspaso de competencias de planificación e implementación de servicios locales desde el gobierno central a los gobiernos locales. Los casos de Uganda, Vietnam y Chile son ejemplos de esto. En el caso de Chile, la autora Rivera-Ottenberger afirma una clara correlación entre mayores niveles de participación ciudadana y resultados positivos logrados por los municipios, en la década de 1990 post-Pinochet. Mientras que en el caso de la comuna de El Bosque, se observó un fuerte apoyo del alcalde para el empoderamiento de los grupos clave de la comunidad, lo que demuestra que el éxito en la gestión municipal a través de la descentralización no necesariamente impide la aplicación de la política social progresista, en el caso del municipio de Peñalolén, la organización ciudadana no se articuló propiamente con los responsables locales, sino más bien existió una aproximación clientelista como plataforma de apoyo al gobierno local. Como resultado, las necesidades de algunos vecinos principales fueron sistemáticamente ignoradas.
La sección 3 se centra en la importancia fundamental de las organizaciones de la sociedad civil, organizaciones comunitarias y residentes en el logro de objetivos de descentralización. Sin embargo, tres supuestos se han dado por sentado (probablemente en exceso) en los ámbitos de desarrollo en las últimas décadas. En primer lugar, con la participación del sector privado y organizaciones sin fines de lucro, aparentemente se logran resultados más rentables, debido a que se evitan las aparentemente burocráticas y a veces corruptas estructuras centralizadas del Estado. Segundo, la descentralización se piensa que es un vehículo apto para la incorporación de las necesidades de los grupos desfavorecidos (mujeres, pobres, ocupantes ilegales) a causa de la proximidad geográfica y la comprensión del contexto local por parte de la autoridad. En tercer lugar, el proceso de descentralización apunta a capacitar los segmentos marginados de la sociedad, salvaguardando la conducción de la descentralización por parte de las elites económicas. Los capítulos de esta sección se centran en casos de Indonesia, India, Tailandia y Filipinas, corroborando cómo la compleja dinámica de la descentralización puede desarrollarse en la realidad concreta, lo que subraya la necesidad de otorgar mayor complejidad a la operacionalización de los supuestos antes mencionados y, finalmente, a la relación siempre controvertida entre actores estatales y no estatales.