Territorios Religiosos

Diciembre 2017

«Árboles, Flores, Plantas y Agua Milagrosa. La territorialidad religiosa del Agua Santa de la comuna de Pumanque (VI Región de Chile)»

Revista Planeo Nº 34  Territorios Religiosos, Diciembre 2017


[Por Wladimir Esteban Riquelme Maulén; Antropólogo (U. Alberto Hurtado) y Estudiante del Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente (P. Universidad Católica de Chile)
Lily Estefanía Jiménez Osorio; en Historia (U. de Chile) y MA Christianity and the Arts (King’s College London), Académica Centro de Estudios judaicos de la Universidad de Chile]

Resumen

Los sitios religiosos del Valle Central de Chile contienen un conjunto de elementos que sus feligreses dejan a modo de ofrenda: plantas, flores y árboles no solamente ornamentan el espacio, sino que construyen pequeños nichos de biodiversidad en lugares que han sido afectados por la profunda sequía de la última década. En el caso del espacio dedicado al Agua Santa, en el Rincón del Sauce de la comuna de Pumanque, dicho propósito se ve concretado en un santuario creado por la comunidad en la ladera de un cerro, el que a su vez favorece a la perpetuación de creencias tradicionales que se encuentran involucrados en sectores rurales del valle central chileno. De este modo, el presente texto realiza una descripción densa (Geertz, 2003) del espacio Agua Santa con el propósito de analizar la construcción de los territorios religiosos en el Valle Central del Chile contemporáneo.

Palabras claves

Agua Santa; Territorialidad Religiosa; Bosque Esclerófilo

La travesía hacia el Agua Santa está demarcada por hitos. Como ayudamemorias, la ruta prepara la llegada a un espacio de excepción. La vía desde el pueblo de Pumanque hacia el Rincón del Sauce serpentea entre grutas, una cruz donde baila el diablo, luces que aparecen indicando entierros de dinero, una patagua que hablaba con un borracho, animitas de muertes trágicas. Culmina el camino en el San Francisco que custodia el valle y los animales con su mirada. Los quillayes reciben en su sombra a los conductores. Los que transitan por los cerros salían a recolectar maqui en verano para preparar chicha con harina tostada. Los boldos se podan y embolsan para su comercialización. Luego del bajo y el cruce de dos esteros fluviales emergen esplendorosas las pataguas. Allí acampaban en las antiguas romerías de la fiesta, preparando asados y festejando al cobijo de su follaje. Aún queda una subida para encontrar el manantial anhelado.

En la ladera sureste del cordón montañoso del Rincón del Sauce se ha construido un espacio religioso con apariencia de reservorio de la acaecida vegetación esclerófila. Rodeado de boldos, maquis, pastizales y pataguas en pendiente: un pimiento, un laurel y un grupo de tunas invitan a ingresar a un polígono perfectamente cercado en medio de matorrales. El sendero principal está flanqueado por tunas, acompañadas de achiras, hortensias, ligustrinas y palmeras en ambos lindes de la huella. Coronas del poeta, cardenales, un encino, dos chilcos, una yuca y dos maquis acompañan un pozo de agua situado en el centro del recinto. En torno a éste conviven flores de papel, de medias y alambre, y pequeños helechos que afloran en invierno y se secan en verano. Flores teñidas de azul (el color del agua y de Lourdes), flores blancas, amarillas y multicolores en las inmediaciones de las imágenes. Una hortensia y dos yucas rodean a un altar de ladrillos, el que corona la distribución de las bancas de madera pintadas de blanco.

Boldos, peumos, un maqui, un coihue y dos pataguas rodean el lugar. Estos árboles son los más antiguos e imponentes del sector. Han sido testigos presenciales de cómo han llegado el resto de las especies al lugar. Justamente se dice que en una de las pataguas fue encontrada la figura de una Virgen, la que en algún momento se quemó, y que posteriormente fue trasladada a la parte superior del pozo de agua, donde se construyó una gruta. Ojo de agua también le llaman. Cuentan que el agua manaba de la tierra a borbotones, como si estuviera hirviendo. Otras versiones señalan que tiene condiciones milagrosas desde tiempos inmemoriales. Por ello, la Virgen de Lourdes se instala en la vertiente, en su parte superior, dando origen a la Virgen del Agua Santa del Rincón del Sauce de la comuna de Pumanque.

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Im. 1: Fiesta de la Virgen del Agua Santa del Rincón del Sauce / Fuente: elaboración propia

La patagua y el pozo de agua conforman el mitopraxis (Sahlins, 2008) con que se origina la devoción al Agua y a la Virgen. La mayor expresión de dicha devoción acontece cada 11 de febrero, en que concurren cientos de personas a celebrar la fiesta del Agua Santa. Durante la celebración se pagan las mandas, se camina descalzo entre los cerros para llegar a agradecer, se canta a lo Divino, y se celebra una misa. A mediodía se comparten comidas y bebidas en los alrededores, en los quillayes que están en el bajo, cerca del camino. La fiesta hace brotar lo que el tiempo estival ha secado. Las ofrendas se entretejen y hacen posible el santuario. Durante el tiempo ordinario se embellece el lugar de la Virgen: se barren las hojas, se encienden velas, y según la temporada se realizan trasplantes y añadidos botánicos. Lo organizado, separado, ordenado propone el criterio de belleza, pintando de blanco la gruta y las bancas, descascarando la esperma de las velas, igualmente se ha intervenido el pozo para facilitar el acceso al agua.

La devoción al Agua Santa se concreta en objetos. Éstos van desde plantas, árboles, flores hasta exvotos (placas) de agradecimiento por los milagros realizados por la Virgen. Cada uno de estos objetos contiene una historia que, en su conjunto, construyen la historia del espacio a través de las cosas (Ingold, 2015). Los colores, las formas y las texturas marcan ese relato visual y táctil de la creencia, donde las tunas dan flores celestes de papel, los helechos surgen entre alambres y medias, y las ligustrinas sostienen cintas azules. Los árboles y las flores son también representados, reproducidos y reimaginados en soportes múltiples. El milagro es el mejor de ellos, y, como se puede observar en la imagen 2, un exvoto de madera que dice “Virgencita: Gracias por el favor concedido. Familia Barrera Cornejo”. Debajo del mensaje se dibujan plantas con flores rojas sobre un macetero.

Im. 2Im. 2: Exvoto por protección durante incendio de febrero de 2017 / Fuente: elaboración propia

Según Rosendahl (2005), un espacio religioso se construye a través de las materialidades que entregan a modo de ofenda sus devotos. Los materiales son significativos a su vez: el uso de guías de coile y flores de papel para las guirnaldas de la entrada, cintas de papel crepé sobre las ligustrinas, flores naturales teñidas, de plástico y género evidencian la dedicación y la afectividad en el trato hacia la imagen. Una creencia cargada de emotividad que se encarna en los contactos, la mirada, la creación de un espacio cuidado para infundir la contemplación (Morgan, 2005).

El agua es el origen y el fin de esta devoción. Nombrada cariñosamente como “agüita santa”, desplaza el lugar de la figura institucional por el milagro como sacralidad instituyente. El agua es santa por su eficacia: no es una aparición de la Virgen la que inscribe el lugar, sino su poder sanador. Cuentan que sana de la vista, cicatriza heridas, mengua dolencias, y que beberla infunde paz y sosiego. El agua se lleva a la casa en botellas plásticas, como una bendición en sí misma, y ocupa un lugar fundamental en los altares domésticos o en los dinteles de las puertas.

La territorialidad religiosa del Agua Santa ha sido construida por sus devotos. Recorren, plantan, trasplantan e imaginan el espacio santo del modo en que organizan los jardines propios. Muchas de aquellas especies son cultivadas en los patios de sus casas. Lo religioso invita a repensar el territorio (Carballo, 2009) del modo en que a través de sus sentidos y prácticas reinventan el bosque esclerófilo, y a su vez, el territorio permite reorganizar lo religioso a partir del modo en que árboles, flores, plantas y agua milagrosa cohabitan en el espacio.

Im. 3Im. 3: Ilustración del espacio Agua Santa / Fuente: realizado por Colomba Elton (colomba.elton@gmail.com)

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Referencias
Carballo, Cristina. 2009. Repensar el territorio de la expresión religiosa. En: Carballo (coord.), Cultura, territorios y prácticas religiosas. Buenos Aires: Prometeo Libros.
Ingold, Tim. 2015. Líneas. Una breve historia. Barcelona: Gedisa editorial.
Geertz, Clifford. 2003. Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura. En: La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa editorial.
Morgan, David. 2005. The sacred gaze. Visual religious culture in theory and practice. California: University of California Press.
Rosendahl, Zeny. 2005. Territorio y territorialidade: uma perspectiva geográfica para o estudo da religiao. En: Rosendahl y Lobato (ed.), Geografia: temas sobre Cultura e Espaco, Río de Janeiro: UERJ.
Sahlins, Marshall. 2008. Islas de la historia. La muerte del capitán Cook. Metáfora, antropología e historia. Barcelona: Gedisa editorial.
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nota:
El texto surge a partir de la investigación realizada en el marco del Proyecto Fondart Regional N° 406839 “Puesta en valor de las devociones a la Virgen del Agua Santa, comuna de Pumanque” y de las reflexiones surgidas a partir del Proyecto Fondecyt Regular N°1140598 “Antropología del bosque”.